Me gusta cuando estoy saliendo
de mis sueños y escucho a los pajaritos cantando. Siempre tan inocentes,
ignorando qué día de la semana es y qué hora, simplemente cantando, como si
fuera lo único importante. También para mí, lo único importante era que cantaran.
Aquella mañana era la del primer día de la era “Mercy es feliz” que podía
extenderse por muchos años o por muy poco tiempo. Eso no era relevante en ese
momento. Me desperecé y noté el brillo en uno de mis dedos, el brillo que uno
de los poquitos rayos de sol que se colaban por la ventana le arrancaba a mi
anillo. Anillo de casada, qué serio sonaba eso. Lo hice girar junto con el
anillito del humor, siempre presente, casi fundido al hueso, gastado, pero
fuerte.
A mi lado, Richard se
removió y cuando la luz le dio directamente en los ojos los cerró con dolor.
–Hora de levantarse,
bello durmiente.
–¿No tengo vacaciones
por casamiento?
–Preguntale a tu jefe.
–Pensé que ahora mi
jefe eras vos.
–Pfff, qué dominado.
Soltó una risita y se
acomodó para darme un beso en la mejilla. De inmediato cerró los ojos para
seguir durmiendo.
–Mierda, olvidé traerte
el desayuno. –dijo abriendo los ojos de repente.
–Primer día y ya sos
así, no me quiero imaginar en veinte años. Sos un esposo desastroso.
–Y dominado.
–Y dominado, sí.
–En fin, ¿me perdonás,
Mercy Starkey?
–Si me decís Starkey,
no. Soy Wells.
–Estás imposible.
–Lo sé.
–Igual te quiero.
–También lo sé.
Otra vez una risita por
parte de los dos, me abrazó contra su cuerpo.
–¿Te sentís bien? –preguntó
cuando creía que se habia dormido otra vez.
–Como nunca. Y lo digo
de verdad, no siento nada.
–Casarse es el mejor
remedio entonces. Prometeme que si te duele algo, me vas a decir.
–Qué pesado, ya te dije
que te informaré de todo.
–Bueno, ¿y qué? –de
pronto se incorporó–¿Hoy qué hacemos?
–Mmm…¿dormir? Me
gustaría decirte un muy entusiasta “¡Hora de irnos de viaje!” pero no podemos.
Perdón. Creo que también soy una esposa desastre.
–Así es. Vamos a
divorciarnos.
Después de idas y
vueltas al fin nos levantamos bastante zombies; todavía nos duraban los efectos
de la fiesta del día anterior. Para orear nuestra resaca, nos sentamos a
almorzar en el jardín. No hablamos mucho porque ambos pensábamos lo mismo:
Estamos casados. Esto es estar casado. Bien.
–Qué aburrimiento, tenés
razón, pidamos el divorcio.
En lo que iba del día,
habíamos dicho lo de divorciarnos unas quince veces y cada vez que lo
mencionábamos nos partíamos de risa. Quién sabe, quizás en el futuro aquella
simple frase fuera un arma para no separarnos.
El timbre nos sobresaltó.
¿Quién sería el desubicado que molestaba a una pareja de recién casados? La
respuesta era básica: John.
–¡Hola hermana casada!
Ay, qué bien te sientan las bodas, ¿eh?
–John andá a ocuparte
de tu tía, durmió con mi tío.
–¿Qué? –se le
desorbitaron los ojos–No me jodas, todavía me dura el trauma de ayer.
–¿A qué viniste John?
–Richard seguía parado junto a la puerta, esperando a que se fuera.
–Jum, ahora tengo
cuñado, ¡las cosas que hay que ver! En fin, vine para molestar, sí, eso está a la
vista, pero también vine para ver cómo estabas. Como ayer te descompusiste…
–Si ni siquiera te
enteraste.
–Me contó mi novia esta
mañana cuando me desperté y pude coordinar mis neuronas.
–¿Alguna vez coordinaron?
–Más respeto, arbusto cuñado.
¿Y bien? ¿Cómo estás?
–Estoy bien, todo
normal, no pasa nada. Lo de ayer fue puro cansancio.
–Perfecto, era sólo
para saber eso. Cuidala. –señaló a Richard con el índice.
Se fue aparentando
tranquilidad pero cruzó la calle y se colgó del timbre de Mimi hasta que la
pobre le abrió.
