-Vos me estás jodiendo, ¿no?
-Te dije que no era buena
idea decirle.
Miré a Paul y asentí, resignada.
Ambos comíamos en la barra, él de manera normal y yo como si hubiera pasado la
noche en la cárcel. Ah cierto, me había pasado eso.
El tema es que a Cris no se
le había escapado la cara que traíamos los dos y al final cedí y conté todo,
mientas Paul se agarraba la cabeza, pensando que estaba arruinando “nuestro
secreto”.
-Paul, decime que lo que me
cuenta ésta chica es mentira.
-Sí, es mentira.
-No, no lo es. Pasé la noche
en la comisaría. Ahora pegame.
-Te partiría la cara, pero no.
Que lo haga tu madre, que para eso es madre, o nadie, suficiente castigo habrá
sido que duermas ahí. ¿Te hicieron algo?
-No, nada. Ehh...¿no me vas a
decir nadas más?
-No, y conste que me estoy conteniendo
como nunca en mi vida.
-Por favor, que no se entere
John.
-Y ahora, como en las
telenovelas, aparece John y dice “¿De qué no me tengo que enterar?”
Reí por la ocurrencia de Paul,
que comía aliviado al ver que no presenciaría una escena de violencia.
-¿En serio no me vas a decir
nada más?
-¡Ay Mercy Wells, qué chica
pesada sos! –se quejó Cris- Bueno, está bien, ahí va: ¡Ay qué barbaridad! ¿Cómo
pudiste hacerme esto? ¡Qué bajo caíste! ¡No admito a ex-convictas en mi negocio!
–empezó a zamarrearme hasta que la risa la pudo –Ma sí, dejalo ahí, no puedo.
-¡Ay, gracias!
-Encima agradece, está
loca.... Bueno, ponete a trabajar de una vez, si no ya sabés: a la comisaría.
Comencé a limpiar y a atender
a la gente, a la vez que charlaba con Paul, hasta que se cansó de comer gratis
y se fue.
Cuando volví a mi casa, recién
tomé conciencia de lo lindo que era ser libre. Era raro, nunca me había puesto
a pensar en lo que sería estar encerrado en una fría celda. Me juré a mí misma
que nunca más volvería allí. Si Marcia se cruzaba en mi camino, la ignoraría,
porque uno no repara en la nada, y ella era eso, nada. Emplearía la violencia
sólo en defensa propia, si a la loca se lo ocurría hacerme algo.
Comencé a pelar unas papas,
para hacer unas ricas papas fritas a modo de bienvenida, y les rogué que no se
quemaran.
Mimi tocó timbre, dispuesta a
comentarme no sé qué chisme del barrio y cuando notó que estaba cocinando me ayudó,
por lo tanto las papas salieron ilesas. La observé bien, y supe que ella no
estaba enterada de mi estadía carcelaria, lo cual fue un alivio, aunque si lo
hubiera sabido, no habría entrado tan tranquila,
me hubiera pegado cuatro gritos.
La invité a almorzar pero se
negó, así que comí escuchando la radio y discutiendo con el locutor que presentaba
las canciones. Estaba lavando las ollas cuando llegó Abby. Se había enterado por
Majo, la hermana de Paul, sobre mi noche tras las rejas.
-¿Querés café? –ofrecí.
-No, gracias, tu café es horrible.
-¡Pero..! ¡Siempre me dicen
que hago cosas horribles!
-Hasta que no le pongas mas entusiasmo
a la cocina, te lo seguirán diciendo....Así no te podrás casar.
-Uy sí, espero casarme y
todo...
-Quién sabe.
-Primero quiero mi negocio y
después....nada. La soltería lisa y llana. ¿Y vos?
-¿Yo qué?
-No sé, estamos hablando de casamientos,
tratá de relacionarlo con vos.
-De eso venía a hablarte.
-¡¿Te casás?!
-No Mercy –ahogó una risita.
-Ah bueno, me decías las cosas
así....
-En dos días me voy a
Londres.
Se hizo un silencio sepulcral.
Ella me sonreía, pero su sonrisa era triste. Yo sólo me había quedado mirándola,
casi sin respirar, con un repasador en la mano. Pestañeé.
-Ya tengo el dinero y conseguí
una pensión para vivir. Por lo que has contado, queda cerca de la casa de tu
mamá.
-Ah.
-¿Eso es todo lo que vas a decir?
