17 junio 2012

Capitulo 33 Bienvenidos al tren


Caminé unas cuadras, bajo una garúa, casi llovizna, bastante persistente. Mil cosas, palabras, imágenes, corrían por mi mente a velocidades supersónicas. Sacudí la cabeza, necesitaba aclararme, decidir adónde iría. Resolví que lo mejor sería ir hasta la terminal de ómnibus, y allí, mirando los colectivos, elegiría alguno que fuera a un lugar lejano, y que además me saliera barato.
Doblé en una esquina y un estúpido me llevó por delante. Como no estaba de humor, mejor dicho, no tenía humor, le hice saber acerca de su estupidez.
-¡Estúpido! ¿Por qué no mira por dónde camina?
-¿Mercy?
Bueno. Definitivamente la suerte no está de mi lado hoy.
-Hola Richard- dije sin entusiasmo.
-¿Adónde vas a esta hora? Es peligroso que andes sola y...
-No necesito que me cuides, gracias –di dos pasos, pero él me siguió.
-¡Ey! ¿Y esas valijas?
-Es que....voy a la casa de una amiga. –mentí
-Mmm...no te creo.
-Entonces jodete.
-¿E...estás enojada conmigo?
Me paré y lo miré.
-¿Qué te pensás? ¿Que sos la única persona del mundo? –lo dije con demasiada dureza, tanta que pude ver algo de tristeza en su rostro. –Ehhh...perdón, no es con vos la cosa, ando mal, y ya sabés, me la agarro con el primero que se me cruza.
-Está bien pero...¿qué pensás hacer? No sé, me preocupa...
Sonreí. Este pibe está empecinado en que me vuelva loca por él.
-Quedate tranquilo. Lo que te puedo decir es que por un tiempo no nos vamos a ver.
-¿Eh?
-Si...No sé cuánto tiempo, pero será el necesario para que se arreglen un montón de problemas.
-Pará, pará, no me hables con tantos misterios, ¿Vos me estás diciendo que te vas?
-Algo así.
Me miró de una forma dulce, o a lo mejor eso me pareció. La cuestión es que suavizó mucho mas su tono de voz, y se me acercó.
-No, morocha no.....no tenés que hacer eso, es una locura
-¿Qué  está pasando acá?
Ambos nos giramos y vimos a John, mirando con mala cara a Richard.
-¿Qué hacen ustedes dos solos, en este lugar tan oscuro?
-John,  no pienses mal, yo no tengo nada con tu novia.
-No es mi novia, idiota. Es mi hermana.
-¿De verdad pensabas que soy la novia? –dije apenas conteniendo la risa.
-No se si la novia, pero pensaba que había algo....
-JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA –John y yo reímos como locos.
-Gracias por hacerme reír –le dije cuando me calmé un poco.
Cuando John también se calmó, adoptó un aire serio, pero que igualmente le quedaba chistoso.
-Como sea, ¿qué estaban haciendo acá?
-Mercy se quiere ir.
-¿Qué?
-Se quiere ir, ¿no ves las valijas?
John me clavó su mirada, como lo hacía cada vez que me “analizaba”.
-¿Es verdad lo que dice éste tarado?
-Si, es verdad....-solté un largo suspiro –Y ahora, con el permiso de ustedes, me voy. Déjenme en paz.
-¡No! ¡Vos no vas  a ninguna parte! –John me tomó del brazo con fuerza –A ver, decime qué te pasó como para que hayas decidido eso.
-Yo....ehh.....Ay John, ya sabés, mis padres....-miré de reojo a Richard, no quería que se enterara de mi situación familiar –La mejor forma de liberarme, es irme.
-¿Y dejarnos a nosotros? –dijo Richard. Si no te dejo te como, bombón.
-Bueno...algunas cosas hay que sacrificar...-dije disimulando mis pensamientos.
-No loca, no –negó John  -Es re peligroso, sos una chica, te puede pasar cualquier cosa. Además, ¿de qué vas a vivir?
-Puedo tocar la guitarra –señalé a Violeta, colgada en mi hombro.
-¡Si sabés dos acordes locos!
-¡Igual que vos! –lo miré mal, pero él permaneció calmado.
-Mercy, pensá un poquito. Yo te entiendo, pero va a ser peor el remedio que la enfermedad. Si querés que tus padres se dejen de joder, lo mejor es que se lleven un buen susto. Si querés podés irte, pero por una noche, cosa que se preocupen, se desesperen, pero nada mas. No vale la pena que dejes todo y te pongas en peligro, vos no tenés la culpa.
Bajé la cabeza y miré el suelo, tratando de pensar en lo que me acababa de decir. Tenía razón, pero no sabía si podría resultar.
-Bien –dije de repente –Me voy a ir sólo por ésta noche. Gracias por todo, chau.
-No, pará –Richard se me paró enfrente -¿Vos pensás irte sola?
-Si sólo es una noche...
-En una noche pueden pasar muchas cosas
-Richard tiene razón. Gracias Rich, te podés ir  a tu casa.
-Pero la podemos acompañar los dos...
-No.
-Pero...
-Yo soy el hermano.
-Ahh, cierto....bueno suerte. Mercy, no te preocupes mas, todo va a salir bien –me hizo una sonrisa encantadora, a la que traté de corresponder pero no pude porque John me tironéo para que lo siguiera.


