17 junio 2012

Capitulo 33 Bienvenidos al tren


Caminé unas cuadras, bajo una garúa, casi llovizna, bastante persistente. Mil cosas, palabras, imágenes, corrían por mi mente a velocidades supersónicas. Sacudí la cabeza, necesitaba aclararme, decidir adónde iría. Resolví que lo mejor sería ir hasta la terminal de ómnibus, y allí, mirando los colectivos, elegiría alguno que fuera a un lugar lejano, y que además me saliera barato.
Doblé en una esquina y un estúpido me llevó por delante. Como no estaba de humor, mejor dicho, no tenía humor, le hice saber acerca de su estupidez.
-¡Estúpido! ¿Por qué no mira por dónde camina?
-¿Mercy?
Bueno. Definitivamente la suerte no está de mi lado hoy.
-Hola Richard- dije sin entusiasmo.
-¿Adónde vas a esta hora? Es peligroso que andes sola y...
-No necesito que me cuides, gracias –di dos pasos, pero él me siguió.
-¡Ey! ¿Y esas valijas?
-Es que....voy a la casa de una amiga. –mentí
-Mmm...no te creo.
-Entonces jodete.
-¿E...estás enojada conmigo?
Me paré y lo miré.
-¿Qué te pensás? ¿Que sos la única persona del mundo? –lo dije con demasiada dureza, tanta que pude ver algo de tristeza en su rostro. –Ehhh...perdón, no es con vos la cosa, ando mal, y ya sabés, me la agarro con el primero que se me cruza.
-Está bien pero...¿qué pensás hacer? No sé, me preocupa...
Sonreí. Este pibe está empecinado en que me vuelva loca por él.
-Quedate tranquilo. Lo que te puedo decir es que por un tiempo no nos vamos a ver.
-¿Eh?
-Si...No sé cuánto tiempo, pero será el necesario para que se arreglen un montón de problemas.
-Pará, pará, no me hables con tantos misterios, ¿Vos me estás diciendo que te vas?
-Algo así.
Me miró de una forma dulce, o a lo mejor eso me pareció. La cuestión es que suavizó mucho mas su tono de voz, y se me acercó.
-No, morocha no.....no tenés que hacer eso, es una locura
-¿Qué  está pasando acá?
Ambos nos giramos y vimos a John, mirando con mala cara a Richard.
-¿Qué hacen ustedes dos solos, en este lugar tan oscuro?
-John,  no pienses mal, yo no tengo nada con tu novia.
-No es mi novia, idiota. Es mi hermana.
-¿De verdad pensabas que soy la novia? –dije apenas conteniendo la risa.
-No se si la novia, pero pensaba que había algo....
-JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA –John y yo reímos como locos.
-Gracias por hacerme reír –le dije cuando me calmé un poco.
Cuando John también se calmó, adoptó un aire serio, pero que igualmente le quedaba chistoso.
-Como sea, ¿qué estaban haciendo acá?
-Mercy se quiere ir.
-¿Qué?
-Se quiere ir, ¿no ves las valijas?
John me clavó su mirada, como lo hacía cada vez que me “analizaba”.
-¿Es verdad lo que dice éste tarado?
-Si, es verdad....-solté un largo suspiro –Y ahora, con el permiso de ustedes, me voy. Déjenme en paz.
-¡No! ¡Vos no vas  a ninguna parte! –John me tomó del brazo con fuerza –A ver, decime qué te pasó como para que hayas decidido eso.
-Yo....ehh.....Ay John, ya sabés, mis padres....-miré de reojo a Richard, no quería que se enterara de mi situación familiar –La mejor forma de liberarme, es irme.
-¿Y dejarnos a nosotros? –dijo Richard. Si no te dejo te como, bombón.
-Bueno...algunas cosas hay que sacrificar...-dije disimulando mis pensamientos.
-No loca, no –negó John  -Es re peligroso, sos una chica, te puede pasar cualquier cosa. Además, ¿de qué vas a vivir?
-Puedo tocar la guitarra –señalé a Violeta, colgada en mi hombro.
-¡Si sabés dos acordes locos!
-¡Igual que vos! –lo miré mal, pero él permaneció calmado.
-Mercy, pensá un poquito. Yo te entiendo, pero va a ser peor el remedio que la enfermedad. Si querés que tus padres se dejen de joder, lo mejor es que se lleven un buen susto. Si querés podés irte, pero por una noche, cosa que se preocupen, se desesperen, pero nada mas. No vale la pena que dejes todo y te pongas en peligro, vos no tenés la culpa.
Bajé la cabeza y miré el suelo, tratando de pensar en lo que me acababa de decir. Tenía razón, pero no sabía si podría resultar.
-Bien –dije de repente –Me voy a ir sólo por ésta noche. Gracias por todo, chau.
-No, pará –Richard se me paró enfrente -¿Vos pensás irte sola?
-Si sólo es una noche...
-En una noche pueden pasar muchas cosas
-Richard tiene razón. Gracias Rich, te podés ir  a tu casa.
-Pero la podemos acompañar los dos...
-No.
-Pero...
-Yo soy el hermano.
-Ahh, cierto....bueno suerte. Mercy, no te preocupes mas, todo va a salir bien –me hizo una sonrisa encantadora, a la que traté de corresponder pero no pude porque John me tironéo para que lo siguiera.


-¿Y adónde vamos a ir? –pregunté, tratando de seguirle el paso. Estaba media enojada porque no dejó que Richard viniera con nosotros.
-En primer lugar,  a mi casa.
-¡Ah no John! ¡Yo no quiero esconderme en tu casa!
-Dije “en primer lugar”. Después vamos a ir a otro lado.
-No entiendo.
-En mi casa vamos a guardar esas cosas que traés, porque te molestarán.
No respondí, sólo lo seguí. Por suerte la llovizna había cesado, y hasta parecía que el frío también.
Llegamos a la casa, pero no entramos dentro, sino que nos dirigimos a un cuarto que estaba al otro lado del jardín trasero. John buscó la llave debajo de una maceta con flores y abrió. Me dijo que dejara mis cosas allí, y así hice. Cerramos y nos fuimos a la calle, cuidándonos de que nadie nos viera.
-¿Y ahora? –pregunté.
-Vení –me tomó de la mano y me llevó casi corriendo. Cuando nos alejamos un poco de la “zona de peligro”, dejó de correr y comenzó a hablar. -¿Te acordás de la vez que te pregunté cuál era tu sueño?
-Si, estábamos en Strawberry Fields....Ah ya sé, me vas  a llevar ahí.
-No. Vos  me dijiste que te gustaría viajar en tren, de noche.
-Si...
-Bueno, ésta noche tu sueño se cumplirá.



