13 febrero 2013

Capitulo 55 Besos y Peleas


-Yo....este...Mercy...perdón, perdón, perdón –Deri se alejó de mí, totalmente avergonzado, y también preocupado. –Soy un tarado, no debí hacer eso.
-Tranquilo -le sonreí, tratando de que así se calmara. –No te pongas así.
-Pero....No sé, pegame si querés, soy un desubicado.
-¿Y si te digo que...me gustó?
Me miró con sus oscuros ojos, llenos de sorpresa. Pareció ponerse mas nervioso.
-¿Qué...qué...? No entiendo nada.
Me reí apenas y me acerqué a el. Tomé su rostro con mis manos y le di y un pequeño beso en los labios.
Cuando me separé de él, frunció apenas el ceño.
-Mercy vos....O sea....¿Estás interesada en mí?
-Sí, claro –dije con una amplia sonrisa, que él correspondió. Debo decir que en ese momento me sentía muy bien, como hacía días no lo estaba.
Justo llegó el momento de bajar del ferry, así que él me tomó de la mano, que yo apreté con mucha calidez. Caminamos así un rato, hasta que salimos del puerto. Hicimos unas calles sin decir una palabra. Creo que no era necesario decir nada. Repito, yo me sentía muy bien, increíblemente bien, y a él se le notaba en la cara exactamente lo mismo.
Llegamos a una plaza y allí nos sentamos. Deri pasó su brazo por uno de mis hombros y me acercó a él.
-¿Sabés Mercy? Yo creo que tenemos muchas cosas en común. Y ...no sé me gustaría ser “algo” tuyo, pero también creo que tenemos poco tiempo conociéndonos, y encima siempre encerrados en la universidad. Estaría bueno seguir conociéndonos pero ya así, saliendo juntos. Con esto te quiero decir que no te quiero presionar para que seas mi novia.
Oh. Genial. ¿Cómo responder a eso? No tenía ni la mas pálida idea. Si lo pensaba, todavía lloraba por Richard, y ahora tenía la posibilidad con otro chico, posibilidad que se había concretado. Pero...él no quería presionarme para que sea su novia. Entonces, ¿qué hacer? ¿Saltar y gritar “¡Quiero ser tu novia YA!” o aceptar lo que él decía?
-Ah, está bien. –respuesta imaginativa si la hay....
Sonrió, podríamos decir que...¿satisfecho? No sé, el tema es que no habló mas de eso. Por lo menos por unos minutos.
-Ayer estuvo todo el día tirado en la cama, pensando si te invitaba o no a salir. Tenía miedo de que rechazaras mi propuesta como la otra vez. Al final me decidí porque me dije: “Deri, si no la llamás hoy, te la va a llevar otro”. Y si pasaba eso no me lo iba a perdonar nunca.
Me reí de lo que contaba, pero también me dio mucha ternura, por lo tanto se ganó un leve pellizco en la mejilla que lo hizo estallar en risas. Después se quedó callado, serio.
-Vuelvo a decirte, estaría bueno que nos conociéramos. Mas porque yo tuve dos relaciones que empezaron impulsivamente y terminaron siendo un desastre. No quiero que con vos pase lo mismo.
-Entiendo....-bien, el chico me estaba demostrando un grado de madurez que me sorprendía. Eso era bueno, -¿Ya tuviste dos novias?
-Si....Una cuando tenía 15 años, era muy chico, y ella también. Después ella terminó tomando pastillas y se volvió algo loca, creo que era porque su padre siempre le pegaba....Una historia muy triste, tuve que dejarla porque iba a terminar volviéndome loco yo también. Y la otra....la otra era ocho años mayor que yo.
-¿¿¿Ocho años???
-Sí –empezó a reírse –De mas está decir que viví dominado por ella, era un desastre. Al final parecía mi madre.
-Ya lo creo. Qué historias tenés.
-Con vos quiero que sea otra cosa....Me das paz.
Bueno, lo que quería era matarme de ternura. Encima me acariciaba el pelo. Un amor....
-Debo decirte que no tengo una historia llena de paz. Mi familia ha sido un despelote, y mas de una vez me consuelo tomando, y hasta me he querido fugar de casa.
-Mercy, no....-dijo sorprendido, y también asustado –No hagas eso, no tomes, te va a hacer mal....
-Lo sé, pero a veces fue como que no tuve alternativa....Qué sé yo, encima me gusta. Vas a tener que ayudarme con eso.
-Claro que lo haré. Y a ver...contame cómo fueron tus otras relaciones.
Tragué saliva. ¿Qué decirle? Bien, sólo la verdad y nada mas que la verdad.
-Yo...yo nunca tuve novio.
Se separó un poco y me miró, clavándome su profunda mirada, llena de asombro.
-¿Nunca?
-¿Cuenta como noviazgo algo que tuve a los 9 años?
-Ehh...no....-respondió riendo.
-Bueno, entonces ya te lo dije: Nunca.
-¿Sabés? Es raro, porque muchas chicas tienen novios o algo parecido en el secundario.
-Mi secundario era de mujeres, fue mixto el último año, cundo me mudé. Y en ese año tampoco tuve nada.
-Pensé que alguno de los chicos de la banda de tu amigo había sido novio tuyo....no sé.
-¿Esos? Ni loca. –me reí, pero en realidad estaba sintiéndome muy incómoda. No me gustaban esas preguntas y mas viniendo de alguien...experimentado.
-Entonces, ¿nunca estuviste con un hombre?
-No....
-¿Nunca besaste a un hombre?
Otra vez tragué saliva. Claro que había besado a un hombre, a Richard, pero nunca le hablaría de el. Y también me acordé de otra cosa: la vez que John, en el tren, aquella noche que nos escapamos, me había dicho que qué iba a hacer cuando alguien me besara y que podía practicar con él. Ante las preguntas que Friederich me estaba haciendo, por mas loco que sonara, me arrepentía de no haberle hecho caso a John. Me sentía una tonta, una monja al lado de un tipo que digamos...ya sabía todo. Eso, también me daba miedo. Todo lo que nunca me había importado de mí ahora me preocupaba.
Pareció leerme la mente, porque sonrió y acariciándome una vez mas el cabello, me dijo:
-No te preocupes, yo te enseñaré a besar. Y no me importa que nunca hayas tenido novio, al contrario. Significa que no andás con el primero que se te cruza.
Asentí con la cabeza, ya mas tranquila. Tomé su mano, y él se puso de pie, era hora de volver a casa, estaba anocheciendo.