–Esa nube parece un
elefante pero sin trompa.
–Entonces no es un
elefante, es una vaca.
–¿Una vaca? Nada que
ver…
Si, nuestro primer día
de casados estaba transcurriendo tirados en el césped y mirando nubes. Era tonto
pero maravilloso a la vez. Ambos nos sentíamos felices, ¿para qué desear más
que unas nubes sin forma? La felicidad era aquello tan sencillo y sin embargo
qué lejos había estado tantas veces.
–Rich, ¿sabés qué pensaba?
Cuando pase todo, podríamos viajar a alguna parte, pero donde no haya fans de
ustedes.
–Tampoco hay tantas…
–¿Ah, no? Juliet me
contó que el otro día tuvo que echar a tres de su tienda porque querían saber
“quién era la novia de George”
–¿Tres te parecen muchas?
Pobre George, sólo tiene tres fans.
–No te hagas, sabés que
hay más. Te voy avisando que sé disparar.
–Carajo, ¿todavía tenés
la pistola esa?
–Está guardada pero
claro que la tengo.
Se echó a reír, lo miré
seria.
–No es broma.
–Bueno, ¿vamos a tener
nuestra primer discusión de casados por unas fans?
–Hablo en serio, ya
sabés que hay por todas partes, por lo menos acá, y en Londres. Podríamos ir a
un lugar donde nadie sepa quiénes son los Beatles ni su hermoso y amoroso
baterista. También…
Me calló con un beso
sorpresa.
–¿Eso fue porque dije
que eras hermoso y amoroso?
–No, porque estás haciendo
planes. Me gusta que estés pensado en cosas para el futuro.
Sonreí apenas. ¿Qué
otra cosa me quedaba por hacer? ¿Arruinar mi primer día con lágrimas y lamentos
por no saber si viviría en dos o tres meses? La fuerza me la daban él, esa
cosita que se movía cada vez más rápido como un renacuajito en mi panza, y la
imaginación que me llevaba a pensar en cosas que podríamos hacer juntos.
–¿Y cuál sería ese
lugar que decís? –dijo sacándome de mis pensamientos.
–Japón.
–¿Eh? Estás loca si
pensás que voy a ir a Japón.
–Algún día lo harás.
–Si en Japón escuchan
música rara…Otro lugar, uno donde el nene pueda jugar.
–El nene, que sigo
insistiendo en que es nena, puede jugar en Japón.
–Hay radiación por las
bombas atómicas, es peligroso. A mi me gustaría un lugar con sol todos los
días, y playa y todo eso. Así te ponés traje de baño.
–No pongas esa cara de
degenerado, salí. –le di un empujoncito pero igual se echó encima mío.
–Uy, voy a aplastar a
mi hijo, encima de mal esposo, soy mal padre.
–Y degenerado.
–¿Por querer ver a mi esposa en traje de baño? Uy sí, muy degenerado.
–Rich, ¿sabés qué?
–¿Qué?
–Es lindo estar casada
con vos.
Pasó una semana, y pasó
muy rápido, demasiado rápido. Siete días que parecieron apenas una hora.
Richard y toda la banda debían volver a Londres, demasiado habían atrasado sus
cosas para que pudiéramos estar juntos. Si había algo que tenía decidido, era
que mudarnos a Londres era fundamental. Atrás había quedado mi capricho de no
volver nunca más, si quería estar con él tendría que irme, de lo contrario nos
veríamos poco y todo sería un incordio para él. Todavía no sabia bien cómo me
las arreglaría con el negocio, pero tenía tiempo para pensarlo, la mudanza
sería después del nacimiento.
Ahora le tocaba irse,
tenían algunas actuaciones en la televisión, presentaciones en radios, y por supuesto,
actuaciones. Lo de las fans era cierto, de hecho, aunque se trató de que no se
supiera tanto lo de la boda, por lo menos en Liverpool lo sabían todos y ya me
habían contado de algunas que decían que se iban a suicidar porque Richard se
había casado. Mejor, unas cuantas locas menos.
–Sólo serán diez días,
y creo que si hacemos todo rápido, volveremos antes. –dijo sonriendo–Pasarán
volando, ni te darás cuenta.
–No lo creo, voy a
extrañarte. Mejor dicho, vamos a extrañarte.
