22 marzo 2013

Capitulo 58 Verdades que salen a la luz


Desolación. Eso sentía mi alma. Me sentía cada vez mas sola, mas triste. Y me repetía que no era así. ¿Adónde había quedado la Mercy alegre de los primeros días en Liverpool? No lo sabía. En el espejo sólo veía  a una chica que iba convirtiéndose en mujer, con ojeras y mucha tristeza. La escalera había pasado a ser mi lugar favorito de la casa y allí pasaba las horas muertas, leyendo o pensando. Ni la música llenaba mis días, allí abandonados habían quedado Ernesto el piano, y Violeta.
Veinte días habían pasado y de Deri no sabía nada. Otra vez se lo había tragado la tierra. Por eso, mis idas a la universidad eran cada vez mas tediosas. Durante el tiempo que llevaba allí no había podido relacionarme con nadie mas, cosa rara en mí. Evelyn y Tamar tampoco aparecían por ningún lado, y aparte de Deri, ellas eran las únicas con las que me hablaba.
Un miércoles que no sabía si convertirse en soleado o quedarse nublado para siempre, vi a lo lejos a George, el amigo de Deri. El pelirrojo intentaba prender un cigarrillo, pero al parecer el yesquero no le andaba. Corrí a él, levantando mi pesado portafolios.
-¡George!
Contrariado, levantó la vista, pero cuando me vio relajó su expresión.
-Hola Merrcy, ¿qué tal? Hacía mucho que no te veía.
-Lo mismo digo.
-Estuve ocupado en Leeds con trámites de mi madre que tengo que realizar yo sí o sí. ¿Y vos? ¿Todo bien?
-Bien, si...Ehh....quería preguntarte por Deri, hace mucho que no sé nada de él.
-¿Deri? Jé, ese atorrante se volvió a Leeds con su novia.
Si un tren me hubiera atropellado, no habría sentido nada comparado con lo que acababa de sentir. Fue como si King Kong me hubiera dado una trompada.
-¿Q...Qué? ¿T...Tiene novia? –no sé cómo pude articular las palabras, que salieron apenas.
-Sí, desde hace un año....¿No lo sabías?
-N...No...Nunca me dijo.
-Pues qué raro, siempre jode con Evelyn.
-¿Evelyn? ¿Así se llama?
-Si, empezó historia este año. Bah, ahora dejó porque se fue con él....Esperá, vos sos de  1ºaño, ¿no la conocés? Es una bajita, de pelo negro, muy simpática y....
Ya no escuché mas nada. La vista se me había nublado y sentía que todo me daba vueltas. Sin embargo, tuve un momento de lucidez para forzar una sonrisa y mentirle a George diciéndole que se me hacía tarde para entrar a clase. No sé cómo llegué hasta el baño y me encerré. Eso simplemente no lo recuerdo porque llegué allí caminando como autómata, sin saber lo que hacía. Cuando le puse la traba a la puerta, me apoyé y traté de tomar aire. Sentía que me ahogaba, que no podía respirar, y una puntada de dolor fuerte, tanto en el pecho como en las sienes, me hacía pensar que me estaba dando un ataque. Pero ni asustarme pude. Solo resonaban en mi cabeza las palabras de George. Deri tenía novia. Y esa novia era Evelyn. Yo simplemente era “la otra”. Me sentía desesperada y ni las lágrimas me salían. De mi estado me sacaron unas voces, casi gritos mezclados con risas, de unas chicas que entraron al baño. De inmediato reconocí sus voces: por lo menos dos eran compañeras mías, otra era Anna, la que se peleaba con Marcia, y las otras no las conocía. Me quedé escuchando lo que decían, al parecer estaban arreglándose frente al espejo.
Una de las que eran mis compañeras, preguntó de repente:
-Ey, ¿no han visto mas al chico de los rulos?
Abrí grande los ojos, y presté atención. Igual chicos con rulos había muchos. La otra compañera mía le contestó.
-¿El de Leeds? Ese se habrá ido a trabajar a alguna fábrica textil de su pobre pueblo...
-¿Dejó la carrera?
-Si, se fue con la novia.
-Já, pobre mina –dijo Anna –Mientras estuvo en Liverpool habrá sido la mas cornuda.
-¿De verdad? –preguntó asombrada una de las desconocidas.
-Uy, si, tenía famita de rompecorazones –contestó una de mis compañeras -¡Debe haberse tirado medio profesorado de historia! Qué lástima que a mí no jaja
Comenzaron a reírse, hasta que Anna interrumpió.
-Que yo sepa, aparte de la novia, tenía dos más....
En ese momento, quise meter la cabeza en el inodoro, pero seguí escuchando. Anna continuó.
-Estaba con la amiga de su novia, una alta de pelo negro que siempre se ríe....
-Ah si, la cara de mosca muerta, Tamar...no la soporto –interrumpió una de mis compañeras.
-¿Con ésa? –dijo una de las desconocidas.
-Si, con esa tonta.
-Pero ella lo dejó –prosiguió Anna -¿Y saben por qué lo dejó? Porque él le dijo que en Leeds se había casado y que tenía un hijo.
Todas prorrumpieron en puteadas, pero Anna las calló.
-Es mentira, le dijo eso para sacársela de encima. Y también anduvo con otra, una tal....Marcy, Mercy....no sé, de ésa no se sabe mucho porque anduvo poco, la dejó enseguida.
-Mírenlo al Friederich, quién iban a decirlo, tan perfecto que parecía....
-Kathy, los hombres son todos iguales...Vayámonos, ya es hora de entrar.
Se fueron hablando indignadas, y pronto el baño quedó en silencio. Temblaba, sin asimilar todo que  acababa de escuchar. Era demasiado para un día.
Abrí la puerta, miré a todos lados, y salí corriendo de allí.



Cuando llegué a mi casa, tenía un mareo fatal. Seguía sin poder respirar, y el dolor de cabeza me estaba volviendo loca. Pero mas me volvía loca lo que había en ella. Pensamientos, imágenes, palabras....Deri había resultado una basura de la peor. Era novio de una casi amiga mía, y había andado con otra casi amiga. Y Tamar..Tamar lo sabía, sabía que él estaba conmigo...Traidora....Pero así le había pagado.
Nunca en mi vida me habia sentido así, tan dolida. No era el segundo plato, era el tercero.
El dolor continuaba, cada vez mas fuerte. Tuve miedo de que me estuviera dando lo mismo que a mi padre. Pero no, no me iba a morir por eso. Mas que nunca tenía que ser fuerte.
Decidí no contarle a nadie lo que me estaba pasando. No quería que supieran que era....una cornuda. O qué sé yo. Más que nunca, extrañaba a Richard. Aunque él me había hecho algo parecido. No, no se le comparaba ni remotamente.

