21 mayo 2015

Capitulo 99 Ojos color sol



Cada vez que cerraba los ojos podía ver y repetir aquella escena. Yo, subiendo al bondi en una fría mañana, intentando cubrir mis piernas con la falda del colegio. Yo, sentándome junto a John y su parloteo y sus tirones en el pelo. Yo, viéndolo por primera vez, quedándome atrapada en sus ojos que expresaban tantas cosas, sintiendo algo que jamás había sentido. Yo, enamorándome como una idiota. Yo, yo, yo, y yo. Yo metiendo la pata mil veces, juntando valor y echándome atrás. Yo, llorando. Yo, tomando. Yo, Mercy Wells, abriendo la ventana en una cálida mañana y comprobando que la vida, por una vez, tenía un buen sentido.
–¿Se puede? –escuché la voz de mi madre, y vi su rostro asomándose apenas a la puerta.
–Claro. –le sonreí.
–Hijita…-extendió sus brazos hacia mí–Al fin ha llegado el día. No vas a ser feliz, serás muy pero muy feliz.
–Gracias mamá.
–Te merecés una vida hermosa, te merecés la vida. Y él…estoy segura que te dará esa vida. Mis ojos de madre me dicen que te ama de verdad.
–Espero heredar tus ojos, entonces.
–Ya te darás cuenta que los heredaste cuando ese bebé te traiga una novia, o esa bebé, un yerno. Y te darás cuenta cómo cuesta entregar a las hijas…
–Mamá, ni que viviéramos en un feudo. –reí.
–No importa cuán moderno sea todo, una hija es una hija. Y hoy…mirá, te quería pedir perdón. Nunca fui una buena madre para vos, no supe qué hacer en situaciones en las que me necesitaste. Espero que aprendas de mis errores y no los repitas, sobre todo porque sos muy distinta.
–No tengo nada que perdonarte, las cosas fueron así. Pero bueno, basta de lamentaciones, ¿no?
–Claro hija, hoy no es día para eso. Ya tengo tu desayuno listo, ¿vas a bajar?