No sé cómo sucedió, pero de pronto me vi escondida entre unos yuyos altos, al lado de la vía. El plan de John era lo mas descabellado que había oído salir de su boca: esperaríamos que el último tren carguero saliera de la estación, que estaba a unos cien metros de nosotros. Cuando pasara, aún a poca velocidad, saldríamos de nuestro escondite y saltaríamos a algún vagón. No tenía que ser de los primeros vagones porque el maquinista podría vernos, y tampoco de los últimos, porque allí siempre revisaban, en busca de vagabundos que se subieran.
-John, esto está mal.
-Lo sé.
-Yo no voy a poder subir, me voy a enganchar con algo y el tren me va a pasar por arriba.
-¡Cortá con la mala onda! Yo me subo y te ayudo a vos. Es fácil. Atención, está por salir.
Escuché la bocina del tren y el rechinar de sus ruedas. En pocos segundos estaría frente a nosotros.
Vimos como se acercaba. Tendría, fácil, unos 40 vagones, donde llevarían de todo.
La máquina, o locomotora, pasó, y John contó 10 vagones hasta que me gritó que lo siguiera. Nos abrimos paso entre los yuyos y nos pusimos al lado del tren. El ruido era ensordecedor. Para qué mentirles, estaba muerta de miedo. Cualquier error de cualquiera de nosotros haría que termináramos convertidos en cadáveres. John comenzó a correr, supuestamente había elegido el vagón número 14. Teníamos que apurarnos, el tren estaba tomando velocidad. John siguió corriendo a la par de ese vagón, hasta que pudo agarrarse a un fierro, para, en un revoleo de piernas, saltar y caer dentro. Ahora venía el drama ¿cómo lo haría yo? Para colmo, la puerta no estaba abierta del todo, y si saltaba podía golpearme en ella.
-¡¡¡Dale Mercy!!! –me gritó, estirándose cuanto podía.
-¡N...no llego! –me faltaba el aire, ya habia corrido mucho, y eso, sumado al miedo y a que me tropezaba con la cantos rodados de las vías, estaba haciendo que no lograra alcanzar el vagón.
-¡DALE! –gritó una vez mas, estirando su mano. Si se movía un centímetro mas, podría caer.
Hice un esfuerzo sobrehumano, corrí mas rápido, como nunca en mi vida, y me aferré a su mano. Él tironéo con fuerza, hasta que quedamos tirados uno arriba del otro. Pero dntro del vagón.
-Ehh...Mercy....¿podrías salir de arriba mío? Si fueras mi novia aprovecharía, pero me das un poco de asco
Como pude me desenredé de él y me puse de pie, ayudándolo a él también a hacerlo.
-Uf...casi nos matamos...-dijo en un suspiro
-Ya lo creo –comenzé  a investigar qué llevaba ese vagón, al parecer eran bolsas de harina. Y por suerte, no viajaba nadie mas, ya que eso podría pasar y nos llevaríamos un buen susto.
-Esto lleva bolsas de....-pero no pude seguir. John acababa de abrir la puerta casi del todo, dejando ver el campo, así como las nubes se corrían dando paso a una enorme luna llena. Era tal cual lo había soñado.
-Sentémonos –John se sentó casi al borde del vagón, apoyando su espalda en la puerta, y con las piernas estiradas, paralelas al piso. Hice lo mismo, para quedar frente a frente.
-Gracias. Gracias Johnny por esto.
-No me agradezcas nada, ¿para qué somos hermanos?
Le sonreí y miré a mi sueño hecho realidad. El campo, iluminado por la luna y yo, en un tren carguero.
-¿Tenés frío?
-Algo.
-Tomá –me extendió una petaca de whiskey –Pero tomá poquito, no me gusta que tomes. Tenés aire de borracha, no quiero que termines en Alcohólicos Anónimos.
Tomé casi la mitad, nada mas que para hacerlo rabiar. Se la devolví y me miró enojado, pero sabía que no lo estaba. También tomó, y buscó algo en su campera.
-¡Mirá! –dijo mostrándome una de sus armónicas
-¡¡¡¡Siiii!!!! ¡Tocá algo!
-¿Qué cosa?
-Lo que quieras.
Comenzó a tocar algo improvisado, que por momentos era alegre y por momentos triste y melancólico. No sé cuánto tocó, pero fue lo suficiente como para que fuera la banda sonora de mi vida, que recordaba casi momento por momento. Era una combinación perfecta: mi sueño, su música, mi vida.
Cuando dejó de tocar lo miré. Él también parecía pensativo.
-John...¿estás bien?
-Si...digamos que si....-miró afuera, veía como brillaban sus ojitos, estaban húmedos.
-¿Como lo vas llevando? –sabía que se daría cuenta a lo que me refería.
-Bien...creo. No es fácil cuando se te muere tu mamá, o papá. Es un herida que no se cura mas, aunque pienses que si. En esos casos lo de “el tiempo cura todo” no sirve, porque pensás que ya está, que pasó todo y no. Porque...bah, no me vas a entender, y ojalá no me entiendas nunca. Es muy duro.
Me quedé mirándolo, hasta que me puse de pie, me acerqué, me senté junto a él y lo abrazé, pero en realidad no sabía qué hacer. Como se dice en “El Principito”: ¡Es tan misterioso el mundo de las lágrimas! A lo que yo podría agregar, ¡Es tan misterioso el mundo de Lennon! Él sabía como consolarme, y yo me sentía impotente por no saber qué hacer cuando él estaba mal.
-Bueno, bueno, esto está demasiado dramático –dijo soltándose –Hermana, tenemos que hablar seriamente.
-Muy bien, como quieras –volví a mi anterior lugar, otra vez frente a él.
-Dudo que esta charla la hayas tenido con tus padres, así que como hermano mayor, me corresponde.
-No te entiendo nada.
-Vos dejame hablar. Supongamos que Richard te da bolilla. Se interesa por vos. O Richard u otro. Vos, jamás, en la primera cita, o en la segunda, la tercera, o en la número mil, vas  a entregar “tu tesorito”.
-¿El qué?
-“El tesorito”. No me digas que no sabés de qué te hablo.
-Ehhh...no.
-¡Ay Mercy! ¡El tesorito!
-N...no sé...
-¡El tesorito! ¡La virginidad!
-¡¡¡JOHN!!!
-Y bueno ¿cómo querés que te lo diga si vos no me entendés?
-¿No tenés otro tema para hablar?
-No. Quiero hablar de éste tema.
-A ver, decime, ¿para qué me decís esto?
-Porque no quiero que nadie se aproveche de tu tonta ingenuidad romántica, y para que después no vengas a decirme que voy a ser tío.
-Que horror lo que me decís.
-Alguien te lo tiene que decir, ¿tus padres nunca te hablaron de eso?
-La verdad....no. Nunca se habla de esos temas. Todo lo que aprendí sobre esas cosas fue gracias a dos enciclopedias y un diccionario. Obviamente los leí a escondidas.
-¿Ves? Así que no me vaya a enterar de que entregaste el tesorito a alguien, porque te mato a vos y al alguien. Antes te ponés de novia, me lo presentás, y al año, mas o menos, sí. O cuando te cases.
-Que puritano te pusiste de pronto jaja. Qué hermano “guardabosques” que tengo. Yo no voy a estar pidiéndote permiso a vos.
-Está bien, hacé lo que quieras, yo te avisé, después no quiero llantos acá. Otra cosa. Supongamos, otra vez, que Richard, u otro, llamémoslo “X”...
-No vengas con matemáticas acá...
-Bueno, bueno. Richard u otro, te da un beso. ¿Vos sabés besar?
-¡John esas preguntas no me gustan!
-¿Sabés o no sabés?
-¡No!
-¿Y qué vas  a hacer?
-¡Y qué se yo!
-No, ésa no es una respuesta.
-El único beso que di fue  a los 9 años, a un chico de 5
-¡Meeerrrrcyyy......eso es una confesión grave!
-Como si vos fueras tan santo.
-Así que no sabés besar....¿no querés practicar conmigo? –me miró con malicia, pero se ganó unas patadas mías. -¡Ay loca, pará, no me patees que me vas hacer caer!
-Entonces dejá de decir pelotudeses.