-¿Y adónde vamos a ir? –pregunté, tratando de seguirle el paso. Estaba media enojada porque no dejó que Richard viniera con nosotros.
-En primer lugar,  a mi casa.
-¡Ah no John! ¡Yo no quiero esconderme en tu casa!
-Dije “en primer lugar”. Después vamos a ir a otro lado.
-No entiendo.
-En mi casa vamos a guardar esas cosas que traés, porque te molestarán.
No respondí, sólo lo seguí. Por suerte la llovizna había cesado, y hasta parecía que el frío también.
Llegamos a la casa, pero no entramos dentro, sino que nos dirigimos a un cuarto que estaba al otro lado del jardín trasero. John buscó la llave debajo de una maceta con flores y abrió. Me dijo que dejara mis cosas allí, y así hice. Cerramos y nos fuimos a la calle, cuidándonos de que nadie nos viera.
-¿Y ahora? –pregunté.
-Vení –me tomó de la mano y me llevó casi corriendo. Cuando nos alejamos un poco de la “zona de peligro”, dejó de correr y comenzó a hablar. -¿Te acordás de la vez que te pregunté cuál era tu sueño?
-Si, estábamos en Strawberry Fields....Ah ya sé, me vas  a llevar ahí.
-No. Vos  me dijiste que te gustaría viajar en tren, de noche.
-Si...
-Bueno, ésta noche tu sueño se cumplirá.



