01 agosto 2013

Capitulo 66 Amigos en las malas

La pelea con John me había dejado traumada. Pese a que le perdoné todo instantáneamente, estaba turbada .Eso, quizás, explicaba mi estado casi de hipnotismo, frente al televisor, mirando sin ver. John se había quedado dormido a mi lado, y parecía que sus sueños eran tranquilos. Volví a la realidad y busqué una manta para taparlo, apagué el televisor, junté los trastos y me fui a dormir, aunque no pegué un ojo en toda la noche. John y Marcia...¿cómo había ocurrido semejante atrocidad? No lo podía creer, quién sabe qué artilugios había usado la zorra esa para que John cayera tan bajo. Pero algo sabía: mi odio hacia ella se había acrecentado. Todo ese tiempo había tratado de ser indiferente, pero me había cansado y tenía que ponerle un basta. Si la llegaba a ver, no se salvaría de mí, costara lo que me costara.


Cuando al fin amaneció, bajé a la sala. John estaba despierto, pero seguía acostado en el sofá.
-Perdón –fue lo primero que dijo ni bien me vio.
-Basta de pedir perdón.
-Por favor, no le hagas nada.
-¿Eh?
-Que no le hagas nada  a Marcia.
-¿Encima la protegés? No hablemos más de ella sino querés que terminemos como anoche.
-No, no por favor –se incorporó rápidamente –Está bien, no hablemos más.
-¿Vas a desayunar?
-No sé, no quiero molestar...
-John, el papel de chico considerado no te sale.
-Tenés razón –rió –Tengo un hambre voraz.
Le preparé una chocolatada, mientras él buscaba y rebuscaba en mis latas de galletitas.
-Ni una.
-Lo sé.
-¿Por qué no comprás?
-Todavía no cobré.
-Robale algunas a Cris.
-Mirá, sacate el nombre de ella de la boca sino querés que te vuele los dientes.
-Ay...está bien. Bueno, aprendé a cocinar.
-No me gusta, soy un desastre. Cuando tenga mucho dinero, lo primero que voy a hacer será contratar un chef.
-Seguí soñando.
Se sentó frente a la mesa y le di su taza. Me senté frente a él.
-No dormí nada –dije para romper el silencio que se había formado.
-Yo sí, me siento culpable
-John...me da miedo que ya no volvamos a ser como antes.
-A mí también. Creo que fue la metida de pata de mi vida. –suspiró y miró hacia la calle por la ventana. Se veía triste, con esa tristeza auténtica que pocas veces le había visto.
-Bueno, cambiemos de tema –le sonreí, no soportaba verlo así -¿Cuándo me vas a dar el disco que grabaron?
-Mmm...creo que nunca. Sólo nos dieron una copia para cada uno, si querés te presto el mío.
-No, no.
-Te lo regalo.
-Dejá. Voy a ir a comprarlo, como si ya fueran una super banda. Pero una banda que conozco.
Rió y negó con la cabeza.
-Vos vas a ser de las que dicen “Soy amiga de ellos” para hacerte famosa y levantar tipos.
-Ése es mi objetivo –reí.

Por eso, ni bien John se fue a su casa, agarré mi billetera y fui a la disquería. De paso, miraría detalles para mi negocio.
Entré y comencé la búsqueda. Pero no tenía resultados positivos, ni miras del disco de los chicos. Estaba yéndome algo enojada cuando me dije que no perdía nada con preguntar.
-Buenos días, ¿tiene el disco de Tony Sheridan?
-¿Cómo? –preguntó el hombre que estaba detrás del mostrador, un señor algo mayor, de aspecto amable.
-Tony Sheridan. Grabó con The Beatles, pero bueno, en el disco figuran como Beat Brothers.
-Mmm...no sé quiénes son, no lo tengo.
-¡Yo sé quiénes son! –una chica, que parecía una empleada, se acercó –Son The Beatles.
-¿Y ésos quiénes son?
Miré al hombre, enojada. Nadie podía referirse así a mis amigos.
-The Beatles, tocan en The Cavern. Lennon es tan lindo...
Esta vez miré a la chica, con bronca.
-Pues no sé, no los conozco, no me suena su nombre.
-Tiene que ir a verlos, son geniales –le dije.
-Sí, tiene que ir –agregó la chica –Yo lo llevaré.
-N...no sé que haré yo en un lugar así...
-Ay señor Epstein, ¿qué tiene? De verdad, no se va a arrepentir.
-Bueno, ya veré. Niña, ¿me disculpas? No tengo el disco, pero si pasás la semana que viene, seguramente estará.
-Muchas gracias ¡y vaya a The Cavern, eh!
El hombre rió y asintió con la cabeza.