Miraba por el espejo los esfuerzos que Juliet estaba haciendo. Si había algo que me aburría y me fastidiaba, era que me peinaran. Y ella estaba haciendo que se me hincharan las venas.
–¿Y si te peino así?
–No Juliet, dejá a mi pelo tranquilo, no lo manosees más.
Me miró ofendida, se había tomado muy a pecho su labor de peluquera.
–Está bien. –cedí–Seguí haciendo lo que te parezca, dejalo suelto, será mejor.
–¡No, suelto, no! Parecerás una salvaje.
–Lo soy.–reí.
–Bueno pero que no se note tanto. Vamos Mercy, poné voluntad. Te haré algo que te encantará, esta vez no me equivocaré.
Nuevamente comenzó a manipular mi cabeza mientras yo hacía todo tipo de morisquetas. Las hacía porque me dolían los tirones que me estaba dando y también para distraerme de los nervios que crecían a cada minuto.
Al fin logró algo sencillo y muy bonito, algo que nos agradaba a ambas. Unas trenzas cosidas que me emprolijaban el cabello y que a la vez, lo dejaban en libertad.
–¿Te gusta?
–¡Esto sí! ¿Ahora vas a dejar de torturarme?
–Falta arreglar bien tus rizos. –con los dedos comenzó a separar los rizos que había estado haciéndome la noche anterior y por los que me exigió que no me moviera mientras dormía para que nada se desarmara.
–¿Ya está?
–¡Aún no! Qué chica impaciente. –siguió haciendo algo con mi cabello–Bueno, yo creo que así ya estaría bien.
–Genial, me voy.
–¡No! Falta el maquillaje.
–Pero si no es…
–Basta de quejas, Wells. Te voy a maquillar quieras o no. Prometo que no será nada exagerado de las películas. Ay, me olvidé los cosméticos en el bolso que dejé en la cocina, ya vuelvo.
Salió disparada de mi habitación, suspiré aliviada. Me miré en el espejo, contemplándome, y me reí porque siempre que me miraba, la imagen que veía era la de una vagabunda.  Busqué en una cajita una bonita gargantilla que había comprado para ponerme, ya que las joyas que mi madre me había dado eran ostentosas y “para viejas”. Sin querer, encontré mi dije con las dos iniciales. Siempre lo llevaba puesto, pero hacía unos días lo había guardado porque trataba de evitar, sin saber muy bien porqué, el recuerdo de mi padre. Cuando lo vi sentí escalofríos, fue como volver al día en que él me lo había obsequiado. Hubiera dado tanto para que en ese día él estuviera conmigo…Me imaginé cómo estaría de nervioso y a la vez desconfiado por darle su hija a un jovencito cualquiera, y también su alegría por eso, y por la inminente llegada de un nieto…Se me descolgaron las lágrimas como se descuelga el telón cuando la función de alegría termina, dejando paso a la tristeza más triste. Me colgué el dije, sabiendo que por más feliz que me sintiera, siempre en un rinconcito tendría esa pena.
–Ey Mercy, ¿qué te pasa?
Reconocí la voz de Cris, apenas aparté las manos con las que me cubría la cara.
–Nada. –negué con la cabeza.
–¿Cómo que nada? Estás llorando y eso no es un llanto de alegría…¿Te arrepentiste? Estás a tiempo, se puede cancelar todo y…
–No, no es eso.
–Bueno, no sé…A ver, Ringo no te va a dejar, no tengas miedo por eso, te va a ir bien, él es…
–Tampoco es eso.
–El bebé nacerá bien y a vos te pasará nada, ya vas a ver que…
–¡No es eso!
–Mierda, ¿y entonces qué? Mercy me preocupás, esto no es normal, ¿qué te pasa?
–Sólo que…extraño a mi padre. Quiero que esté acá y no está, y me siento mal.
–Perdón…no me imaginé que podía ser eso…–bajó la mirada, apenada–Vamos, no llores, tu padre…
–Sí, ya sé, está conmigo. –respondí burlona–No me sirve eso, pero bueno, ya me resigné.
–Eso también lo dicen todos, que hay que resignarse. Vení. –me abrazó y luego me dio un pañuelo–Estás muy linda, ¿sabías? Aún llorando te ves hermosa.
–Pará, que no me voy a casar con vos, no insistas.
Soltó una carcajada y yo también reí.
–Mirá, de todos modos te lo diré: tu padre está. Un padre nunca deja a su hija en un día así, más que nada porque tiene que hacerle la vida imposible  a su yerno.
Otra vez reí, ya no tenía ni rastros de lágrimas.
–Hoy no pienses en el pasado –dijo tomándome las manos–Hoy pensá nada más que en todo lo bueno que está por venir, como por ejemplo…esto. –puso el dorso de su mano izquierda casi pegada a mis ojos. Fruncí el ceño, sin comprender hasta que vi un brillito. El brillito de una piedra. El brillito de una piedra pegada a un anillo. Al fin John había entendido.
–No me digas que…
–¡Sí! ¡Me lo propuso! Y como ves, ¡acepté! Así que lamento quitarte la exclusividad de chica casada, aunque….bueno, aún no sé bien cuándo será, supongo que cuando se desocupen un poco y….
–¡Eso es genial! –la interrumpí para tirarme sobre ella–¡Te vas a casar! ¡Por Dios, mi hermano se ve a casar! Es lo más increíble que escuché.
–Yo tampoco lo creo. ¿Sabés? Fue a la cafetería y me dijo si quería tomar un café. Cómo estaría de nervioso que dijo semejante estupidez. Bueno, yo le dije eso, que era un estúpido. Él ni se inmutó, puso un café frente  a mí, me pidió perdón, y me dijo que para que viera que hablaba en serio, me daría algo. Y ahí sacó el anillo. Después de le cayó adentro del café pero eso ya es otra historia.
–Qué idiota que es…
–¡No lo llames así! A mí me pareció lo más romántico del mundo, nunca pensé que haría algo como eso, y se lo veía muy arrepentido, me partió el alma.
La puerta se abrió de golpe, nos sobresaltamos y vimos a Juliet entrando con una caja de pinturas.
–¡Perdón! Pero es que ya se hace tarde, y tu madre me pidió que la maquillara a ella también.
–Quiero ir al baño.
–Mercy, ya fuiste seis veces esta mañana.
–No importa, necesito ir.-me quejé como niña.
Salí hacia el baño, realmente lo necesitaba y eso que no había tomado ni una gota de agua. Cuando salí, vi que John subía las escaleras, muy apurado. Se detuvo al verme, abrió muy grande sus ojos.
–¿Qué? Pero…¿Mercy, sos vos?
–No seas tonto. –reí.
–Mirate…-me rodeó dando una vuelta–Sos…sos como una aparición del cielo.
–¿John, ya estás borracho?
–Estoy completamente sobrio y hablo en serio. Sos la novia más hermosa que vi.
–Me vas a hacer llorar, y otra vez no quiero.
Sonrió y se acercó para revolverme el pelo. Se detuvo con la mano a escasos centímetros.
–Por hoy no te haré nada. ¡Ay, cómo ha crecido mi hermanita! No puedo creerlo, qué suerte tiene ese arbusto salvaje, casarse con semejante mujer.
–Te aviso que si viniste a declararme tu amor, llegaste muy tarde.
–Seguí soñando, horrible.
–¿En qué quedamos? ¿Estoy hermosa o soy horrible?
–Ambas cosas. Pero igual te quiero.
–Y yo también, animal. –lo abrecé pero él me separó.
–Me arrugás el traje. Y ahora, quiero ver dónde está mi novia, ejem, futura esposa.
–¡Chico del café! Me sorprendió que al fin te hayas dado cuenta.
–Me costó, eh. Pero cuando entendí me dije “Carajo John, ya sos un tipo grande, ¿vas a dejar que te deje así? Es hora de que des el gran paso” Y así hice aunque terminé buscando el anillo en un café hirviendo, me quemé el dedo, me manché la camisa, y los clientes huyeron cuando casi nos acostamos sobre el mostrador.
–Ay John…
–¿Qué? Las reconciliaciones son así, y vos lo sabés bien, picarona.
Negué con la cabeza y entramos a mi habitación; Juliet  y Cris se maquillaban la una a la otra.
–¿John qué hacés acá? ¡Viste a la novia! –protestó Juliet.
–¿Y qué? Si yo no me voy a casar con ella. Amor, abajo hay un niño que responde al nombre de Jack, que reclama por su leche.
–¡Es cierto, ya es su hora! Nos vemos. –me guiñó un ojo y ambos se fueron.






