03 mayo 2015

Capitulo 98 Un vestido y un amor




La tarde no podía ser mejor. Se había dignado a parar de llover, había sol, no había viento, y sobre todo, había feria. Por lo tanto, gracias a mi terquedad, mis cuidadores –Mimi, Cris, John, Richard, Jonathan, y Juliet, que también se había unido– me dejaron salir, no si antes mencionarme acerca de todos los peligros y recaudos que debía tener. A decir verdad, me tenían podrida. Pero valoraba los cuidados que me prodigaban.
Así que por esa feria andaba, de la mano de Richard que pese a que se había disfrazado un poco y se veía viejo y chistoso, a mí me seguía gustando como nunca, porque no sé si era por el embarazo o qué, pero tenía la sensación de que lo amaba más de lo que podría haber imagino hacía apenas unos pocos años atrás.
–¿Querés un copo de azúcar?
–¡Sí! –exclamé como si fuera una nena de cuatro años. Me lo compró y enseguida comencé a devorarlo y a encastrarme los dedos, justamente como una nena de 4 años.
Richard miraba a todos con precaución, yo sabía que últimamente andaba con cuidado y hasta un poco paranoico porque ya le era imposible andar por ahí sin que un montón de idiotas se le tiraran encima. Yo por supuesto que las odiaba pero por otro lado las entendía: si Elvis Presley se paseara por mi ciudad  también correría detrás suyo y le arrancaría unos cuantos pelos.
–¿Qué habrá acá? –señaló hacia un lugar donde la gente se amontonaba.
–Quizás esté Paul y lo hayan rodeado –reí y él soltó una carcajada tan fuerte que, si sus fans lo conocían por la risa, estábamos perdidos. Pero en el lugar no estaba Paul ni nadie parecido, era un hombre que hacía figuras soplando vidrio caliente. Me encantó lo que estaba haciendo, como al resto de las personas.  Hacía unas figuritas raras y frágiles, y también figuras de bailarinas o cisnes. Pensé, en un tremendo desvarío filosófico, que todos éramos como eso: lindos pero frágiles. Después pensé que estar tanto tiempo en cama me había desequilibrado la mente. Richard me abrazó por detrás, concentrado también en los que veíamos, y apoyó sus manos en mi vientre. Fue instantáneo, el bebé dio una patadita suave pero que tanto yo como él sentimos. Nos miramos y sonreímos, sintiéndome la mujer más feliz del paneta. Pero claro, tanta dulzura ya era demasiado, y tuve que arruinarlo todo mareándome como si estuviera en un barco en alta mar. Parecía que mi propio cuerpo me decía “No te ilusiones Mercy, recordá que soy un jodido”.
–¿Estás bien? –me agarró la cara y negué con lentitud.
–Estoy mareada. –respondí, incapaz de fijar la vista en un punto.
–Sentémonos. –me llevó hasta un banco y me hizo sentar.–¿Vamos al hospital?
–Ay no, no es para tanto. Ya se me va a pasar, quizás fue por estar metida en la cama y de pronto salir al barullo de la gente. Si me dejaran salir un poco más…
–No y no, Mercy. No insistas.
Bufé, resignada, y seguí comiendo mi copo, que pronto se acabó.
–Ya me siento mejor.
–¿Segura? Mirame. –lo miré y asintió.–Ya tenés coloradas las mejillas.
–Es que vos me hacés poner colorada. –reí.
Rió y me dio un pequeño beso.
–Más colorada aún.
–Tengo hambre.
–¿Otra vez?
Esbocé una sonrisita pícara. Últimamente me la pasaba comiendo y eso era un milagro. Ya parecía hermana de George.
–Acá no hay nada sano para que comas.
–¿Sano? Dije que tengo hambre, lo sano no alimenta.
Me dedicó una de sus miradas de reprobación, de esas con las que sabía que debía comportarme sí o sí.
–Uff…está bien, algo sano.
–¿Manzana?
–Acaramelada. Por favor, una triste manzana común no quiero, quiero que tenga miel y caramelo y pochoclo y algo más…¡Por favor!
Con visible molestia, fue a comprarme una manzana. Reí bajito al ver su cara y le di un beso en la mejilla.
–Acostumbrate para cuando tengas a tu hijo.
–¿Será molesto como vos?
–No, será peor. Le diré que le pida de todo a su papi. Y yo sé muy bien que…
–Que no podré negarme, no. –rió–No sé si seré un buen padre, la verdad…
Su risa se había esfumado, sólo vi preocupación en su rostro y eso me apenó  y a la vez me enterneció.
–Rich, serás genial. Te adorará.
–Sí pero un chico necesita límites y todo eso y a mí me dará pena regañarlo o ponerle castigos porque se saca malas notas o cosas así.
–A mí también. –asentí–No lo eduquemos y que se encargue la policía.
–Tonta, hablo en serio.
–Ya lo sé, bobi. Pero creo que nos arreglaremos. Mirá, a mi padre se le notaba muchísimo que le costaba decirme “No” a las cosas que pedía o que quería hacer. Yo me daba cuenta ¿y sabés qué? nunca me aproveché de eso. Creo que los niños se dan cuenta que el padre es débil porque los quiere mucho y se portan bien igual.
–Mercy, nunca hablamos de tu papá.
–Ay Rich no me amargues la tarde, veníamos bien. Sólo di un ejemplo, no es que quiera hablar de él. –suspiré fastidiada–Vos lo conociste, ¿qué querés  saber?
–Lo conocí pero nunca hablé más de dos palabras con él. No sé, nunca decís nada sobre él.
–Vos tampoco del tuyo.
–¡Si ni lo conozco! Vamos…¿era bueno?
–Ya te dije que sí.
–¿Y qué más?
–No sé…Siempre amé sus manos, eran grandes y fuertes y parecía que iba a romper todo ni bien lo tocaba, y sin embargo cuando se ponía a hacer música, parecía que tocaba con las manos más delicadas del mundo.
–¿Ves? Cosas así me gustaría saber.
–¿Para qué? No sé si me hace muy bien recordar todo eso. Mejor vamos a casa.