Sonrió aún más y me dio
un beso suave.
–Prometeme que te
cuidarás mucho, llamaré todas las veces que pueda.
–Ay ya vamos, dejen de
despedirse tanto.
–George, callate. Que
seas un insensible no significa que todos lo sean.
–Ahora la bestia es
sensible. Ah, todavía no me pagaste por mis servicios en tu boda.
–Que te lo pague Dios.
–Vámonos, señor casado.
–John agarró de un brazo a Rich–Cuidate fea, te dejo a mi novia y a mi retoño
para que te controlen, mirá si se te da por engañar a tu esposo. Si hacés eso,
que por lo menos sea más alto y menos narigón. Adiós preciosa. –le dio un
sonoro beso a Cris y la hizo pasar a mi sala.
–John, no hagas
desastres. En serio.
–Me portaré bien, sí.
Saludó a su hijo y al
fin abordaron el auto del mánager, que los esperaba, seguramente ya harto de
tanta parafernalia.
–No te sientas mal,
volverán en nada. –Cris me pasó un brazo por los hombros.
–Lo voy a extrañar.
–Y yo. Pero supongo que
nos tendremos que aguantar. Se me hace que esto es sólo el principio.
Cerré la puerta y ella
se sentó en el sofá, dejando a Jack sobre la alfombra. El bebé estaba
comenzando a gatear, así que enseguida manoteó un peluche que estaba sobre la
mesita.
–Dicen que hay algo que
se llama Beatlemanía. La gente está loca, yo ya lo dije una vez: viviré con una
ametralladora en la espalda.
–Decidí algo…–me senté junto
a ella, le di las llaves a Jack para que jugara–Voy a Londres, a vivir.
–Vos también…
Bajó la mirada, se la
veía realmente triste. Suspiró y apenas le dedicó una sonrisita a su hijo, que
le mostraba el peluche.
–Ya no hay opción.
Pensé que si me empeñaba, no iría, pero en vistas de todo esto…De todos modos falta
todavía, quiero que el bebé nazca acá, no permitiré que sea de la capital.
–¡Si vos sos de la
capital!
–Por eso mismo.
–En fin, supongo que en
poco tiempo John decidirá lo mismo. No sé qué haré, cerraré la cafetería o qué
se yo. Tampoco es que me muera por servir café y aguantar a empleadas ineptas que
rompen todo, pero es que…no sé, era algo mío. Me voy a aburrir.
–¡Pongamos un negocio
juntas!
–Ni en sueños.
–Yo quiero seguir con
la librería. Podrías ser mi empleada y de paso me cobro venganza de cuando
fuiste mi jefa.
–Como si te hubiera
tratado tan mal.
Nos quedamos en silencio,
mirando a Jack que trataba de sacarle un ojo al peluche. Ninguna de las dos
tuvo ganas de impedírselo.
–Hace un día hermoso,
¿vamos a caminar? Jack está aburrido.
–¡Genial! ¿Podríamos
pasar por la librería? En todos estos días no fui, quiero ver qué tal va todo.
Ni bien me puse de pie,
pareció que toda la casa se daba vuelta. En toda esa semana había tenido esos
mareos que no parecían otra cosa que la personificación de la realidad que
intentaba infiltrase en mi pequeño mundo perfecto. A Richard no le había dicho
nada, simplemente los había disimulado, pero esta vez no pude reprimir un
quejido, aquello era más fuerte.
–Ah no, no…Creo que
alguien deberá ir a la cama.
–Pero…
–Pero nada.
–Sólo es un mareo, no
me siento mal.
–Bueno, te vas a la
cama, Jack y yo te hacemos compañía.
Nos acostamos mientras
todo seguía dándome vueltas y Jack se entretenía agarrándonos el cabello o
queriéndonos meter los dedos en la nariz.
–¿Cuándo vendrá Cyril?
Ey, ¿querés tener una madre tuerta? Quietos esos dedos, Jack Lennon.
Jack rió y yo también,
y se lo agradecí porque estaba sintiéndome bastante mal.
–No sé…creo que…el
lunes, o algo así me dijo…
–Mercy estás muy
pálida, ¿lo llamo? Para el lunes falta mucho.
–No, no, tranquila,
estoy acostumbrada a esto. Con quedarme quieta un rato todo se pasa.