La tarde prometía sol, y decidí aprovecharla saliendo a caminar. Era mi día libre en el trabajo y, mientras me distraía y movía las piernas, podía ir viendo locales libres para comenzar con mi nuevo emprendimiento. Sin embargo, la tarde olvidó cumplir su promesa: al rato, el cielo se nubló, ocultando el sol por el resto del día. Bufé, fastidiada por ese clima de mierda que era tan bipolar que ya necesitaba medicación. Decidí abandonar mi búsqueda y mi ejercicio y volver a casa. Recordé que sobre la mesa de la cocina, había quedado una hoja de papel, donde unos días antes, Juliet había escrito una breve explicación sobre cómo hacer una torta de chocolate, además de su número de teléfono por si llegaba a tener inconvenientes. Yo estaba segura que, mas que llamarla a ella, terminaría llamando a los bomberos. Pero no perdería mucho intentándolo, así que ni bien regresara, me abocaría a la tarea, para así pasar la tarde. Planeaba que, si todo salía bien, llamaría a Juliet para invitarla a tomar el té,  como modo de agradecimiento. Probablemente, para ella sería un castigo probar la torta hecha por mí.
Reía sola pensando eso cuando al doblar la esquina y cruzar la calle para entrar a mi casa, vi que a unos veinte o treinta metros, sobre la misma vereda, caminaba Marcia. Estaba de espaldas, pero la reconocía por su forma de caminar. Lo más importante: iba sola. Sentí que toda la tranquilidad que había tenido durante la tarde, desaparecía en milésimas de segundos, dando paso a una furia incontenible, tan incontenible, que me hizo gritar.
-¡Marcia!
Se dio vuelta. Vi su cara de desconcierto al darse cuenta que era yo quien la llamaba, y quien avanzaba hacia ella, con paso cada vez mas rápido, hasta correr.
-¡Hija de puta te metiste con mi hermano!
Sin darle tiempo a reaccionar, y lo peor, sin darme tiempo a mí misma para reaccionar ante lo que estaba por hacer, me abalancé sobre ella, empujándola y haciéndola caer. De inmediato, comenzó una lucha en el suelo que incluía tirones de pelo, gritos desaforados, y arañazos.
-¡Soltame loca! ¡Auxilio!
-¡Te voy a matar! ¡Me las va  apagar todas juntas, puta de mierda!
Marcia intentaba defenderse agarrándome de la ropa y tapándose la cara, pero para mi asombro, estaba en inferioridad de condiciones: en el piso, yo encima de ella, dándole golpes por donde podía y tirándole los pelos. Para mí, la pelea duró mucho, pero seguramente fueron dos minutos hasta que escuché gritos de hombre, inentendibles, y unas fuertes manos que me agarraron de la cintura, casi levantándome en el aire. Después, vi que a Marcia la levantaban casi de la misma forma, y vi a un policía. Supe que quien me sostenía, era otro policía.
-¡Loca de mierda! –gritaba Marcia, desgañitándose.
No respondí, estaba agitada, pero sonriente al verla tan desalineada gracias mí.
-¡Señoritas por favor! –otro policía se apareció, mirándonos con escándalo. El que sostenía a Marcia no podía aguantar la risa.
-¡Ella empezó! –gritó Marcia, zafando un brazo para poder señalarme.
-Ya lo sé, vi todo –dijo el tercer policía, acercándose  a mí -¿No le da vergüenza?
-¿La verdad? No. –contesté con desparpajo. Ya que estaba en el juego de chica mala, no veía porqué no seguir.
-Llévensela –dijo con total seriedad. –Y a ella la sueltan.
-¿Por qué? –traté de agacharme para recoger el sombrerito que se me había caído en la pelea -¡Ay, dejen que lo levante, no me voy a escapar! –protesté.
-Ella es tu víctima, la golpeaste.
-Lo hice para....
-Eso se lo dirás al comisario –me interrumpió.
-¡No puede llevarme! ¡Usted es un idiota! –intenté escupirlo, pero erré.
-Seguí, seguí  agrandando tu prontuario.
Pataleé, pero igual el policía que me sostenía me arrastró hasta un auto. A Marcia la soltaron, pero sentí placer al ver cómo lloraba. Ahora sabía lo que era meterse conmigo.