Cuando llegué a casa, mi madre me estaba esperando con cara de interrogatorio. Le dije que todo había ido bien, y que me había divertido mucho, pero del, o los, besos, no le dije nada. Sus reacciones seguían dándome miedo.
Me tiré en la cama, abrazada a un almohadón. Estaba contenta, sí, pero....llena de temores. Sabía que tenía que poner toda mi confianza en Deri, pero me costaba. Mas que nada temía darle ilusiones y después no ser lo que él esperaba porque no podía sacarme de la cabeza a Richard. Con fuerza, apreté los párpados: tenía que lograrlo, con la ayuda de Deri, Richard tenía que desaparecer de mi vida. Convertirse en un capricho de adolescencia.



Por demoras en los trámites, mi madre y Harry tenían que quedarse por un mes, o más. Si lo pensaba, a veces me molestaba, y a veces no. Creo que ya me producía indiferencia que estuvieran, porque yo seguía con mi vida, bastante independiente. Mi trato con Harry seguía igual, y mi madre tenía sus ataques de odio y rencor contra mí, seguidos de ataques de puro cariño y amor. Mas o menos como siempre.
A partir de ese sábado, mi humor había cambiado. No estaba tan huraña y llorona, sino mas bien alegre, y eso se me notaba.
-Vaya, vaya....¿qué anda pasando que hoy vendemos sonrisas?
-No vendo, regalo.
Cris rió por mi contestación. Pobre, después de la  cara que llevaba todos los días al trabajo, verme un poco mas entusiasta la llenaba de asombro. De un bolsillo de su delantal sacó un sobre.
-Para que veas que no sos la única que anda contenta –me mostró el remitente, era una carta de John.
-¿Te escribió? ¡AYYY! ¡Mostrame, mostrame!
-No esperes nada romántico, sólo son dibujos y me dice que está bien y que extraña mucho.
-¿Lo ves? Eso es raro en él. Para mí que están re jodidos.
-A mí me da igual lo que puso, lo importante es que me escribió. Y ahora contame qué te pasa a vos, que no puedo creer que estés con buena cara.
-Deri, el chico de la uni –sentí como me sonrojaba y por eso ella largó una carcajada, aparte de...pegarme con un trapo.
-Ay Wells, mirate jajajaja Parece que estás muy metida ¡tu cara, tu cara! Jajaja ¿Son novios o qué?
-Aún no, digamos que nos estamos conociendo pero....¡me encanta!
-Y a mí me encanta verte así, al fin una cara bonita, aparte de la mía. Hoy aumentará la clientela.
-Ya te dije que esto no es un prostíbulo.
-Pero la idea no hay que descartarla, Wells....



Ese mismo lunes, me tocó clase. Podría haber ido con cara de pena, porque ya estaba cursando otras materias y no veía ni a Tamar ni a Evelyn. O sea, estaba completamente sola. Pero fui llena de entusiasmo, incluso llegué temprano, eso es todo un logro. Cuando tocó el receso, busqué a Deri en su aula y juntos fuimos al buffet a tomar té. Entramos tomados de la mano.
-¡Wells! Veo que como no pudiste tirarte a Starkey, ahora estás con éste.
Me giré con lentitud, aunque ya sabía quién era la que hablaba. Marcia, parada junto a una de las ventanas del buffet, comía un chupetín, con su mejor cara de zorra.
Quise ignorarla, pero me molestaba como se había referido a Deri.
-“Este” tiene nombre. Y dejame de joder Cleave, hacé algo mas productivo, por favor.
-Vos también podrías hacer algo mas productivo que hacerte la mosca muerta –dijo acercándose, y arrojando el chupetín  a un tacho de basura.
-A ver Marcia, ¿puedo saber qué te hice para que siempre me molestes?
-Existir. Eso hiciste. ¿Nunca te lo había dicho? Qué raro...
-Mercy, vamos, no te preocupes por esta chica –Deri me tironeó del brazo.
-Si, mejor andate con tu noviecito –dijo Marcia.
-Marcia, me das lástima. Me da pena que no tengas otra cosa con qué entretenerte. Y también me da pena que seas tan puta.
Apretó los dientes. Creo que estaba a punto de saltarme encima y agarrarme del cuello, pero se contuvo. Lo peor para ella creo que era que todo el buffet escuchó lo que acababa de decirle.
-Me la pagás Wells. Ésta es otra para la lista que me tengo que cobrar. Vas a ver lo que es amar a Dios en tierra de indios.
-¿Me estás amenazando? Te puedo denunciar.
-Estás hablando con una futura abogada, eso no me asusta. Acordate, en ésta universidad no terminarás nada.
-¿Qué? ¿Tu papá es el rector?
-Ningún familiar mío tiene que ver con la universidad. Esto es para que veas que no necesito la ayuda de ninguno de ellos para que desaparezcas de acá.
Deri me tironeó una vez mas, con fuerza, y finalmente obedecí. Salí, sin sacarle los ojos de encima a Marcia, y ella hacía lo mismo. Una vez que estuvimos afuera, Deri me llevó hasta unos bancos bajo los árboles. Nos sentamos allí y me abrazó.
-No te preocupes, no estoy mal –dije separándome –Ya sé que está loca, lo que diga no me afecta. Tiene un rencor inmundo.
-¿Puedo hacerte una pregunta?
-Ya la hiciste, pero bueno –reí.
-¿Quién es Starkey?
Sentí esa pregunta como si me hubiera dado una patada en el estómago. Traté de que eso no se reflejara en mi cara.
-Era...un compañero del colegio, que nunca le dio ni la hora a Marcia. Y eso siempre le molestó.
-¿Pero tuvo algo que ver con vos?
-No, para nada, ¡qué va! Sólo charlábamos a veces, eso es todo, éramos buenos compañeros –bien, mi respuesta estaba sonando exagerada, cualquiera diría que estaba sobreactuando.
-Yo...¿lo conozco?
-Ehh...eh....creo que no....bueno sí, estaba en mi fiesta.
-¿Es uno un poco bajito, de ojos azules?
-Sí, es ese, ¿por qué no vamos al aula? La clase debe estar por comenzar –me miró un poco desconcertado, pero me siguió. Estaba asegurado: como actriz, me moriría de hambre. Era poco creíble.
La clase continuó sin sobresaltos, por lo menos Deri no me volvió a preguntar nada, y tanpoco me volví a encontrar con Marcia. Aunque sí me encontré con Tamar, a la salida. Gracias a ella, me enteré que media universidad sabía “de lo mío” con Deri. Era increíble lo chismosos que podían ser todos.
Llegué a casa, feliz. Aunque...debo reconocer que un poco preocupada por lo que Marcia me había dicho. Esa chica empezaba a darme miedo y sabía que lo que buscaba era eso. Trataría de no darle el gusto.
Sobre la mesa me esperaba un sobre para sacarme las preocupaciones.
Remitente: John Lennon.  Sin embargo, al abrirla me percaté que no sólo la había escrito él.