-Pará, es que no me esperaba
esto. Sabía que faltaba poco pero...no sé. A veces pensaba que se te había pasado
eso de irte.
-No, al contrario, estoy muy
entusiasmada. En el diario me recomendaron muy bien a otro diario de allá, en
realidad los dos son del mismo grupo corporativo, así que es como si siguiera
trabajando acá.
-Pero no.
-Sí, ya sé que no es
exactamente igual –dijo en tono cansino –Pero me pagarán bastante y a la vez
podré tomar clases. Lo hacen porque precisan gente joven, los viejos se están
jubilando.
-¿Y Paul?
Lentamente soltó un suspiro,
mirando fijamente por la ventana. Después tamborileó los dedos sobre la mesa y
me miró.
-Lo de Paul terminó
definitivamente, y no quiero hablar más del tema.
-Pero.....vos lo querés. Y
él...
-Él también, sí. –completó-
Pero no va más. Cada uno quiere realizarse, y si estamos juntos no podemos,
justamente, estar juntos. Nos haríamos muchísimo daño.
-¿Y así es mejor?
-Ninguno de los dos lo sabe.
Se verá con el tiempo.
Esta vez, la que suspiré fui
yo. Después volví a fregar una olla.
-Si es lo que querés, no me
meto.
Abby se fue poco después, y
apenas cambiamos unas palabras más. La idea de que se fuera casi por tiempo
indeterminado, me caía mal. Y, dejando de pensar egoístamente, la idea de que
con Paul hubieran cortado todo, también me caía mal. Sobre todo, porque estaba
segura que Paul no estaba del todo de acuerdo con esa decisión. Me llamaba la
atención que esa mañana no hubiera comentado
nada, y de haberlo sabido, me hubiera dedicado mas a él, a agradecerle más su
buena acción, a...no sé, darle apoyo.
-¡Hola mundo mundial! –saludó
George, mirando a toda la clientela, que apenas si le puso atención –Pero qué
amargada ésta gente...
-Hola Georgito lindo –lo
saludé, mientras controlaba el cambio de la caja.
-Dame algo de ese dinero.
-Ni lo sueñes. ¿Qué andás
haciendo por acá?
-Bueno, tenía hambre y ...
-¡No, no por favor! ¡No me digas
que venís a comer! ¡Rápido Wells, cerrá o nos quedamos sin reservas!
-Qué graciosa la señora Cris.
-Lo de señora eliminalo.
-¿Señora de Lennon?
-¡Ay, no me lo nombres!
-Bueno, bueno –intervine
-¿Qué vas a comer?
-Antes decinos si trajiste
plata.
-Mmm....-George rebuscó en
sus bolsillos –No tengo nada. Estoy ahorrando.
-Entonces te vas a tu casa.
-Pero señora....
-Harrison, te hablo enserio.
-¡Pero es que necesito dinero
para volver a Alemania!
-¿Otra vez? –preguntamos al
unísono.
-Sí, pero aún falta. Queremos
visitar a Stu, pero seguro será el año que viene.
-Ah, mejor....
-¿Me van a servir algo?
-¡No!
-Depende...-dije.
-¿De qué depende?
-Depende de si me darás
clases el martes. Practiqué un poco...
-Sí, en la cárcel –rió.
-¿Vos también lo sabés? –pregunté
alarmada.
-Lo sabe medio Liverpool,
bestia.
-¡No me digas eso!
-No mientas Harrison, lo sabe
sólo el círculo íntimo de la
Wells.
-¡Y con eso basta y sobra!
–no podía creerlo. Era mas que obvio que John ya estaría enterado y que
faltarían pocas horas para que viniera a buscarme con tanques de guerra.
George sólo se encogió de
hombros y abrió un sobre de ketchup, que
empezó a lamer, mientras miraba con indiferencia cómo yo me desesperaba.
-Tengo hambre, apúrense esclavas.
-Esperá. –Cris lo frenó con
la mano –Tengo que hablar con ésta chica, después comés.
Me agarró del brazo y casi me
arrastró a su oficina.
-Tranquila. Sé lo que estás
pensando.
-Uy, Cris lee mentes.
-Claro.
-Che que bueno, podrías
dedicarte a eso, ganarías mas que con la cafetería.
-No me jodas Wells y no te
hagas la desentendida. Sé que estás pensando que John te matará.
-Bueno...tengo que reconocer
que acertaste. Comprame flores amarillas para el entierro. Ah, y pasen música,
que los velorios son aburridos.