El tren comenzó a frenar, estábamos llegando a una estación. Lo mejor sería escondernos, y eso hicimos, detrás de las bolsas de harina. El tren frenó, se escuchaban voces cada vez mas cercanas.
-Sonamos, anda el guarda –John se escondió mas –Escondete  abusadora de menores
-¡John!
-Shhh....
El guarda se paró en la puerta e iluminó con una linterna. Luego se asomó afuera.
-¡Acá no hay nada! –saltó y se alejó.
-Uff..salvados! –dije –Igual esperemos  a que el tren salga de vuelta.
Luego de 10 minutos, el tren comenzó a andar nuevamente, y salimos de nuestro escondite.
-Hermana, antes de llegar a la próxima estación, tenemos que bajarnos, así después nos subimos al siguiente para volver.
Me agarré la cabeza. No sólo tendría que saltar para bajar de éste, sino que también saltar para subir  a otro, y luego saltar otra vez para bajar.
Anduvimos casi una hora mas, hasta que sentimos como el tren disminuía la velocidad y divisamos una estación.
-Ahora o nunca –dijo John, y así, sin mas, saltó con los brazos abiertos, como si quisiera salir volando. Hasta en estas situaciones seguía haciendo payasadas.
Tomé aire y salté, obviamente gritando. Caí entre unos matorrales, dando tumbos.
-¿Estás bien? –me dijo John levantándome.
-Si, creo que si.
-En menos de media hora pasará el otro.
Nos escondimos, el frío calaba los huesos, todo estaba mojado, y como aún faltaba para que amaneciera, estaba oscuro y se veía poco y nada. Saqué unos cigarrillos de un bolsillo y los compartimos, mientras esperábamos.
Divisamos la luz del tren, exactamente media hora después de habernos largado del otro, aunque nos parecía mucho mas, debido al frío que teníamos. Hacía un chiflete bastante importante. Nos preparamos, esta vez las cosas tendrían que salir mejor.
En efecto, así fueron, ya que el tren pasó a menor velocidad, ésta vez pude subirme por mis propios medios.
-Nuestro próximo trabajo será asaltantes de trenes –dijo John sacudiéndose –¡Ey! ¡Mirá! Estoy lleno de harina ¡y vos también!
No sólo teníamos harina, sino también aceite de tren, tierra, y abrojos.  Nos sacudimos un poco y nos sentamos a disfrutar del viaje de vuelta, que no fue menos hermoso que el de ida, ya que vimos como amanecía.
-Bueno loca, ya estamos llegando a Liverpool. Será mejor que saltemos ahora.
Saltamos, ésta vez juntos, pero caímos un poco mal.
-¡Auch, mi tobillo! –me quejé
-¡Mi mano! Mercy, lo siguiente será ir  a mi casa. Juntás tus cosas y te volvés.
Bajé la cabeza y suspiré. No quería volver.
-Va a estar todo bien –dijo casi adivinando mi pensamiento.
-Bueno, pero no voy a decir que vos estuviste metido en todo esto, porque te van a retar. Yo me cambio un poco en tu casa, y vos te vas  a dormir, como si nada hubiera pasado.
-No, no. Vos decí que yo te acompañé, así saben que estuvo todo bien.


Cuando llegamos a su casa, no había un alma en la calle. Era demasiado temprano, tipo cinco y media de la mañana.
Nos metimos como ladrones en el jardín, y me cambié en el pequeño cuarto trasero, mientras él se metía en su habitación y también se cambiaba, y robaba algo para comer de la cocina. Cuando estuvimos listos, salimos a la calle.
-John, gracias otra vez
-Me decís gracias de vuelta y te pego.
-Está bien...-le sonreí, y toqué timbre en mi casa. De inmediato se abrió la puerta y apareció mi madre, llorando.
-¡Hija, volviste! –me abrazó -¡Perdón, perdón! No volverá a pasar mas
-Bueno mamá –me solté, esas cosas me incomodaban.
-¿Donde estuviste? –preguntó mi padre
-Iba  a irme, para siempre. Pero me quedé por ahí, porque John me encontró y estuvo toda la noche conmigo, hasta que me convenció de volver.
Los dos lo miraron raro: que su hija “haya pasado toda la noche” con él, les sonó mal. Pero ni a mi ni a él nos importó.
Mis padres siguieron abrazándome, ignorando por completo a John.
-Pasá hijita, andá a dormir un rato, tenés carita de cansada, ¿no querés tomar algo caliente?
-No mamá, dejame tranquila –dije fastidiada.
Y antes de que cerraran la puerta vi a John parado en la vereda. Ambos nos guiñamos un ojo y sonreímos. Habíamos compartido otra locura juntos.