No sé cómo sucedió, pero de pronto me vi escondida entre unos yuyos altos, al lado de la vía. El plan de John era lo mas descabellado que había oído salir de su boca: esperaríamos que el último tren carguero saliera de la estación, que estaba a unos cien metros de nosotros. Cuando pasara, aún a poca velocidad, saldríamos de nuestro escondite y saltaríamos a algún vagón. No tenía que ser de los primeros vagones porque el maquinista podría vernos, y tampoco de los últimos, porque allí siempre revisaban, en busca de vagabundos que se subieran.
-John, esto está mal.
-Lo sé.
-Yo no voy a poder subir, me voy a enganchar con algo y el tren me va a pasar por arriba.
-¡Cortá con la mala onda! Yo me subo y te ayudo a vos. Es fácil. Atención, está por salir.
Escuché la bocina del tren y el rechinar de sus ruedas. En pocos segundos estaría frente a nosotros.
Vimos como se acercaba. Tendría, fácil, unos 40 vagones, donde llevarían de todo.
La máquina, o locomotora, pasó, y John contó 10 vagones hasta que me gritó que lo siguiera. Nos abrimos paso entre los yuyos y nos pusimos al lado del tren. El ruido era ensordecedor. Para qué mentirles, estaba muerta de miedo. Cualquier error de cualquiera de nosotros haría que termináramos convertidos en cadáveres. John comenzó a correr, supuestamente había elegido el vagón número 14. Teníamos que apurarnos, el tren estaba tomando velocidad. John siguió corriendo a la par de ese vagón, hasta que pudo agarrarse a un fierro, para, en un revoleo de piernas, saltar y caer dentro. Ahora venía el drama ¿cómo lo haría yo? Para colmo, la puerta no estaba abierta del todo, y si saltaba podía golpearme en ella.
-¡¡¡Dale Mercy!!! –me gritó, estirándose cuanto podía.
-¡N...no llego! –me faltaba el aire, ya habia corrido mucho, y eso, sumado al miedo y a que me tropezaba con la cantos rodados de las vías, estaba haciendo que no lograra alcanzar el vagón.
-¡DALE! –gritó una vez mas, estirando su mano. Si se movía un centímetro mas, podría caer.
Hice un esfuerzo sobrehumano, corrí mas rápido, como nunca en mi vida, y me aferré a su mano. Él tironéo con fuerza, hasta que quedamos tirados uno arriba del otro. Pero dntro del vagón.
-Ehh...Mercy....¿podrías salir de arriba mío? Si fueras mi novia aprovecharía, pero me das un poco de asco
Como pude me desenredé de él y me puse de pie, ayudándolo a él también a hacerlo.
-Uf...casi nos matamos...-dijo en un suspiro
-Ya lo creo –comenzé  a investigar qué llevaba ese vagón, al parecer eran bolsas de harina. Y por suerte, no viajaba nadie mas, ya que eso podría pasar y nos llevaríamos un buen susto.
-Esto lleva bolsas de....-pero no pude seguir. John acababa de abrir la puerta casi del todo, dejando ver el campo, así como las nubes se corrían dando paso a una enorme luna llena. Era tal cual lo había soñado.
-Sentémonos –John se sentó casi al borde del vagón, apoyando su espalda en la puerta, y con las piernas estiradas, paralelas al piso. Hice lo mismo, para quedar frente a frente.
-Gracias. Gracias Johnny por esto.
-No me agradezcas nada, ¿para qué somos hermanos?
Le sonreí y miré a mi sueño hecho realidad. El campo, iluminado por la luna y yo, en un tren carguero.
-¿Tenés frío?
-Algo.
-Tomá –me extendió una petaca de whiskey –Pero tomá poquito, no me gusta que tomes. Tenés aire de borracha, no quiero que termines en Alcohólicos Anónimos.
Tomé casi la mitad, nada mas que para hacerlo rabiar. Se la devolví y me miró enojado, pero sabía que no lo estaba. También tomó, y buscó algo en su campera.
-¡Mirá! –dijo mostrándome una de sus armónicas
-¡¡¡¡Siiii!!!! ¡Tocá algo!
-¿Qué cosa?
-Lo que quieras.
Comenzó a tocar algo improvisado, que por momentos era alegre y por momentos triste y melancólico. No sé cuánto tocó, pero fue lo suficiente como para que fuera la banda sonora de mi vida, que recordaba casi momento por momento. Era una combinación perfecta: mi sueño, su música, mi vida.
Cuando dejó de tocar lo miré. Él también parecía pensativo.
-John...¿estás bien?
-Si...digamos que si....-miró afuera, veía como brillaban sus ojitos, estaban húmedos.
-¿Como lo vas llevando? –sabía que se daría cuenta a lo que me refería.
-Bien...creo. No es fácil cuando se te muere tu mamá, o papá. Es un herida que no se cura mas, aunque pienses que si. En esos casos lo de “el tiempo cura todo” no sirve, porque pensás que ya está, que pasó todo y no. Porque...bah, no me vas a entender, y ojalá no me entiendas nunca. Es muy duro.
Me quedé mirándolo, hasta que me puse de pie, me acerqué, me senté junto a él y lo abrazé, pero en realidad no sabía qué hacer. Como se dice en “El Principito”: ¡Es tan misterioso el mundo de las lágrimas! A lo que yo podría agregar, ¡Es tan misterioso el mundo de Lennon! Él sabía como consolarme, y yo me sentía impotente por no saber qué hacer cuando él estaba mal.
-Bueno, bueno, esto está demasiado dramático –dijo soltándose –Hermana, tenemos que hablar seriamente.
-Muy bien, como quieras –volví a mi anterior lugar, otra vez frente a él.
-Dudo que esta charla la hayas tenido con tus padres, así que como hermano mayor, me corresponde.
-No te entiendo nada.
-Vos dejame hablar. Supongamos que Richard te da bolilla. Se interesa por vos. O Richard u otro. Vos, jamás, en la primera cita, o en la segunda, la tercera, o en la número mil, vas  a entregar “tu tesorito”.
-¿El qué?
-“El tesorito”. No me digas que no sabés de qué te hablo.
-Ehhh...no.
-¡Ay Mercy! ¡El tesorito!
-N...no sé...
-¡El tesorito! ¡La virginidad!
-¡¡¡JOHN!!!
-Y bueno ¿cómo querés que te lo diga si vos no me entendés?
-¿No tenés otro tema para hablar?
-No. Quiero hablar de éste tema.
-A ver, decime, ¿para qué me decís esto?
-Porque no quiero que nadie se aproveche de tu tonta ingenuidad romántica, y para que después no vengas a decirme que voy a ser tío.
-Que horror lo que me decís.
-Alguien te lo tiene que decir, ¿tus padres nunca te hablaron de eso?
-La verdad....no. Nunca se habla de esos temas. Todo lo que aprendí sobre esas cosas fue gracias a dos enciclopedias y un diccionario. Obviamente los leí a escondidas.
-¿Ves? Así que no me vaya a enterar de que entregaste el tesorito a alguien, porque te mato a vos y al alguien. Antes te ponés de novia, me lo presentás, y al año, mas o menos, sí. O cuando te cases.
-Que puritano te pusiste de pronto jaja. Qué hermano “guardabosques” que tengo. Yo no voy a estar pidiéndote permiso a vos.
-Está bien, hacé lo que quieras, yo te avisé, después no quiero llantos acá. Otra cosa. Supongamos, otra vez, que Richard, u otro, llamémoslo “X”...
-No vengas con matemáticas acá...
-Bueno, bueno. Richard u otro, te da un beso. ¿Vos sabés besar?
-¡John esas preguntas no me gustan!
-¿Sabés o no sabés?
-¡No!
-¿Y qué vas  a hacer?
-¡Y qué se yo!
-No, ésa no es una respuesta.
-El único beso que di fue  a los 9 años, a un chico de 5
-¡Meeerrrrcyyy......eso es una confesión grave!
-Como si vos fueras tan santo.
-Así que no sabés besar....¿no querés practicar conmigo? –me miró con malicia, pero se ganó unas patadas mías. -¡Ay loca, pará, no me patees que me vas hacer caer!
-Entonces dejá de decir pelotudeses.