No dijo más nada, sólo
le susurraba al bebé, y yo cerré los ojos lentamente. Cuando desperté, el sol
me estaba dando directamente en los ojos y lo primero que vi fue a Jack
acurrucado junto a mi como un gatito,
tapado con su manta celeste. Parecía uno de esos angelitos de los cuadros, sólo
le faltaban las alitas, aunque seguramente las tuviera, escondidas bajo su
manta. Su madre vaya a saberse dónde estaba, así que me levanté con sigilo para
no despertarlo. Encontré a Cris en la cocina.
–Se levantó la
dormilona. ¿Dos horas de siesta te recuperaron?
–Creo que sí, me siento
muy bien. –dije restregándome los ojos–Mmm…¿qué es eso que huele tan bien?
–Galletas. Las horneé
para vos.
–Sos genial.
–¿Y Jack?
–Está durmiendo.
–¿Dónde?
–En mi cama.
–¡No! ¡Se puede caer!
Como un rayo subió las
escaleras, la seguí preguntándome cómo una cosita tan chiquita podía caerse de
una cama grande. Cuando la alcancé, Cris estaba levantando a su hijo. Sin dudas,
el chico se había movido y mucho, en apenas dos minutos que lo había dejado
solo. Estaba a punto de lanzarse al suelo cuando lo encontró.
–Mercy Wells, a tu hijo
nunca lo dejes solo en la cama, si se cae sería un desastre que ni quiero
pensar.
–Ni me di
cuenta…perdón. ¿Puedo cargarlo?
–Nunca le des a tu hijo
a alguien que está mareado.
–Ya no lo estoy.
No me hizo caso y bajé tras
ella dándole la razón porque otra vez me sentía un poco fuera de equilibrio.
Salí a la calle para tomar aire y revisando el buzón encontré una carta. Era de
Astrid. Me emocioné al ver su nombre y enseguida
la abrí, también temiendo que hubiera malas noticias.
Pero todo lo contrario,
me felicitaba por la boda y lamentaba no haber podido llegar, ya que su madre
había enfermado bastante unos días antes y había sido hospitalizada. También
John le había contado del bebé, así que deseaba poder venir pronto para verlo.
No sabía si John le había contado sobre mi estado, pero allí no lo mencionaba.
Prometía un regalo próximamente y nos invitaba a tener nuestra luna de miel en Alemania,
ni bien Richard se desocupara. Hasta a ella habían llegado los rumores de que
sus antiguos amigos habían dejado de ser unos desconocidos y que se estaban
ganando fama en todo el país y más lejos también.
Cuando terminé de leerla,
me percaté que aún estaba apoyada en el buzón. Levanté la vista y vi a Mimi
saludándome desde su puerta. Cruzó, con una amplia sonrisa, algo raro en ella.
–Tu marido ya se fue,
¿no?
–Ehh…sí, esta mañana.
–contesté perdida, lo de “tu marido” me había desconcertado.
–¿Y con quién te
quedarás a dormir?
–Ehh…¿sola?
–De ninguna manera. Y
en tu estado, jamás. Vendrás a dormir a mi casa.
Sonreí, Mimi nunca invitaba,
ni proponía, todo lo que decía era una orden, pero sabía que lo hacía de puro
buena.
–¡Hola suegra!
–¿Cris está acá?
¡Perfecto! Vendrán a cenar entonces, y después Mercy se queda a dormir. Además,
quiero contarles una cosita…
Sonrió de forma
extraña, podría decirse que pícara, pero siendo Mimi eso no cuadraba.
–¿No te dice nada por
lo de suegra? –le pregunté cuando ya se había alejado.
–No, ¿por qué? Según
ella soy su nuera, así que ella es mi suegra. Nos llevamos bien.
A la noche, ya
estábamos plantadas en su casa. Tenía algo de miedo porque no sabía si alguna
vez “suegra” y “nuera” habían estado juntas sin John de por medio. Eso quizás
las habilitara para pelear y no era mi deseo ni el de ningún ser humano estar
en una gresca de esas dos. Pero Mimi parecía demasiado ocupada en hacerle morisquetas
a Jack que en establecer litigios en torno a su sobrino. Ambas la ayudamos con
la comida, a la vez me daba consejos sobre cómo cuidar a un bebé. De pronto
sonó el teléfono y ella fue a atender.