-Ella se acostó con mi hermano. Bueno, en realidad no es mi hermano, es...
-Si, si, no me expliques mas –el comisario me interrumpió. Evidentemente, estaba harto de escuchar gente excusándose.
-Llévenla a la celda.
-¿Qué?
-Lo que escuchó señorita Wells. A la celda.
-Pero...
-Pasará a noche ahí.
-¿QUÉ? ¡Pero...pero...!A ver, ¿cuáles son los cargos que se me imputan?
El hombre me miró, cansado. Era gordo, barbudo y con muchas ganas de jubilarse para dejar de ver tontos con poses de abogados aprendidas en películas.
-Tus “cargos” son: disturbios en la vía pública, pelea callejera y desacato a la autoridad.
-¡Injusto! ¡Exijo un defensor!
-Ya, ya, sáquenla de acá....
Dos policías me tomaron de los brazos y me llevaron por un pasillo oscuro, pero corto. A la derecha había una reja, que abrieron. Me metieron allí y cerraron.
-¡Estúpidos! ¡Muerte a la gorra!
Hicieron caso omiso a mis gritos y se fueron. Todo estaba oscuro, aunque llegaba algo de luz desde la oficina donde el comisario me había atendido. Se escuchaban voces, el ruido incesante de la máquina de escribir y el teléfono, y el olor a café.
-¡Esto es lo único que me faltaba! ¡Terminar presa! ¿Alguien en este mundo tiene peor suerte que yo? ¡NO! ¡Nadie! ¡Estoy meada por un tiranosaurio rex! ¡Todo  a mí, todo a mí! ¡Dios! ¡Dios, ¿existís?! ¿Qué mal te hice? Yo intento ser buena, pero no, el Barba, o sea vos, me tirás toda la mugre a mí! ¡Esta vida es una  mier....!-mi monólogo de quejas y desgracias fue interrumpido por un ataque de tos, que cuando pasó me dejó sin aire –Dale...seguí que es gratis.
Arrojé al suelo mi sombrerito y le di una patada.
-Hola, bienvenida.
-¡AAAAHHHH!
Una mínima luz se encendió, la luz de una vela, y me encontré con la cara de un muchacho. Tragué saliva. El miedo me había paralizado y ya veía las consecuencias de mis impulsos.
-Por...por favor...no me hagas nada...
-Ey, tranquila...
-¿Qué pasa acá? –los mismos policías que me habían metido ahí, aparecieron tras la reja.
-¡Sáquenme! ¡No pueden meterme en una celda con un hombre!
-Ahh por eso gritabas....-dijo uno.
-Tranquila, éste no te hará nada –el otro rió y ambos se fueron, dejándome sola con ese tipo.
Me giré para verlo, ahora sí que estaba perdida.
-El policía tiene razón, no te haré nada. ¿Sabés por qué?
-N...no....-apenas me salía la voz.
-Porque soy gay.
-¿Ah? ¿De verdad? –en un segundo pasé del miedo al desconcierto.
-Si, por eso estoy acá.
Pestañeé rápido. Era apenas un chico, seguramente menor que yo, de baja estatura y tímida sonrisa.
-Tomá –me dio una vela, que encendió –Ey, tranquila, no te pasará nada. Me llamo Jonathan.
-Mercy Wells, un gusto –extendí mi mano, que él estrechó, como si fuéramos dos hombres.
-Escuché que pasarás la noche acá.
-Sí.
-Te librás de so si pagás una fianza.
Sus palabras iluminaron mi pensamiento. Si pagaba...
Tenía el dinero del crédito y eso me podía salvar de pasar quizás la peor noche de mi vida.
-¡Policía! ¡Guardia! –grité, y enseguida apareció uno, fumando.
-¿Y ahora qué?
-Si pago, ¿me dejan salir?
-Mil quinientas libras.
-Jo-derrr....
Antes de que dijera algo más, el policía desapareció.
-Se me irá la mitad del dinero....-dije pensando en voz alta.
-No gastes. Después de todo, no se pasa tan mal la noche acá.
El chico encendió otra vela y se sentó en lo que podríamos llamar cama, aunque era un colchón sucio con unas frazadas encima, apoyado sobre unas patas de hierro.
-Sentate –dijo señalando la “cama” que estaba enfrente, separada por una mesita desvencijada.
Me acerqué lentamente y me senté. Al ver todo eso, me entraron unas tremendas ganas de llorar, y así hice.
-Ey...¿Mercy era tu nombre?
-¡Si! –asentí entre lágrimas, tapándome la cara.
-No llores...Te aseguro que hay cosas peores.
Jonathan se sentó a mi lado y me abrazó. Cuando me calmé, me separé de él.
-¿Seguro que sos gay?
-Mas que seguro –dijo ahogando una risita.
-Qué lástima, me vendrías bien como novio.
Soltó una carcajada a la que me uní y volvió a sentarse en su cama, antes de acomodar otra vela sobre la mesita.
-Sólo será una noche distinta. Los policías no te harán nada.
-¿De verdad? Sé que siempre se aprovechan, mas si una es mujer. Me da miedo eso.
-No, son buena gente.
-¿A vos nunca te hicieron nada?
-No, sólo encerrarme, pero lo hacen porque cumplen órdenes. Después nunca me tocaron un pelo. Si tenés frío te traen ropa, te dan sopa o caldo, y te dejan salir para ir al baño.
Asentí y me abracé a mí misma, acomodándome en la que sería mi cama por esa noche. Me pasé la mano por la mejilla izquierda, me ardía, seguramente Marcia me había arañado.
-¿Te peleaste con alguien?
-Sí , con una chica. A pesar de estar acá, me siento bien porque la cagué a palos, como quería hacer desde hacía mucho tiempo.
-¿Te robó a tu novio?
-No...
La noche sería larga, por lo tanto comencé a contarle toda mi historia con Marcia a ese chico que me escuchaba con atención y asombro. Después, me contó su historia. Yo, que pensaba que era el ser más desdichado sobre la tierra, aprendí en esa celda una lección de vida: siempre hay alguien que está peor, y pese a todo lo que a uno le pase, en cierto sentido es afortunado.
Jonathan tenía 18 años y muchas entradas en la comisaría. ¿Su delito? Ser gay. Eso estaba prohibido, y si alguien lo era, debía mantenerlo en secreto. Pero Jonathan no quería y eso le había costado caro: nadie quería darle trabajo. Con su madre enferma y sin tener dinero, no le quedaba otra que hacer en el oficio mas antiguo del mundo. Por eso, cada vez que lo veían en la calle o en algún club buscando clientes, la policía no dudaba  en llevárselo e incautarle su peluca rubia. El cargo era ejercicio ilegal de la prostitución, pero Jonathan sabía que no era por eso por lo que se lo llevaban. Sin embargo, agradecía que lo trataran bien y que no lo molieran a palos o le hicieran cosas peores, como sabía que hacían en otras ciudades.
Pese a todo eso, Jonathan era un ser inocente, con rostro de ángel y alma noble. Lo veía así a través de la penumbra de aquella celda y de las pocas horas que tenía de conocerlo. Era una persona transparente, que lamentaba lo irreversible de su condición.
Cuando terminó de contarme todo, ya era la medianoche. No sabía qué decirle, y él sonrió, seguramente adivinando que me había quedado sin palabras.
-Y decime...¿tenés novio?
Sonreí por la pregunta que me había hecho para cambiar de tema.
-No, pero estoy enamorada.
-¿Cómo se llama?
-Richard.
-¿Cómo es?
-Es bajito, tiene voz grave, el pelo castaño claro pero con un mechoncito blanco, y unos ojos azules increíbles...
-Me encanta.
-¡Ey, no te pases! –reí, arrojándole la almohada de mi cama. Él la esquivó, riendo también.
-¿Y estás enamorada por eso?
-No. Bueno sí, pero también por otras cosas....No sé, es dificil de explicar.
-Por tu mirada deduzco que no sos correspondida.
-Deducís bien. Tiene novia y creo que nunca se fijó en mí, ni lo hará.
-Uno nunca sabe.
-Sólo me ve como a una ex-compañera de colegio, así de patética. Duele, pero ya me acostumbré.
-Te entiendo perfectamente.
Bostecé, y me acosté en la cama.
-Voy a pedir una frazada, tendrás frío –Jonathan caminó hasta la reja y gritó. Enseguida, un somnoliento guardia le dio una manta. Volvió y me tapó con ella.
-No creo que pueda dormir....
-Te contaré un cuento, soy bueno para inventar historias.
-No te preocupes, descansá. Creo que dijiste que mañana cuando salgas, tenés que acompañar a tu mamá al hospital.
-Sí, pero hay tiempo.
-Como quieras.....Me hacés acordar a mi hermano.
-¿Al chico que se acostó con la tal Marcia?
-Si...Es terco así, y me cuida igual. Además se llama John, y vos Jonathan –reí.
-Creo que sólo ahí está la similitud. Bien, empezaré. Había una vez una niña que quería vivir todas las vidas....
Nunca supe cómo terminaba el cuento de Jonathan, ya que me quedé dormida casi enseguida.



