No sé cómo
hacían, pero las fans siempre, siempre, SIEMPRE, SI-EM-PRE, se enteraban de
todo. Parecía que tenían radares en las orejas y poderes telepáticos porque no
sólo se enteraban de todo al instante, sino que también en dos segundos se
congregaban allí donde estuvieran sus amados Beatles.
La boda de John
y Cris era súper precipitada y cualquiera diría que era imposible que se casaran
porque ninguno de los dos era ciudadano norteamericano pero….John era un
beatle. Y por lo tanto no había nada imposible para él. Aquello realmente me
mareaba, John era el mismo chico que jamás hacia la tarea, se llevaba mil
materias y andaba en bicicleta a contramano, pero en Estados Unidos, John era
Dios. Y los demás también, incluido mi marido. Por lo tanto la boda se realizó
con su posterior recepción en el mismo hotel en el que nos alojábamos.
–Siento esto,
cariño. –pese a todo, John parecía apenado por no haberle podido dar una boda
tranquila a Cris, y no una boda como la que tuvieron, llena de chicas gritando
que amaban a John, lo cual no es muy gratificante para una novia.
–Ya basta, John.
–se quejó ella, harta de escuchar la misma cantinela–Para mí fue genial. Creo
que ni cuando se casó la reina hubo tanta gente.
De pronto, Brian
echó a todos los periodistas y fotógrafos afuera y la fiesta, “de verdad”,
comenzó. Paul no paraba de pedir aplausos para los novios y tampoco paraba de
chupar como una esponja. Luego de un par de horas de baile y risas y más fotos,
John se puso de pie. Todos esperaban que diera un discurso.
–Bueno, esta
fiesta está muy buena pero es momento de que me vaya a consumar el matrimonio.
Chau.
Se fueron sin
decir nada mas y por supuesto que el resto seguimos festejando en nombre de ellos.
–No puedo creer
que Paul todavía no haya aprendido a tomar. Miren cómo está de mal. –George se
arrojó en el sofá en el que Richard y yo estábamos sentados.
–¿Es necesario
sentarte en el medio de nosotros? –me quejé.
–Disculpe,
señora Starkey, pero sí, es necesario. Quiero hablar con mi socio.
–¿Socio?
–George quiere
comprar no sé qué conmigo. –Richard rodó los ojos.
–Rich no vayas a
hacerle caso, te lo pido por favor.
–Tranquila amor,
sólo dejaré que hable y hable. –se inclinó por arriba de George para darme un beso.
–Ayy ¿es
necesario hacer esto? –se quejó él.
–No, pero
molestarte nos entretiene.
Se escucharon
gritos afuera y el jefe de seguridad se acercó a hablar con los que cuidaban la
puerta. Escuchamos un “¡George!” y él se sobresaltó.
–Ahí están tus
fans. –se rió Richard.
–No, no son
fans…
George parecía
transformado. En realidad, ya estaba transformado desde antes. Estaba más “apagado”.
Si bien tenia su fama de tranquilo, no lo era en absoluto y siempre estaba
riendo o habiendo bromas pesadas. Pero desde su pelea con Juliet cada día parecía
más perdido en otra galaxia, y ese día precisamente, al ver a su amigo
casándose, parecía aún más melancólico. Hasta ese instante, en le que se puso
de pie y dudó entre correr o no hacia la puerta. Se escuchó otra vez su nombre
y él decidió correr.
–Déjenla pasar.
–ordenó.
Todos los que
estábamos en la fiesta mirábamos sin comprender, hasta que la vimos. Despeinada,
con las zapatillas sucias de tantos pisotones y con la ropa arrugada, estaba
Juliet. Cuando lo vio se puso a llorar.
–No Ju, no
llores…
George la abrazó
y ella se separó.
–Perdón por
aparecer así. Hace horas que intentaba llegar a esa puerta.
–No pidas perdón
por eso. –dijo acariciándole una mejilla.
Al día siguiente
éramos cuatro felices parejas atravesando el fenómeno que los periodistas
arrastrados por muchachas habían llamado “Beatlemanía”.
El viaje
continuó aunque de mucho no me enteré porque solo íbamos de una habitación a
otra, sin ver mucho mundo, por lo tanto el regreso a Inglaterra era volver a
casa, con su tranquilidad y su paz, aunque también estaba llena de locos. Ni
bien llegamos nos encontramos con una tremenda noticia: George debería casarse
con Juliet, sí o sí. ¿La razón? Sus padres no podían consentir que su hija se
hubiera escapado, hubiera cruzado el océano arriba de un avión y hubiera pasado
muchos días viajando con su novio famoso. Para Brian aquello era un dolor de
cabeza, porque si otro beatle se le casaba podía perderse el interés, aunque
eso yo lo veía imposible. Por el lado de George, la noticia no era mala, él
tenia intenciones de casarse con Juliet, pero no tan rápido. El tema es que la
boda comenzó a planearse, sería en Liverpool y habría una recepción en la casa
de los padres de Juliet como para asegurarse que el novio no escapara. Obviamente todo era secreto de Estado, para
que no sucedieran inconvenientes con las fans.