Dos días después, arrastraba mis penas por la calle, rumbo al trabajo, cuando por la vereda de enfrente, vi la figura de alguien conocido. Sin lentes, sólo era capaz de reconocer  a la gente por su forma de caminar, y esa forma, solo era de alguien: George Harrison.
Sin embargo, me parecía imposible que fuera él, pero me arriesgué. Crucé la calle y caminé detrás de él, hasta alcanzarlo.
-¿George?
El chico se giró y...¡sí, era él!
-¡George! ¡George! ¡Ayy! –lo abracé o mejor dicho lo apretujé todo y lo sacudí -¡George! ¡Sos vos!
-No, soy el presidente de Estados Unidos...
-Ay Georgie, ¡volviste! ¿Cuándo llegaste? ¿Dónde están los chicos? ¿Por qué no avisaron?
Paré de hacerle de atosigarlo cuando noté su semblante: triste, gris, cansado.
-¡Dios, George! ¿Qué te pasó? –dije tocándole su carita de niño.
-Ay Mercy...-trató de no quebrase –Lo arruiné todo...
-¿Qué?
-Si...Los alemanes me echaron porque soy menor...Nos descubrieron. Recién me soltó la policía.
-Pero...pero...
-El dueño de un club nos denunció porque nos íbamos a otro mejor....Y nos echaron. Los chicos llegan mañana. ¡La culpa es mía! –como un nene, se puso a llorar -¡Soy un desastre!
-Geo...George no....no digas eso...Ay, vení –no pude menos que abrazarlo y él se dejó. Era como una criatura asustada y yo no sabía muy bien qué hacer.
-Es mi culpa.
-No, no lo es. Por lo menos no es sólo tu culpa, es la todos, porque sabían que andaban de contrabando.
-Pero nos estaba yendo mejor, y ahora...
-Ya van a volver, no te preocupes.
-Cuando los chicos vuelvan me matarán.
-No. yo te voy a defender.
-Bestia, si vos no matás ni una mosca...
-Escuchame una cosa –me separé bruscamente -¿Te hicieron algo? ¿Te pegaron?
-Un poquito.
-Si serán hijos de puta...¿Un poquito cuánto?
-Unos coscorrones por la cabeza, mas que nada porque soy inglés. Si era de otro lado capaz que no me hacían nada. Pero igual fue eso nada mas, poco. Eso sí, tengo un hambreeee....





Dos horas después, George comía como nunca en su vida, pero aún así tenía aire para hablar sin parar. Ya no había secretos, estaba contando todo, penuria tras penuria. Yo lo miraba indignada, mientras Cris le revisaba la cabeza, en busca de alguna herida.
-Tenés un piojo.
-Dejalo. Es un piojo Harrison.
-Qué asco, te pondré vinagre. Lo único que me falta es que me contagies. Y te hace falta bañarte también.
-Si, quiero llegar a mi casa bien, si no mi mamá se pondrá mal...
Cris comenzó a pasarle algodón embebido en vinagre y a los pocos minutos George se había convertido en Ensalada Harrison.
-¿Pero sabés qué? Por un lado estoy contento. ¡Veré a Juliet!
-¿Y con todo lo que te pasó tenés ganas de pensar en chicas?
-Si Cris, porque Juliet es el amor de mi vida.
-Ah bué...y lo dice un chico de 17. Menor de edad.
-Ay, no me lo recuerdes...
-Capaz que tiene razón dije seria –Con 17 puede descubrir al amor de su vida.
-Como vos.
-Ay, no me lo recuerdes...
-¿Y el tal Deri?
-¿Quién es ese? –quiso saber George.
-Nadie que te importe. De ese empleado del diablo no quiero hablar.
Cris y George se miraron, me miraron a mí, se aclararon las gargantas, y casi al unísono dijeron:
-Bueno....yo me voy a hacer mis cosas...