*-*-*-*-*-*-*--*--*-*--*-
Yo no sé si soy yo o qué, pero siento que últimamente escribo mas pésimo que antes. O sea, se me ocurren "buenas ideas" por así decirlo, pero cuando las escribo quedan mediocres. Un claro ejemplo es este capitulo, re elaborado lo tenía y cuando lo escribí no me conformó, y encima no pude arreglarlo. 
Sepan entender la incapacidad de esta escritora aficionada.


05 junio 2012

Capitulo 32 Maldición! Va a ser un día hermoso


Parada esperando el bondi, temblaba de frío. Arggg....como odiaba ir de pollerita al colegio con semejante invierno. Me froté las manos, pese  a que tenía guantes, las sentía heladas. Y el puto bondi que no viene. Si no aparece me convertiré en estatua de hielo.
-Mercy! Ey!
Miro a todos lados y veo a Richard acercándose. Qué raro....él no toma el colectivo acá.
-Hola Rich, ¿todo bien?
-Si, si. Veo que el bondi está tardando...
-Si. Encima no doy mas del frío.
-Yo también.
No decimos nada mas, sólo miramos hacia el lado en el que debe aparecer, si quiere, el bondi.
-Emm....Mercy....-algo raro está pasando. Se me acerca. Mucho. Tanto que me está tirado a la cara el humito que sale de su boca.
-¿Qué pasa? –pregunto un tanto nerviosa
-Nada, solo que....al final no pudimos hablar....sobre lo que me dijiste....
-Richard yo...
-Shh....no digas nada....-me toma del mentón con su mano enguantada, y se acerca para.....¡ME ESTÁ BESANDO!
-MEEEERRRRCYYYYY!!!!! ¡¡¡LEVANTATE SON 7 Y 15!!!! ¡¡¡VAS A LLEGAR TARDE!!!
¡Mierda, mierda, mierda y mas mierda! ¡Inmundicias sobre la virilidad de los perros incircunscisos! ¡Sólo fue un puto sueño!


Entro al colegio con mi peor cara. Ha pasado un mes de mi gira, de lo que le pasó a John, y del cumpleaños de Richard. Mi papá está contento, John me saca favores a costa de dulces “hermanita querida” y Richard, por suerte, no tocó mas el tema. Por suerte o por desgracia, porque  a veces tomo un cierto coraje para decirle, pero como el ya no nombra mas el hecho, no le digo.
-Wells, esa trenza...-el preceptor me dice por enésima vez que me quite la trenza que me hice en Blackpool. Lo ignoro, no sé qué tiene de malo una trenza, aparte me gusta hacerme la rebeldona.
-Mercita! ¿Cómo estás? –Shotton y varios de los amigos que tiene en común con John se acercan a saludarme.
Como no tengo amigas en mi curso, ya que todas las chicas pertenecen al séquito de Marcia, casi siempre ando entre varones. Y mas desde hace tres días, en los que los chicos de 1º año, donde están Isabella y Ursula, se han ido de campamento. Ahora no sólo paso las clases entre varones, sino que también los recreos. Y debo decir que a veces, los chicos son mejores. Mientras que las mujeres hacen sonrisitas hipócritas frente a Marcia, para luego hablar a sus espaldas, los varones son extremadamente fieles entre ellos, y antes de hablar mal, se agarran a trompadas.
Estábamos en el primer recreo, y como siempre, yo estaba entre ellos. Esto tenía sus ventajas y desventajas: por un lado, ante cualquier cosa me defendían, y también me convidaban golosinas. Y por otro lado, tenia que aguantar sus tonterías, sus interminables charlas sobre fútbol y que hablaran de mujeres delante mío como si fuera un varón mas. Si, me estaba convirtiendo en una marimacho. Y eso, era algo imperdonable...
-Wells –el preceptor, otra vez.
-Sí, ya sé, la trenza....
-No es por eso. La regente quiere hablar con usted.
¿Regente? Apenas sabía que en el colegio había una. Y jamás había escuchado que un alumno tuviera que hablar con ella. Si a alguien le decían que tenía que hablar con el director, seguro era por algo malo. Si le decían de hablar con la vicedirectora, era por algo bueno, pero....¿y si le decían de hablar con la regente? ¿Qué significaba eso?
-Venga por aquí
Seguía al preceptor hasta el despacho de la regente. Golpeó y abrió la puerta.
-Aquí está.
-Muy bien, que pase.
El preceptor me hizo señas de que entrara.
-Wells, querida, toma asiento –dijo amable la mujer.
Me senté con cuidado y bajé la cabeza, acatando la regla de jamás mirar a los ojos a un superior.
-Te llamas Mercy ¿no es cierto?
-Así es.
-Veo que tus notas son muy buenas, te felicito.
-Gracias....
-Pero....hay algo que tu preceptor y varios de tus profesores han notado...siempre estás entre tus compañeros varones...¿por qué?
-Bueno....porque....ellos son mis amigos.
-¿No tienes amigas mujeres?
-Si, pero están en el campamento. Y tengo otras amigas, pero no vienen a esta escuela.
-Entiendo....pero....Mercy, tendrías que tener cuidado.
Levanté la vista, era extraño lo que me estaba diciendo. Ella continuó, con la misma amabilidad.
-No es bueno para una joven estar rodeada de varones. Da malas ideas, no está bien visto. Es una suerte que el colegio haya notado tu actitud, así puedes corregirla.
-Disculpe, pero no entiendo. Son mis amigos, hacemos juntos los trabajos, los ayudo, en los recreos charlamos....luego del colegio los veo, mas o menos todos viven cerca de mi casa. Puedo dar fe de que son buena gente, no sé dónde está lo malo.
-Lo malo está en que son los mas revoltosos del colegio. Y es una pena que una jovencita como vos, que tiene notas altas que la llevarán directo a la universidad, esté mezclada entre esos alumnos. Tienes compañeras en tu curso, sé que tiene una conducta intachable y proceden de buenas familias. Y si quieres tener amigos varones está bien, pero es conveniente que sean otra clase de chicos, con mejores notas y conducta.
-¿Usted me está pidiendo que cambie de amigos? –ésta mina está loca.
-Es por tu bien, querida.
-Pero...pero...¡éste colegio no puede obligarme! –ya no me importaba la regla de conducta ante la autoridad, estaba indignada -¡Es una locura lo que usted me dice!
-No te pongas así –la mujer seguía con su parsimonia –Es una recomendación, es un lástima, vienes de un buen colegio de Londres, aquí tienes excelentes notas....
-Entonces empezaré a sacarme malas notas y a ser lo peor del colegio, así combino mejor con “los revoltosos”. –me puse de pie y me fui sin saludarla.
Afuera, “los revoltosos” estaban esperándome, ansiosos e intrigados.
-¿Y? –preguntó John
-Nada –caminé por la galería, hasta llegar  a mi aula. Sin embargo, ellos me seguían.
-¿Como que nada? ¿Para que te llamó?
-Por....por nada. Una pavada –no queria decirles la verdad, sabía que les dolería.
-¿Y que pavada es esa?
-Cosa de mujeres –dije mientras sacaba dinero de mi mochila
-No te creo nada.
-Eso, no creo que la regente te llame por cualquier cosa –agregó Ivan
-Pues ya lo ven, fue una tontería. ¿Me dejan salir? –todos me obstruían la puerta del aula –Quiero ir al kiosco.
-No hasta que nos digas qué pasó.
-John...
-Hermana, hablá.
-Pero...es que no les va a gustar.
-¿Tiene que ver con nosotros? –preguntó Eric Griffiths
-Digamos que...si.
-Bueno, decinos
-John, no quiero, es feo y...
-Dale.
Respiré hondo, mirándolos a la cara.
-Ellos consideran que yo no debo ser amiga de ustedes
-¿Quiénes son ellos?
-Los profesores y los directivos.
-¿Pero por qué? –preguntó Ivan
-Primero porque no está bien visto que una chica tenga amigos varones
-Qué estupidez...
-Y segundo porque tengo buenas notas y ustedes son.....ustedes se portan mal.
-No entiendo la relación de esas dos cosas
-Creo que piensan que ustedes son algo así como....mala influencia.
-No puedo creerlo. ¿Eso te dijeron? –John parecía irritado –Mañana le prendo fuego a este colegio de mierda
-¡John, no hagas locuras! Chicos, a mi no me importa lo que me digan, ustedes son buenas personas y no los pienso abandonar solo porque a una vieja loca que no viene nunca a trabajar se le ocurre.
-¡Mercy presidenta! –gritó Pete
Sonreí, pero me sentí mal igual.
-El tema es que....me dolió lo que me dijo. No puedo creer que pretendan elegirle las amistades a sus alumnos. Lo que mas temo es que hablen con mis padres y que ellos estén de acuerdo...