–¿Te diste
cuenta de algo? –dijo Cris una tarde, mientras sostenía a Andrei.
–¿De qué?
–Juliet vendrá a
vivir a Londres.
–¿Y con eso?
–No trabajará en
mi cafetería.
–Te jodés por
robármela. –le saqué la lengua.
–Ahora tendremos
que hacer una especie de “casting” para elegir empleados. El tema es que todos
vendrán sólo porque somos “las mujeres de”. Y yo quiero gente idónea en serio,
no fans encubiertos.
–No tienen porqué saber que seguimos siendo dueñas. Le
puedo decir a Jonathan que haga las entrevistas. Él enseguida se da cuenta de
cómo es la gente y nadie sabrá que “trabaja” para nosotras.
Me seguía
doliendo dejar el negocio en Liverpool, pero no había opción. Lo bueno sería
que en Londres tendría una librería enorme que estaría al lado de la cafetería,
también enorme, que Cris ya estaba montando, y a cien metros del negocio de
Félix, el enamorado de Jonathan. Todo estaba perfectamente solucionado, sólo
faltaba saber si Juliet aceptaría trabajar para alguna de nosotras y estudiaría
o se dedicaría a otra cosa. Pese a que todo parecía un cuento de hadas, seguía
doliendo dejar aquellas raíces echadas en la ciudad que me vio renacer.
Lo mejor de todo
era que el cambio de ciudad había beneficiado muchísimo a Jonathan. Si no fuera
porque lo había visto con mis propios ojos, jamás hubiera creído que era el
mismo chico que una noche encontré en una celda de la comisaría. Seguía tan
simpático como siempre, pero mas desenvuelto, y gracias a Felix se vestía con
una elegancia que hacía suspirar a todas las chicas que, pobres, no sabían que
jamás tendrían una oportunidad con él. Vivía con Félix, para todo el mundo sólo
eran amigos. Era demasiado peligroso que alguien supiera qué eran en realidad,
así que vivían “al margen de la ley” como si fueran delincuentes. Me indignaba
mucho, eran excelentes personas pero no se podía ir contra todo un sistema.
Jonathan entró al
local de la librería, que yo controlaba que pintaran bien.
–¿Y mi ahijado?
–fue lo primero que preguntó.
–Hola, ¿no? Está
en casa de mis padres.
–Ah sí, hola.
Vaya, me gusta ese color que elegiste. Mercy ya tengo tres personas para el
puesto en Liverpool. Pero como “finalistas” creo que tendrías que entrevistarlos
vos.
–¿Yo? No sé
nada, me daría mucha lástima sólo elegir a uno.
–Ayy, está bien,
lo elegiré yo. Cuando tenga tiempo.
Lo miré bien. Parecía
algo disperso y con una sonrisita traviesa, que tenía cuando algo había para
contar. Eso, sumado al “cuando tenga tiempo” daba como resultado un gran
secreto o noticia.
–Ya, desembuchá.
–pedí y él amplió aún mas su sonrisa.
–¿A que no sabés?
–No sé, por eso
te pregunto.
–¡Entré en una
agencia de actores!
Pestañeé. Jamás hubiera
imaginado algo como eso.
–¿Perdón?
–¡Que entré en
una agencia de…!
–Sí , escuché
eso pero…¿actores? ¿Desde cuándo sos actor? Jamás supe que te gustaba eso.
–Mercy Wells,
era un travesti. Un poco de actuación tenia que hacer.
–¡Shh! ¡Te pueden
escuchar los pintores!
–Ay bueno. ¿Y?
¿Qué me decís?
–Bueno…¿felicitaciones?
–¿Podrías ser un
poco mas efusiva? ¿O necesitás que te diga que ya tengo un papel para una
película?
–¿Qué?
–Ajá. Tal cual
como escuchaste. No seré protagonista, obvio. Pero seré el amigo del
protagonista. Está ambientada en Buenos Aires en los años 30, seré como una especie
de amigo de Gardel. Lo digo por el look que voy a llevar. Te vas a morir cuando
me veas.
–¿Vos me estás
diciendo en serio?
–¡Ay Mercy
Wells, cuando te ponés tonta, te ponés tonta! ¡Que sí! ¡Que soy actor!