Me despertó el grito del guardia, quien extendía a través de la reja dos tazas de humeante café. Me puse de pie de un salto.
-¿Ya me dejarán ir?
-Aún no.
-¿Por qué?  Ya pasó la noche.
-Tiene que venir alguien a retirarte.
No pude ocultar mi desilusión. Nadie sabía que yo estaba allí, y tampoco quería que lo supieran.
-Es así –dijo Jonathan, sentado en la cama, calentándose las manos con la taza de café –A veces paso dos días acá hasta que viene mi madre y me saca.
-Eso sería posible si fuéramos menores de edad....
-No, siempre tiene que venir alguien a sacarte.
Miré mi reloj. Eran casi las siete de la mañana y pronto tenía que estar trabajando. Cris se extrañaría si no iba, llamaría a mi casa y no me encontraría, llamaría a Mimi y ella no sabría nada de mí....Pronto estarían buscándome y lo que era peor: llamando  ami madre.
Mi única opción para evitar todo eso que la que propia Cris me sacara. Pero la cara  se me caía de vergüenza, y si no se me caía así, se me caería por las bofetadas que ella me daría, con justa razón. No podía hacerle eso, ni a ella ni  a Mimi, la segunda opción. Para mí, era una ofensa hacia ellas que se enteraran de dónde estaba.
-Wells, alguien quiere verla.
-¿Quién?
El guardia desapareció y volvió llevando a alguien.
-¡Paul! –grité corriendo hacia le reja.
-¿Se puede saber qué hiciste? –reclamó, lleno de indignación.
-Yo...
-No se para qué te pregunto si ya lo sé. Vi al nuevo novio de Marcia y me contó que la golpeaste y que te había llevado la policía.
-Ay no, Marcia le contará a todos...¡Por favor, que John no se entere! ¡Me va a freír en una sartén! ¡Y me comerá con salsita!
-Tranquila, nadie le cree a Marcia. Y no le diré nada a John, aunque si se entera de esto,  a mi también me freirá y me comerá con salsita. Y ojo que tiene buen apetito, eh. Anoche vine, para asegurarme que todo fuera verdad, y me dijeron que sí, que estabas acá, pero que no podía verte. Por eso vine ahora, para sacarte.
-¡Gracias Paul! ¡No sé cómo voy a pagarte esto!
-Y yo tampoco. Ni siquiera sé porqué lo estoy haciendo.
-Tenés razón, siempre te traté mal.
-Ya ves...Soy buena persona, no hay nada que hacerle. Juntá tus cosas mientras firmo unos papeles.
Paul se fue y volví a mi cama, para calzarme los zapatos.
-¿Es tu amigo? –preguntó Jonathan.
-Sí.
-Es lindo.
-Lamento decirte que le gustan las mujeres. Le gustan DEMASIADO.
Rió, negando con la cabeza.
-Jonathan, gracias por hacer que mi noche en prisión fuera mas llevadera.
-De nada. Gracias por escucharme y no juzgarme.
Lo abracé, sin poder detener unas lágrimas.
-Nos vemos.