Llegaba casi de noche a mi casa, después de trabajar. Mi madre preparaba la cena.
-Hija, vení por favor –dijo al ver que me dirigía a las escaleras
-¿Qué pasa, má?
-Esta tarde llegó ésta carta –me mostró un sobre. Temblé. En el frente tenía impreso el escudo del colegio –Sentate.
Le obedecí, ella se sentó frente a mi.
-La carta dice que ésta mañana la regente habló con vos, ¿esto es así?
-Si....
-¿Te dijeron que cambies a de amigos?
-Si, me dijeron eso.
-Y vos te enojaste.
-Si, pero fue por...
-Si, ya sé porqué fue. Te conozco, te enojás y explotás. Pero debo decirte que tuviste razón. Si el colegio hubiera notado algo raro en tu conducta tendría que haberme citado  a mi, y no haberte dicho lo que te dijeron.
-Ellos dicen que no está bien que una chica esté rodeada de varones...
-Lo sé. Pero también sé que vos no sos así. Tus amigos son muy buenos, John  será un loquito, pero debo reconocer que siempre te trató bien y que acá nunca trajo problemas. Y también sé que no sólo tenés amigos varones, sino también chicas. Es una suerte que tengas buenas amistades, yo a tu edad no tenía amigos.....Bueno, ésta carta irá al tacho de la basura.
-Entonces... ¿no les vas a hacer caso?
-Claro que no. Yo soy tu madre, no ellos. Eso si, lo de gritarle a la regente no te lo perdono. Tenés que aprender a controlarte.



Al día siguiente, seguía con “los revoltosos”. Salvo que Isabella y Ursula había regresado y nos contaban a todos sobre sus experiencias campamendísticas.
-Y en un momento, el viento nos apagó la fogata ¿Saben lo feo que es quedarse a oscuras en medio del bosque? –contó Ursula.
-¿Y qué hiciste mi amor? –preguntó Pete...claro que, después se dio cuenta de un pequeño detalle: el “mi amor”.
-Ayyy “mi amor” jajjajajajjajajajajjaa –se burlaron algunos. Menos Lennon, Isabella y yo, que no salía de mi asombro.
-¿Son novios? –preguntamos los tres
-Esteee......bueno.....-Pete se veía nervioso
-...Si....-completó Ursula –Nos arreglamos el día antes del viaje de campamento
-¡No me contaste nada! –protestó Isabella
-¡Y a mi tampoco Shotton! –dijo John
-Es que...
-¡Es que nada! Vámonos Isa, no te juntes con ésta chusma –John abrazó a Isabella para irse “ofendido” aunque sólo hizo dos pasos y volvió –Era hora de que fueran novios, no sé qué esperaban –sonrió y se fue al kiosco, aún abrazado a Isa, que moría de vergüenza.


Ya en clase de literatura, todos bostezábamos. La profesora, al parecer, tenía un doctorado en aburrimiento. Si leer era uno de los placeres mas lindos, ¿por qué esta mina lo convertía en una tortura china?
Comenzé a juguetear con mi trenza. Si, aún la tenía, la habia escondido debajo de la camisa, pero sentada al fondo, la vieja ni vería que la tenía puesta.
-¡WELLS! ¿¿¿Qué es eso que tiene en el pelo??? –todos se dieron vuelta para mirarme. La vieja, que siempre parecía una momia, ahora parecía haber cobrado vida solo para gritarme.
-E...es....u...una trenza...-carajo mierda, me descubrió, ahora sí que estoy en aprietos.
-¡NO ESTÁN PERMITIDAS ESAS COSAS!
-P...pero...
-¡SE VA YA MISMO A SU CASA!
-¿Eh? ¿A  mi casa?
-¡Si! Se va a sacarse esa trenza ¡Junte sus cosas y váyase!
Me puse de pie, incrédula. Al parecer, me tendría que ir nomás, la tipa parecía decidida.
-¿Me voy? –pregunté tontamente
-¡Le dije que si! ¡Váyase de una vez! –señaló la puerta, gritando enfurecida. No podía creerlo porque, como dije, es una momia, y hoy parecía haber entrado hecha un demonio. Pobre...a lo mejor el marido no la atiende bien....