Se me cayó una
lágrima y él rodó los ojos, fastidiado, y aún mas se fastidió cuando lo abracé
y le llené la cara de besos.
*****************
Si de cine iba
la cosa, todo estaba completo cuando Brian anunció que iban a grabar otra
película. Esta vez, en varios lugares distintos. Jonathan leyó el guión y le
pareció una revenda pavada, pero según Brian esa pavada haría millones y no
tendrían que matarse mucho actuando.
–¿Y tenemos que
ir a los Alpes? –Paul hizo una mueca.
–Y a las
Bahamas.
Todos suspiraron
fastidiados. Estaban con vacaciones, al fin habían terminado la gira y ahora
debían moverse de acá para allá y encima aguantar rodajes deprimentes.
–Comenzarán el
mes que viene. Tienen que hacerlo, están obligados por contrato.
–Odio los
contratos. –se quejó John.
–Antes deberá
ser mi boda. –dijo George.
–Sí, ya pensé
eso. –Brian asintió.
–Pero necesito
irme de luna de miel.
–Lo siento George,
pero deberá ser después.
–¡Pero qué mierda
esto!
–John…
–¡Es la verdad!
Me gusta tocar, hacer música, no andar cumpliendo contratos de películas.
Siento que estoy perdiendo la libertad.
–Y yo también.
–dijo George.
–Lo siento
chicos, pero las cosas son así. Piensen en su recompensa.
–No todo es
dinero. –dijo Richard y todos lo miramos sorprendidos, ya que no había dicho
una palabra en toda la reunión–Quiero pasar más tiempo en casa, tengo dos hijos
y están creciendo demasiado rápido y eso que son sólo bebes.
–Entonces dejás,
Ringo.
–Ey Brian, no le
digas eso. –defendí.
–Es la verdad.
–Brian se encogió de hombros y todos
suspiramos. A veces las cosas no podían ser divertidas del todo.
Esa misma noche,
mientras tratábamos de dormirnos después de que los bebes estuvieran demasiado
inquietos hasta que se calmaron, miré a Richard.
–Fue lindo lo
que dijiste hoy.
–Si tan sólo
hubiera servido de algo…
–Rich, ¿ya estás
cansado de todo esto?
–A veces sí.
Pero no tanto como para dejar. Me gusta estar en la banda, ellos son mis
amigos. Pero hay mucha cosa externa que no tiene nada que ver. Y lo que dije es
verdad, me gustaría pasar mas tiempo con vos, siento que si no estoy cerca tuyo
me voy perder. Vos sos como un cable a
tierra.
Le sonreí y lo
besé. Después de tanto tiempo, era lindo saber que le era útil a alguien, y que
ese alguien me amaba y yo lo amaba, y que juntos podíamos enfrentar cosas como
estas, sabiendo que podíamos apoyarnos el uno en el otro. El beso se
profundizó, pero Andrei decidió que eso ya era demasiado y comenzó a llorar.
–Yo voy. –dijo
él, impidiéndome que me levantara–Quiero pasar el máximo tiempo posible con ellos,
incluso si tengo que aguantar sus llantos.
Me reí y me quedé
mirando cómo mágicamente mi vida había cambiado.
*********************
Una inauguración
era un completo despelote. Pero dos, dos eran el Big Bang. No sé porqué se nos
había ocurrido con Cris semejante idea estrafalaria: inaugurar las dos a la
vez. Era obvio que nos volveríamos locas, pero a la vista estaba que la cosa
funcionaba. Ambos locales estaban llenos de gente y de noteros de diarios y
revistas, comentando la idea original: una cafetería en la que se podían leer
los libros que vendían al lado, o una librería en la que se podía tomar el café
que vendían al lado. La cosa era novedosa, y vimos que estábamos teniendo
muchas ventas. Jonathan, el ahora nuevo
actor, estaba practicando su lado más comerciante y engatusaba a todos con su
simpatía, por lo tanto se vendía mucho más. Pese a que tratamos de que no se
supiera, el rumor se había extendido y todos sabían que el café era ”de la mujer
de Lennon” y la librería “de la mujer de Ringo”. Aquello no nos gustaba mucho,
queríamos ser valoradas por nuestra idea, no por nuestras libretas de matrimonio,
pero no podíamos escapar de eso.
Cuando todo el
tumulto de gente se fue disipando y sólo quedaban unas pocas personas y el
anuncio de que pronto cerraríamos, nos sentamos una frente a la otra, para
tomarnos un merecido café.
–Esto fue una
locura. –dije sonriendo.
–Y lo seguirá
siendo. Ahora que ya hay poca gente y todo esto pasó, quiero contarte algo.
La miré
levantando una ceja. Había sonado seria, pero tenia esa chispa traviesa en sus
ojos.