-Lo comediante no te va, así
que escuchame una cosa: John seguro lo sabe, pero no te hará nada.
-¿Y cómo lo sabés? Ah cierto,
sos adivina....
-Vos dejámelo a mí.
La miré desconcertada,
dejando de lado mi pose graciosa.
-No entiendo....
-No importa. Y, ya que estamos,
te tengo que hacer una pregunta. ¿Me vas a dejar?
-Repito: no entiendo.
-Es que....bueno, sé que vas a
poner tu negocio y....Bah, no sé para qué te pregunto, es obvio que me vas a
dejar.
-Pará, pará, pará...¿Estas
enojada? ¿O me parece?
-No. Bueno, en realidad, lo que
quiero saber es cuándo te vas.
-No sé, tengo que conseguir
un local.
-Ah.
-Pero estás enojada.
-No.
-Sí.
-No.
-Sí.
-Estúpida, te voy a extrañar.
Es eso.
Solté una carcajada y cuando
me calmé, noté que me miraba seria.
-Y encima te reís.
-Bueno sería que llore. Ya me
viste muchas veces llorando.
Asintió, mirando el suelo, y
dejando por un momento su actitud arrolladora. Me reí otra vez y la abracé.
-No seas tonta, no te voy a
abandonar.
-Claro que sí.
-Ya no trabajaré mas acá,
pero tendrás que aguantarme todos los días, y en el desayuno, que es peor.
-Doy fe.
-Y te voy a pagar, y te regalaré
libros y discos.
Se separó de mí, mostrando
una sonrisa traviesa.
-Ahí me va gustando. Me parece
bien que te vayas, tenés que abrir las alas.
-Sos una interesada –reí y la abracé de vuelta –Pero igual te quiero,
cuñadita.
Las despedidas no me
gustaban. Tampoco me gustan ahora, y creo que a nadie le gustan, mas cuando el
que se va es alguien que se ha ganado nuestro cariño. Por eso, ese día la
estación parecía mas gris y mas fría que de costumbre.
En el andén, la familia de
Abby se amontonaba alrededor de ella y le daba recomendaciones de todo tipo.
George, Majo e Ivan mirábamos
a distancia prudencial. Paul, por supuesto, no estaba.
Al fin se libró de los abrazos
maternos para acercarse a nosotros.
-Chicos....-dijo apenas,
tratando de ocultar las lágrimas.
La abrazamos y le deseamos
suerte.
-Cuidalo. –fue todo lo que
dijo, y me lo dijo a mí, al oído. A Majo la saludó con naturalidad, aunque era
su cuñada frustrada, por decirlo así.
Pronto subió al tren y éste
comenzó a moverse pesadamente. La saludamos con la mano y esperamos a que el tren se
perdiera en la niebla.
-En fin....-dijo Ivan
metiendo una mano en el bolsillo y con la otra abrazando a Majo.
-Espero que vuelva pronto. Mi
hermano está insoportable.
-¿Qué hace? –pregunté, ya
saliendo junto a ellos hacia la calle.
-Nada, y eso es peor. Parece
un fantasma.
George asintió con la cabeza,
lentamente, y no dijo nada. Apreté los labios y seguí su paso, algo rápido.
-El año que viene nos casamos
–anunció Ivan, cortando el silencio.
-¿Qué? –pregunté mas escandalizada
que otra cosa.
-Así es –asintió Majo,
perdida en una mar de risitas nerviosas y miradas hacia su novio.
-Bueno...¡los felicito! –dije
con poco convencimiento. La verdad era que me parecían demasiado jóvenes como
para casarse, pero si se querían, no había impedimentos.
Nos despedimos unas calles después,
prometiendo que nos veríamos mas seguido.
Llegué a casa y prendí las
hornallas de la cocina, para frotarme las manos sobre ellas y quitarme el frío.
El día se había puesto
horrible, y como Cris me había dado las últimas horas libres para ir a despedir
a Abby, no encontraba mucho para hacer, salvo calentarme las manos y agarrar a
mi querida Violeta, para tocar hasta la hora de la cena. Cuando ya estaba
entrando en calor, me saqué el abrigo y subí las escaleras para buscar mis
pantuflas en el desorden de mi cuarto. Estaba buscándolas abajo de la cama y
mirando la tierra que había allí, cuando sonó el timbre. Bajé corriendo y
sacudiéndome, y abrí. Me encontré con el rostro de John, y se me erizó la piel.