Luego de dos idas más al baño y de ver cómo las cosas se movían solas como consecuencia de mi mareo, miré el reloj y supe que al fin había llegado la hora de la verdad. Mi madre fue la última en despedirse de mí con un gran beso y me senté en el alféizar de mi ventana, viendo cómo se iba. De pronto, sentí mucho miedo, no porque no estuviera segura sino porque…no lo sabía, sólo sentía un miedo inexplicable. Traté de tomar todo el aire de la habitación y lo estaba soltando poco a poco cuando oí golpecitos en la puerta entreabierta.
–¿Mercy? –vi a Harry, el único que quedaba en la casa aparte de mí–¿Ya estás lista?
Asentí poniéndome de pie y tomé su brazo.




Odiaba las iglesias. No porque estuviera bastante peleada con Dios, sino porque me parecían lugares tenebrosos, fríos, oscuros, ideales para un funeral o una persecución de monstruos, no para ocasiones bonitas como bautismos o bodas. Los juzgados también me parecían deprimentes. Lugares cuadrados y grises llenos de cosas cuadradas y grises con tipos serios que más que casar personas parecen que están condenándolas  a muerte. No quería nada de eso, quería que todo fuera alegre, así que, aprovechando que el otoño estaba siendo benévolo, pedí que se hiciera todo al aire libre. Digo pedí porque de poco y nada me encargué, las manos mágicas habían sido de Jonathan, Juliet y George, que aseguraba que si la banda se acababa, sería organizador de eventos. Ellos solitos alquilaron una casita con un parque enorme y allí armaron todo. El lugar era apartado y los invitados, pocos. Esas eran las condiciones que había puesto Brian, el manager. Un lugar lleno de beatles  y con uno de ellos casándose sólo presagiaba desastres si sus fans se enteraban. Bufé al recordar eso durante el trayecto en auto, aún no me acostumbraba a que todo debía ser  a escondidas y tampoco entendía en qué podía afectar que sus seguidores supieran que estaban casados o con novias, para mí los fans debían ocuparse de matarse por conseguir el disco de “She loves you” y no justamente matar a sus ídolos.
Al fin llegamos y me dije que retaría a George cuando lo viera por elegir un lugar apartado por demás, porque aquello era algo así como estar en medio de la nada. Solté una risita tonta de puro nervio.
–¿Estás bien? –Harry me miró sonriendo.
–Digamos que sí y no se me darán cuenta.–reímos. Vi que se aproximaba Grace, corriendo, con un vestido para el infarto.
–¡Grace McCartney, mirate!
–Ya quisiera ser McCartney –sonrió–Vine  a darte los últimos toques, estás hermosa.
–Tu falda es muy corta, no acepto inmoralidades en mi boda.
Se echó a reír mientras me acomodaba el cabello.
–¡Ahora sí! Ay, no lo puedo creer –se secó una lágrima–Perdón, siempre lloro en las bodas. Me voy, mucha suerte.–se fue caminando con pasitos rápidos.
Suspiré una vez más y miré a Harry. Por suerte entendió mi mirada pues ni me salía una palabra. Avanzamos y sin querer clavé las uñas en su brazo, no sólo tenía nervios sino que tenía ganas de echarme a llorar ahí mismo al ver a la gente que más quería allí, tan bonitos todos, con la alegría que se les notaba en el rostro. Ese fue el instante en el que más querida me sentí: a punto de casarme con la persona que amaba, con un hijo de él dentro de mí, y rodeada de gente que era feliz porque yo lo era. Sé que, muy dentro de mí, le agradecí a la vida por darme una segunda oportunidad.
Y después lo vi. Volví a recordar cuando nos cruzamos por primera vez y no pude evitar sonreír. Él hizo lo mismo y el mundo se detuvo, como tantas veces se detuvo con cada sonrisa que me regaló. ¿Cómo no amarlo si gracias a él mi vida tenía sentido, si gracias a él había descubierto qué era amar, y sufrir y reír por eso? Sólo por ese momento, todo lo pasado había valido la pena y dejaría de ser una carga.
Tomó mi mano y me atrajo hacia él. Con la mano libre me hizo una suave caricia en la mejilla.
–Morocha hermosa. –susurró en mi oído y reí para no besarlo allí mismo.
El juez cortó toda la magia con sus vueltas legales que a nadie le interesaban. Lo miré cuando me sentí harta de su palabrerío y carraspeó, dijo dos o tres frases más y pasó a lo reamente importante.
–Firmen aquí y aquí.
Tomamos los bolígrafos y firmamos rápido. Lo miramos otra vez diciéndole que se apurara, y el tipo pareció comprender.
–Pueden decir sus votos.
Lo de los votos no era mi especialidad y a Richard, según sus palabras textuales, le parecían una soberana pavada. Pero como era necesario decir algo, él propuso decir un poema. Sería más lindo, más artístico y sobre todo, más sentido. Elegimos uno casi desconocido que nos encantó porque decía exactamente lo que sentíamos y lo aprendimos de memoria. Al fin había llegado el momento de decirlo, así que nos miramos y nos tomamos de las manos. Sonreímos y comenzamos a recitarlo.
Llevo tu corazón conmigo,
lo llevo en mi corazón.
Nunca estoy sin él,
y dondequiera que voy,
vas tú, amado mío.
Y lo que sea que yo haga,
lo haces tú.