“Fea:
        Estamos en plan ‘Ahorro de papel’, por lo tanto, decidimos escribirte todos en la misma carta. Además, Stu y yo te adjuntamos unos dibujos (obviamente los míos son mejores). Solamente te digo lo de siempre, que estamos bien, todo normal. Espero que te estés cuidando, y que todos estén bien por allá. Mas vale que no hagas nada que podría enojarme.
                 Saludos,
                                        John.

P/D: Lo de tu madre y tu padrastro....puaj, me dio náuseas. Mi sentido pésame Wells, seguro lo estás pasando terrible.



Wells:
        Podés deducir quién soy porque tengo la mejor letra. Sí, soy Paul, ¿quién otro? Te cuento que acá en Hamburgo nos cambiamos los nombres, están re buenos pero no te los voy a decir. ¿Por qué? Porque soy jodido, como vos conmigo. Ahora, fuera de bromas, te digo que estamos bien, y decíselo a Abby, que creo que está preocupada. Quiero suponer que no la preocupó cierta persona cuyo nombre empieza en “Mer” y termina en “cy”. Bueno, eso, no la andes preocupando, y cuidala por mí.
          Saludos para todos,
                                            Paul.


Hola linda:
                 Te mandé un dibujo, está horrible porque lo hice a las apuradas, ya te daré algo mas digno.
                 Espero que estés bien, John me contó lo de tu padrastro y....ojalá lo vayas llevando bien. Aunque no quieras creerlo, John te extraña. Bueno, en realidad, todos. Ya van unos cuantos días que estamos acá y es imposible no extrañar a la gente que uno quiere.
                        Nos vemos pronto,
                                                       Stu.  


Hola bestia:
                  Ya sabés quién soy, ¿no? Te digo que estos tipos lo único que hacen es tratarme como nene, ya les voy a pegar. Ah, extraño darte clases, mas que nada porque no tengo a quien gritarle ¡Bestiaaa! Si lo digo acá estos alemanes no me entienden.
                 Bueno, es una suerte ser el último en escribirte esta carta, así nadie lee lo que te escribiré ahora: necesito saber cómo está Juliet, si la viste con algún chico.....Verás, no me animo a escribirle, ya sabés, soy un tonto. ¿Qué me recomendás? ¿Lo hago o no? Espero tu respuesta, y escribime una carta solo para mí, para que no se enteren.
              Chau bestia, que sigas bien.
                                                          George.

GEORGE Y JULIET UN SOLO CORAZÓN, SE DAN UN BESITO Y SE No hagas caso de eso último, lo escribió John, ¡y ahora todos se están riendo de mí! “


Cuando terminé de leer la “carta colectiva”, se me caían las lágrimas, de risa y...de tristeza. A quién engañaba, yo también los extrañaba mucho, casi todos los días los veía, y de pronto ya no, y no sabía cuándo regresarían. Me preocupaba que me estuvieran mintiendo y también...¿qué tal si ese lugar les gustaba y terminaran quedándose a vivir allí? Si eso pasaba, ya no los vería mas, o muy pocas veces. Esa idea me asustaba, no quería perderlos.
Metí la carta y los dibujos (por cierto, ambos eran muy lindos) dentro del sobre y corrí a mi habitación. Era hora de contestarles y de contarles sorbre mi miedo. Pero había algo que tenía en claro: no le contaría nada a John sobre Deri. Si le decía, era capaz de llegar a Liverpool nadando sólo para golpearlo. Cuando volviera le contaría todo con calma.