El resto del día lo pasé ansiosa. Los chicos volverían, seguramente llenos de amargura, pero volverían. Quería ver a John, y tener su consuelo, aunque ese consuelo sólo fueran retos y puteadas, y miles de “te lo dije”. Pero aunque no lo quieran creer, yo quería eso.
Dormía tranquila, en mi cama. Al fin había dormido una noche completa, sin tardar horas en conciliar el sueño, o despertándome sobresaltada. Vaya a saberse qué soñaría cuando sentí que me sacudían.
Casi pego un grito, pero no lo hice porque ví a mi querido John.
-¡Hermanito! –grité saltando de la cama y abrazándolo.
-Ay no me abraces ni me hables, tenés aliento a perro –dijo poniendo cara de asco, separándose. Pero después hizo una gran sonrisa y me abrazó con suavidad- Hermanita...¡te extrañé un montón!
-¡Y yo también Johnny! ¡Ay qué alegría!
Me soltó, y como si nada, se acostó en mi cama.
-Ahh...hacía mucho que no estaba en una cama tan cómoda...¿Tu pijama es ropa vieja?
-¿Podrías salir de ahí?
-No, está calentito –se acomodó mejor –Dale, los dos entramos. Yo me quedo así, vos tapate porque te va a dar frío.
Me metí de vuelta en mi cama, y el se quedó solo recostado, con sus sucias zapatillas. No me importaba, había vuelto.
-Si tu mamá o Mimi nos vieran, nos cagan a palos por promiscuos.
Largué una carcajada, como hacía mucho no hacía.
-Ya sé todo. Me mentiste.
-Perdón –contestó apenado –Ah, el dinero que me mandaste no sé cuándo te lo devolveré, pero lo haré. Me vino de 10, lo necesitaba. ¿Cómo supiste?
-Me contó un pajarito.
-Mmm...bueno, ya me enteraré quién fue. Estuvo todo muy jodido Mercy, la verdad es que....nos las vimos en figuritas. Pero vamos a volver, ni bien George sea mayorcito, y vamos a aprovechar todo mejor.
Sólo asentí, no dije nada porque estaba analizándolo. Lo veía distinto, y eso era algo que también había visto en George. Estaban mas hombres, mas maduros, mas curtidos.
-¿Y vos? –la pregunta de John me sacó de mi análisis de él mismo.
-¿Yo? Yo...nada.
Frunció el ceño y se acomodó mejor.
-Una pregunta: ¿se puede saber cómo entraste a mi casa?
-Estaba esperando que me preguntaras eso, pero estás tan dormida que no reaccionaste. Fui a la casa de Mimi, y al lado de la puerta de la cocina tiene un coso para colgar llaves. Sé que tiene una copia de la llave de tu casa, la busqué y acá está –del bolsillo de su pantalón sacó una llave plateada con un papelito pegado que decía “Wells”. Pero la llave se le cayó por un hueco entre mi cama y la pared, y se inclinó a buscarla....-Wells, ¿¿¿podés decirme qué es esto???
Auch y muchos auch. Miré a otro lado. John acababa de descubrir una petaca de whiskey que escondía allí y que tomaba cuando no podía dormir. Me miraba muy enojado.
-¡Te dije que no me gusta que tomes!
-Lo que pasa es que...
-No, nada de justificaciones. Ahora tirás esto y vamos a hablar seriamente, porque a vos te pasa algo, y no me lo niegues. Hablá.
-No me pasa nada, yo...
-Mercy Tancreda Wells, hablá.
-¿Tancreda? ¡Yo no me llamo así!
-Dale, hablá.
-Está bien, de todos modos quería contarte, ¡pero no me mates!
-No, no, no te mato. Te escucho.
-¿Te acordás de Deri? Friederich, el chico ese que...
-Si, si, me acuerdo del boludo ese.
-Bueno yo...yo...anduve con él.
-¿¿¿QUÉ???
Parecía que no iba a cumplir su promesa. Me iba a matar. Pero a pesar de su cara de furia, seguí hablando sin pausa. Le conté todo desde el principio, sin omitir detalle, hasta el final. Cuando terminé, me sentí aliviada, era como si me hubiera sacado un peso de encima. Él se quedó callado por unos segundos, hasta que habló.
-¿Dónde decís que vive?
-En Leeds.
-Bien, mañana mismo voy allí.
-¡No, no!
-¡Si, lo voy a matar! ¡Ese tipo no va a vivir mucho, te juro que lo mato! ¡Nadie se mete con mi hermana!
-John, John, por favor, no hagas nada. Vos me advertiste, yo no te hice caso, la culpa es mía.
-¿Y encima te echás la culpa? No, no lo cubras. Ese tipo es una basura, tiene tazón tu padrastro, es un canalla. Y va a pagar por lo que te hizo.
-No, Johnny, por favor, no hagas nada, te lo suplico...
-Soy tu hermano por lo tanto te defiendo.
-Gracias, pero dejá todo así.
Y era verdad. Quería que John dejara todo así, porque la que quería cobrarse todo era yo. Estaba sintiendo algo que creía no haber sentido nunca: odio. Sí, le estaba tomando odio a “ese”.
-Vos no lo querías –otra vez John interrumpiendo.
-Claro que lo quise, pero ahora lo estoy odiando.
-No, no. Bueno, quizás lo quisiste, pero no estás mal por eso. Estás mal porque te hirieron el orgullo.
-¿Eh? No digas sandeces...
-Es la verdad. Vos a ese tipo no lo amaste. ¿Y sabés porqué no lo amaste? Porque amás a otro. Y podés andar con toda Europa si querés, pero no vas a poder cambiar lo que sentís.
Me quedé callada. Como nunca, John había dado en el clavo. Nunca, nunca podría cambiar eso.





*-*-*-*-*-*-*-*
Ejército! Formen filas! Preeeepareen! Aaapunteen! FUEGO!!!!!
Vamos, vamos, las quiero enojadas!
Bueno, después de esta arenga, las saludo: Hola!
Perdón pro la tardanza y todo eso, soy una chica ocupada (?) 
Bueno, voy con los saludos, y agradecimientos. Le agradezco a mi gato, a mi madre que está haciendo albóndigas y.....Naaa, enserio, voy a saludar bien.
Pattie! Niña, no te pongas mal, todos no tenemos tiempo para ir leyendo los capitulos ni bien se suben y tampoco para comentar! No te hagas problema, con saber que estás ahí me es suficiente!
Valentina! Bienvenida! Benvenuta! Bueno, es una alegría que mas gente lea esto que ya está tan avanzado...Espero que te siga gustando, y por favor, no atormentes a tus compañeras de colegio con mi fic jajajaja.
Y ahora, un saludo especial, porque tengo una lectora angloparlante o angloescribiente, como dice mi Cris.
Welcome my reader!
Well, I like reading and listening in english, but I'm not good for writing....I'm like you with the spanish!
Therefore, I'm going to write for you in spanish! (or espanglish XD)
¡Hola! Me alegro de que te guste mi fanfic, espero que entiendas todo, está en un español muy...argentino.
Cualquier duda que tengas, me preguntas ;)
And...What is your name? 


Faaaaa que dominio del idioma! (Si me ve mi teacher, me pega con un palo en la cabeza) Bueno, se hace lo que se puede jajajjaja

Me despido de ustedes, nuevamente agradezco que me acompañen en esta locura.