No temo al destino
porque tú eres mi destino.
No quiero ningún mundo
porque tú eres mi mundo.

Y eso es lo que eres tú,
lo que sea que la luna pretendió,
lo que sea que el sol quiera ser.

Este es el secreto más profundo
que nadie conoce.
Esta es la raíz de la raíz,
el brote del brote,
el cielo del cielo,
de un árbol llamado vida,
que crece más alto
de lo que el alma puede esperar
y la mente ocultar,
es la maravilla que mantiene
a las estrellas separadas.

Llevo tu corazón. Lo llevo en mi corazón.”

Decirnos aquellas palabras que no eran nuestras pero que lo parecían, mirándonos a los ojos, fue muy especial, un momento de comunión en el que casi olvido dónde estaba porque sólo lo veía a él. Nos giramos hacia el juez ni bien terminamos de decirlo, e indicó que podíamos ponernos los anillos.
–Los tenía por aquí…
–Richard no me digas que te los olvidaste.
–Sí.
–¿Qué?
Soltó una risita entre dientes y me los mostró en la palma de su mano. Suspiré aliviada, vi que el juez sonreía, por fin.
Me colocó el anillo, tuve un estremecimiento al sentir el frío del metal en mi dedo, y su mano tomando la mía. Luego hice lo mismo, sin dejar de mirarlo a los ojos. El juez procedió con las consabidas preguntas.
 –Richard Henry Starkey, ¿aceptas como tu esposa a Mercy Wells y efectivamente contraes matrimonio en este acto?
–Sí, acepto. –su voz resonó, cerré los ojos y sonreí.
–Mercy Wells, ¿aceptas como tu legítimo esposo a Richard Henry Starkey y efectivamente contraes matrimonio en este acto?
–Sí, por supuesto. –pregunta boluda, pensé.
–Yo, Juez de Paz de Liverpool, en virtud de los poderes que me confiere la legislación del Estado, los declaro unidos en matrimonio. Puede besar a la novia.
Sin darme tiempo a reaccionar, Richard me besó. No fue un beso largo porque no era cuestión de andar dando espectáculos aunque me moría por estar todo el día pegada a él con ese beso,  pero sí fue el más dulce de todos, el que le ponía el sello, por fin, a ese amor que tanto nos había costado.  Rodeé su cuello con mis brazos y me levantó por la cintura. Nos reímos al separarnos y de vuelta ya a la realidad, oí que todos reían también. Al fin supe que aquello no era un sueño más de tantos que había tenido, en los que en medio de la negrura imaginaba algo perfecto para poder seguir adelante. Esta era la realidad y el futuro que estaba comenzando.