–Hola…Sí, están aquí. ¿Nunca
vas a preguntar cómo estoy yo, no?...No, no me pelearé con nadie…Ajá ¿algo
novedoso para contarme? ¿En cuál cárcel estás?....No, no puedo tenerte
confianza, John...Ya, decime de una vez qué es eso que tenés para
decirme….¿Qué? ¿Ustedes?
Ya estábamos a su lado
tratando de escuchar algo y Mimi casi dejó caer el auricular de no ser porque
yo se lo arrebaté.
–¡John! ¿Qué pasó? ¡Tu
tía parece que se va a desmayar! ¿Qué hiciste?
–Dame con mi novia.
–¡Que no! ¡Decime qué
pasó, o me vas hacer parir acá mismo!
–Van a tocar ante la
reina, esto es una barbaridad…–dijo Mimi desde un sillón, mientras Cris le
echaba aire con una revista y me miraba preguntándome si se había vuelto loca.
–Lo que escuchaste.
–dijo John al otro lado de la línea, riéndose–Ahí lo sabés, vamos a tocarle
algo a la reina.
Para Mimi aquello era
un horror. Su sobrino, con su banda de delincuentes, tocando ante la reina.
Quizás no era por respeto a su majestad, sino porque tenía miedo de que John
hiciera alguna salvajada y la policía viniera a buscarla a ella o le tirara a
su sobrino en su casa.
Con Cris nos mirábamos,
todo parecía demasiado irreal. Los que tocaban para la reina eran los
consagrados, definitivamente de algo nos estábamos perdiendo. A nosotras nos parecían
los mismos de siempre, no un grupo capaz de pararse delante de la reina y
cantarle.
–Después de todo es
sólo una vieja podrida en plata.–dijo Cris, comenzando a comer.
–Pero una vieja con
poder. –recalcó Mimi–Y yo lo conozco a John, no se va aguantar.
Cris esbozó una sonrisita,
ella también lo sabía pero al revés de Mimi, lo estaba deseando.
–Hablando de que
conozco a John, justamente por eso quería comentarles algo, antes que él se
entere.
–¿Pasa algo, Mimi? –la
miré preocupada, quizás fuera algo grave, y a su edad algo grave tenía que ver
con salud.
–Ah no, para nada.
Verán…Ustedes los jóvenes creo que dicen algo así como....”Estoy saliendo con
alguien”.
Nos miramos y luego la
miramos a ella. O la noticia del concierto para la reina la había trastornado,
o la sopa que había hecho tenía algún ingrediente raro.
–No me miren así.
¿Acaso sólo ustedes tienen derecho? Yo también, y puedo hacer las cosas mucho
mejor, sin consecuencias. –miró a Jack, luego a Cris, y luego a mi. Comprendimos
enseguida su indirecta.
–Y…¿se puede saber
quién es ese alguien? –me aventuré a preguntar.
–Oh sí, es tu tío.
–¡Lo sabía!
–Mercy, no le cuentes a
tu madre ni a ningún familiar, es algo entre nosotros, aún queremos ver si
funcionamos juntos y después de conocernos, dejar que vayan enterándose.
Wow, Mimi hablando de
“salir” con “alguien”, de “funcionar”, de “conocernos”. Algo raro le estaba
pasando al mundo, pero era algo bueno.
–¿No me van a decir
nada?
–Por mi parte, la
felicito.–dijo Cris–Hace muy bien, es una mujer buena y no tiene porqué estar
sola. Y si este no le gusta, puede buscarse cuantos quiera.
–Mi tema es John.
–Ah sí, John es el tema
de todas. –asentí–No se preocupe, creo que lo hemos curado de espanto. Seguro
que se enojará, dirá algo hiriente o pegará cuatros gritos. Después se le
pasará, se reirá, y todos felices. Eso sí, a mi tío le hará la vida imposible.
Ya escucho sus gritos: “¡Pelaaaadooo!”
–Esto es inaudito, me
siento una adolescente pidiéndole consejos a las chicas mayores. Gracias.
El lunes, bien
temprano, el timbre en la casa de Mimi sonó. Supe enseguida quién era porque vi
su auto rojo estacionado enfrente. Cyril saludó con una sonrisa a Mimi y sé que
con su mirada y su amabilidad logró cautivarla, aunque quizás fuera porque Mimi
andaba muy sensible por su enamoramiento. Antes de que ella lo acompañara a la
habitación en la que yo dormía, bajé a recibirlo.