Cuando salí a la calle, todavía no me la creía. O sea...ni a John habían mandado a su casa. Aunque, bueno, él no necesitaba eso, se escapaba y listo.
No sabía qué hacer. Mi madre era buena, pero no tanto como para perdonarme que me hayan hechado. Así que ir  a mi casa no era una buena opción. Pero sola me aburría. Entré, mirando a todos lados, al colegio, y me asomé a la ventana de mi salón. Mi objetivo era decirle a John  que se escapara. Pero la vieja de literatura todavía estaba dando clases y John estaba....completamente dormido. Salí a la calle, y dirigí mis pasos hacia el Liverpool Institute. Cuando llegué, estaban en pleno recreo, lo que me facilitó escabullirme, aunque muchos me miraron raro.
-ABBY! –le grité por detrás. La pobre chica dio un salto.
-¿Mercy? ¿¿¿Qué estás haciendo acá???
-Tranquila muchacha. Me hecharon del colegio, me mandaron a casa por esto –le mostré la trenza –Y como estoy aburrida, vine para saber si querés escaparte conmigo.
-¿¿¿Qué??? Vos estás re loca
-Dale, podemos ir  a pasear por ahi. Decile a Paul, a George, a Majo....¡hagamos una escapada colectiva!
-No, no, Mercy, vos estás mal...
-Ay, no te estoy pidiendo que te vayas del país, solo es irte del colegio.
-¿Sólo eso? ¿Pero qué tenés en esa cabezota? ¿Una fábrica de pirulines?
-Mmm...sería rico eso! Se me antoja uno... Jaja dale Abby, vamos.
-No. Andate vos por ahí, entretenete. Salí de acá antes de que te vea algún profesor
-Pero...! –intenté hacer un papel de caprichosa hija única, pero no pude. Abby ya me había empujado afuera.




Caminé pateando piedritas. Estaba cansada, habia caminado mucho, tenia algo de sed y sólo eran las 10 de la mañana. Salir antes de la escuela es un bodrio. Encima tenía ganas de tocar a Ernesto. Epa!!! no piensen mal! Ernesto es mi piano, bah, piano de la familia. Pero si iba a mi casa....no, mejor no. De pronto, escucho que desde un bar, o algo así, salía un sonido de piano. O es mi imaginación, o es verdad. Compruebo que es verdad. De ese lugar sale música, y yo donde hay música, voy.
Me metí en ese lugar, llamado Casbah, o algo así. Ni bien entré, vi a una mujer detrás de la barra, limpiando. Unos tres tipos tomaban en las mesas, y otro tocaba....¡un piano! Bueno, en realidad era como un pianito, de esos que hay en la películas de vaqueros, cuando van a una cantina o un cabaret. Estaba bastante desafinado, pero hacía de las suyas.
-Nena ¿no tendrías que estar en la escuela? –me preguntó la mujer cuando me vio con el uniforme
-Si, pero me mandaron  a casa –respondí  mientras me acomodaba en la barra, sin dejar de mirar al que tocaba.
-¿Vas a tomar algo?
-Jugo de naranja, por favor
-Solo vendo bebidas alcohólicas
-Ahh...-la miré, esperando que me sacara afuera por ser menor de edad, pero no hizo nada -¿Qué es lo mas barato que tiene?
-Cerveza
-Uhh....no me gusta mucho. Tráigame una ginebra. Pero en vaso chiquito.
La mujer se sonrió y puso ante mi la botella y el vaso, para luego servirme. Le di un sorbo, la porquería quemaba la lengua y la garganta.
Vi que el tipo dejó de tocar, se puso un sombrero, saludó y se fue. Otro, bastante borracho, se acercó al pianito y tocó algunas teclas, para después sentarse otra vez en una mesa.
-¿Puedo...tocar? –dije con mucha timidez a la mujer, mientras señalaba el piano
-Si, está para eso –contestó escéptica.
Me acerqué acomodándome la pollera y sacándome la mochila, que dejé en el piso. Me senté y toqué algunas teclas. Pensé un ratito lo que podía tocar y arranqué con School Days, para hacerle honor a mi día escolar. El tema siempre lo había escuchado con guitarra, pero hacía un tiempo que lo había sacado con Ernesto.
Cuando terminé, vi que a mi lado estaban parados tres o cuatro parroquianos. Tuve miedo, quien sabe qué me dirían o me harían estos borrachos. Pero mi temor se fue cuando uno, amablemente, habló:
-Nena ¿podrías tocarlo de vuelta? 
-Si, claro –respondí un poco extrañada.
Toqué de vuelta el tema, y cuando terminé, el que me pidió la canción me extendió.....¡un billete de 5 pesos!
-¿Sabés Mess Around? –preguntó otro, arrastrando las palabras
-Mmm....creo que la recuerdo...
Toqué algunas notas, hasta que recordé la canción, y cuando terminé, él también estaba dándome otro billete.
Otro, con cara de superado, me miraba. Me daba gracia su cara combinada con la borrachera que tenía cuando eran apenas las 10 de la mañana.
-Muy lindo todo –dijo –pero no creo que sepas “Down the Road a Piece”. Si la sabés te doy 10 pesos.
Sonreí aceptando el reto. Nunca en mi vida tuve 10 pesos tan asegurados.
-Y pensar que creía que no la sabrías...-dijo cuando terminé y lo miré, victoriosa –Ahh...tendré que darte el dinero chiquilla...-sonrió con satisfacción y me dio mi billete.
Los tipos siguieron pidiéndome temas y dándome billetes o monedas, que guardaba en los bolsillos de mi blazer. No podía creerlo, así, de casualidad, estaba ganando dinero gracias a la música, por primera vez.
Vi en el reloj pulsera de uno de ellos que ya eran las doce. Había pasado rápido el tiempo, y ya era hora de volver a casa si no quería levantar sospechas. Me despedí y me acerqué a la barra, para pagar mi ginebra.
-¿Cómo te llamás, nena? –preguntó la mujer
-Mercy Wells
-Ahh...sos buena tocando....¿sos algo de Rudolph Wells?
-La hija...-ay no, esta mujer conoce  a mi padre, estoy fundida -¿Lo conoce?
-No, pero lo escuché nombrar, dicen que es muy bueno. Parece que vos sos igual.
-Gracias....-salvada! No lo conoce! –Señora, acá le dejo el dinero, quédese con el vuelto.
-No, no, la casa invita.
-Bueno...muchas gracias, entonces
-De nada. Y no te sigas escapando del colegio.