**********
Hola!!!!!! Volví, vieron? Eso es porque el examen es el 26, entonces tengo tiempo y escribí. Perdonen que haya aprovechado ese tiempo para dejarles un capitulo tan...berreta. Está re trucho, prometo que los próximos van a salir mejores (creo) Bueno, yo avisé jaja
Aparte de que tenía tiempo en el estudio, quise publicar antes de mi cumple. Es el 17, empiecen a saludarme rai naw XD También subo hoy, mi idea era subir mañana pero justo mañana es San Valentín, y el capitulo no es muy romántico, no pegaba con la ocasión. 
Amm....me olvidé lo que iba a decir, ah si! Juli! Qué hacés o hacías en Brasil? Fuiste al carnaval mais grande do mundo? Yo iba a ser pasista en una scola do samba, pero no me aceptaron (?) 
Grace! Pasame los links de tus fics, que los quiero leer!
Bueno, creo que no tengo nada mas pa' decir mijas. Me voy llendo pa' mi rancho (?) Muchas gracias por leer y comentar. 

P/D: Cada vez tengo menos imaginación para los titulos de los capitulos, no sé qué me pasa. Agradeceré que colaboren dándome títulos que se les ocurran, después veré si los puedo usar jajaa. 
Chauuuu!!!!!!!!!!



01 febrero 2013

Capitulo 54 Cosas Raras.


El timbre sonó. Apreté los párpados, las mandíbulas, los puños....todo. Miré por la ventana de mi habitación: un auto negro, algo viejo, dos maletas en la vereda, y mi madre, charlando con...mi padrastro. Hice una mueca, y bajé las escaleras con deliberada lentitud. Que esperaran, qué mierda.
Antes de abrir, tomé aire. Me sentía una traidora, entraría mi padrastro a mi casa....¿qué diría mi padre de todo esto?
Tocaron timbre una vez mas y puse la mano sobre el picaporte. Suspiré, y abrí.
-¡Hola hijita! –exclamó mi madre, dándome un abrazo y un beso -¿Cómo estás?
-Bien....-respondí dudando y sin entusiasmo, mirando de reojo al tipo.
-Bueno, te presento a Harry Smith, ya sabés....quien es. –dijo con algo de incomodidad.
Lo miré altanera, de arriba a abajo. Era un tipo mayor, alto y algo gordo, tenía un sobretodo marrón y un sombrero negro. Parecía de esos tipos “bonachones”, sin maldad. Pero era mi padrastro y eso no tenía perdón.
-Hola Mercy, qué gusto me da conocerte personalmente, tu mamá me habló mucho de vos, y vi fotos tuyas.
-Ah, qué bien. Un gusto señor Smith. Bueno...pasen.
Entraron cargando sus maletas; Harry dijo algo respecto al clima que mi madre afirmó. La miré, se veía bien, pero me producía algo...como rechazo. Sería por verla con otro hombre que no fuera mi padre.
-¿Dónde van a dormir?
-Yo en mi habitación, y Harry en la de huéspedes.-respondió mi madre, como si fuera algo obvio.
-Ah, pensé que ya dormían juntos –dije con extrema dureza. Por mas que intentara suavizarme, no podía.
Mi madre me miró de una extraña forma, podría decir que....con odio.
-Iré a preparar la habitación para él. –dije.
-Si estás ocupada no lo hagas ahora, no hay apuro –dijo Harry con una sonrisa.
-Lo haré ahora. ¿Quieren té? Tengo agua caliente.
-Yo sí. –contestó Harry.
-Yo no.-contestó mi madre.
-Prepararé su té, señor Smith
-Oh no querida, si hay agua caliente lo prepararé yo mismo, no te preocupes. Andá a arreglar la habitación.
-Bien, como quiera.
Fui hasta la habitación de huéspedes, mi madre ya estaba allí, abriendo cajones del armario.
-En la carta te dije que lo trataras bien –dijo con rencor, mientras extendía una sábana.
Tomé la otra punta de la sábana, para ayudar a colocarla en la cama.
-No me sale. Y tampoco me sale tratarte bien a vos.
-No me vengas con reproches Mercy Wells –dijo acercándose, peligrosa, llena de enojo, pero si embargo trataba de hablar bajo, algo raro en ella.
-¿No te parece demasiado pronto para tener otro tipo? Cuando fui a Londres ya lo tenías, ¿no? Ya estabas con él y no me lo dijiste. ¿Y cuando papá estaba vivo también ya estabas con...?
Levantó la mano para darme un cachetazo, pero se contuvo. No me inmuté.
-Te callás, o sabés muy bien que te la doy –dijo, amenazante.
-Ni siquiera me importa, a golpes no me vas a sacar lo que pienso –tiré la otra sábana sobre la cama y subí corriendo las escaleras para encerrarme en mi habitación. Apretaba los dientes, no quería llorar.
No salí de allí en todo el día, sólo bajé a cenar. Notaba cómo mi madre charlaba y reía con Harry, como hacía años que no hacía, o como quizás jamás había hecho con mi padre.
Me sirvió la comida, mirándome mal.
-¿Está todo en orden en el cementerio? Me refiero a si está el pasto cortado y todo bien cuidado, siempre está todo desarreglado. Hay que ver como son estos de Liverpool, abandonados....
-No sé, no fui –contesté revolviendo la sopa.
-¿Hace cuánto que no vas?
-No fui nunca.
Su expresión de enojo cambió a sorpresa. Miró a Harry, y volvió a mirarme a mí.
-¿Por qué nunca fuiste? –trató de sonar suave.
-Porque mi padre no está ahí. Mi padre no está muerto. –arrojé la servilleta sobre la mesa y otra vez corrí a encerrarme.
Me tiré en la cama, y comencé a golpear la almohada, llorando. ¿Por qué me pasaban estas cosas? ¿Por qué me pasaba todo junto? No podía aceptar tener en mi casa a un tipo que andaba con mi madre, ni aceptar que mi padre estaba muerto ni...Richard. Ay, ¡¿Por qué Richard siempre metido en el medio de todo?! Y encima, John en Hamburgo. Hacía tres días que se había ido, y aún no me había llegado ni una carta.