–¡¡¡Mazel Tov!!!
–Paul, callate de una vez, no somos judíos.
–¿Cómo que no? ¡Si me dijeron que vos sí!
Richard puso los ojos en blanco, Paul tenía una borrachera que parecía haberse casado con él y se la pasaba gritando y pisando copas envueltas en pañuelos.
–Voy a saludar a esos tíos. –Richard señaló a una pareja muy tierna de ancianitos.–De paso me saco de encima a Paul.
–Es inútil, te va a seguir. Yo me quedo por acá.
Ni bien se fue apresuré el paso, pensando en que no podía ser posible que fuera mi propia boda y lo único que tuviera en la mano fuera un triste vaso de agua. Me acerqué a una mesa donde brillaban, milagrosamente intactos, unos cuantos vasos de fernet. Agarré uno y ya lo estaba llevando a mi boca, cuando desapareció.
–¿Qué mier…?
–¿Estás loca, mujer? –John me miró y luego se tragó todo el contenido de mi vaso casi sin respirar–Joder, qué bueno está esto, ¡pero estás loca! ¿Qué te pasa? ¿Te querés morir en medio de la fiesta? Nos arruinarías todo.
–¿Pero acaso no estoy en mi derecho al querer tomar algo en mi propia boda? –agarré otro vaso, John también me lo quitó y se lo tomó.
–Apenas te mojarás los labios para hacer el brindis con tu querido esposo. Si agarrás más vasos también me los tomaré y supongo que no querrás verme borracho y arruinando mi reputación.
–Te he visto tantas veces…
–Ahora es distinto, soy un hombre derecho. Así que…¿Eh? ¿Pero qué carajo estoy viendo? ¡¿Será posible?!
Extrañada, miré hacia donde John parecía ver la muerte. Solté una carcajada loca al darme cuenta de lo que estaba ocurriendo: Mimi, la rectísima tía Mimi, borracha, bailando como si no hubiera mañana, agarrándose de cualquier cosa para no irse al suelo pero sin soltar un gran vaso de cerveza. Creo que se me aflojaron dos costillas y la mandíbula de tanto reírme. John parecía no disfrutarlo en absoluto.
–¡Tía! ¡Estás mal!
–Hola Johnny, ¡felicidades! –dijo cayendo, para su suerte, sobre una silla.
–¡Yo no me casé! Mimi…¡estás borracha! ¡Estás arruinando mi infancia!
Por toda respuesta, Mimi soltó una risita y le echó un poco de cerveza en la cabeza.
–¡Felicidades! Yo también quiero tener novio.
–¡Mimi! ¡Controlate! La puta madre, ¿qué mal hice para tener que estar viendo esto? –se sacudió el pelo, mojado por la cerveza.
–Hola Cris, estás muy bonita.
–¡Tía ella no es Cris! ¡Y yo no me casé! ¿Estás borracha o te dio Alzheimer repentino?
–Veo que ponerse pesado con el alcohol es genético, vos sos igual.
–Mercy no me estarías ayudando –dijo tratando que Mimi tomara un café bien fuerte que Grace había traído.
–¿Y ella quién es?
–La novia de Paul.
–¿Y quién es Paul?
–¡Basta Mimi!
No contestó, sólo levantó el vaso nuevamente, pero esta vez saludando a un tío de mi madre que estaba en otra mesa. Seguramente ya lo había localizado como posible novio. Crucé las piernas para no hacerme encima ahí mismo. Era demasiado increíble verla en ese estado. Mi risa descontrolada desapareció cuando…
–¿Mamá?
Ver a mi madre sentada sobre el regazo de mi padrastro, besándose como si fueran dos adolescentes hormonados, hizo que tuviera una arcada.
–Debe ser asqueroso ver a tu madre así.
–¡George! Por favor, andá a separarlos.
–¿Por qué? Es tu madre, no la mía. No le cortes la diversión. Ey, no creía que tu mamá fuera así…
–¿Así cómo? Ay, mejor me voy a otro lado. –di media vuelta, él me siguió.
–¿Te gusta tu fiesta?
–Sacando a mi madre que está a punto de follar delante de todos, sí, ¡me encanta! La verdad es que tenías razón, sos un buen organizador de eventos.
–Me devolverás el gran favor que te he hecho cuando organices la mía.
–Espero estar…
–Shh, Mercy Wells, hoy no se habla de eso.
Sonrió y me pasó un brazo por los hombros.
–Además, hay que seguir con las clases de guitarra. Te tengo abandonada pero prometo seguir siendo tu profesor.
–Cuando te ponés tierno, sos tierno, ¿eh? Lástima que siempre me hallas llamado bestia. Oigan, ¿van a tocar o no?
–Por supuesto, iré a rescatar a John de su tía borracha y comenzamos.