El tren comenzó a frenar, estábamos llegando a una estación. Lo mejor sería escondernos, y eso hicimos, detrás de las bolsas de harina. El tren frenó, se escuchaban voces cada vez mas cercanas.
-Sonamos, anda el guarda –John se escondió mas –Escondete  abusadora de menores
-¡John!
-Shhh....
El guarda se paró en la puerta e iluminó con una linterna. Luego se asomó afuera.
-¡Acá no hay nada! –saltó y se alejó.
-Uff..salvados! –dije –Igual esperemos  a que el tren salga de vuelta.
Luego de 10 minutos, el tren comenzó a andar nuevamente, y salimos de nuestro escondite.
-Hermana, antes de llegar a la próxima estación, tenemos que bajarnos, así después nos subimos al siguiente para volver.
Me agarré la cabeza. No sólo tendría que saltar para bajar de éste, sino que también saltar para subir  a otro, y luego saltar otra vez para bajar.
Anduvimos casi una hora mas, hasta que sentimos como el tren disminuía la velocidad y divisamos una estación.
-Ahora o nunca –dijo John, y así, sin mas, saltó con los brazos abiertos, como si quisiera salir volando. Hasta en estas situaciones seguía haciendo payasadas.
Tomé aire y salté, obviamente gritando. Caí entre unos matorrales, dando tumbos.
-¿Estás bien? –me dijo John levantándome.
-Si, creo que si.
-En menos de media hora pasará el otro.
Nos escondimos, el frío calaba los huesos, todo estaba mojado, y como aún faltaba para que amaneciera, estaba oscuro y se veía poco y nada. Saqué unos cigarrillos de un bolsillo y los compartimos, mientras esperábamos.
Divisamos la luz del tren, exactamente media hora después de habernos largado del otro, aunque nos parecía mucho mas, debido al frío que teníamos. Hacía un chiflete bastante importante. Nos preparamos, esta vez las cosas tendrían que salir mejor.
En efecto, así fueron, ya que el tren pasó a menor velocidad, ésta vez pude subirme por mis propios medios.
-Nuestro próximo trabajo será asaltantes de trenes –dijo John sacudiéndose –¡Ey! ¡Mirá! Estoy lleno de harina ¡y vos también!
No sólo teníamos harina, sino también aceite de tren, tierra, y abrojos.  Nos sacudimos un poco y nos sentamos a disfrutar del viaje de vuelta, que no fue menos hermoso que el de ida, ya que vimos como amanecía.
-Bueno loca, ya estamos llegando a Liverpool. Será mejor que saltemos ahora.
Saltamos, ésta vez juntos, pero caímos un poco mal.
-¡Auch, mi tobillo! –me quejé
-¡Mi mano! Mercy, lo siguiente será ir  a mi casa. Juntás tus cosas y te volvés.
Bajé la cabeza y suspiré. No quería volver.
-Va a estar todo bien –dijo casi adivinando mi pensamiento.
-Bueno, pero no voy a decir que vos estuviste metido en todo esto, porque te van a retar. Yo me cambio un poco en tu casa, y vos te vas  a dormir, como si nada hubiera pasado.
-No, no. Vos decí que yo te acompañé, así saben que estuvo todo bien.