Me desperté con frío, me había dormido vestida. Me acurruqué mas pero ya no pude volver a conciliar el sueño. Me levanté y abrí la puerta, despacio. Abajo. “esos dos”, como los había comenzado a llamar, desayunaban.
-Elizabeth, tendrías que ser mas flexible con Mercy, tenés que entender que todo esto le debe doler mucho.
-Yo entiendo, pero esas actitudes que tiene, esos desplantes.....Podría disimular un poco.
-No le saldrá. Dejá que te demuestre lo que siente, aunque sea doloroso.
-Hola –saludé secamente bajando las escaleras.
-Hija, tu desayuno está listo –mi madre forzó una sonrisa.
Me senté y comencé a comer, sin mirar mas que a mi té con leche y tostadas.
-Mercy, ¿vos tocás ese piano? –preguntó Harry.
-Sí.
-Qué bien. ¿Y algún otro instrumento?
-La guitarra.
-¡Mi instrumento favorito! ¿Podrías mostrarme cómo tocás?
-No. Está desafinada y mi profesor se fue de viaje. Yo no sé cómo se hace.
-Yo sí, si querés te la afino.
Lo miré. Sí, pretendía congraciarse conmigo. Estaba demasiado cansada de todo como para pelear, o hacerle la guerra. Y también de hacer caritas lindas. Así que le mostré lo que sentía, como él quería.
-De acuerdo, ya que vino, se la daré.
Me puse de pie para buscar a Violeta. Mientras subía lo escuché decir a mi madre: “¿Lo ves? Tenés que tratarla bien.”

-Aquí tiene. Cuídela. –le entregué la guitarra. La miró asombrado.
-Vaya...nunca vi una guitarra así, es muy bonita.
Asentí, y él comenzó a afinarla. Estuvo mucho rato, bueno, a comparación de George, que en cinco minutos afinaba, cualquiera tardaba mucho rato.
-Creo que ya está –me la entregó -¿Por qué no tocás algo?
-N...no....-le respondí, desconfiada.
-Ya que están entre instrumentos, te digo que venderé la acordeón de tu padre
-¿Qué? ¡Mamá, por Dios! ¡No podés hacer eso!
-Tu padre dejó muchas deudas, y vendiéndola pagaré algunas.
-¡Pero es lo mas preciado que tengo de él! ¡Amaba a esa acordeón! –empecé a angustiarme.
-Sí, la amaba mas que vos y que a mí.
-¡No seas cínica!
-Lo lamento, pero tengo que hacerlo, necesito el dinero.
-Ayy...¡te odio!
-¡Cómo vas a decirme eso, desgraciada! ¡Vení para acá!
Y otra vez lo mismo, a llorar encerrada. Lo peor, era que no sabía cuánto tiempo me dudaría el suplicio, y viendo como estaban las cosas, seguiría derramando muchas lágrimas mas.



-Si no cambiás esa cara, me espantarás a toda la clientela
-Uy perdón Cris, tenés razón.
-Y claro que la tengo. Nadie quiere venir a un lugar donde la linda chica que atiende está con cara de traste.
-Uy...ni que fuera un burdel...
-Buena idea me diste....
-Te conseguís otra que atienda, entonces.
Rió un poco, y se quedó mirándome.
-¿Seguimos con mal de amores?
-No...Bueno, sí. Pero tengo otros agregados. Eso para que veas que soy una chica variada.
-Eso no lo dudada –me pasó una mano por los hombros, mientras le daba un sorbo a su café.
-¿Qué anda pasando ahora?
-Volvió mi madre con mi....padrastro.
-Auch, que feo suena eso.
-Él parece un tipo bueno, pero mi madre no sé que tiene, pareciera que me odiara.
-No digas eso, ¿cómo te va a odiar tu propia madre?
En ese momento llegó un distribuidor, y ella lo llevó a su oficina, seguramente para regatearle y prometerle vaya a saber qué. Reí por pensar eso, y comencé a secar unas tazas y contar si tenía el suficiente cambio en la caja registradora. Cuando terminé, levanté la vista y grande fue mi sorpresa cuando vi a Harry entrando a la cafetería.
-Hola Mercy.
-Hola señor Smith...-contesté extrañada.
-Por favor, llamame Harry, tuteame.
-No creo que pueda....
-Como quieras –se sentó frente a la barra, cruzó sus manos y me miró.
-¿Qué necesita?
-Necesito hablar con vos. En tu casa no puedo, con tu madre.
Bufé, algo fastidiada. No quería charlas ni sermones. Él sonrió apenas.
-Mirá Mercy, sé que me tendrás un odio irracional, y lo entiendo. Yo también tuve una madre que se casó con un tipo, y que incluso tuvo mas hijos con él.
-¿Se van a casar? –pregunté asustada.
-No, seguro que no, pero, escuchame, no quiero que pienses que vengo a ocupar el lugar de tu padre, porque esa no es mi intención. Yo no sé cómo habrá sido él, sólo sé lo que me contó tu madre, pero como hija lo considerarás de otra manera.
-Tuvo sus errores, lo sé, pero era muy bueno con la gente y...Pese a que no me dejó nada, estoy feliz porque la mejor herencia que me pudo dejar es su carácter. Creo que soy bastante parecida a él –bajé la vista, no quería que viera que tenía los ojos empañados.
-Bueno, yo no te pido que lo olvides, ni que me quieras. Ni siquiera te pido que no me odies. Lo único que te pido es que no pienses lo que no soy, no soy un mal hombre. Sólo quiero a tu madre, y quiero cuidarla. Ella....ella me aprecia, no creo que me quiera, debe amar aún  a tu padre, a pesar de todo lo que me que contó. Pero yo no quiero hacerte mal, ni separarte de ella....
-Mire...yo no sé qué me pasa con usted, pero no lo odio. Sólo sé que es mi padrastro, no sé si le alcanza con esa definición....
Sólo asintió, y se quedó callado. Yo continué secando tazas, sin quitarle la vista de encima., me sentía algo incómoda, que de pronto llegara un extraño a hablarte de si tu madre lo quiere o no, de que ella sigue amando a tu padre, y que te cuente algo difícil de su pasado, era algo muy extraño para mí. En realidad, no sabía cómo calificarlo.
-Sé que sos buena chica, se te nota. Si necesitás algo, podés contar conmigo.
-Gracias. Usted parece un buen tipo, y no tiene maldad. La que parece que la tiene es mi madre.
-Oh no, ella te adora, pero está....alterada. Debe ser por todo esto de las deudas y eso.
-No creo. Desde hace mucho que está así, desde que nos mudamos a Liverpool. A ella nunca le gustó vivir acá, y siempre se peleó con mi padre, después murió la abuela, las peleas se hicieron cada vez mas fuertes, se separaron y....-no pude aguantar mas, y me quebré. Todo eso me dolía mucho, por eso trataba de no recordarlo nunca. –Perdón, por esto.
-Si querés podés desahogarte, podés contarme....
-No, no –reprimí un sollozo, y me sequé las lágrimas –Váyase señor Smith, por favor. Ya entendí lo que me quería decir.
Se puso su sombrero y salió rápidamente. Me escondí en la cocina, y allí  me lavé la cara.
-Mercy, ¿qué pasó? ¿Qué te dijo ese hombre? –Cris me tomó de los brazos, evidentemente preocupada.
-Nada, no me dijo nada, soy yo que estoy tonta.
-¿Pero quién era?
-Mi padrastro. Pero tranquila, no me hizo nada.