10 marzo 2013

Capitulo 57 Todo se derrumba


Cuando abrí los ojos una fuerte punzada en la cabeza me produjo una queja. Me giré y me tapé hasta la cabeza pero el dolor continuaba. Miré mi despertador, apenas faltaban diez minutos para que sonara. Me quedé boca arriba, mirando el techo, esperando que sonara con su horroroso ruido. Cuando lo hizo, lo apagué de un golpe. Puteando a todo el mundo, me incorporé y me vestí. Tres cuartos de hora más tarde, estaba bostezando en la cafetería.
-La cara....
-¿Qué tiene mi cara?
-Sueño.
Bufe y miré a Cris. No puede reprimir un bostezo.
-Bueno, tampoco es para que me contestes así. Para bostezar hay que taparse la boca, chiquita maleducada.
-Ay, me da igual....
-¿A que cuando estás con el tal Deri no tenés tanto sueño?
Sonreí avergonzada. Habían pasado unos días y mi confusión  había desaparecido. Bueno, no pasó exactamente. Yo opté por dejar de pensar, de ver qué hacía con ella. Digamos que hice como quien esconde la mugre bajo la alfombra.
Por eso le demostraba todo mi cariño a Deri. No sé bien si estaba enamorada, pero con él dejaba mi problema para demostrar sentimientos y me comportaba tal como era y según lo que sentía. Él...él parecía hacer lo mismo.
Ese mismo día, salimos antes de clase, ya que el profesor tenía una cita con el médico. Como aún era temprano y hacía una tarde hermosa, decidimos “pasear” por la universidad. Fuimos hasta un gran parque que había junto a ella, y allí nos tumbamos en el césped, a reírnos de cualquier cosa como hacíamos siempre.
-Ey Deri, ¿te dije que te quiero? –dijo enredando uno de mis dedos en sus rulos.
-Pues...sí. Muchas veces.
-Y vos...¿me querés a mí?
-Ehh...Mercy....No me gusta hablar de eso.
-¿Por qué? ¿N...No está bien? Decime porque yo no sé nada y capaz que no está bien que te pregunte y....
-No te apures.
-¿Eh?
-Que no te apures. Estás acelerando las cosas. Dijimos que saldríamos, que nos conoceríamos mas, y estás apurando todo.
Lo miré desconcertada y llena de angustia, porque no entendía nada de lo que me decía. Me sentía tonta por no entender, y por no saber nada; quizás sí, estaba metiendo la pata y no me daba cuenta. Empecé a ponerme nervosa, ni siquiera sabía qué contestar a todo eso. Yo....yo pensaba que estaba haciendo las cosas bien.
-Bueno...perdón –es lo único que se me ocurrió decir.
-No te preocupes –respondió sonriendo.
Ya estaba mas confundida todavía. Me decía todo eso y después “no te preocupes” y sonreía como si nada. Los hombres son mas raros que las mujeres.
Creo que notó mi grado de confusión y me tomó de la barbilla, para acercarse y darme un largo beso.
-Vaya Wells, cómo has aprendido –dijo al separarse. Abrí grande los ojos, seguramente estaba roja de vergüenza.
-Yo...yo....-no pude decir lo que iba a decir, aunque no sabía qué. Me calló con otro largo beso. Para qué mentir, me encantaba que me besara.
-Vas a ser siempre mía, sino los otros tipos con los que estarías te preguntarían con quién aprendiste a besar tan bien.
Lo miré contrariada. Esos comentarios me incomodaban, yo solo le demostraba lo que sentía por él en cada beso, qué sé yo si había aprendido o no. Pero eso de que sería siempre suya....no sé, me gustaba, quizás era su forma de decirme que sí, que me quería. Todo eso era un gran lío en mi cabeza, que pensaba todo en milésimas de segundos. Por abstraerme y pensar eso, no me di cuenta de que Deri estaba besándome otra vez, pero con mucha mas pasión. Me sorprendí, y mas cuando me recostó en el césped. Supe enseguida lo que iba a pasar si no paraba eso. Sentí pánico, no, no quería, y a la vez....¿Nunca les pasó que sienten que tienen, como en los dibujitos animados, a un angelito de un lado que les dice “No, no lo hagas” y a un diablito del otro lado que dice “¡Sí, sí!”? Bueno, eso sentía yo. También me parecía que Deri me estaba probando. Sabía que no era un chico así, y que no le gustaban las mujeres fáciles. Así que pensé eso, que era una prueba. Si dejaba que siguiera, pensaría que era una cualquiera, y si lo frenaba, se daría cuenta de que era una chica que valía, como las que a él le gustaban.
Cuando decidí ponerle el freno, caí en cuenta de que él ya me estaba besando el cuello y que con sus manos estaba recorriendo mi espalda. Se me vino a la cabeza Richard y ese momento con él que había rotulado como “espantoso”. Apreté los párpados y suavemente, pero con firmeza, tomé a Deri por los hombros y lo alejé.
-De...Deri....No, esto no está bien. Y menos acá....
No sé. Esperaba encontrarme con una sonrisa de “¡Bien! ¡Ésta chica no es una puta, me gusta!”, pero me encontré con algo que hizo que se me cayera el alma a los pies. Deri me miraba con una mezcla de enojo y furia, y apretaba las mandíbulas. Después se relajó e hizo una media sonrisa que apenas me tranquilizó.
-Está bien, tenés razón –fue todo lo que dijo, mientras se incorporaba. Me senté y vi como varios botones de mi blusa había sido desprendidos.
Me dio la mano para ayudarme  a ponerme de pie.
-Ya es tarde, ¿te acompaño a tu casa?
-Sí, por favor –contesté al ver que ya estaba anocheciendo.
Caminamos tomados de la mano, pero sin decir una palabra. A veces lo miraba de reojo, y lo notaba enojado. Pero me autoconvencía con que no, que no lo estaba, porque Deri no era como otros hombres, que quieren acostarse enseguida con la mujer que salen.
Deri me había probado, era eso, y yo le había demostrado como era, no podía enojarse por eso, él no era así.
Llegamos a casa y ya era completamente de noche.
-¿No querés pasar a tomar algo? –dije regalándole mi mejor sonrisa.
-E....bueno. Con jugo estoy bien, no puedo tomar alcohol.
Entró, pero no quiso sentarse. Le di su jugo y lo tomó despacio, sin decir una palabra, pero sin quitarme la mirada de encima. Era una mirada llena de misterio, incomprensible.
-¿Estás sola otra vez? –dijo al fin.
-Sí. ¿Te acordás que te conté que mi madre y mi padrastro volvieron a Londres?
-Ah cierto, me había olvidado. Bueno Mercy, nos vemos el...¿lunes?
-Sí, hoy es viernes. Si querés vení mañana, o el domingo.
-Veré qué hago –dejó el vaso sobre la mesita ratona y se acercó –Hasta el lunes.
Me acerqué mas y le di un beso pequeño en los labios.
-Mejor hasta mañana.
Otra vez me clavó su mirada de...evaluación. Sí, era como si me analizara. Y después, me besó, pero con mas pasión que en el parque, y me arrinconó contra la pared. Esta vez tuve mucho miedo, era un Deri desconocido para mí, esto ya no se trataba de probarme, se trataba de otra cosa que yo no estaba dispuesta a hacer. Del miedo casi me largué a llorar. Era como si estuviera con un completo extraño.
-Deri ¿qué te pasa? –pregunté cuando al fin pude despegar mi boca de la suya.
Creo que vio mi angustia, o quizás mis ojos húmedos, o mi mirada de susto, y se calmó.
-Nos vemos Mercy.
Esperaba verlo arrepentido o algo, pero simplemente dijo eso y se fue, cerrando la puerta tras de sí.
Lo que me quedó fue solo confusión, angustia, culpa...Seguía sin entender nada. Me decía que yo me apuraba por decirle lo que sentía, y él, haciendo lo que hacía, ¿no apuraba DEMASIADO las cosas? Me negaba a creer que Deri, que parecía el paradigma del hombre perfecto, fuera como....todos. Traté de calmarme, mas que nada para no llorar, y me fui a la cama a intentar dormir. Me sentía completamente perdida.