El camino fue tranquilo, me entretuve con mi manzana y no dije ni una palabra más. Richard parecía preocupado, quizás porque pensaba que me había incomodado preguntándome sobre mi padre, así que tomé su mano para demostrarle que todo estaba bien.
–Iré a recostarme.–anuncié cuando entramos–¿Te vas?
–Sí, voy a mi casa a buscar algunas cosas. –me sonrió y yo le correspondí. De a poco estaba trayendo sus cosas a mi casa y si bien eso producía un pequeño caos porque no sabíamos dónde meterlas, era lindo ver lo suyo mezclado con lo mío.
Me acosté y me dormí tan profundo que sólo me desperté cuando escuché un estruendo. Me senté sobresaltada, el ruido provenía de abajo. Tragué saliva, ¿acaso había entrado alguien? Busqué con la mirada si tenía cerca algún objeto contundente. Sobre el escritorio había una linterna, así que la tomé y bajé con sigilo, levantando la linterna, lista para dársela por la cabeza a cualquiera. Casi me parto al medio de la risa que me dio cuando vi lo que ocurría: Richard trataba de armar su batería en la sala, en completo silencio, cosa que no estaba logrando.
–¡Pero la puta madre!
–Ey jovencito, ¿qué palabras son esas?
Dio un respingo porque se asustó y luego bufó, visiblemente enojado.
–Trataba de armar esto pero no, todo se cae y hace un bochinche espantoso, y a la vista está que te desperté.
–No es nada, creo que dormí mucho. ¿La puedo usar?
Se encogió de hombros y me dio las baquetas.
–¡Ay qué emoción, voy a tocar la batería de  Ringo Starr! –di dos o tres golpes, obviamente sin nada de ritmo. –Ey, ¿y esto cómo se toca?
–¿Pensabas que era fácil, no?
–No pero…–di unos cuantos golpes furiosos fingiendo que era un gran solo aunque en realidad era una sucesión de golpes y platillazos que no sonaban, sino que parecía que trataban de huir de mí.
–¡Sos fatal! –reía agarrándose la panza con ambas manos, le caían las lágrimas dela risa.
–¡No te rías de mí, Starkey! ¡Qué culpa tengo de no saber cómo se usa esto, si todavía no me enseñaste! –di otros golpes más y dejé las baquetas–Y bien, ¿me enseñarás? O al menos mostrame algo.
Asintió, se sentó frente a la batería y comenzó a tocar con una precisión que ya el Big Ben querría.
–¡Me encanta! –aplaudí.
–Creo que nuestro hijo estará aturdido. –sonrió.
–Hablando de eso…-me acerqué, lo tomé por lo hombros–Me contó  un pajarito que ya tenés nombres para el bebé.
–Odio a George.
–No fue George.
–Odio a John.
–Acertaste. ¿No pensabas decírmelo?
–Es que no es nada pensado en serio…
–¿De niña o niño?
–De niño, porque será niño.
–Será niña. Lo sé porque me lo dijo. –le saqué la lengua–Como sea, ¿cuáles son esos nombres?
–Tampoco son muchos, en realidad era uno solo.
–¿Y cuál?
–El de tu padre.
Me quedé mirándolo, temblé por unos segundos.
–No.
–¿Por qué?
–Porque no. Rich, ¿otra vez con eso?
–Es que era tu padre, además supuse que…
–Supusiste mal. Quiero tu nombre.
–¿Qué? Para nada. ¿Ves? Ahí aparecen los padres otra vez. No quiero que mi hijo tenga mi nombre porque es el nombre  de mi padre.
–¡Pero será como vos, no como él! Vamos, tu nombre es lindo, a mí me gusta mucho.
–Vos no querés el de tu padre, pues yo no quiero el mío.
–Está bien. ¿Y otro nombre no pensaste?
–Bueno, tengo otro nombre, pero no sé si te gustará…Es algo raro. No, no es raro exactamente, es común pero en versión más rara.
–Cuánta rareza junta. ¿No será Chindasvinto, o Recaredo, o algo de eso?
–Dije nombre, no condena. Me gusta mucho Andrei. Es ruso. Pero si no te gusta no importa porque…
–Me gusta muchísimo. Nunca lo escuché y suena hermoso.
–¿De verdad?
–¡Claro! ¿Y de niña nada?
–Bueno…-sonrió–Sí tenía pensado uno de niña.
–¿Cuál? ¿Cuál?
–Mercy.
–¿¿¿Mercy??? Al final John tenía razón, Richard si es niño o Mercy si es niña. ¿Cómo te va a gustar mi nombre? ¡Es nombre de chica tonta!
–¡Pero vos no sos tonta!
–¡Ya lo sé! Pero es tan estúpido…Mercy, Mercy. Suena a niñita con voz finita. Y además es nombre de hospital. Y los que son condenados a muerte gritan ¡Mercy! y les cortan la cabeza igual, o sea que es un nombre que no sirve para nada.
Otra vez se echó a reír al escuchar mi explicación. Me crucé de brazos.
–Veo que tu negativa está bien fundamentada. –dijo aún entre lágrimas.
–Por supuesto. Te diré el que me gusta a mí: Louise.
–Ey…¡ese es genial! Como que los dos nombres tienen algo de musical y transmiten algo, ¿no?
–Justamente pensé eso cuando elegí ese nombre, como que los decís  y queda algo musical ahí flotando. Es muy de loco esto que estamos diciendo, pero yo lo siento así.
–De todos modos, el de niño podés cambiarlo, elegí cualquiera menos Richard, porque ya te dije que…
–No lo cambio, no. –me abalancé sobre el y le tomé el rostro–Me encanta, y me encantás vos también.
Le planté un beso y él me levantó tanto que casi caímos. Nos separamos todavía riéndonos.
–Andrei Starkey Wells, o Louise Starkey Wells. Suenan perfecto.