Paul no paraba de firmar papeles, mirándome de reojo. Después me tocó firmar a mí.
-Lamentable que una señorita como usted ya tenga un prontuario. Créame que ésto la perjudicará de por vida –dijo el comisario. Sólo asentí. La luz del día había hecho aflorar mi vergüenza.
-Vámonos de una vez –Paul me tomó del brazo, guiándome hacia la salida.
-Esperá –le dije, y luego, dirigiéndome al comisario  -Se supone que estoy libre, ¿no?
-Sí –contestó con desgano.
-Entonces quiero sacar a Jonathan.
El hombre suspiró, y le hizo una seña a uno de los policías.
-¿Qué hacés? –preguntó Paul, enojado -¿Acaso te pusiste de novia con ese o qué?
-No, es mi amigo.
Jonathan apareció cargando una bolsa y esta vez me tocó firmar a mí una pila de papeles.
-Gracias Mercy –dijo sonriendo tímidamente.
-Es lo menos que podía hacer.
-Ya, váyanse –dijo el comisario.
Los tres salimos de la comisaría y el sol nos pegó en la cara.
-Yo tomaré el autobús a unas cuadras –anunció Jonathan.
-De acuerdo.
-Muchas gracias –me dio un abrazo –Espero volver a verte.
-Claro que sí. Ya sabés adónde trabajo, andá cuando quieras.
Sonrió nuevamente y estrechó la mano de Paul.
-Un gusto conocerte.
-El gusto es mío, Jonathan.
Se despidió moviendo la mano y caminó con lentitud hacia la esquina. Nosotros caminamos en sentido contrario.
-Gracias.
-Mercy, no fue nada.
-En serio Paul, gracias. ¿Me dejás darte un abrazo?
-Si no hay remedio...
Lo abracé riendo. Luego continuamos caminando.
-Vení a desayunar a la cafetería.
-Eso iba a hacer, y mas vale que me invites. Las cosas no las hago gratis. Ese chico, Jonathan, es simpático.
-Es gay, y gusta de vos.
-¿Qué? ¡No me jodas Wells!
Solté una carcajada y le palmeé un hombro.