Al día siguiente, Deri no apareció. Ni al siguiente. Ni al siguiente. Ni al siguiente del siguiente. No fue a ni una clase en toda la semana, ni me llamó. Me preocupaba la idea de que le hubiera pasado algo. Llamé varias veces al departamento que compartía con su amigo George, pero nadie contestó. Tenía el ánimo por el piso, y cada minuto que pasaba esperaba su llamado, o verlo aparecerse en mi aula.
Ocho días después, Deri contestó una de las tantas llamadas que le hice. Escuchar que estaba perfectamente me devolvió el alma al cuerpo. Le pregunté qué le había pasado, pero me cambió de tema preguntándome si ya había terminado un trabajo que debía entregar en dos días. Después, me aseguró que al día siguiente me llamaría, pero no lo hizo.
Me sentía una completa estúpida, esperando un llamado, una visita, un mínimo gesto. Yo no era así, pero me rompía la cabeza para tratar de develar tanto misterio.
Un jueves, cinco días después de que contestara mi llamada, Deri se dignó a marcar mi número. Me preguntó, en pocas palabras, si ese día asistiría a clase, ya que quería hablar conmigo.
Ese día perdí el bondi, pero lo corrí dos cuadras, en vano. Un auto me embarró a la pasada y llegué a la universidad tarde, corriendo con la lengua afuera. En lo que restaba de clase antes del receso no puse ni la mas mínima atención, sólo pensaba en él y en que quería hablar conmigo. Cuando al fin llegó la hora del receso, salí casi corriendo del aula y lo vi, parado, apoyado en una pared, fumando. Se veía perfecto.
Me acerqué con una sonrisa y co un gesto me indicó que lo siguiera. Caminamos hasta alejarnos del gentío. Arrojó su cigarrillo, metió las manos en los bolsillos y se aclaró la garganta,
-Te llamé para que hablemos.
-Sí, ya sé...
-Mirá Mercy, vos....vos estás apurando todo. Ya te dije pero....no sé, me decís “te quiero” y yo no sé qué responderte. Es como que te apurás.
-Pero....es que es la verdad y por eso te lo digo, quiero ser sincera, de verdad, yo te quiero.
-¡No me digas mas te quiero!
Temblé. No, ese no era Deri. Esa un desconocido. Parecía enojado porque lo quería, o porque se lo decía. Y sobre todo, su mirada. Era fría, cruel....Me dio miedo.
Siguió hablando, mas calmado, y empleando el tono que usa quien le explica algo a una niña tonta.
-Quiero que entiendas, no me digas eso, ya te dije que yo no te puedo decir lo mismo. Y tampoco me siento preparado para tener novia, ya te conté lo que me pasó con mis otras relaciones...Tenés que frenarte Mercy.
Asentí, haciendo un gran esfuerzo para no llorar, no porque no quisiera hacerlo, sino porque me resultaba tan desconocido que temía su reacción al verme llorando.
-Está bien. Prometo hacerlo –dije con un hilo de vos.
-Genial, me parece genial. Uy, volvamos que ya es la hora de volver a clase.
Otra vez asentí y lo seguí. Cada uno entró a su respectiva aula, pero a los diez minutos, yo ya estaba afuera. Quería irme a mi casa, estar tranquila.


Cuando desperté, fue por el sol de la mañana. Me incorporé y me vi en el sofé, vestida. Me había quedado dormida allí, y la cabeza se me partía al medio. El culpable era el ajenjo. Con tres vasos de eso me había quedado completamente dormida. Lo putié, mirando a la botella, pero también le agradecí, ya que por él había dormido en paz, algo que cuando había llegado a mi casa pensaba que sería imposible. Todo me daba vueltas, no por la borrachera, sino por mis pensamientos. Por mas que le diera vueltas al asunto, no entendía qué le pasaba a Deri. Y lo peor, era que me sentía culpable.


Decidí que eso no me afectaría, por lo menos en la cara. Así que salí con una sonrisa. También era para que nadie me preguntara qué me pasaba.
Los días pasaron, y Deri no aparecía. Parecía que se había esfumado de la uni. Por mas que recorriera todos los pasillos, aulas, y lugares que sabía que frecuentaba, no lo encontraba.
Debo admitir que sufría. Sufría mentalmente porque en lo único que pensaba era en él, y sufría con el alma, porque sentía un dolor enorme en el pecho. Quería verlo aunque sea una vez. Yo le había prometido que no me apuraría, y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa, pero él no estaba en ninguna parte.
El día lo pasaba bien, me distraía, pero la noche era tétrica. Era el momento del día en el que me quedaba completamente sola. Bueno, sola no. Con la compañía de mis pensamientos. Y en esos momentos, ellos eran la peor compañía. Por esa causa, las botellas de mi padre fueron reduciéndose en número. No tomaba hasta emborracharme, pero tomaba. Bueno sí, una noche terminé borracha y llorando, porque para causarme mas dolor, había recordado a Richard. En fin, todo muy patético.
Mi mala costumbre se vio interrumpida abruptamente por la llegada de mi madre y Harry. Me di cuenta de que, en el fondo, era buena actriz, porque disimulaba mi tristeza con maestría. Sin embargo, un día no pude mas. Necesitaba un consejo, o aunque sea un oído que me escuchara, de alguien mayor, y si era hombre, mucho mejor.
Estaba sentada en un banco de la plaza, tratando de leer al sol, cuando vi que Harry pasaba caminando lentamente, cargado de bolsas con compras para la cena.
-¡Harry! –grité con demasiada confianza para mi gusto.
Me miró sorprendido al darse cuenta de que era yo quien lo llamaba. Se acercó rápidamente.
-¿Pasó algo? –preguntó preocupado.
-Qui...quisiera hablar con usted de un tema....A solas.
-De acuerdo –hizo ademán de sentarse  en mi banco.
-No, no, podemos hablarlo en el camino a casa, es corto lo que tengo que contarle.
En realidad, no fue muy corto. Le conté todo, pero absolutamente todo, hasta lo que me daba mas vergüenza, sobre lo mío con Deri. Al final terminamos parados en una esquina, porque el viaje había sido muy breve para tanta conversación.
Me escuchó pacientemente, sin interrumpir. Sabía que me ponía atención, lo veía en su mirada. Cuando terminé mi parloteo, suspiró, miró el asfalto de la calle, y me puso una mano en el hombro.
-Mercy, ese tipo es un canalla.
Lo miré sorprendida por su afirmación. Decidió explicarse.
-Un tipo que se enoja porque una mujer le dice que lo quiere, no es otra cosa que un canalla.
-Pero...
-Mercy, querida....Por mas que sean muy modernos los tiempos que corren, cuando se es una mala persona, se lo es siempre.
-Pero Deri no es una mala persona, él....
Me detuve al notar su significativa mirada.
-Siento decirte que te usó. Aunque no lo puedas creer.
-Harry él....él no es así, para mí que está pasando por un mal momento o algo...
-Por ahora pensá lo que quieras. Con el tiempo te vas a dar cuenta de que no es así. Mercy, niña....No te merecés esto.
Bien, había tantas cosas que creía que no merecía, y sin embargo me pasaban....Quería creer que lo de Deri era pasajero, pero una parte de mí me estaba gritando que no, que las cosas eran así, por mas que me negara a creerlo.