Caminé a casa con lentitud. Los problemas me pesaban demasiado como para caminar rápido. Miré mi anillo del humor, últimamente del único color que estaba era del negro. Sonreí un poco, pensando si Richard aún tendría el que yo le había regalado. Richard....¿Dónde estaría? ¿Qué haría? Cerré apenas los ojos, y pasé mi lengua por mis labios. Aún podía sentir el sabor de los suyos. Tenía el consuelo de que lo había besado, aunque las circunstancias fueran nefastas. A veces veía eso como un gran error,  y a veces como un oasis en mi despelotada vida.
Cuando entré a casa, Harry estaba en la sala, acomodando un cuadro sobre la pared.
-¿Cómo estás? –preguntó dudando, pero con una sonrisa.
-Bien....¿Mi mamá?
-En el jardín, arreglando unas plantas. Recién llegó esta carta para vos –me entregó un sobre, que tomé con ansiedad.
-¡John! –exclamé al ver el remitente.
Harry sonrió e interpreté enseguida lo que pensaba
-Ehh....no, no es lo que usted piensa. John es mi amigo, lo quiero como a un hermano.  
-Está bien, está bien, no tenés porqué darme explicaciones –rió un poco.
Caí en cuenta de lo que había hecho; tenía razón, no tenía que darle explicaciones de nada sobre mi vida, pero me había salido así. Rasgué el sobre con rapidez, y dentro encontré dos papeles: uno con unos dibujitos todos raros y feos, que John solía dibujar, y el otro la carta propiamente dicha.
“Hola fea:
               Como ves, llegamos a Hamburgo. No me equivoqué, ésta ciudad es brutal, y es una suerte que no estés acá porque vivirías pegándome y quejándote. Hay cada mina....
               Nosotros estamos bien, todo está bien, y tocamos mucho. Pensé que no diría esto pero...te extraño, y también extraño (aunque sea un poquito) a Liverpool. ¡No vayas a contarle lo de las minas a Mimi, por favor!
               Bueno, seguiré pasándote información, desde las tierras del enemigo muejeje.
                              Cariños,
                                                       John Winston I ‘el deseado’
P/D: Te mandan saludos los salvajes estos.”


Me reí un poco al terminar de leer la carta, pero había algo que no encajaba del todo. Tantos halagos, ese énfasis en que estaban bien, eso de extrañarme a mí y a la ciudad, y lo último, el “cariños”, eran cosas impropias de John. Sin embargo, la carta estaba escrita por él, era su asquerosa letra.
-¿Pasó algo con tu amigo? -preguntó Harry con temor, al ver mi expresión.
-Según él, no, pero no le creo.



En clase, bostezaba y trataba de mantener los ojos abiertos. Pero se me estaba haciendo difícil. Tomar apuntes con un profesor que saltaba de un tema a otro si explicar ninguno y yéndose por las ramas, era tarea imposible. Para matar el tiempo, decidí escribirle mi contestación a John.

“John:
         Qué bueno que estén bien, pero ¿te digo algo? No te creo NADA. Perdón por ser tan directa, pero es así.
         Con respecto a las minas...te recuerdo que acá dejaste a dos, a la puta de Marcia, y a Cris. Así que dejate de joder con las alemanas, no quiero verte lleno de hijos nazis dentro de un tiempo.
                    A pesar de todo, te quiero.
                                                                    Mercy.