-Paul, el  despiertapasiones, me acaba de sacar de la prisión. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.  



***************
Por la calle de Alcaláaa con la falda almidonáa y los nardos apoyados en la caderaaaaaaa

Sí, ya sé que por mas que les cante no me perdonarán que haya tardado mas de UN MES en subir. Ni excusas voy a poner, porque ya se imaginan: exámenes. Pero bueno, he reaparecido, con un capi largo y que hace como un año que tenía pensado. Espero que les haya gustado.
También espero que no me hayan abandonado, aunque no les reclamaría, tienen  toda la razón. Prometo que no les haré esperar tanto tiempo,o por lo menos avisaré. 
Ahora me despido, besos azucarados para todas!

4 comentarios:

  1. Holaaaaa!!! Pues después de un mes (bueno, no hace tanto que he hablado contigo creo, verdad? Jajajaja) aparezco yo de nuevo por este blog y este fic para encasquetarte uno de mis comentarios... No sé si eso es una bendición o una desgracia para ti, pero tú misma, jajaja.
    Vale, yo ya te he dicho muchas cosas en "persona" antes de escribirte esto, pero es que me veo en la necesidad imperiosa de repetirlas... Este capi, y lo vuelvo a decir, me ha parecido inmensamente triste por esa muestra de la cotidianeidad tan dura que nos haces. Ese es el drama válido, el drama sutil, el del día a día y no ése que nos quieren vender de grandes catástrofes inverosímiles, llenas de desdichas y cosas desgraciadas que recaen sobre la misma persona, y que sólo una Mary Sue (personajes que no me trago) puede resolver. Es una cosa con la que no es fácil encontrarse en el fandom, así que muchísimas felicidades por eso. De verdad que sí. :)
    Y ahora, que parezco yo una crítica literaria de verdad y eso no me mola, pues me voy a poner a destriparte (que feo y cruel suena eso, jajaja) el capi por partes. Veamos, primera parte... Yo mucho me temo que las cosas entre John y Mercy se van a torcer. De veras que sí, y no sólo por lo de la pelea que han tenido la noche antes, sino por lo que ha pasado ahora con... eso. Ni su nombre voy a molestarme en escribir, ni tampoco le daré tratamiento de persona con un "ésa", fíjate, jajaja. (ah, estaba redespechada la Cris, jajajaja). Me da a mí, creo yo, que el asuntillo va a traer cola, y como la traiga sí que voy yo a partir escobas por ciertas cabezas, jajajaja. Que no se me pelean por "eso"! Que por encima de mi cadáver putrefacto! Jajajaja. Por cierto, mala suerte la de Mercy que la pillaran los polis, porque mira que estaba haciendo lo que debería de haber hecho ya hacía mucho tiempo y bien a gusto que se estaba quedando la pobre! Ole, ole y ole, Mercy! Vale, veamos, pegar no está bien y todo esto, pero hay gente que son la excepción que confirman la regla, como "eso". La próxima vez llámame a mí que te voy a echar una ayudita, jajajaja. Naaaaa... Ahora en serio, vale, fue un impulso irracional pero la pobre Mercy, después de lo que le ha hecho pasar que ahora va y se entera de que John anda enamorado de ella... Pues normal. Incluso se ha quedado corta, porque aquí me falta una paliza: la que le debería dar a John, jajajaja. Vale, ya, paro que si no no podremos fundar ese partido pacifista que teníamos en mente, con tanta violencia y tanta bofetada y tanta paliza... QUe este comentario sólo falta que lo firmen Chuck Norris y Steven Seagal para acabarlo de rematar. XDDDD