Esa tarde, antes de ir a trabajar, guardé celosamente en mi caja celeste el dinero que junté haciendo algo que amaba. Sólo eran 30 pesos, pero para mi era muchísimo. Me había dado cuenta que de la música se podía vivir, o por lo menos, hacerse un poco de dinero. Los dejé ahí, no quería gastarlos por nada del mundo, sólo queria contemplar esos arrugados billetes.
Llegué a la cafetería con un poco de retraso, pero justo para ver una pelea en plena ebullición.
-¡Si te manda mamá podés irte! ¡No quiero hablar! –le gritó Paloma a su hermano
-¡No me manda nadie! Vine por mi cuenta y vamos a hablar, quieras o no.
-¡George no hay nada de qué hablar! ¡Me voy y punto!
-¡Pero vos estás loca! ¿Cómo te vas a ir así, con tu novio?
-Si eso es lo que te preocupa, te aviso que antes voy a casarme Y ahora, ¡andate!
-¡No quiero!
Cris y yo mirábamos perplejas la escena. Yo sabía que el pequeño Harrison no era lo que parecía pero...¿Paloma? ¿Qué estaba pasando como para que gritara así?
-¡Te dije que te vayas, estoy trabajando!
-¡Y yo te dije que no me voy!
-¡Entonces me voy yo! –agarró su bolso y miró a Cris –Perdón, pero me tengo que ir, después descontame el día.
Cris sólo asintió con la cabeza y vio como Paloma se iba dando un portazo.
-Perdón por esto...-dijo George, apenas
-¿Qué es lo que pasa? –le pregunté, dándole un vaso de agua
-Jack, su novio. Eso es lo que pasa.
-Parece un buen chico, aunque sea un teddy boy –dijo Cris, pensativa
-Es bueno. Pero se va a América, consiguió un buen trabajo y tiene muchos familiares allá. Y Paloma quiere irse con él.
Cris y yo nos miramos asombradas.
-Es lógico, lo quiere...-dije
-Si, pero no saben el despelote que se armó. Bueno, me voy, gracias y perdón –George se fue caminando lentamente.
-Veo que se avecinan tormentas sobre la familia Harrison –dijo Cris mientras lo veía. –Bien Mercy, tendremos que arreglarnos solas por hoy.


A las dos horas nos dimos cuenta que solas no podíamos. El local se había llenado de gente y no dábamos a basto.
-Hola Mercy! –Ursula estaba frente a la barra con unos libros en la mano
-Hola chica con novio –reí
-Ay ¿vos también?
-Mentira, me gusta que mis amigos encuentren sus medias naranjas. ¿Si, señor? –pregunté  a un tipo que esperaba ser atendido
-Un café con mediaslunas
-Ok! Ursula, contame ¿qué andás haciendo por acá? –dije mientras preparaba el café
-Estaba aburrida y vine
-Aquí tiene, señor –puse la taza frente al hombre –Ya traigo las mediaslunas. Ursula, ¿y tu novio?
-Se fue con Ivan a hacer un trabajo en la escuela, ahora quiere tener buenas notas
-Aquí tiene sus mediaslunas, señor
-Mercy, veo que estás muy ocupada, mejor me voy, así no te molesto, capaz que algún cliente se enoja y...
-No, no, no molestás. Lo que pasa es que Paloma se fue y...¡Ursula! ¿Querés ayudar? ¡Te vamos a pagar, eh!
-Ehhh...bueno....aunque no sé atender a la gente...
-Sólo lavarás las cosas, harás el trabajo que hago siempre yo.
-Entonces si!
La acompañé hasta la cocina, le indiqué algunas cosas y al rato ya se notaba que había dos manos mas en el negocio.
-¿Qué hace esa chica en mi cocina? –preguntó Cris
-Emmm....la contraté –puse mi mejor cara de angelito, aunque ella me miraba con rectitud
-¿Que qué?
-Que yo....ehh....la contraté. Pero sólo es por hoy, y yo le pagaré, no te preocupes.
-Mercy, es de las mejores cosas que has hecho. Te nombraré empleada del mes.
-Te creo y todo, como si hubiera tantos empleados para darles ese título...
-Mas respeto jovencita! –rió.
Una hora después, las cosas estaban mas tranquilas, así que me puse a acomodar tazas y ordenar cosas, hasta que escuché un chistido y me di vuelta.
-Stu! ¿Cómo estás?
-Bien Mercy!
-¿Qué te trae por acá?
-Vine a buscar a John...pero veo que no está., claro, ahora se la pasa con Paul.
-Jajajajajaja ¡Estás celoso!
-Ni que fuéramos novios –contestó molesto
-Quien sabe, harían linda pareja jajaja
-¡Wells, estás loca!
Pese que quería seguir pareciendo serio por la cuestión, no pudo y no le quedó otro remedio que reírse de las estupideses que le decía.
-Lennon y Sutcliffe un sólo corazón, se da un besito...
-¡Mercy!
-Bueno está bien. Lennon y Sutcliffe sentados bajo un árbol....
-¡Basta, che!
-Bueno, lo que pasa es que estás celoso
-No estoy celoso. Sólo que antes John estaba siempre estaba conmigo, y ahora está con Paul.
-Y a eso se le llaman celos. Y digo yo...¿no pueden estar los tres juntos?
-Naaa...
-¿No te llevás bien con Macca?
-No. En realidad, si. Bueno, regular. No una cosa así que digas “que bruto, que bien se llevan”, pero tampoco estamos a las piñas. Como sea, no estaba seguro que John estuviera acá, pero sí estaba seguro que vos estarías. Así que te traje algo.
-¿Eh? ¿Algo para mi?
-Así es. ¿Te acordás de esa vez que nos encontramos y vos me mostraste tu guitarra?
-Si, si
-Yo te dije que te regalaría un dibujo mio, que yo recuerde, no te lo di –me extendió un sobre de papel madera, que yo tomé –Pensaba en regalarte alguno de los dibujos que ya tengo, pero recordé algo y te hice este especialmente para....
-¡STU, ES HERMOSO! –grité emocionada con el dibujo en la mano
-¿Te parece?
-SIIII!!!!!
En realidad, el dibujo no era hermoso. Era perfectamente bello. Era mi guitarra, Violeta, decorada con arabescos de colores. De ella salía un arco iris, lleno de notas musicales.
-Habíamos dicho que cuando llegáramos a ser millonarios yo te pintaría  y decoraría tus guitarras, pero como ves, no pude esperar. Al menos ya tenés un boceto de alguna de las cientos de guitarras que tendrás algún día.
-Gracias Stu! –salí de detrás de la barra, me acerqué a él y le di un beso en la mejilla -¡Sos el mejor!
-Bueno, si así me pagaran todas ¿para qué dinero?
-No vengas a hacerte el galán conmigo. Ay, ¡es re lindo! le voy a poner un marco y lo voy a colgar en mi habitación
-¿Un marco? Pegalo con cinta adhesiva....
-No, esto se merece un marco y un vidrio protector. Tengo que cuidarlo, así dentro de unos años me jacto de tener un original Stuart Sutcliffe –dije con voz afectada
-Imaginate, el reconocido pintor y la estrella de la música, Mercy, llendo a fiestas de beneficencia con la Reina –ambos reímos como locos.
-Ah, Stu, tengo que contarte algo: hoy me gané 30 pesos
-No Mercy, no....la prostitución no...
-¡Tonto!
-¿Ves que feo es que te jodan?
Se siguió riendo, hasta que le di un golpecito
-Me los gané haciendo música en un bar.
Abrió grade los ojos, sorprendido.
-¿Posta? ¿Haciendo música?
-En el colegio me mandaron  a casa y como no quería que me retaran, me metí en un bar que tenía un piano, y me puse  a tocar y los que estaban ahí me pidieron algunos temas y me dieron algo de plata
En ese momento, se abrió la puerta y apareció John.
-¿Dónde está Cris?
-Hola, ¿no? –dijimos Stu y yo.
-¿Dónde está Cris?
-No jodas, está trabajando. ¿Qué querés?
-¡Quiero hablar con Cris!
-¿Se puede saber qué te pasa? –Cris salió de la cocina
-Necesito decirte algo
-Si venís por comida gratis, no hay.
-No, nada que ver. Vengo por otra cosa.
-Bueno, hablá.
-Vine a decirte que te amo.
Cris, Stu, Ursula, y yo nos miramos. Después, rompimos en una sonora risotada.
-¡Oigan no estropeen mi declaración amorosa! –protestó
Pero no podíamos parar. Era algo demasiado chistoso.
-John,querido, andá a tu casa –Cris le dio una palmadita en el hombro
-Pero....
-Andá, volvé a tu casa. Tomá esta medialuna, te la regalo –le puso una medialuna en la mano. John, medio ofendido, dio media vuelta y se fue.
-Ayy....-Cris suspiró –Si no fuera porque es menor y podría ir presa.....
-¡Cris! ¿Qué estás diciendo? –me escandalizé al oír eso.
-Muchacha, ¿que no ves que ese chico es irresistible? No sé porqué no aprovechás...
Mi cara debe haber sido de asco, horror, repugnancia.....John no se me hacía irresistible para nada ¡Era mi hermano! Y no podía creer que tantas estuvieran tan babosas con él....