Deri. Deri ya no estaba. Había sido una ilusión óptica, un espejismo del que me había enamorado. Igual que Richard.
Una semana había pasado y ni rastros de él. Mi madre y Harry habían vuelto a Londres y otra vez volví a mi soledad. Extrañaba mucho a John, pese que a que casi a diario llegaban cartas, extrañaba sus estupideces y brutalidades, pero también esos pequeños gestos que tenía. Quería contarle todo, decirle que había ganado. Él desde el primer momento, desconfió de Deri,  y yo no le creí. Ahora aceptaba mi derrota.
La única que sabía de mi desilusión era Cris, como siempre. Ya quería tener alguna alegría grande para compartirla con ella, porque lo único que le estaba ofreciendo eran llantos y malas caras. Admiraba su paciencia, y el no haberme pegado un escobazo en el culo y mandarme a volar. Era ella la que, casi con amenazas, me obligaba a ir a la uni.

Después de una clase en la que lo único que hice fue tratar de no dormirme, fui al buffet a tomarme un café y poder despabilarme. Estaba pidiéndolo cuando, para completar mis males, apareció Marcia.
-Vaya, vaya....Miren a quien tenemos aquí, a la Wells. ¿Qué pasa? ¿Tu noviecito te dejó?
Rodé los ojos y me volví hacia la barra, a seguir esperando mi café. Pero Marcia tenía ganas de seguir.
-Podés ir disfrutando de tus últimos días universitarios.
-No me jodas Marcia, ¿si? Me resbala todo lo que me digas.
-Ay, mírenla a la señorita resbalosa....No te hagas la interesante conmigo, muerta de hambre.
-¡Marcia!
Me giré a ver quién había gritado así. Era una voz desconocida, y al parecer, muy enojada. Vi a una chica alta, rubia, quizás mas que Marcia, seguida de dos morochas mas bajitas, una parecía oriental. Se acercó amenazante a Marcia, que la miró de arriba a abajo, pero sin poder ocultar temor.
-Contestame cuando te hablo, Cleave –dijo la chica –Decime una cosa, ¿por qué no dejás de joder a la gente?
-Anna ¿qué te metés? Este es un asunto entre la Wells y yo.
-Dejá de hacerte la matona. Además, dudo que esta chica tenga un “asunto” con vos –me miró raro, como despectivamente –Vos le buscás problemas a todo el mundo.
-No me jodas, estaba hablando con ella y...
-Vas a venir a hablar conmigo ahora.
Sonreí sádicamente. La idea de una pelea de mujeres frente a mí me encantaba.
-Tomátelas Anna.
-No me voy, tenemos que hablar, mosca muerta. Dejá a esta piba en paz y salí afuera.
-Con vos no tengo nada que hablar, abogaducha de cuarta.
La tal Anna pareció enfurecerse, y se acercó mas a Marcia.
-Salí afuera y arreglamos las cosas. No quiero líos acá, no soy escandalosa como vos.
Marcia se amilanó  y salió del buffet llevándose por delante a las dos morochas que secundaban a Anna.
-Gracias –le dije.
-De nada. Pero que conste que no lo hice por vos, es porque necesito hablar con esta idiota. No vale nada, y yo soy peor que ella. Te lo digo para advertirte.
-De acuerdo. Pero gracias igual.
Saludó con la cabeza y salió rápidamente del buffet.




***********
Vayan todas poniendo $2 pesos por las apuestas perdidas. ¿Y? ¿Se les cayó el ídolo, ustedes que se babeaban tanto por Deri? Yo advertí que no confiaran tanto....
Bueno, como andan? Espero que todo bien en sus vidas. Anna! Apareciste! La verdad que tu sugerencia me vino bárbara, porque quería resolver "un asuntito" y no sabía cómo....¿Ven como uso sus propuestas? Si acá todo es muy democrático....
Juli, lo que me comentaste en el otro fic, que no podias acceder a un capi de este, no sé que pasará porque a mi me funca todo bien, probá con cambiar de navegador, a veces el Chrome falla, probá con el Mozilla a ver que pasa. 
Y bueno, yo me voy a ir despidiendo, como siempre, les agradezco que lean! 

02 marzo 2013

Capitulo 56 Confusión.


Está bien. Voy a reconocerlo. En los apenas veinte días que llevaba con Deri, me había enamorado. A decir verdad, tampoco estaba muy segura....No era lo mismo que había sentido con Richard. Bueno, a ese “había sentido” pongámosle muchas muchas comillas, porque tampoco estaba del todo segura de haber dejado de quererlo. Aunque, según tenía entendido, uno no se enamora de la misma forma porque las personas son distintas y uno mismo va cambiando con el tiempo. Y eso sí podía asegurarlo: ese tiempo de veinte días había hecho que dejara de ser la Mercy descuidada que era, para ser una Mercy preocupada a cada instante por verse bien.
Pero también tengo que confesar otra de mis inseguridades: había algo en Deri, algo totalmente inexplicable, que no encajaba. Ese algo estaba escondido detrás de una pregunta que me hacía a mí misma pero que no me animaba a hacérsela a él. En ningún momento, de todos esos días, me había dicho “Te quiero”. ¿Por qué? No lo sabía, puede parecer una estupidez, pero después de tanto interés que había demostrado, que no me dijera nada me resultaba...raro. Incluso yo me había animado a dar ese paso y decírselo, porque era verdad, lo quería, ¿por qué no decirlo? Pero él sólo sonreía y nada mas. Quizás lo suyo era demostrarlo con hechos...
Decidí no comentarle a nadie sobre mi duda, todos me tomarían por tonta, y probablemente tenían razón.