–Hola.
–Hola, señora. –saludó,
serio.
Traté de hacerle una sonrisa
antes de indicarle que me siguiera.
–No objetes nada sobre
mi boda, por favor. –dije subiendo.
–No dije nada.
–¿Qué tal tus cosas con
Flor?
–Bien, conocí a su
familia. Son amish.
–¿Y eso…?
–Es malísimo. –rió–Ella
se fue para estudiar, no quería esa vida, pero la dejan volver para visitar a
su familia. Así que los conocí, no les caí bien no por cómo soy, sino por quién
soy. Quieren que se case con uno de su comunidad.
–¿Pero ya te vas a
casar?
–No, pero para ellos
“salir” ya es sinónimo de boda. En fin, por lo demás, todo bien, a ella le
importa poco y nada.
Me senté en la cama y
él en una silla frente a mí. Mimi nos siguió con el pretexto de si él quería
comer algo y cuando le dijo que no, se fue un poco a regañadientes. Sacó su
libreta para anotar y leyó algunas cosas en voz baja. Habia decidido viajar al
menos una vez por semana así yo no iba hasta Londres. Ya no era conveniente que
viajara o me cansara mucho.
–¿Los mareos siguen?
–Cada vez más fuertes.
Y algo de dolor de cabeza. Y me canso mucho, por todo.
Asintió y siguió
anotando. Luego se quedó mirando un punto cualquiera de la habitación, se
inclinó para apoyar sus codos en sus rodillas.
–Mercy, ya no falta
nada para la cesárea.
–Cyril…por favor, que
llegue aunque sea al séptimo mes. Falta poquito, una semana y algo y ya está,
por favor…
–Sabés que los últimos
estudios te dieron muy mal. Si esperamos más…No podemos. Tiene que ser cuanto
antes, llamaré al obstetra para que ya ponga una fecha. ¿Querés que sea acá,
no?
–Sí.
–Bien, ya directamente
me quedaré en Liverpool, así que podrás consultarme cuando quieras, estoy en la
casa de un primo, este es su número. –me tendió un papel.
–De acuerdo. –dije
apenas inaudible.
–Ah no, no llores.
Ahora es cuando más fuerte debés estar.
–¿Se pueden callar?
Todos miramos a la dulce
Juliet, que había dejado su dulzura para ser una leona agazapada frente al
televisor, que parecía querer sacar de adentro a su novio aunque todavía no
había aparecido.
–Qué aburridas estas
cosas de la reina. –se quejó Jonathan–Apuren, que mañana hay que trabajar.
–Juliet tiene razón.
–dijo Mimi–Si no se callan, ni nos enteraremos cuando los anuncien. No puedo
creer esto, y lo que sale en los diarios, que todos matan por verlos. Por Dios,
si es sólo mi sobrino con esos otros tres. El mundo está cada vez peor.
–Ahí está la vieja, qué
cara de vela derretida. ¿Verdad, bebé?
Jack asintió, por supuesto
coincidía con su madre sobre su opinión sobre la reina.
–Me recuerda a una
profesora que tuve en la universidad, tenia esa misma cara extraña. Ah, estuve
pensando sobre la universidad y…
–¡Callate Wells! ¡Ahí están!
Y sí, claro que ahí
estaban y todos sin poder creerlo. Seguramente todo Liverpool les estaría agradecido
por recordarle a la reina que la ciudad existía.
Como eran toda gente
con clase y seguramente habría mucha seguridad, no hubo el descontrol que nos
estábamos enterando que sucedía cada vez que ellos asomaban la nariz.
–Mimi, John se está
portando bien, ¿vio? No sé porqué tanta desconfían…
–Los que están en los
asientos baratos hagan palmas y los demás sacudan sus joyas. –oímos.
–Oh, oh...–dijo Jonathan.
Cris estalló en una
carcajada y todos la seguimos, salvo Mimi que se fue.
–Pobre Mimi, se cumplió
su vaticinio. Amo a ese hombre.