-John...-dije apenas, bajando
la mirada.
-Tanto tiempo, ¿no? –sonó
sarcástico, y se abrió paso hasta la sala –Claro, hace bastante tiempo, algo
así como unos cuatro o cinco días que no te veo. Será porque estabas en un hotel
de lujo, llamado comisaría.
-John, yo...
-No me expliques nada Mercy
Wells. Ya sé todo, ni te molestes.
Se había cruzado de brazos,
casi en el otro extremo de la sala y me miraba con frialdad. Cerré la puerta
para que no entrara viento y me quedé con la mirada clavada en la punta de las
botas de John, que seguía inmóvil. Esperaba su ataque de ira, o algo. Mas bien,
esperaba que se fuera. De pronto lo recordé: él no tenía derecho a reclamarme
nada, me había hecho cosas peores. Apreté
las mandíbulas mientras sentía un calor que me subía a la cabeza, un calor
producto de la rabia. Iba a ponerlo en su lugar cuando, sorpresivamente, se
acercó a mí y me abrazó contra su pecho.
-No te voy a decir nada
porque no tengo derecho. La culpa de que terminaras ahí la tengo yo. Si no
hubiera estado con Marcia....
-No seas pavo –lo interrumpí
–La culpa es mía, por no saber controlarme. Agarro una botella, y me la tomo.
Agarro a Marcia, y la golpeo. Tengo menos autocontrol que una hoja seca.
Largó una rosita entre dientes
y me separó.
-Perdón.
-Uy, llegó la hora de los
perdones.
-Es que fue mi culpa. Todo ha
sido mi culpa.
-Cortala, no es así. Ya estoy
grandecita y puedo y debo hacerme cargo de mis macanas.
Asintió con la cabeza y me dio
un beso en la frente.
-Andás demostrativo.
Otra vez rió entre dientes y
se encogió de hombros.
-Quedamos mano a mano. Yo te
hago cosas malas, vos hacés cosas malas.
Me acerqué y le di yo un beso
en la frente.
-Mejor quedemos a mano en
cosas buenas.
Sonrió y me tomó las manos.
Sus ojos achinados mostraban alegría. Nos sentamos en el sofá.
-Decime si esos policías te
hicieron algo.
-No me hicieron nada.
-Jurámelo.
-Te lo juro. No me tocaron ni
un pelo.
-Cuando me enteré me enojé,
pero después pensé en que capaz te habían hecho algo y....Ya sabés, a las
mujeres las tratan mal. ¿Segura que no pasó nada?
-Tranquilo, sólo me metieron
en la celda. Y conocí a un chico que estaba ahí.
-¿Y no te hizo nada?
-Al contrario, me cuidó. Se
llama Jonathan y es un pan de Dios.
-Tan bueno no creo que sea,
por algo estaba ahí.
-No hizo nada. A veces lo
encierran porque es gay.
-Uh, eso es duro....-dijo pensativo
-¿Ya salió?
-Sí, lo saqué yo.
-También sos abogada. Me has ganado.
Yo, que soy el terror de la ciudad, nunca pisé una comisaría. Vos, que sos la
señorita Wells, dormiste ahí. La liberación femenina nos pasa por arriba.
-A ver qué hacés para
ganarme.
-Mínimo, matar a alguien.
Podrías ser vos.
-Explicame una cosa que no
entiendo, ¿cómo es posible que no hayas montado en cólera y hayas roto varias
cosas cuando te enteraste?
-¿Y quién te dijo que no lo hice?
–dijo entre risas –Me contó George y...
-¡Qué enano de mierda! ¡Siempre
hablando de más! ¡Después dicen que es callado!
-Pobre, se le escapó, él
pensaba que yo estaba enterado, como Paul sabía....Primero le dije de todo a
Paul. Tranquila, ya le pedí perdón, el
tipo está hecho un trapo de piso.
-Me imagino.
-Y después fui a la
cafetería, dispuesto a ahogarte en café. Pero ahí me frenaron el carro.
-Cris.
-La misma. Es una genia.
-Al fin te das cuenta.
-Primero me pegó unos gritos
para que me callara. Y después me habló bien. Y me hizo pensar que no, no podía
reclamarte nada, y que para qué te iba a decir algo, si ya había pasado todo.