–¡Buen día hermana piojosa!
–¡Ay John! ¿Qué te pasa, descerebrado?
–Soy un descerebrado, soy un zombie, y ahora te comerééé. Dame este brazo, oh, qué brazo flaco, moriré de hambre.
Jack nos miraba a ambos, soltó una risita que nos hizo derretir. En brazos de su padre, el pequeño había llegado para visitarme o más bien para entretenerse viendo como su madrina era maltratada.
–Hoy estoy de niñero, Cris tuvo que ir al banco, un asco. Y yo me quedé con él. Le preparo su mamadera y lo cambio, estoy hecho un experto.
–No entiendo cómo la criatura sobrevive.
–¡Ey! Que él hasta parece pasarla bien y todo. Agarralo.
Me lo dio y descubrí que yo también podía hacer alarde de mis progresos en materia de bebés. Lo tomé con total naturalidad y lo acomodé en mis brazos, sin que Jack pusiera una queja.
–¿Cuándo vas a comprar una cama más grande? No entiendo cómo tu futuro marido entra acá, está bien que los dos son unos gnomos, pero tampoco para tanto.
–La semana entrante la traen, y no duerme acá. Aún está en su casa, de a poco está trayendo sus cosas.
–Qué par de raros. Supongo que sabrás que en dos días nos vamos, tenemos un disco que grabar, y notas, entrevistas, y…
–Sí, lo sé. Yo también voy.
–Ja-ja. Aún no entendés que no estarás en MI banda, ¿no?
–Nadie quiere estar en tu banda. Simplemente, voy con ustedes. Debo ir  a probarme el vestido, y hacerme controles, así que aprovecho el viaje. Tranquilo, no te torturaré, serán dos días como máximo y creo que ni me verás.
–Mmm…Bueno, si me pongo serio, te digo que me parece una buena idea, más después de lo que te pasó la última vez que viajaste. ¿Te traigo un té?
–No. Poné música, me aburro.
–Otra buena idea, ¿verdad Jack? Ahora escucharemos la música que tiene tu madrina por aquí.
Comenzó a buscar en mi repisa llena de discos, descartando casi todo.
–¿No tenés nuestro disco? ¿Es posible esto que estoy viendo? ¿No tenés nuestro disco?
–No.
–¡Te odio! Ya mismo te saco mi “hermanidad”. ¿Cómo no lo vas a…?
–Lo tengo John, pero está guardado, para protegerlo.
–Qué tierna…
–En unos cincuenta años, me pagarán una fortuna por él.
–¡Te odio!
Jack otra vez rió y yo con él. Siguió con sus ojos atentos mirado a su padre que se movia y se sacudía mirando mis discos.
–Al fin algo bueno, ¡Lonnie Donegan! Este disco no lo tengo, ¿cómo es posible que vos sí?
–Para algo soy la dueña de una disquería. Ponelo, me encanta.
Puso a andar el tocadiscos y de inmediato Lonnie llenó el ambiente con “Have a drink on me”.
–Ohh sí, Lonnie, ¡el rey! –John se dejó caer en mi cama–¿Escuchás, Jack? Eso es skiffle, eso tocaba tu papi. Y creo que por el portazo que acabo de escuchar, llegó tu mami.
Cris apareció, visiblemente cansada, tirando su saco sobre una silla.
–Oigan, ¿quién les dijo que pueden entrar a mi casa con tanta libertad?
–Hola Mercy. John me dijo que dejaría la puerta abierta para que entrara.
–Y a mí me dejó entrar tu arbusto, que justo se iba.
–Ya. ¿Y qué tal?
–Diez horas para atenderme. –Cris se sentó también en mi cama, agarró a su hijo.–¿Lo cuidaron bien?
–Excelente, estaba a las risas. Amor, tu comadre irá con nosotros a Londres.
–Tengo que hacerme controles y probarme el vestido.
–¿El vestido? ¿Puedo ir? ¡Por favor Mercy, decime que sí!
–¿Pero para q…?
–¡Por favor, por favor, por favor! Quiero ver qué te pondrás.
–Pero amor, no podés. ¿Quién se quedará con Jack?
–Lo llevamos.
–¿Y dónde te quedarás? Mercy no tiene mucho lugar en su casa y tengo entendido que Jonathan también va…
–En tu hotel.
–Cris, vamos a estar grabando, quiero dormir de corrido todas las noches y Jack se despierta cada tres horas.
Me tapé con la manta. Lo que había dicho John sólo presagiaba algo: pelea. Y las peleas entre ellos dos seguramente no eran nada suaves.
–Mejor decí que querés estar solo para aprovechar a estar con todas esas locas que ahora tenés a montones. No me importa, iré igual porque Mercy es mi amiga, y me quedaré en otra parte. Y ahora me voy. –agarró a Jack y se fue, olvidando su saco.
–La cagaste Lennon…
–¿Pero qué dije?
–¿Qué dijiste? Ya me parecía que lo bestia no se te podía ir tan rápido.
Se rascó la cabeza, evidentemente no entendía qué había hecho. Hombres.
Después quitó el disco, me saludó y se fue.