–¡Damas y caballeros! –escuché a John gritar desde el mini-escenario que habían montado–Vamos a tocar un poco aunque ya estamos todos un poco tomados, especialmente el novio.
–¡No es cierto!
–Lo siento Mercy, tu marido no podrá cumplir con sus deberes esta noche. Bien, para nosotros es una alegría y todo eso bla bla bla, sean felices y coman perdices y Paul no vomites hasta que terminemos, ¿ok?
Con el único motivo de fastidiarme, comenzaron con Please Please Me haciendo todo tipo de señas y guiños de ojos a Richard y mí. De todos modos, no les hice caso, estaba demasiado extasiada viendo a Richard.
–Andate a la mierda, Lennon. –dije cuando terminaron, dejando mi cara de embobada.
–La novia se muestra muy agradecida y…¡Mimi soltá a ese viejo!
–¿Cómo la estás pasando? –dijo Grace, acercándose, mientras John anunciaba que cantarían una canción nueva.
–Con este desastre, imposible pasarla mal.–reí.
–¡Para mí es la mejor boda en años! Todos están felices, nadie se pelea, comen y toman. ¿Qué tal si vamos a bailar?
–¡Claro!
Estaban tocando la dichosa nueva canción que se llamaba I want to hold your hand o algo así que estaba muy buena. Se me complicaba un poco bailar  porque se me enredaba el vestido porque era muy largo, y a la vez me reía de Grace, que luchaba con el suyo porque era demasiado corto.  A lo lejos vi a Cris con Jonathan tratando de separar a Mimi de otra tía de mi madre. Peleaban seguramente por el viejo.
–Retiro lo dicho sobre que no había pelea.–dijo Grace, preocupada–¿Creés que…?
–Dejalas, sólo son viejas borrachas, voy a ver qué pasa.
–Mimi ya basta, el señor será su novio, ahora deje tranquila a la otra señora. –le decía Cris.
–¿Y vos quién sos para darme órdenes?
–¡Soy Cris, se lo dije cinco veces!
–¿Qué Cris?
–¡La novia de su sobrino!
–Mi sobrino acaba de casarse, ¿cómo que tiene novia?
–Tía Frida –dije acercándome–Oiga, usted enviudó hace un mes, ¿para qué quiere un novio ahora? Deje en paz a Mimi.
La tía Frida me miró mal, como siempre hacía y se fue tambaleándose. Las viejas eran peores que las jovencitas.
–Jonathan ¿qué le pusiste a la bebida? Vos eras el encargado y parecen todos locos.
–No les puse nada, si tenés parientes locos la culpa no es mía. Ay, estás tan bonita…
–¿Verdad que sí? –di una vuelta–Me encanta pero es incómodo para bailar.
–¿Y quién dijo que un vestido de novia es cómodo?
–Jona, lamento que Félix no haya podido venir, deseaba que lo hiciera, la verdad.
–Lo sé, pero está con mucho trabajo, muchas señoritas como vos se quieren casar. Lo veré el fin de semana que viene, si me das permiso para viajar.
–Claro que sí, eso ni se pregunta.
– Y bien, ¿cortamos el pastel? Así te tomás más fotos antes de que terminemos de despeinarte.