Después volví al departamento y estos días anduve pensando, no quería venir
enseguida, quería que se me pasara la bronca. Y acá estoy.
Lo miré y le sonreí, a la vez
que negaba con la cabeza. El desgraciado me podía, y él lo sabía. Y yo, en
cierto modo, también podía con él.
-Tengo noticias. Fue a vernos
un tipo, un tal...Einstein....No, no era así. ¿A que hubiera estado bueno que
nos venga a ver Einstein?
-Pobre, se hubiera despeinado
aún mas con el bochinche que hacen ustedes.
-Qué decís, si nos considerás
los mejores. Te decía que vino un tipo con una apellido así, o parecido. Tiene
una disquería.
-¡Epstein! –exclamé.
-¡Ése! Ey, ¿cómo sabés?
-Fui a comprar el disco de
ustedes y no lo tenía, es más, ni los conocía.
-Pues ahora nos conoce. Y quiere ser nuestro manager.
-¿De verdad? ¡Buenísimo!
-Mmm...a mí mucho no me convence.
Es muy burgués.
-Habló el comunista.
-¡Aaarriba parias de la
tieeerraa, en pieee famélica legióoon, atruena la razón en marcha es el fin de la
opresióoooooooonnnnnn....!
-Pará, pará, no te vayas por las
ramas y dejá de cantar. ¿Qué van a hacer?
-Y yo qué sé, a los otros les
cayó bien. Y aunque me pese, estamos en democracia y manda la mayoría.
-Entonces le gustaron muchísimo.
-Eso dijo.
-Quién sabe, a lo mejor
tienen suerte con él.
Por respuesta, sólo se mordió
el labio, pensativo.
-Iba a tocar la guitarra. ¿Te
prendés?
-¡Sí! –exclamó entusiasmado
–Traela y jodamos un rato.
Y así pasamos el resto de la tarde
y noche, improvisando y riéndonos de nuestras tonterías, hasta que cenamos y
John, como siempre, se quedó dormido y roncando frente a la tele. Por suerte,
gracias a todos los dioses, las cosas se habían arreglado, o mejor dicho, no se
habían salido de su cauce y volvíamos así a nuestra relación de siempre. Lo
tapé con la que ya era “su manta” y me fui a dormir.
*****************
Ésta vez no tardé tanto, vieron? No hay lugar a quejas! Bueno, si quieren, el libro de quejas se encuentra a su disposición XD
Espero que les guste el capitulo de hoy, y también espero subir rápido el próximo. Ah, otra cosa: no me pregunten por Richard, no sé adónde fue XD Naa, aparecerá pronto, y con toda la gloria. Y cuando aparezca...agarrate Catalina! Y una cosa más: no le den bola al título, no sabía que cazzo poner y se cruzó eso y la escribí.
Bueno, ahora me despido de ustedes, deseándoles buena semana!
Casi no subes! Nah, dejaré mis quejas de lado porque me encantó el capítulo :3
ResponderEliminarPoner a John en plan tierno - y más si es por Cris - me pareció adorable, son unos hermanos todos lindos :3
QUIERO A RICHARD EN TODA SU GLORIAAA! Ah. Pero sí, espero que aparezca pronto, el culpable de todos los males :P Ahh re.
Pobrecillo Paul, Abby se fue, pero bueno, ahora tiene más opciones (? Soy re cruel e.e
Epsteiiiiin! Bien ahí, ya se volverán famosos :3
Espero el próximo prontoooo! :D
LA SEÑORA ADELFA
ResponderEliminarLos rayos del sol alumbraban el paseo repleto de gentes que iban de aquí para allá; algunos paseando tranquilamente, otros, rápido y metidos en sus asuntos, tal vez apresurados por llegar a la hora acordada a un sitio en concreto.
En medio de toda este gentío, la señora Adelfa, descansaba sobre uno de los bancos del paseo. Sotenía un Ipad de última generación y leía, tranquila y al sol. Los más jóvenes la miraban de soslayo cuando pasaban por su lado preguntándose, tal vez, qué puñetas hacía una vieja como ella con tal joya tecnológica. Pero la señora Adelfa era muy moderna y desde el curso de "ordenador" que habían hecho en la Asociación de Jubilados del barrio, se había viciado a esas cosas. Ya tenía Facebook, Twitter, Ask, Tuenti y Tumblr y ahora, recientemente, había descubierto una cosa: los fics que una tal María hacía de los Beatles. Uy los Beatles... Aún se acordaba la señora Adelfa de sus años de juventud y lo mucho que le gustaban (sobre todo el Paúl -así, con acento en la u, como ella lo pronuncia-, que lo encontraba más guapo que a nadie). Normal pues, que con ese amor, la señora Adelfa se hubiera enamorado de los fics de María.