Dos días después, viajábamos en un bondi. Éramos Richard, John, Paul, George, el mánager,  un ayudante, Cris, Jack, Jonathan, y yo. Parecíamos una gran familia yéndose de vacaciones. Bueno, lo de familia estaba por verse…
–Aún no me habla.
–Te jodés, John Lennon.
–Ya sé qué hice mal, pero no era para tanto.
–A ver John, para vos no será para tanto, pero para ella sí. Y para mí, si alguien me lo dijera, también.
–Ustedes las mujeres son muy complicadas. ¿Ahora qué hago?
–No se trata de ser mujer o no. Y no sé, reconquistala.
–¿Eh? ¿Cómo la voy a reconquistar si estamos casi casados?
–Ahí tenés la respuesta.
–¿Cuál?
–Ay Dios, no te das cuenta de nada.
–Pero…no entiendo. ¿Cómo, reconquistarla? Si no se va a ir…
–Já, encima de inútil, inocente. Se puede ir, por supuesto. Te puede dejar, y si lo hace, yo la felicitaría.
Me miró con rencor y se cambió de asiento, para charlar con George y practicar con las guitarras.








Mi madre había hecho una limpieza general y había donado todos los trastos que sobraban en casa, así que sobraba espacio. Jonathan fue a acomodarse en mi habitación, mientras que Cris se quedó en la de huéspedes con su bebé. La veía entre triste y enojada, pero lo disimulaba muy bien atendiendo a Jack.
–Cris, que tampoco es para tanto…
–Claro que lo es. Dejalo, un par de días más y aprenderá la lección. Aunque me dolió lo que dijo, sé que habla sin pensar, pero eso no lo justifica, tiene que darse cuenta. Cambiemos de tema, ¿cuándo vamos por tu vestido?
–Mañana. Hoy voy por los controles, ¿venís?
–No, prefiero descansar, además tu mamá está encantada con Jack, supongo que querrá jugar con él esta tarde.
Asentí y me puse en camino hacia el hospital. No estaba lejos, por  eso mi madre no puso peros a que saliera sola, es más creo que ni se dio cuenta que salí. Me pregunté si cuando tuviera su nieto, me ignoraría de la misma manera, y sonreí al pensar que seguramente sí.  Jonathan, ni bien había dejado su maleta en mi habitación, corrió en busca de Félix, así que sí o sí debía ir sola.
En el hospital me esperaba la misma recepcionista avinagrada de siempre, que me mandó directo al consultorio de Cyril. Cuando llegué, una señora salía de allí, charlando animadamente.
–¡Hola Mercy! –me saludó ni bien me vio–Pensé que vendrías más tarde.
–Estaba sin nada que hacer y vine. ¿Cómo va todo?
–Muy bien. –sonrió ampliamente.
Lo noté distinto, algo en su forma de hablar y hasta de moverse. Señales de que estaba contento, quizás las cosas con Flor estaban en buen camino.
–¿Algún otro susto? –preguntó acomodando la camilla.
–Por suerte, no. ¿Qué tal todo con…Flor?
Me miró de una forma que podríamos calificar como enojada, me lamenté, había sido demasiado directa.
–Perdón, no debí…
–Está bien. –relajó su mirada, sonrió apenas–Estás en tu derecho de preguntar, porque yo te avisé. Las cosas van bien, nos estamos conociendo. Es una buena chica y además, me gusta, eso no lo voy a negar.
–Me alegro mucho.
–¿Y vos? ¿Cómo va esa boda? Tengo entendido que falta muy poco.
–Apenas un mes. Pasa muy rápido el tiempo.
–Y más para una novia. Recostate, te haré un electrocardiograma.
Le obedecí, desabroché los primeros botones de mi camisa con cierto nerviosismo. Los electrocardiogramas siempre me los hacían las enfermeras, nunca él.
–Voy a necesitar que te desabroches todos.