Nuevamente vivía mi vida solitaria, ya que mi madre y Harry se habían vuelto a Londres, aunque en poco tiempo debían volver para terminar definitivamente los trámites. Me sentía tranquila y libre de ojos inescrupulosos que trataban de ver en mi cara qué me pasaba a cada instante.
Los chicos seguían en Hamburgo, y cómo los extrañaba....Cada día mas, pese a que cada día llegaba una carta de ellos.
Después de que Deri me acompañara a casa luego de un largo e infructuoso día universitario, me encontré con una carta de John tirada en el umbral de mi puerta. Eso era como una caricia después de un día de mierda.
Empezaba como todas, asegurando que todo estaba bien. Después, venían los insultos en alemán, que John aprendía y después me escribía para que yo los aprendiera también. Mi sorpresa fue cuando, en medio de la carta, leí el nombre de una chica: Astrid. Fruncí el ceño antes de seguir leyendo. John hablaba maravillas de ella, al parecer era una fotógrafa que habían conocido donde tocaban. También hablaba de dos amigos de la chica, y decía que al fin se habían encontrado a gente “mejor” que el resto de los alemanes. Se me cruzó la idea de que John seguramente gustaba de esa chica, lo que no era raro conociéndolo. Sonreí, poniéndome algo celosa, pero de inmediato me preocupé: ¿una cuñada alemana? Era algo que me parecía hasta surrealista, quién sabe cómo sería, cómo hablaría, qué pensaría....No, John era para Cris, y yo haría de todo para que estuviera con ella. Así que no quería saber nada con rubias alemanas.



Luego de una ajetreada mañana en la cafetería, caminaba con paso rápido para llegar pronto a casa, almorzar, y salir hacia la universidad. Iba llegando cuando en mi camino se cruzó Abby, loca de alegría.
-¡Mercy, Mercy, Meeerrrcyyy! –gritó dando saltitos y sacudiéndome.
-Ay, ¿qué pasa? Me despeinás....-se los dije, me preocupaba mi apariencia.
-¡Tengo una super mega recontra archi gran noticia!
Abrí grande los ojos, tanta, pero tanta felicidad me llamaba mucho la atención.
-¿Y? ¡Vamos, decime de una vez! –dije impaciente.
-¿A que no sabés qué?
-No me jodas con adivinanzas, dale.
-¡El periódico me dio trabajo!
¿Qué?
-¡Siii! ¡Te dije que era un notición!
-¡Abby eso es genial! –la abrazé, y si, era muy genial porque era lo que ella mas esperaba.
-No es la gran cosa, es para hacer unas pocas fotos porque fotógrafo ya hay, pero él mismo me enseñará mas ¡y me pagarán! ¡Tendré un sueldo!
-¡Eso hay que celebrarlo! ¡Vení a almorzar conmigo!
-Wells...-su expresión cambió –Eso significa que yo tendré que hacer la comida....
-Te equivocás. Aparte de pelearnos, mi madre me enseñó a cocinar un poco mejor.

Entramos a casa y ella se sentó en la mesa, mientras picaba tomates y yo ponía una olla con agua para que hirviera y cocinar fideos. Mientras, me contaba cómo había sido su entrevista de trabajo y las condiciones que le habían puesto porque aún era menor de edad. Estábamos muy entretenidas cuando sonó el timbre.
-¿Si? –dije al abrir la puerta secándome las manos con el delantal. Era el cartero.
-¿Mercy Wells? Carta para usted.
Sin decir una palabra mas, me dio la carta y se fue.
Cerré la puerta y miré la carta. Era una letra conocida por mí, pero no recordaba de quién sería. Miré el remitente y...
-¡Dios mío! –fue todo lo que grité, antes de taparme la boca.
-¿Qué pasó? –preguntó Abby asustada,  saliendo de la cocina.
Tomé aire y la miré.
-Es...es una carta...
-¡Si, eso ya lo sé! ¿Pero qué pasa?
-¡Es una carta de Richard!
Sus ojos se abrieron de par en par, y ceo que dijo una maldición, pero no la entendí, estaba demasiado estupefacta por la carta.
-¡Abrila! –me ordenó entrando a la cocina detrás de mi.
-No puedo. Leela vos –se la di y sin pensárselo dos veces la abrió, sacó el papel y comenzó a leer. -¿Qué hacés? ¡Leela en voz alta!
-Ah, no sabía. Bueno, no te pongas como loca.
-Es que me estoy poniendo loca. Esto...esto es muy fuerte. ¡Dale, leé carajo!
Me sacó la lengua y se aclaró la garganta.
-“Querida Mercy: Te...”
-Me dijo querida....
-¿Puedo seguir?
-Si, dale. ¡Dale!
Resopló y volvió a comenzar.
-“Querida Mercy: Te resultará extraño que te escriba y...”
-Claro que me resulta extraño.
-¡No me interrumpas! Bueno, sigo. “...Te resultará extraño que te escriba y la verdad es que tenés razón. Debería escribirte seguido. Espero que estés bien y no tengas problemas. Yo estoy bien, y mis amigos de la banda también.  La verdad que Hamburgo no es tan malo como dicen, por lo menos para nosotros. Bien, dejaré de dar vueltas e iré al grano, que sé que a vos te gusta que sean directos para decirte las cosas.
El motivo principal de esta carta es para contarte que hace unos dias me encontré con los chicos, ya sabés, John, Paul, George, Stu y Pete. Mercy, ellos me pidieron, me rogaron y creo que hasta me amenazaron con que no te diga esto, porque yo se los propuse.  Después de pensarlo mucho, me di cuenta que lo mejor es que lo sepas, y que los ayudes. Sé que ellos te han dicho que están de lujo, que están re bien, pero tengo que decirte que esto....”-Abby se cortó y tragó saliva. Vi su cara llena de angustia y pensé que la mía estaría igual –“...tengo que decirte que esto no es así...”
-Mierda –fue todo lo que dije. Abby solo me miró y continuó la lectura.
-“...Los chicos están viviendo en unas condiciones horribles, no tienen dinero, les pagan poco y los hacen trabajar horas y horas. En fin, los explotan al máximo, y encima viven entre peleas de borrachos. Yo lo intenté, pero ya sabés como son, tienen mucho orgullo. Así que mandales lo que puedas pero de una forma en la que no sepan que estás enterada de esto. Mandaselo “como quien no quiere la cosa”. ¿Me explico?
Perdoname por ser un metido, pero en serio, me vi en la obligación de decirte. Ya sé, soy un buchón.
Te mando saludos. Cariños, Richard.”
Abby golpeó la mesa, indignada. Yo no dije nada, pero no en vano había tenido ese casi presentimiento de que nos mentían.
-¿Cómo pudo engañarme así? –dijo Abby –Supuestamente, Paul me cuenta todo. Mirá por dónde me entero de que no es tan así. Quién sabe todo lo que me oculta.
-Eso no lo sabremos nunca, Abby. Pero mirá, no nos dijeron nada por dos cosas: la primera, por orgullo, tal como dijo Richard. La segunda, para no preocuparnos. Si nos hubieran dicho todo, esto sería un valle de lágrimas por saber en las condiciones en las que están, no viviríamos tranquilas. Ahora encarguémonos de hacerles llegar nuestra ayuda.
Almorzamos sin decir una palabra. Cada una estaba demasiado concentrada en sus pensamientos. De cuando en cuando, miraba a la carta, que había sido abandonada sobre una silla.
Después, Abby se fue, aún enojada. Lavé los platos con lentitud, ya no tenía apuro porque había decidido faltar a clase. Mi cabeza estaba muy llena de cosas como para prestar atención.
Cuando terminé de limpiar, tomé la carta, subí a mi habitación, y sentada en mi cama, la leí. Pensaba y me sentía mal por los chicos. Pero después, empecé a mirar la carta en sí. Miraba ese “Cariños, Richard.”. Miraba lo bonito que se veía mi nombre escrito por él. Miraba cada una de las letras, las palabras, la hoja, la tinta, el sobre. Sentí su olor.
-Mierda Wells, ¿qué te pasa? –me dije suspirando, dejándome caer en la cama.
¿Acaso nunca se me pasaría? ¿Acaso toda la vida, a la mínima cosa que él hiciera, yo volvería a caer? ¿Por qué era tan débil? Esa carta me había hecho revolver todos mis pensamientos y sensaciones.  Suspiré otra vez, enojada conmigo misma. No debía pensar en él, mas cuando estaba con Deri. Eso, Deri sería como mi tabla de salvación, para nunca volver a caer en Richard.
Me quedé dormida, con la carta en la mano. Cuando desperté, fue sobresaltada por el timbre. Bajé con rapidez, y abrí.
-Hola
-Hola Deri
-¿Estás bien? ¿Por qué faltaste?
-¿Cómo? ¿Vos no tendrías que estar en clase?
-Ya salí.
Miré el reloj de pared, había dormido mas de tres horas sin darme cuenta.
-Me sentía descompuesta y me acosté. Al parecer me pasé con la siesta.
-¿Pero ahora estás bien?
-Si, si. Mañana te veo, chau.
-De acuerdo....-me dio un suave beso en los labios y se fue.
Cuando cerré la puerta me di cuenta  que él esperaba que lo invitara a pasar y no que lo despidiera...así. No me importó mucho, quería estar sola para reordenar mis ideas, no para tener una “clase” de besos como las que él me daba, que a decir verdad, a veces me incomodaban. Ya lo dije, pero lo repito, quería reordenar mis ideas, porque estaba sintiendo muchas cosas a la vez, cosas buenas y malas, por Deri y por Richard.  