Jonathan llevó al centro del parque un carrito con el gran pastel.
–¿Puedo cortar? –George lo miró desesperado.
–¿Qué te pasa, enano? Es mi boda, fuera. –Richard lo empujó.
–Traidor, todo porque te casaste con ésa –fingió llorar–¡Mercy robanovios!
Le saqué la lengua porque ante todo era una novia muy fina, y agarré la copa que Richard me estaba dando.
–¿Brindamos?
–Vas a tomar sólo un poco, ¿de acuerdo?
–De acuerdo, señor esposo. Sólo para la foto.
Brindamos y luego cortamos el pastel mientras todos festejaban.
–¿Puedo decir unas palabras? –pidió Paul.
–No.
–Ringo, sólo iba a decir que estoy muy contento.
–Contá la vez que la fuiste a sacar de la comisaría.
–¡John! –grité.
–Ah ese día fue genial, Mercy estuvo presa toda la noche.
–¡Paul!
–Paul, dejá de hacer papelones. –Grace quería parecer seria pero se notaba que estaba conteniendo la risa.
–Los borrachos siempre decimos la verdad. Oigan, como hermano de una de las partes contrayentes, quiero desearles que…que…bueno, que tengan un lindo día ¡y que siga la fiesta!
Todos comenzaron a bailar, incluso Jack, que no podía negar los genes que tenia bailando en brazos de Juliet.
–Miren a este pequeño ya bailando con mujeres. Hola ahijadito, ¡estás tan elegante!
–Estamos rodeados de locos, ¿te diste cuenta? –Richard susurró en mi oído.
–Lo bueno es que nosotros estamos tan locos como ellos. –le di un beso, se separó de repente.
–Escuchá qué buen tema. –sonaba Put your head on my shoulder–Me recuerda a una vez en tu casa.
–A mí también.
–¿Bailamos esta, morocha?
–¿Y cómo podría negare a tal petición? –nos abrazamos y apoyé mi cabeza en su hombro, sintiendo su perfume. De pronto recordé algo.
–¡Esperen, esperen! –grité–Falta algo muy importante para las chicas, a ver quién se queda con el ramo. –blandí en el aire mi ramo de flores y todas se amontonaron detrás de mí. Incluso Mimi, y ya me la imaginaba otra vez peleando con mi tía.
–Bien. –me puse de espaldas a todas–¿Ya están listas? Uno…dos…¡tres!
Lancé el ramo por el aire y como tenía previsto todas comenzaron a pelear por el ramo hasta que en un gran gesto de triunfo, Juliet lo levantó.
–¡Juliet será la próxima en casarse! ¿Oíste, bestia? –le di un empujoncito a George.
–Si eso ya lo sabía.
–Igual te ganará John. –Richard lo palmeó en la espalda–Apurate enano.
De pronto me sentí muy agotada, había estado todo el día yendo de acá para allá y el cuerpo me estaba pasando factura. Caminé hasta una de las meses y me senté.
–¿Te sentís mal?
–No Rich, sólo estoy un poco cansada. Comeré un poco de pastel, está muy rico. –se sentó junto a mí y también comenzó a comer, mientras mirábamos a nuestro incansables invitados que seguían bailando y saltando por todas partes. Me llevé una mano a la cabeza, todo comenzó a dar vueltas. Me puteé en silencio, lo que menos quería era descomponerme en un momento así.
–Rich…-traté de tomar su mano, pero no la encontré.
–Ey, ¿qué pasa?
–No…no me estoy sintiendo bien…
–Esperá. ¡Mamá! –por suerte Elsie era de las pocas personas que aún se mantenía sobria.
–¿Qué ocurre? Hija estás muy pálida.
–No se siente bien. Mercy, ¿te duele algo?
–No, sólo estoy muy mareada.
–Tranquilos, te llevaré adentro, necesitás recostarte.
Entre los dos me llevaron hacia el interior de la casa, tenía una sala muy pequeña y un sofá muy grande que ocupaba casi todo el espacio.
–Eso es –dijo Elsie recostándome–En un rato estarás como nueva, es normal que te canses, has andado todo el día.
–Pero mamá, yo no la veo bien.
–Estoy bien, no se asusten –sonreí–Es un mareo, Elsie tiene razón, en un rato estaré bien. Rich, volvé a la fiesta, no dejes solos a los invitados.
–Que se jodan.
–En serio te digo, en media hora estoy ahí de vuelta, no te preocupes.
Poco convencido se fue, y suspiré hondo.
–Elsie…¿puedo decirle algo?
–Claro. –sonrió, pasándome una mano por la frente.
–¿Me promete que si me pasa algo cuidará bien a mi bebé? Y a Richard, por supuesto, él lo necesitará mucho.
–Mercy…no pienses en eso ahora…
–Por favor.
–Está bien, te lo prometo. Descansá, te haré un té y ya verás todo con otros ojos, esto es normal que te pase, no te preocupes.
Cerca de una hora estuve allí, incluso hasta me entredormí. El té de Elsie me había relajado mucho.
–¿Ya te sentís mejor? –oí la voz de Richard.
–Sí. –abrí los ojos y me incorporé–Ya estoy muy bien.
–¿Y este pequeño? –me acarició el vientre.
–Hoy no he sentido nada, para mí que está atento a todo, o no me quiere causar molestias a mí.
–Será un ángel, como yo.
–Si, claro. –reí–Ahora vamos.
Volví a la fiesta que ya estaba terminando porque la mayoría de la gente estaba en el piso. Vi a Cris tropezándose y sacándose los zapatos.
–Me enteré de lo que te pasó, ¿estás bien?
–Sí, genial.
–Encontré a tu mamá, ¿sabés dónde?
–No me digas.
–Mejor. Creo que ya es hora de irnos, vos estás cansada, yo también, Jack hace rato que se durmió y John ni sé dónde está. Ah, Mimi se fue con tu tío, terminaremos emparentando. Bueno, nos vemos. –me dio un beso en la mejilla–Y te cuidás, eh.
–Yo siempre me cuido, más bien cuidate vos.
Hizo una risita entre dientes y se fue saludando a todos.
–¿Nos vamos nosotros también? –preguntó Richard.
–Por supuesto.