Suspiré, le hice caso y tragué saliva, sintiendo el calor subirme a las mejillas. Me colocó los sensores en el pecho y fue a su escritorio a hacer unas anotaciones. Cuando estuvo listo volvió para quitarme todo.
–Bien –dijo leyendo el papel que arrojaba la máquina–Todo en orden salvo esto.
Lo miré extrañada, luego me senté y miré el electro que mostraba los latidos de mi corazón de forma regular, pero cada tanto había unos picos muy altos.
–¿Eso es malo? –señalé los picos.
–Depende. Para alguien tranquilo y sin problemas, no. Para alguien que se está por casar y que en pocos meses tendrá un bebé…no. Mercy, ¿estás consciente de que el bebé tendrá que nacer antes, ¿no?
–Sí, lo sé. Pero Cyril, me estoy cuidando de todo, apenas si salgo de la cama, como todo el día pero sano, de la boda se está encargando Jonathan y ahora también se sumó la novia de George, todo el mundo me cuida….¿qué más tengo que hacer?
–Es que ya no hay nada más que puedas hacer, eso es lo malo. Por ahora, seguí así.
Asentí lentamente, comencé a abrocharme la camisa. Escuché que lo llamaban por los altavoces.
–Parece que viene alguien grave, tengo que dejarte, mandaré a Flor para que te tome la presión, luego te acompañará con el ginecólogo.
Lo despedí  dándole la mano y se fue corriendo. Al cabo de unos minutos, entró Flor, con una caja de zapatos en las manos. Me saludó afectuosamente y abrió la caja, en la que tenía el aparato para tomarme la presión, y una jeringa para extraerme sangre.
– La presión está un poco baja. –dijo mirando con atención el relojito del aparato.
–Qué raro, Cyril me mostró el electro, tenía unos picos como el Everest. Pensé que eso era presión.
–A veces la presión no tiene nada que ver con el corazón, porque  el corazón hace lo que quiere.
–Que me lo digan a mí…
Rió apenas y se puso los guantes y preparó la jeringa. Después se detuvo y me miró.
–Hablando de corazón…Disculpá que sea indiscreta, pero es algo que debo saber. ¿Tuviste algo con Cyril?
Suspiré, sabía que esa pregunta llegaría en cualquier momento, pero no esperaba que fuera cuando ella tuviera una aguja en sus manos, lista para clavarla en cualquiera de mis venas.
–No, nada. Él hubiera querido, pero…
–Sí, me contó, de todos modos quería saberlo por vos. Ya se sabe cómo son los hombres, te dicen que no pasó nada y después te enterás que tiene cuatro hijos. –rió, y luego negó con la cabeza–Eso lo digo porque me pasó.
–Dios…Qué cruel.
–Exacto, fue cruel. Por eso me cuesta confiar, aunque ya sepa que Cyril es un amor de persona. –envolvió una tira de goma en mi brazo, la ajustó y me clavó la jeringa con suavidad.
–Espero que esta vez todo te salga bien, y que yo no tenga que ver más nada con él. Me siento como un estorbo.
–¿Qué? Para nada, vos no tenés la culpa de que él esté como obsesionado. Creo que se le mezcló la curiosidad por un caso raro de de la medicina con el amor. A los doctores les suele pasar, más cuando la paciente es joven. Listo, ya está. En dos días te llamo por teléfono y te digo qué tal salieron estos. Vení que te acompaño con el gineco.
“El gineco”, me esperaba en otro consultorio y Flor me dejó con él porque debía ocuparse de más pacientes. La saludé, rogando para mis adentros que esa chica no me odiara si Cyril seguía con su berretín conmigo.