Estaba la señora entusiasmada, leyendo el fic de la Mercy, como ella le llama, a mitad del capítulo 67 cuando vio que la buena de Mercy tenía miedo de que John la pelara viva como a los conejos que su marido, el Señor tenga en su gloria, traía del monte cuando se iba de caza. Entonces, la señora Adelfa, que aparte de moderna era muy peleona y bastante mala sangre, exclamó:
-Yo quiero que se peleen, que discutan muy fuerte.
(http://www.youtube.com/watch?v=x8zcTLdCHpM)
La señora Adelfa ignoró a unos jóvenes que pasaban por allí y que la miraron raro y siguió inmersa en su lectura, sintiendo ya en su nariz el olor a sangre.
Pero la señora Adelfa se equivocó. No hubo sangre, ni peleas, ni nada. Sólo hubo paz y mucho amor y eso a ella, que como hemos dicho era más mala que pegarle a un padre con un calcetín sucio, no calmó sus ansias de sangre.
Enfadada, tiró el Ipad a una papelera lejana, y mientras una veintena de viandantes se acuchillaban por quedarse con él a sus espaldas, la señora Adelfa empezó a caminar, a caminar, a caminar, a caminar y no paró jamás.
Dicen algunos que la han visto en las noches de luna llena aullando un "YO QUIERO QUE SE PELEEN!!!!!! QUE DISCUTAN MUY FUERTEEEEE!!!!", pero nadie ha conseguido dar caza a la bestia.
De todos modos, el bien venció al mal y la antaño señora Adelfa, ahora bestia parda de las malas, se esconde por los bosques, cual alimaña andrajosa, sin atreverse a salir.
Y ésta, amigos, ha sido la historia que narra como un fic de la ilustre María venció a las fuerzas demoníacas.
FIN
Bien, después de este apasionante relato de terror/gilipollismo (que es un nuevo género que he inventado ahora y que voy a registrar a mi nombre ya para que nadie me robe la idea), aquí está esta señorita (Y NO SEÑORA COMO ALGUNOS DICEN Y A LOS CUALES SÍ QUE PELARÉ YO COMO A LOS CONEJOS)dispuesta a comentarte. Pero antes, una cosa... Ven aquí, María! Coño! No me tengas miedo, que parezco así muy psicópata pero que en realidad no me da por matar a nadie! Que vengasssss! Ven aquí, bandida, ven que te quiero dar un beso y un abrazo que te voy a dejar estrujada para media vida! Jajajajaja. Sí, si, ven aquí que te lo mereces, que me has dejado toda muerta de amor y de todo cuando he visto que no ha habido sangre como la señora Adelfa y yo también esperábamos, sino que aquí lo que ha habido es todo lo contrario!
ResponderEliminarAyyyy, que voy a hacer un festival de la paz y del amor! XDDDD
Supongo que con esto sobra decirte que el capi me ha encantado muy mucho requetemucho y todas esas cosas, así que sin más (sin más dice, y hasta le ha contado un cuento antes de comentarle, tiene narices la cosa...), paso a comentarte! Yuhuuuu!
Bueno, en primer lugar, sí, hija, eres una pesada. Encima que soy una mujer pacífica que no riñe ni da bofetadas ni nada de eso, encima aún vas exigiendo que lo haga... Jajajaja. Que nooooo... Que ya sabes que yo a ti no te pegaría nunca, ni aún yéndote a la cárcel. Pero bueno, quieres teatro, pues un poco de teatro te daremos... Jajajaja. Morí de risa con esa escena, de verdad, y con Paul, que está en plan majete ahora. Sigue así y tal vez hasta te invite a desayunar, colega.
Uffff... Lo de Abby que se va me ha pillado muy por sorpresa, la verdad. No creía yo que al final se fuera, ni mucho menos dejándose a Paul ahí sin más... Y yo que tenía esperanzas desde aquella conversación que tuvieron de que se arreglaran! Ainsh... :( Y aparte de eso, pues sí, que las despedidas siempre son odiosas... Es chungo que alguien "del grupo" se vaya de Liverpool y se deje a los demás, aunque está claro que es para mejorar y hacer su vida y algo me dice a mí (llámame vidente si quieres) que más de uno acabará por London también como Abby, jajajajaja.