La puerta se cerró y también cerró el día de locura que, después de tanta espera, había pasado volando.
–¿Te sentís bien? –Richard se acercó, me tomó de los brazos.
–Sí, estoy perfecta. –le sonreí–Y no miento. Creo que nunca me sentí mejor en mi vida. Gracias.
–¿Gracias por qué?
–Porque me hacés feliz. No sé, tantas veces pensé en algo así y a la vez pensaba que jamás se haría realidad…Siempre vi todo negro para mí, lo sabés bien. Y ahora es todo tan lindo que todavía no me lo creo.
–A mí también me cuesta creerlo, dimos tantas vueltas, tantas idas y venidas y ahora así, de repente, estamos casados. Jamás me imaginé casado–rió apenas–Y fui un tonto, porque se siente tan bien…Todo estuvo perfecto, y lo seguirá estando.
–Mmm…sí, digamos que sí…–simulé dudar, me miró desconcertado–Faltaron cabras, pero igual estuvo bien.
No pudo contener una carcajada, negó con la cabeza.
–Ya tendrás tus cabras y todos tus bichos.
–Y me ayudarás a cuidarlos, supongo.
–Dejamelo pensar. A ver…no.
–¡Qué malo! ¿Tendré que ocuparme de todo? Claro, como ahora sos un señor famoso…
–Exacto. Además yo me ocuparé de mi hijo, vos quedate con tus cabras olorosas. –hizo una mueca graciosa, reí, pero de repente me puse seria. Lo abracé.
–Tengo miedo…-susurré–Tengo miedo de que todo esto se termine.
Me aferré a él temblando. De verdad sentía terror, el terror que sienten quienes conocen por primera vez la felicidad y saben que si se acaba, la tristeza será mucho más pesada. Y yo nunca más quería estar triste y ponía mis esperanzas en el futuro que ese día comenzábamos a caminar, aunque no podía negar la existencia de esa sombra oscura que todos veían, ese presagio de que todo, en poco tiempo, podía salir mal.
Pero sentí sus manos fuertes rodeándome, cubriendo mi frágil espalda, transmitiéndome su calor, y de inmediato me sentí protegida de todos los fantasmas de la vida. El calor de su aliento en mi cuello me transportó a otro mundo y sus dedos deslizándose por mis hombros, quitándome el vestido, me hicieron preguntare cómo era posible que un simple roce podía producirme tantas cosas.
–Tranquila –su voz en mi oído me erizó la piel–Nunca dejaré que vuelvas a tener miedo. Te lo prometo. 





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 Y con ustedes, señoras y señores, el primer, único, y exclusivo fic donde Mimi tiene novio! Vamooo Mimiiii Y una cosa: el próximo capi es el 100, traigan copas que tenemos que brindar.
Bueno. Les traigo este capitulo que si no es el más importante, es el segundo más importante, y ustedes no saben lo que estuve para escribirlo, no saben la presión que significó para mí, además que soy muy bestia (como dice George) para estas cosas de las bodas, así que desde acá agradezco a casamientos.com.ar por salvarme jajajaa. Hace un mes que empecé el capitulo, y me la pasé escribiendo dos líneas y borrándolas. El lunes directamente me puse a llorar porque me da pena que ya todo termine y también porque no sabía cómo carajo escribir lo que tenía en la mente. En serio, ojalá hubiera podido reflejar en palabras todo lo que me pasaba por la mente y por el corazoncito porque esta Mercy es como una hija para mí y la quiero mucho y acá hay mucho sentimiento y mucho huevo, loco. Bué, se iba de tema.
Ah, con respecto a lo que dije más arriba sobre que falta poco para que termine... Sí. Exactamente cinco capítulos. Basta, no me maten que yo ya tengo la soga colgando de la viga del techo para cuando le ponga el “Fin”.
Otra cosa, tengo que contestar un cuestionario que me puso Cami en el anterior capitulo: Hola Cami! ¿Cómo te vas a quejar del Martín Fierro? Te lo dice alguien que lo leyó dos veces entero, una a los 9 años y otra a los16, y justo últimamente estaba pensando en darle otra leída porque me gusta mucho, vas a ver que cuando crezcas vas  a entenderlo porque tira la posta en muchas cosas. Ah, y soy hincha del más grande lejos, DE SAN LORENZO VAMO EL CUERVOOOOO! Ahh se sacaba jajaja. Y estudio historia en la UNLu. Y creo que no me preguntaste nada más jajaja.
Y una cosa más antes de irme, tengo Wattpad! Y estoy subiendo las historias viejitas que escribí antes porque me daba penita que estuvieran ahí solas, así que si quieren hacerles compañía, síganme por aquí: http://www.wattpad.com/user/YasnaiaPoliana
Y ya está, me parece que nada más, me callo la boca y me voy.
Saludos y gracias por leer.







Yo de vuelta! No, si hoy me va a costar irme jajaja. Vieron la canción nueva de Calle 13? Bueno, ya no es tan nueva pero no importa.  No me va mucho Calle 13pero esta canción me puede, y es la que le da título al capitulo. Si no la conocen y no vieron el video (que es re awww) acá lo tienen:


 Y ahora sí, chau.-