Félix no dejaba que me diera vuelta para mirarme al espejo. Estaba haciéndole modificaciones al vestido y según él, en una semana o diez días ya estaría terminado. Para mí ya estaba listo, lo veía completo, pero mi opinión no contaba porque yo no sabía nada de esos asuntos..
–Amo este encaje. –repetía Jonathan.
–Y yo la falda, parece que volara. –decía Cris.
Félix no decía nada, sólo metía alfileres por aquí y por allá, me ordenaba que me parara erguida, que flexionara las piernas, que mirara a un lado o a otro. Al fin se puso de pie después de pasar varios minutos en el suelo.
–Listo.
Me giré para mirarme y no pude contener una carcajada que supongo que a todos desconcertó.
–Me veo como una vaca envuelta en una sábana.
Cuando paré de reírme, me miré bien. Por supuesto que la pancita se me notaba y bastante, eso lejos de ser una incomodidad, me encantaba. Y el vestido era más bonito de lo que me imaginaba, lo veía mil veces mejor que en la revista. Era sencillo, sin nada extravagante, ni siquiera tenía cola y no me dejaría poner un tul ridículo en la cabeza. Sólo era un vestido color hueso pero para mí era más lindo que el de cualquier princesa.
–Está hermoso, Félix. ¿Puedo llevármelo así?
–No, no –rió–Todavía falta para que esté terminado.
–Me encanta, es…no sé, me parece precioso y te queda perfecto.
–¿De verdad, Cris? Díganme la verdad chicos, a mí me gusta pero quizás me queda espantoso.
–¡Te ves genial, Mercy! –exclamó Jonathan–Es el vestido ideal. Me da ganas de ser novia.
Félix soltó una risita pero no dijo nada, pasó a explicarme lo que le había puesto al vestido y cómo lo había cortado, y muchas cosas más que no entendía pero me gustaba cómo las explicaba. Cuando terminó, fui a quitármelo con mucha pena, y nos fuimos. Debíamos ir al estudio de grabación a despedirnos, ya que a la noche volvíamos a Liverpool.
–Yo no voy.
Jonathan y yo miramos a Cris.
–Tengo que darle la leche a Jack, además ya pasaron muchas horas y tu mamá pensará que la tomé de niñera.
–Pero si a mamá le encanta…
–Nos vemos después.
Nos quedamos viendo cómo cruzaba la calle y tomaba un bondi.
–¿Qué pasó? –preguntó Jonathan, totalmente perdido.
–Problemas de pareja. Contame de vos, ¿qué pasa con Félix?
–Pues…todo va bien. A ver, aún no somos nada, sólo somos amigos. Pero tenemos muchas cosas en común.
–¿Amigos? Pero si a vos te gusta y a él se le nota mucho también. ¿Qué hacen siendo amigos?
–Mirá quién habla, la que pasó como cinco años siendo “amiga”.
–Tratá de no recordarme todo eso, y menos en un día como hoy. Me siento feliz.
Llegamos al estudio, Grace nos hizo pasar como si fuéramos reyes. Afuera quedó un ejército de odiadas por mí que me miraron como para matarme.
–¡No puedo creerlo! –exclamó  Grace ni bien me vio–¡Cómo ha crecido esa panza!
–Crece todo el tiempo –reí–¿Y qué tal lo tuyo?
–Bien, creo que en un mes ya estaremos mudándonos. Encontramos un departamento muy lindo y amplio, ya lo verás. Vengan. –nos hizo señas de que la siguiéramos al estudio, cuando llegamos Jonathan dio un saltito.
–No puedo creer estar viendo a los Beatles grabando.
–Jona…los ves caminando por la calle y comiendo chupetines, ¿de qué te emocionás?
–Cuando comen chupetines no producen música, ahora sí. Seguro que eso que están grabando será otro número uno. ¡Y yo vi cómo lo hacían!
Grace y otros dos tipos que estaban allí, que calculo serían productores, se rieron de lo que Jonathan decía.
–Otra toma más de “It won’t be long” y les damos descanso.
Comenzaron nuevamente, el tema era muy pegadizo y le ponían mucha garra para tocarlo. Me pareció que lo habían hecho perfecto, pero uno de los tipos dijo que faltaba no sé qué y que la volverían a hacer después. Lo miré con odio, ¿cómo se atrevía?
 Anunciaron que, además del descanso, tenían visitas, pero que no se tardaran mucho.
–Ni que estuviéramos en la cárcel. –se quejó George.
–Este enano está encabronado sólo porque su novia no viajó con él.
George le sacó la lengua a Paul, que lo ignoró y saludó, seguramente por enésima vez en el día, a Grace.
–¿Qué tal, bestia? ¿Y la mini bestia?
–Más respeto con mi hijo o te parto la guitarra en la cabeza. Ah, como estoy todo el día sin hacer nada, practiqué mucho, aunque seguro que ya no te importa porque sos famoso.
–No creas, siempre es bueno saber de los progresos del alumno. –puso cara de solemnidad.
Richard vino hasta mi y me dio un beso.
–¿Qué tal ese vestido?
–Muy lindo, yo creo que te gustará.
–No creo que me guste más que la chica que lo llevará puesto.
–¡Ay qué galán!
–John…–ambos lo miramos con fastidio.
–No puedo creer que mi hermana se case. Y con vos.
–A ver cuándo aprendés de mí.
–Yo así estoy bien.
–¿Sí? –lo miré con burla.
–Sí, eso de las bodas no va con nosotros.
–Yo no estaría tan segura, Lennon…
Me miró con cara de que había recibido una revelación. Pestañeó, luego miró a Richard.
–¿Podrías dejarme a solas con tu futura esposa? Total, la vas a ver el resto de tu vida.
–Dos minutos.
–Ok sí, dos minutos. Mercy, ¿qué es eso que dijiste?
–No sé, John…
–Vamos, no te hagas la desentendida. ¿Vos creés que Cris…?
–No sé, vos sos el novio. O eras.
–¡Pero vos sos mujer y entendés más! Si yo le digo que…No, dirá que no.
–Hacelo sólo si vos querés, no porque sí. Sino, regalale un ramo de flores, qué sé yo.
–Ya lo hice.
–¿Ah, eran esas flores que vi en el cesto de basura de mi casa? Con razón…
–¡No seas malvada!
–Bueno, está bien, no las tiró, mi madre las puso en un jarrón. Pero ella ni leyó la tarjeta.
–Ay no…A ver, yo sí quiero. Pero ella no, siempre dijo que no y…Uff, ahora me odia y tiene razón. Mirá si me deja, me mato.
– John, qué exagerado.
–Mirá si se va a Sudáfrica,y  se lleva al bebé también, ¿qué hago?
–Boludo, ¿por qué se va a ir a Sudáfrica? Qué inventos que hacés.
–Está bien, no a Sudáfrica, pongámosle a Noruega. En Noruega hay tipos lindos encima, se conseguirá otro.
–John, basta. Dejá de comerte la cabeza de esa forma, pensá algo, hacé algo. Inventándote películas dramáticas no lográs nada.
Suspiró y asintió apenas. Lo dejé a él y sus problemas que, al parecer, fermentaban más y más en su mente. Sólo él sabía cómo iba a arreglar todo, pero era cantado que allí habría final feliz, es más, debía haberlo.