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  2. Vale, cambiando de tema, me moló el guiño que hiciste a la hora de introducir a Brian Epstein. Nena! Te has convertido en la que "le ha presentado" a los chicos! :D El resto, ya es historia! Mercy, hija, yo de ti me iba planteando pedirles una comisión o algo de las ganancias que traigan los chicos estos de ahora en adelante... Piénsalo, eh? Jajajaja.
    Y bueno, por lo referente a la escena del calabozo (fuck the police! jajaja), que me gustó mucho, la verdad, aunque ya sabes que me ha puesto reflexiva. Jonathan. Pobre chico. Abocado a la prostitución y a saber qué cosas más, a una vida de mierda en general, por ser homosexual y más, en esa época en la que... tela. Maldita sea, pobre chico. Parece súper majo, súper tierno y muy buena gente, y míralo al pobre. Todo también por su madre enferma y por salir adelante. Me paro a pensar en la cantidad de historias que habrá habido así y... oye, me pongo muy triste, de verdad. Ya ves tú: sólo por tus preferencias a la hora de acostarte con alguien, a la hora de amar, te puedes ver abocado al rechazo más absoluto y a la vida más perra que pueda haber... Pero en fin, este mundo ha sido así, y sigue siéndolo en infinidad de ocasiones. Tan bonito que sería el hecho de vivir y dejar vivir sin más!
    Vale, sí, dejo mis divagaciones y sigo comentando cosas, jajaja. Mira por donde, la sacó Paul de la comisaria... Bien, esperemos que como dice Paul nadie crea a "eso". Nadie. Nadie. Nadie. Paul, por una vez quiero que tengas razón, ojo, jajaja. Y que quede como una loca ella sola, jajaja. Bien, sí, reconozco que Paul tendrá sus cosas, pero en el fondo es buena gente, por lo menos a Mercy así se lo ha demostrado, preocupándose por ella de ese modo. :) Y bueno, lo del gesto de Mercy de soltar a Jonathan me ha encantado. Un buen gesto para este recién incorporado amigo en una situación tan surrealista... Mucho ahí, Mercy! Mis respetos!
    Y bueno, yo ya me voy despidiendo que ya va siendo hora de que me vaya a dormir y a soñar con cosas así bonitas y todo eso, jejeje. Besotes, genia! Y no te preocupes por el retraso, que había exámenes! Siempre y cuando actualices con esta calidad, perdonada estás ;)
    PD: Cris no te hubiera dado bofetadas por pasar la noche en el calabozo por el motivo que lo hiciste. Me da a mí que no, puedes estar tranquila :P
    Byeeee!

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  3. Ahhhhhh!! me puse re pero re feliz cuando vi que subiste capitulo! Yo no sé como pero extrañaba que se me pegara otra vez el acento argentino.
    Estuvo muy bueno el capítulo, divinos todos, Paul, el despiertapasiones. lo máximo... no sé... no sé que más comentar... PUTOS EXAMENES!!! si, solo eso y Sube pronto :3

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  4. Primero que nada, te felicito por haber ganado el concurso de fics! Me re alegra que hayas vuelto a subir, y ver como sigue esto. Justo dijiste eso de los exámenes y es una cagada porque hoy estoy acá y debería estar estudiando y haciendo mil cosas. Es una mierda que uno tenga que hacer cosas que no le gustan, no? Bueno, siguiendo con el fic. Al principio me dio cosita ver que Mercy la iba a matar a Marcia, esa no es la Wells que todos conocemos, se volvió mucho más salvaje jaja Me da pena en ese aspecto, pero por otro lado me encantó porque conoció el chico ese que es un genio! Y además la historia que tiene te hace pensar que, como dijo Mercy, siempre hay alguien que está peor. Y justamente ese no sería un consuelo, sino algo por lo que preocuparse. Ojalá que le vaya bien en el negocio y con Richard y con todo. jakhdsakjghksaj Subi rapido!! Chau

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