Abrí mi caja celeste y saqué un rollo de billetes. Quizás John se los gastara en cigarrillos, pero debía mandárselos. Los envolví en un papel y los metí en un sobre, acompañado de una breve carta en la que le explicaba el porqué de ese “préstamo”. Simplemente le decía que desconfiaba de que estuviera tan bien como contaba, y que recibiera ese dinero. Si no lo necesitaba, que no lo usara, y si no, que lo gastara, pero que después me lo devolviera.
Después tomé una hoja y comencé a escribir una carta que el pequeño George estaría esperando con ansiedad, ya que me había tardado mucho en pensar bien qué le diría.
“Hola Georgie:
                        ¿Cómo estás? Por aquí todo bien. Bien, al fin tenés en tus manos la carta con mi respuesta sobre Juliet. Te cuento que la he visto un par de veces, y la verdad, esa chica te extraña, y no sé porqué no te has decidido a escribirle. Si tardás un día mas, empezará a enojarse, si es que ya no lo ha hecho. Escribile, contale tus cosas, preguntale por ella....Qué sé yo, poné un poco de tu parte, sino tendré que empujarte hasta el altar el día que te cases. Digamos que podrías ir ‘allanando el camino’, y cuando vuelvas, si ves que todo está igual que antes de irte, o mejor, le decís lo que sentís.
Bueno, ese es mi humilde y femenino punto de vista. Espero que tomes impulso y lo hagas.
Te extraño mucho, ya nadie me dice ‘bestia’.
                                                                  Saludos a todos,
                                                                                             Tu alumna preferida, Mercy.”

Fui al correo y envié todo. Ya solo quedaba esperar que no se dieran cuenta que sabía la verdad.
Cuando volví, me sentí muy sola. Extrañaba todo, pero cuando digo todo, es TODO. Todavía no podía acostumbrarme a la vida que tenía.  Para mitigar ese sentimiento de soledad, me tomé una porquería que mi padre había comprado para comerciar, a pesar de que estaba prohibida su venta. Era ajenjo, o absenta, como les guste llamarlo. Amargo, horrible, pero con un vaso dejé de pensar en la confusión que tenía en la cabeza y me quedé dormida. Sabía que eso no estaba bien, pero no sé porqué lo hacía.  

********
Después de tanto tiempo, ¡Hola! Si, he vuelto, espero que NADIE pregunte cómo me fue en el examen, o será reducido a cenizas. 
Bueno, no tengo mucho para decir, salvo que el próximo capitulo estará un poco mejor que este. Les daré una pista: Chicas, se les cae un ídolo. Vayan pensando....
Ah, voy a tomarme el atrevimiento de hacer publicidad. Quiero recomendarles un fic que está re bueno, hace poco empezó y para las que les gustan las cosas fantásticas y bien flasheras es ideal. Es el fic de Juli, y esta es la dirección: http://planetanumero9.blogspot.com.ar/
Otra cosa. Anna: No sé donde te puedo meter, si querés de mala, tranquilamente podés ser amiga de Marcia jaja. Tirame mas o menos cómo sos. 
Ahora me voy, silbando bajito esta canción que es mas linda que qué se yo qué XD 

Chau Chauuuu!!!!!!