*************
¡Buen domingo mis princesas! Aqui regresé con este capitulo largo para que se entretengan. Estén atentas al capitulo 99 (mierda, ¿99? ¿Cómo pude escribir tanto?) porque será muy obvio lo que pasa, vayan preparando sus galas!
Saludos a todas y nos leemos!


8 comentarios:

  1. Sube pronto por el amor de Dios!!!!! D:

    ResponderEliminar
  2. ñ0o ñ0o ñ0o0o0o0o AjjjAjHAjAjHAHzhHAj peEr0o zhii zh0ozh uñA GeEñiiA Amé eEl cApíTul0o p0or eEl HAm0or deE dii0ozh wAcHiiñññ meE HeEñcAñTA Tu ArGeEñTiiñiidAHd Al pAl0o AjAjjjjAjjAjAjjjjjAjAjjjjHzhHAzhj BiiBA lA veErzhuiiT eErmAñ0o.

    http://abarcarodriguez.com/googleflog/

    ...

    De vez en cuando sale la yo turra y pues, qué le vamos a hacer. Jajajajja, AMÉ EL CAPÍTULO. Con todas las letras. Me encanta, ya asoma lo que va a ser el final y se vé lo felices que son todos. Aún así espero la reconcilaición de John y Cris *ejem ejem, COF COF*.

    ¡Andrei! Nunca había escuchado el nombre, pero me parece muy bonito. Louise obvio que lo había escuchado, y también se me hace muy lindo. Nota: me gustan los nombres de tus novelas. La escena en la que Mercy y Rings buscan nombres se me hizo taaan tierna, los narras súper lindos.

    Me encantan todas las parejitas que hay, vivan Johnnatan y Félix. Y Grace y Paul, y... *se atraganta* con dolor de mi alma *tose* *llora*... Juliet y George. Sin comentarios.

    ¡Que estés muy bien! Hablamos cuando quieras. Besos Maluuuuú :*.

    ResponderEliminar
  3. Tocotoc, tocotoc, tocotoc, tocotoc, tocotoc... (Esto simula ruido de caballos cabalgando, es que suspendí el examen de onomatopeyas xD ) Sooooooooooooooooo!!!!! Prrrrfffffff (eso último es el caballo bufar; me remito a lo que he dicho anteriormente sobre el examen de onomatopeyas).
    Ay, mierdas, esto de subirse a un caballo sin saber cabalgar es lo más parecido a sentir que mueres, seguro. Uffff, espera que desmonte. PLOF! (Onomatopeya que designa el ruido de Cris al caer como un saco de patatas al suelo) Cof, cof, cof, bueno, definitivamente esto de cabalgar no es lo mío... Y ahoraaaaaaaa.... Qué??? Pensabas que no vendría ya? La verdad es que he tardado, sí, pero estaba tratando de domar a la bestia infernal esta que me ha traído hasta aquí y ya has visto que no nos llevamos muy bien. Cómo? Que qué era el comentario de antes? Naaaa, nada, no hagas caso, sólo fue mi alma poseída por el espíritu de un hoygan que llegó antes que yo, pero eso ya está resuelto. Ya ha venido el padre Karras a hacerme un exorcismo y sé nuevamente acentuar palabras y distinguir cosas básicas como la b y la v, o la j y la g (i komo puedes ber iso mui vien su travago, jajajajajajajaja).
    Bueno, en segundo lugar yo venía aquí a clavar unas cabezas en picas, a untarlas en brea y colocarlas en lo alto del castillo de fiestas. Así que si me permites voy a sacar mis herramientas de la bolsa que lleva el caballo y... IEEEEEEEEEEE!!!!! Cabrón de caballoooooooooooo!!!! No te vayas sin mí! Ven pa'cá, equino hideputaaaaaaa!!!!!!! Pero será...??? Que no va y ahora se me escapa el caballo con todo lo que yo había traído? Con lo que me costó afilar la espada! Animal ingrato! Bien, en fin, a la vista está que me voy a quedar sin cortar cabezas, así que me tendré que contentar con comentar de manera normal y au (siempre y cuando a esto de le pueda llamar normal, claro está, jajajajajajajajajajaja).
    Y ya, basta ya de chorradas y empecemos, que si no se me acaba la hora sin trabajo que tengo ahora y la liamos, jajajaja. Yo en primer lugar quería desmentir tus oscuros pensamientos, oh, escritora. Y sí, quiero desmentirlos porque me da la gana y lo que voy a decir encima es verdad, jajaja. A ver, tú, señorita, pensabas que este capi no me gustaba. Y no. Eso es totalmente falso y emito este comunicado oficial para que quede esto claro. Así que si quieres convocar a la prensa para que me grabe diciendo esto y escriban artículos sobre mis palabras, lo haces (ah, reinportante se creía, jajjajajajajaja). Y bueno, me explico, sí que me ha gustado aunque sí que lo de cortar cabezas (en especial UNA cabeza en particular -es que lo digo y me dan ganas de salir corriendo detrás del caballo para pillar la espada y la brea de nuevo- jajajajajajaja) el capi es genial! Como siempre fabulosamente escrito y, además, deja intuir cosas en las que yo ya no cortaré cabezas, o a saber, a lo mejor sí, jajajajajjajajajaja.