Cuando llegamos a su casa, no había un alma en la calle. Era demasiado temprano, tipo cinco y media de la mañana.
Nos metimos como ladrones en el jardín, y me cambié en el pequeño cuarto trasero, mientras él se metía en su habitación y también se cambiaba, y robaba algo para comer de la cocina. Cuando estuvimos listos, salimos a la calle.
-John, gracias otra vez
-Me decís gracias de vuelta y te pego.
-Está bien...-le sonreí, y toqué timbre en mi casa. De inmediato se abrió la puerta y apareció mi madre, llorando.
-¡Hija, volviste! –me abrazó -¡Perdón, perdón! No volverá a pasar mas
-Bueno mamá –me solté, esas cosas me incomodaban.
-¿Donde estuviste? –preguntó mi padre
-Iba  a irme, para siempre. Pero me quedé por ahí, porque John me encontró y estuvo toda la noche conmigo, hasta que me convenció de volver.
Los dos lo miraron raro: que su hija “haya pasado toda la noche” con él, les sonó mal. Pero ni a mi ni a él nos importó.
Mis padres siguieron abrazándome, ignorando por completo a John.
-Pasá hijita, andá a dormir un rato, tenés carita de cansada, ¿no querés tomar algo caliente?
-No mamá, dejame tranquila –dije fastidiada.
Y antes de que cerraran la puerta vi a John parado en la vereda. Ambos nos guiñamos un ojo y sonreímos. Habíamos compartido otra locura juntos.

*-*-*-*-*-*-*--*--*-*--*-
Yo no sé si soy yo o qué, pero siento que últimamente escribo mas pésimo que antes. O sea, se me ocurren "buenas ideas" por así decirlo, pero cuando las escribo quedan mediocres. Un claro ejemplo es este capitulo, re elaborado lo tenía y cuando lo escribí no me conformó, y encima no pude arreglarlo. 
Sepan entender la incapacidad de esta escritora aficionada.


3 comentarios:

  1. CÓMO PUEDES DECIR ESAS COSAS ANITA, QUERIDA ME ENCANTAN TUS FICS, NO DEJES DE ESCRIBIR POR FA!!!

    ResponderEliminar
  2. Vos escribir mal? JAJJAJA VOS? no me hagas reír las pelotasssssss (like a maria elena fuseneco) sos una genia che! Me encantó el capítulo

    ResponderEliminar
  3. Primero, vas a tener que aguantarte con el sermón que te voy a meter yo aquí y ahora... Veamos, no escribes más mal que antes ni muchísimo menos, es más, yo diría justamente lo contrario. Y por ejemplo, a mí me parece que tratas mejor a los personajes psicológicamente antes que ahora. Eres capaz de definir lo que sienten en cada momento de una manera espectacular y de eso no todos son capeces. Adoro tus diálogos interiores, bien sean de Mercy, de Jo o de Eva, y los adoro porque están fabulosamente escritos. Así que si a ti te da la sensación de que escribes peor que antes, que se te vaya quitando en tres.. dos... uno... porque es una mentira como una catedral de gorda. Y como ya sabes que lo que yo digo es dogma de fe, pues no admito réplicas, jajaja. En serio, María, lo haces bien, no te agobies y no seas tan reexigente contigo misma.
    Sobre este capi en particular, decirte que me encantó, me gustó muchísimo. Vaya, cuando acabó el otro no sabia qué iba a pasar, qué iba a hacer Mercy a partir de ese momento pero... quién tenía que aparecer para salvarla??? Pues Richard! jajaja. Y es que gracias a que se ha parado a hablar con él ha visto a John, que se la ha llevado de picos pardos por ahí, a viajar en mercancías de noche, jeje. Uinsh! Qué gracioso Ringo cuando ha dicho eso de que creía que John y ella eran novios o algo por el estilo! jajaja. Claro, con razón no le daba bola a Mercy, el pobre pensaría que la chica pasaba de él porque estaba liada con John... jajaja.
    Y bueno, la escena del tren me encantó. Estaba leyendo y pensaba... Como se caigan hacemos carne picada para la lasaña... XD Pero no, no se han caído porque este Johnny mío sabe cuidar muy bien a la gente, jeje. Y la conversación que tuvieron sobre la virginidad me mató de la risa... Hay que ver! EL Lennon nos salió puritano! XD Y la conversación en la que John se sincera sobre lo que siente respecto a la muerte de su madre... Que triste, de verdad... :(
    En fin, lo bueno de todo esto es que parece que el "susto" que les han dado a los padres de Mercy ha sido efectivo porque cuando ha regresado, hay que ver como la han recibido... Esperemos que no se les vulva a ir la cabeza a estos dos y punto.
    En fin, me encantó! Sigue pronto!

    ResponderEliminar