P/D: Cuidate mucho.”

Salí de la clase, dispuesta a dejar esa pudrición e ir al correo, para enviar enseguida la carta. Allí mismo me encontré a Abby, que estaba despachando varias cartas, en contestación a las que Paul le había enviado. Después de charlar un rato de trivialidades, fui al grano.
-¿Vos creés que estén bien?
-Ay Mercy, ¿por qué decís eso?
-Es que....desconfío. No sé, hay algo que no me cierra.
-Paul me dijo que está todo muy bien, no tengo porqué dudar de él.
-Bueno...espero que me equivoque.


Por la noche, daba vueltas en mi cama, sin poder dormir. Tenía muchas razones para desvelarme, y todas iban pasando por mi mente como una película. Claro que, siempre me detenía en una “escena”. Sí, Richard. Mierda carajo, ¿cuándo me resignaría? Era un pibe, nada mas, y había millones como él, pero claro, ninguno de ellos me movía el piso como lo hacía él. ¿Qué tenía de especial? Ni lo sabía. Quizás que fuera imposible era lo que lo diferenciaba, y me tenía al borde de la obsesión. No entendía porqué las cosas eran así, porque yo había nacido Mercy Wells, y no Geraldine no sé cuánto.
Me senté en la cama y agarré a Violeta. Estuve un rato abrazada a ella, hasta que comencé a rasgar unos acordes, despacio, para no hacer barullo, y a canturrear.
-Put your head on muy shoulder....
Recordar esa vez que había bailado con él, en la que casi había pasado “algo”, me calmaba, y trataba de imaginar otra cosa, no descubrir nuevamente que estaba con otra y no conmigo.
-Mercy dejá de hacer ruido, son las dos de la mañana –dijo mi madre detrás de mi puerta.
Dejé a Violeta en su lugar, me tiré en la cama y apagué la luz. A soñar en mis sueños.