    ResponderEliminar
  4. Pero bueno, dejemos todas estas cosas de lado y empecemos por el principio... Y en el principio fue el Verbo y el Verbo era... ay! Espera, que creo que he ido demasiado al principio. Avancemos un poco más, un poco más, un poco más, un poco más.... Y ya! Ahora! Jajajajajjaa. Bien, a ver, yo lo que quería decir es que Mercy no se puede quejar, la verdad, porque hay que ver, como siempre, lo bien que la cuida el Richard, jejeje. De paseo, con manzana caramelizada, que nada más se marea, zasca, enseguida se volca con ella... Vamos, que es un sol de los grandes, jejeje. Esta chica tiene suerte! (no como otras, cof cof cof). Y ya hay que ver que tenemos conversaciones profundas de pareja (lo del padre a mí la verdad es que me ha llegado, eso de que quisiera saber sobre él y que le preguntara y lo que le quisiera poner su nombre...). Ah! Y el minidebate sobre el nombre del bebé! Jajajajaja. Que bueno! Me moría de risa imaginándomelos a los dos ahí viendo como le llaman al futuro o futura ministarkey, jajajaja. La verdad, que conste, que yo tampoco soy muy partidaria de poner el nombre de los padres a los hijos. Siempre me ha parecido, aparte de repetitivo, un incordio, porque... Si lo llamas por su nombre, qué se giran? El padre y el hijo a la vez? Sé que es una chorrada, pero chica, no me gusta eso a mí, jajajaa. Sea como sea, la verdad es que los nombres elegidos a mí sí que me gustan y mucho! Aguante Rusia! Jajajaja. Andrei o Louise, suena genial! Rusia y Francia, las dos cunas de las revoluciones (guiño, guiño), jejejeje.
    La otra escena que había empezado bien (bueno, tampoco empezó bien porque me spoileé yo sola y cuando empecé a leerla del todo bien ya estaba afilando la espada con la piedra de afilar), es la de John y Jack. Bueno, me gustaría decir que qué mono padre e hijo y blablablabla, pero como de lo único que tengo ganas en estos momentos es de pegarle un bofetón al padre, pues pa'qué voy a andarme con gaitas, jajajjajajajajaa. Las cosas, claras, que decía aquel del vídeo del APM todo cabreado, jajajajajaja. Pero a ver... Cómo? Cómo? Cómo? Bueno, pa qué, mejor no hablo. Mejor hago como mi alter ego ha hecho en el fic, doy una portada y me marcho del tema. Y me dejo la chaqueta, sí, pero básicamente porque hace un calor que te cagas... Jajajajajjaa.
    Bueno, sobre lo del viaje a Londres, todo sobre ruedas. Mercy y sus estudios, conocer y hablar en persona con Flor sobre lo de Cyril... Que esa es otra, que esta conversación ha sido corta pero creo que sumamente incómoda. Sobre todo cuando le ha preguntado eso de si tú has tenido algo con él. Ups, para tragar saliva y dejar de respirar, porque si te preguntan eso es porque aún él hace cosas que le demuestran algo a la chica... Bueno, está claro que se lo contó, pero a saber si el chico este sigue con el Mercy aquello y Mercy lo otro y la Flor ya está hasta las narices de ella y la próxima vez que se le aparezca por la consulta le inyecta algo en mal estado o algo... Jajajaja. Nah, creo y espero que con el tiempo, al doc se le pasará el empecinamiento con Mercy y que aprenderá a ser feliz con esta chica, que ya está bien, que falta le hace pasar página de una vez más viendo como Mercy tiene su vida más que montada ya.

    ResponderEliminar
  5. Y siguiente, el traje. Vamos, vams que esto ya va!!!! Seguro que está guapísima, así que dile a esta Mercy que deje de preguntar si es verdad que le queda bien o si se lo decimos por decir. No, Mercy, no, te lo decimos porque estás espectacular, así que quédate recontenta con tu traje y a disfrutar al máximo del momento! :) Y otra cosa que va adelante, es la grabación del nuevo álbum de los chicos. De nuevo, me abstengo a comentar nada sobr cierta persona a la que o se lo gana a pulso o le caen las narices al suelo del puñetazo que le cae, y eso sí seguramente no habrá nadie después para recogérselas. A ver, que ya está bien de que actúe a golpe de instrucciones de Mercy y que haga algo por sí mismo, leñe, que parece que no tenga cabeza para pensar él solito (nótese mi enfado, menos mal que me abstenía a hablar xD ). Pero en finis, él verá! Así que ponte las gafas, Lennon, y mira bien a ver qué hacemos, jajajajajjaa.
    Y ahora yo sin más, chan chan chan... Me voy! Y me voy a pie porque mi caballito me ha abandonadom snif, snif. Seguramente se habrá ido para estar a punto para salir en la entrada mora o cristiana, jajajajajajaja.
    Bye bye byeeeee!!!

    ResponderEliminar
  6. hola!! Disculpa la tardanza, per obueno, que te digo? Genial, el final ya se siente en la red y me asusta aunque emociona.. tantos años leyendo esto... Dios mío. Amo a Jack eh? Es una preciosura y un amor de bebé. Y bueno... no sé no soy muy buena para comentar. Me encantó. Besos!

    ResponderEliminar
  7. Mari!

    Oh oh no puede ser que este sea el cap 98 y yo recién no vaya ni por la mitad!

    Tengo que alcanzarte me muero por saber que pasa en estos últimos caps... Si te hubiese leído con regularidad y diariamente ya te podría leer normal pero no porque sucede que en la profesora de literatura nos está haciendo leer el Martín Fierro COMPLETO y no es muy cortito que digamos además de que es aburridisimo leer los cantos de un gaucho, si alguna vez lo leíste seguramente me entendes, sinceramente no entiendo a las personas que les gusta leerlo! Es como un casi suicidio para mi

    Preguntita curiosa: además de ser loca por los beatles sos hincha de algún equipo? Que estás estudiando? Yo soy de River Plate y estoy en el ultimo de la secundaria, quizás ni te interesa pero bueno jajaja

    Cuidate, y prometo ponerme al día cuando termine con el gaucho, besitos!

    ResponderEliminar