–¿Qué te pasó?
–A mi, nada.
Bueno, sí.
–No entiendo.
–Bueno…digamos
que estoy…ligeramente embarazada.
Abrí la boca y
levanté los brazos, volcándome el café encima. Ella soltó una carcajada y me
sacudí apenas la ropa, importándome más bien poco después de escuchar semejante
noticia.
–¡Eso es genial!
¿O no?
–¡Claro que lo
es! No pensé que iba a ser tan rápido pero...¡así fue!
Le di un gran
abrazo, pensando en cómo seguían
sucediéndonos cosas buenas.
*************
Cuando llegamos
a Liverpool, supimos que no podríamos estar allí mucho tiempo. De alguna manera,
los fans se habían enterado de la boda de George. Así que era imposible asomar
la nariz a una ventana. Aún así, Juliet estaba entusiasmada y se la veía
radiante.
–¿Cómo te
sentís? –le preguntó Grace, acomodando su velo.
–Feliz.
Nerviosa. Asustada. Y muchas cosas más que no sé cómo explicar. –rió–Creo que
las fans me descuartizarán.
–No. Eso le pasará
a Grace, cuando se case con el último soltero. –dije y ella rió aún mas. Grace
se puso colorada pero no dijo nada.
–No creo que
haga falta más maquillaje. –Cris la tomó de la barbilla y la miró bien–No, te ves
bien así, natural. Si te pintás más, quedarás artificial. ¿Y bien? ¿Ya estás?
Juliet asintió y
la dejamos sola con su madre, que quería hablar con ella antes de salir hacia
la iglesia.
Allí me senté
junto a Richard, los bebés y mis padres y sus padres. Para todos era un gran
acontecimiento que el pequeño George se casara con la pequeña Juliet. Los dos
eran conocidos por todo el mundo desde que habían nacido, así que no era de
extrañar que la noticia se hubiera difundido por todos lados cuando eran una pareja
muy querida en la ciudad.
–George no puede
mas de los nervios. –dijo Richard en mi oído.
–Y, con los
suegros que va a tener, yo estaría igual.
–No seas mala.
–rió.
–Es la verdad.
Por suerte mis suegros son un amor. –me incliné y miré a Elsie. Ella me sonrió
y sonrió a Louise, que estaba despierta en mis brazos, mirando todo con
curiosidad.
Al fin la música
sonó y nos pusimos de pie para ver a Juliet. Su madre (oh, su madre) no le
había permitido casarse de blanco así que estaba de color rosado, que le quedaba
incluso mejor que cualquier vestido blanco. A lo lejos vi a Felix, orgulloso de
su creación.
Una vez que se casaron,
todos fuimos hacia la casa de los padres de Juliet, sabiendo que no habría
fiesta estrafalaria como la de John y Cris, pero aún así, fue una hermosa
recepción. Cuando todo estaba acabando, Brian se acercó a nosotros.
–Pasado mañana
debemos salir rumbo a los Alpes.
–¿Qué? ¡Pero si
era en un mes! –reclamó John.
–Hubo un cambio
de planes.
Suspiramos, y
miré a Cris. Como estaba recién embarazada, no era conveniente que viajara en
avión, así que debería quedarse. Decidí hacer lo mismo, no quería dejar a los
bebes otra vez al cuidado de mis padres, ni tampoco llevarlos a que se congelaran
de frio.
–No es necesario
que te quedes. –dijo ella con algo de tristeza. –Será mejor que vayas, así le
hacés compañía a Juliet.
–Juliet no necesitará
la compañía de ninguna de nosotras–reí.–Me quedaré. Cuando viajen al Caribe,
nos unimos a ellos.
–A mi esa idea
me parece perfecta. –dijo John, guiñándome un ojo–Quiero que estés conmigo en
el Caribe.
–¿Qué estas
planeando? –le pregunté.
–Cosas…
–Creo que ya es
hora de irnos. –Rich se acercó a nosotros, visiblemente ofuscado. La alegría de
ver su amigo casándose se había esfumado.–Mamá pregunta si puede tener a los
nenes esta noche. Ya sabes, los ve poco…
–Claro, Rich, me
parece una idea estupenda. Y no te pongas triste, sólo serán unos días
esquiando y luego te veré otra vez.
Le di un beso y
nos despedimos de todos.
************************
No tengo cara para volver acá después de un millón de años, pero tampoco tengo cara como para dejar esto inconcluso. Sé que ya nadie me leerá (y hacen bien) excepto Cris (HOOOLAAA CRIIIIS) de todos modos informo que quedan dos capitulos, que trataré de postear antes de que acabe el año.
Saludos y nos leemos.