Pasó una semana, en la que habían llegado dos cartas mas de John, en las que juraba y perjuraba que todo estaba bien, que vivían bien, que ganaban bien y no sé cuántas cosas que estaban “bien” o “muy bien”. Pero seguía sin creerle, y así se lo decía en mis contestaciones. Pero ya no me quejaba tanto, sino que le contaba como iban las cosas por aquí, principalmente en mi casa.
Mi madre se había calmado, ya no parecía odiarme y me trataba mejor. Harry...bueno, por mas que quería, no podía tratarlo mal. Era muy amable, y hasta me comprendía, o eso me parecía ver en sus oscuros ojos marrones. Le hablaba, pero siempre tratándolo de “señor”. No insistía en preguntarme cosas, y cuando le hablaba me escuchaba con atención. En la mesa siempre daba su opinión cuidadosamente, para no lastimar a nadie. O sea, muy a mi pesar, era un buen tipo.
En la universidad, las cosas no iban muy bien. En mi casa, hacía lo mismo que John: aseguraba que todo estaba en orden, aunque era un completo desastre. Quería dejar todo, pero a la vez no. Me sentía muy confundida, y mis notas no me ayudaban.
Para un parcial que debía aprobar sí o sí, con temas de los cuales no entendía un pito, le pedí ayuda a Deri. De paso, lo conocería mas.
Así quedamos en vernos en la biblioteca de la universidad. Allí me explicó todo cuanto sabía, y me sorprendió ver que sabía muchísimo, y que coincidíamos en muchas cosas, cosas importantes o estupideces. Él me pidió unos apuntes prestados de la clase de idiomas, ya que quería dar el examen como libre. Por eso, cuando volví a casa y los busqué, escribí una pequeña nota en el margen de la primer hoja: ¡Hola Deri! Espero que entiendas mi letra, cualquier cosa preguntame. Ojalá esto te sirva, y suerte en el examen. Mercy”.
No sé porqué lo hice. Estaba mareada, desesperadamente quería sacarme a Richard de la cabeza, del corazón, y de cualquier otro lugar donde lo tuviera pegado. Deri me gustaba, y mucho, quizás él fuera EL chico para mí. Ya no tenía caso insistir con Richard, tenía que jugarme por Deri. Aunque no tenía ganas de nada y prefería estar sola, no podia dejar pasar el tren. Todo sonaba a que usaría a Friederich, y la verdad era que.....sí. Pensaba eso, y me daba cuenta de lo mala mujer que era.
Por eso, cuando un viernes llamó por teléfono, lo atendí gustosa. Pero enseguida quedé descolocada con su pregunta.
-¿Mañana hacés algo?
-Eh...-no podía mentirle, si lo hacía inventaría algo poco creíble –No, no tengo nada que hacer.
-¿Querés....salir conmigo?
Tragué saliva. ¿Aceptar o no aceptar? No tenía nada para perder...
-Ok! ¿Adónde?
-Mm...¿algún parque, a la tarde? Digo porque a lo mejor no te dejan salir de noche.
-Tenés razón, no creo que me dejen –reí, pero era verdad, con mi madre ahí sería difícil salir de noche, y con un desconocido para ella -¿Dónde nos encontramos?
-En la esquina de la universidad. Desde allí podemos ir caminando. ¿A las 3 está bien?
-Sí, genial. Nos vemos.
Colgué, y cuando me giré para ir hacia la cocina y tomar algo porque tenía la garganta seca, me encontré con que mi madre había visto y escuchado todo.
-Era un chico, ¿no?
-Ehh...sí. Un  compañero –respondí nerviosa.
-¿Vas a salir con él? –no lo preguntó de mala forma, sino como...comprensiva.
-Sí, me invitó. No sé si tengo muchas ganas de ir....
-Andá. ¿Cómo se llama?
-Friederich, pero le dicen Deri.
-Y...¿te gusta?
La miré, entre asustada y sorprendida. No sabía muy bien qué decirle, porque tampoco sabía cómo iba a reaccionar.
-Ehh...bueno...sí. Sí, me gusta.
-Bueno entonces andá a esa cita.
-¿No...no te enojás?
-Hija, ¿porqué tendría que enojarme? Algún día esto pasaría, es la ley de la vida. Y es lindo saber que estás con alguien, la soledad no es buena, y mas en una jovencita. Además....¿de qué tendría derecho a quejarme? Si yo estoy haciendo lo mismo...
Estaba sorprendida por sus palabras, después de sus actitudes anteriores, pensaba que me diría de todo. Eso me dio un poco mas de confianza en ella, algo que se había desaparecido hacía ya mucho tiempo.
Por eso, cuando llegó el sábado de “la cita” (no sabía si llamarla así o no) fui con mas seguridad. No me produje mucho porque en realidad no sabía a qué iba. Pero bueno, pasar un buen rato con Deri y reírnos de pavadas no estaba mal.
-¡Hola! –saludó ni bien me vio –Ey, qué linda estás con vestido de mangas cortas.
-Deri, hoy  hace calor, vos sos el único loco que está con suéter –reí, y él también.
-Mmm...¿a dónde querés ir? Yo tenía pensado un lugar, pero me vas a mandar a la mierda cuando te lo diga.
-¿Por? Decime.
-Es que....yo nunca fui, y capaz que vos tampoco, y como los dos estudiamos lo mismo, pensé que....
-Ay, dejá de dar vueltas, ¿adónde?
-Al museo.
-¿Museo? ¡Está buenísimo! Nunca fui porque ni tenía tiempo, ¡pero me encantan!
-Ahhh....qué alivio...
Me reí de su cara y caminamos juntos hacia el museo. No era una cita común y corriente, no. Para muchos sería aburridísimo, pero a mí la idea me había gustado mucho.
La pasamos bien, observando todo, a veces riéndonos de los cuadros, y diciendo cualquier barbaridad. Cuando salimos compramos unos helados.
-Me imagino que alguna vez anduviste en barco, ¿no?
-No.
-¿Cómo que no? ¿Una inglesa que nunca anduvo en barco?
-Ni en bote. Ni en nada que flote. No sé nadar, con eso te digo todo.
Se rió, sin poder creerlo. Después, de la nada, me tomó una mano.
-¿Qué te parece si andamos en barco hoy? Sólo por un rato, en ferry.
Miré mi mano tomada por él, y después miré su rostro. Se veia contento, sus ojos negros brillaban.
-Mmm...no sé....-respondí dudando
-Vamos, para que sepas lo que es. Prometo cuidarte.
-Bueno, está bien.
-Genial, vamos al puerto.
Nos levantamos del banco donde estábamos sentados y caminamos algo apurados. Por alguna extraña razón, él no me soltaba la mano, y yo me sentía incómoda y muy, muy nerviosa.
Al fin llegamos al puerto y subimos a un ferry. Pese a que seguía incómoda, estaba entusiasmada porque nunca había viajado en un “coso” de esos. Me aferré a la baranda, ansiosa porque partiéramos de una vez.
-Veo que estás emocionada.
-¡Ay si! Ahora sólo me falta viajar en avión.
-Eso me gustaría a mí también. Si un día soy piloto te llevaré.
-O sea, nunca.
-Exacto –rió –Ey, no mires fijo el agua, vas a marearte y podés descomponerte.
-Uy no, no quiero arruinar todo.
Salimos, y la verdad es que a los diez minutos ya estaba mareada, pero no me importaba, ya que me la pasaba yendo de un lado a otro del barco, mirando todo, y Deri por detrás como si persiguiera  a una niñita inquieta. Por fin me quedé tranquila, mirando todo desde la popa del barco. Él se paró a mi lado, sin decir nada, sólo mirando hacia donde yo miraba.
-¿Te gustó el paseo?
-¡Claro! El museo es super interesante, los helados estaban riquísimos, y esto está genial. ¡Gracias!
-¿Gracias? Por favor Mercy, no me agradezcas nada, con saber que la pasaste bien me alcanza.
No lo miré, sólo sonreí. Seguramente estaría roja de vergüenza.
-Y vos...¿la pasaste bien? –pregunté con cierta dificultad. No quería que hubiera ese silencio incómodo.
-Sí, muy bien.
Y otra vez nos quedamos callados. “Decí cualquier gilada” me repetí, pero no se me ocurría nada. Al final, me quedé mirando el horizonte, ya que la tarde estaba acabando, pero mientras seguía pensando qué decir. Nuevamente me tomó la mano, y no se porqué yo se la apreté. Estuvimos unos minutos así, donde sentía que el corazón me latía muy fuerte. Él se acercó mas a mí, y en un rápido movimiento, me robó un beso.
El robo mas dulce de todos.  



*************************
Son dos hogares, dos destinos, que dividen mi camiiinoooooo
La que mira la telenovela Dos Hogares sabe porqué canto esto jajajja 
Como les va muchachas? Perdón por la tardanza, pero sepan que van a esperar MÁS. Por qué? No sé, vayan y preguntenle a la Universidad Nacional de Luján, que adelantó las fechas de examenes  de febrero. Por lo tanto, a meterle pata a Historia Clásica a fullll
Juli, escuché la canción de Los Gardelitos, y a verdad que re pega con el fic, sobre todo en que fuma marihuana ahh no jajaja en la parte en que se va con los pibes de la esquina ;) 
Bueno niñas/niños, espérenmeee, no me olviden! 
Volveré y seré sillones! XDDD