Y no todo podía ser malo en la despedida, no? TENEMOS BODAAAAA! Ale, aleeee, bodorrioooooo! Se nos casa Majo con Ivan. Enhorabuena a la parejita! Eso habrá que celebrarlo, no? :D
Bueno, siguiente, George, George... Vamos a ver que aclaremos unas cuantas cosas tú y yo así seriamente:
1) Entras en mi cafetería e intentas presionar a mi empleada del mes, del año y del siglo, para que te dé el dinero de la caja : MAL
2) Llegas con hambre y sin dinero, lo que conociéndote supone invitarte a comerte todas las reservas de la cafetería e incluso los muebles si me aprietas, con lo cual corro el riesgo de quedar en la indigencia por tu culpa: : MAL
3) Me llamas "señora", con lo cual me recuerdas que soy vieja y estoy a punto de acceder a los descuentos de jubilados en las salas de cine y demás, y por ende, que mis años de vida son menos que los del resto de personajes del fic : MAL
Hijo, te adoro y me caes muy bien, pero si quieres que no te meta cianuro en uno de los pastelitos que te dé, por favor, corrige estos pequeños detalles, eh? Jajaja. Por cierto, deja de chupar el ketchup! Que así a secas me da asquito! JAJAJAJA. (Nota adicional: QUÉ CRACK ESTE GEORGIE! XD)
Por cierto, siguiendo con la escenita en cuestión y nuestra charla en privado... Nena, me asustas. Me has retratado. Bueno, no me asustas, me conoces ya demasiado como para saber como soy y por tanto para retratarme de esta manera y predecir mis reacciones, jajaja. Bueno, nena, que sí, que te voy a echar de menos, que no es que esté enfadada ni nada, pero que me da penica tener que decirte adiós y me da miedo que te olvides de mí... Ahora bien, si me dices que te vienes a desayunar todos los días (invita la casa) y te comprometes a pasarme discos y libros, se me quita la tristeza, jajaja. Y por cierto, me gusta eso de encargarme de Lennon... (un segundo que voy a apartar y a esconder las escobas, los palos y los objetos punzantes para cuando venga, así no tenemos disgustos ni nada, jajaja).
ResponderEliminarHablando de Lennon, me meto ya en el asunto... TELA. Cuando he visto que John llamaba a la puerta me he quedado muerta. Esperaba yo ahí de todo ya, pero... SORPRESÓN! El chaval se ha comportado como el amor de persona que es y encima se ha puesto en plan buen hermano amoroso y afectuoso :3 Joer, te lo digo, me HA ENCANTADO ver que no hay mierdas entre los dos y que esto ha servido, más que para pelearlos más, para acercarlos de nuevo después del incidente que tuvieron, que quieras que no, afectar afectó algo a su relación :) Retierno John preguntándole si la habían tratado bien y retierno ver también que el cabreo que tenía era en parte porque se había asustado por lo que le podría haber pasado a su hermana (quien por cierto, ya le gana por goleada: hasta en la cárcel ha estado :P ). Y... ay, la escena de la cafetería, que me la intento imaginar... John entrando como neanderthal y Cris ahí pegándole cuatro gritos, jajaja. Menos mal que después de hablar se habló bien y que el colega recapacitó. Y eso de "genia" no sé cómo tomármelo, así que guardaré mis opiniones al respecto bajo candado de siete llaves hasta más ver, jajaja.
Y el final, el final no podía ser mejor, ellos contándose de todo de nuevo como los hermanos que son (incluido lo del Brian ¿Einstein? XD -Mercy, recuerda lo que te dije de pedir una comisión por "presentárselo", recuérdaloooo!-) y tocándose unas cancioncillas con la guitarra antes de dormir.
Así me gusta!
En fin, nena, que yo ya me despido hasta el próximo capi, a ver qué pasa... (y si encimas anuncias cierto regreso... uy! Nervios! :D )
Saludos y... ven para acá que te abrace otra vez, leñe! XD
Este capítulo me EN-CAN-TÓ! Re lindo todo, John es un pan de dios a pesar de todo y Mercy que está más loca que no se qué jajaja Son re lindos todos. Me da mucha pena que Abby se haya ido, pero bueno, ya veremos que pasa con eso. Cuidate! :)
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