Por la noche, antes de irme a dormir, colgaba feliz el dibujo de Stu. Ya le había comprado un marco, quedaba perfecto en la pared frente a mi cama, en un lugar llamado “Mi rincón musical”, debido a que allí tenía el tocadiscos, los discos y partituras y a Violeta. El cuadro lo completaba todo.
De pronto, escuché gritos. Oh si, ¿quiénes van a ser? Mis padres. Para no escucharlos, prendí la radio y me tiré en la cama a leer. Pero los gritos eran cada vez mas fuertes, así que subí al máximo el volumen de la radio. Al rato sentí unos ruidos extraños. Bajé el volumen, los ruidos provenían de la habitación de mis padres, que estaba al lado de la mía. Al parecer, se estaban tirando con cosas...ésto se estaba poniendo feo, aparte de que seguían gritándose de todo. Salí de mi habitación, y me acerqué a la puerta de la de ellos. Ahí me quedé paralizada. Se estaban pegando. No sé quién a quién, pero se estaban pegando. Sentí una angustia y  a la vez una repulsión tremenda. ¿En quiénes se habían convertido mis padres? ¿Quiénes eran esas personas con las cuales compartía el techo? Definitivamente, no los conocía. Y lo peor de todo, era que sentía una inmensa culpa.  No sabía porqué, pero me sentía culpable. Porque yo existía ellos no se separaban. Entonces comprendí todo: tenía que irme. Yo era la culpable y a la vez la víctima, ya no podía soportar vivir con dos personas que se agredían, ya no psicológica y verbalmente, sino que ahora habían cruzado la franja a lo físico. Esa gente no era mi familia.
Me metí en mi habitación y saqué de abajo de mi cama una valija. Abrí el armario, saqué ropa y la amontoné dentro de la valija. La cerré, y tomé mi mochila del colegio, la vacié, y dentro le puse algo mas de ropa, libros, documentación, y mi billetera con mis ahorros. También saqué el dinero que habia ganado en el bar, por mas que quisiera conservarlo, ahora ya no podría. Guardé a Violeta en su estuche, ella también me acompañaría. Saber que podría ganar auque sea una moneda así, me alentaba. Tomé todas las cosas y salí de mi habitación. Mis padres aún seguían ensañados. De la cocina saqué algo para comer y lo guardé dentro de la mochila. Abrí la puerta de calle, y ahí, unas gruesas lágrimas recorrieron mis mejillas. Irme de casa era un gran paso pero...¿era necesario sacrificar el resto? ¿La escuela, el trabajo, mis amigos, mi hermano, mi amor imposible?
Me sequé las lágrimas con las mangas de la campera, me abrigué bien, me heché a Violeta al hombro, levanté la valija, y salí. El destino decidiría adónde iría.


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Hola señoras y señoritas! Como andan? Yo con muuuucho fríoo! Dicen que mañana NIEVA! iiiuuupiiii Igual no creo que sea cierto ¬¬ Ah, les digo que otra vez, el título nada que ver con el capitulo, es sólo una canción.
Bueno chicas, acá les dejo videos de los temas que Mercy tocó:
                                  este tipo es un capo barbaro tocando!

                                  el gran Ray Charles!

y este otro temazo!!


Bueno, las dejo, no sin antes decirles que....
agarren lo libros que no muerden! XD