Sentada en el sofá,
miraba unos cuantos libros que tenía sobre la mesa. Desde hacía muy poco que
había comenzado a darle vueltas a un tema. Si volvía a Londres podía hacer
otras cosas que no hacía en Liverpool, como por ejemplo, volver a la
universidad. Después de que me expulsaran y toda esa historia, no había querido
verla ni en sueños, sólo era un mal recuerdo y tampoco tenía necesidad de
estudiar porque tenía un buen trabajo con la librería. No sé porqué, cuando más
complicada tenía la vida, quería volver
a estudiar, pero así lo sentía. De todos modos, era solamente un pensamiento.
Dejé los libros de historia sobre la mesa, sopesando la posibilidad de un
regreso a clases: lugares nuevos, compañeros seguramente insoportables si se
enteraban con quién estaba casada, profesores que quizás me odiaran por eso,
montañas de textos de tipografía tamaño mínimo y borroso para estudiar…Era una
tortura, pero a la vez, ganaba terreno el entusiasmo por aprender cosas nuevas
y porqué no, el orgullo de colgar un título en la pared.
–Hola, hola…
Desperté, sin saber que
me había dormido, con un beso en la frente.
–¡Rich! ¿Ya volviste?
–La respuesta es
obvia…-rió.
–¡Ay qué bueno y qué
susto! ¡No te oí llegar! –lo abracé lo más fuerte que pude–¡Te vi! ¡Te vi en la
tele!
–Bueno, bueno, pará con
los gritos, te noto entusiasmada, ¿me extrañabas?
–¡Qué pregunta! ¿Por
qué no me avisaste que volvían?
–Para que fuera una
sorpresa. ¿Cómo está todo? ¿Y este pequeño? –puso su mano sobre mi vientre,
sonreí.
–Está bien pero…vino
Cyril y dijo que habría que sacarlo ya mismo. Todavía no tiene la confirmación
de la fecha para la cesárea, me la dirá mañana.
Bajó la vista, su
alegría parecía haberse esfumado. Le tomé la cara y le di un beso.
–¡Te vi! –exclamé otra
vez, para que se olvidara del tema–Esa reina los miraba mucho, eh.
–Es que somos
encantadores. Perdón por no traerte ningún regalo, sinceramente ni pudimos
salir del hotel…Aquello es una locura, y esto también. Nadie sabe que veníamos
hoy para que no se armara un escándalo. Se han vuelto locos, ni sé qué nos ven.
–¿Y eso te gusta o no?
–No sé…–se encogió de
hombros–Está bueno, de todos modos no somos tan famosos ni hicimos algo genial…
–Rich, lo que hacen sí
es genial y es bueno que lo reconozcan pero sí, me extraña que estén tan locos
todos.
–A mí también –sonrió–En
fin, espero que se les pase pronto y nos dejen en paz, eso sí, no quiero ser un
desconocido otra vez, no, no.
–Apaaa…le tomaste el
gustito a la fama.
–Está bueno, cuando
seas famosa te gustará.
–No veo porqué lo seré…
–Formá una banda de chicas
y le hacés la contra a John, ¿no es ese tu sueño? Vengarte por todas las veces
que te dijo que no.
–No me incites porque
sería capaz de hacerlo, nada más que por molestarlo. ¿Vas a comer? Con Mim aprendí
muchas cosas en estos días, dejarás de estar desnutrido y de extrañar la comida
de tu mamá.
–A eso lo dudo, porque
mi mamá cocina muy bien. –rió–No, quedate acá conmigo, no cocines. ¿Estabas
leyendo?
–Leer, lo que se dice
leer…no. Sólo los miraba y pensaba. Tengo ganas de volver a la universidad, si
es que nos mudamos a Londres.
–Ey, ¡eso sería
buenísimo! Pero…¿no es que no podías entrar a ninguna?
–Yo qué sé…No tengo
idea de en qué quedó todo eso, debería averiguar. Ya pasó tiempo y creo que
tenían todo aclarado de que yo no era culpable de nada, pero quién sabe, quizás
no me admitan. Si puedo recomenzar, ¿creeés que estaría bien?
–Si vos creés que sí, pues
está bien. No sé mucho de esas cosas, pero si te gusta…Además sé que podrás con
todo, y yo te ayudaría, claro. Entonces lo de Londres…¿ya está aceptado?
–¿Y qué remedio me queda?
–Lo sé…No te pongas
mal, sé que es una idea que nunca te convencerá. Gracias por seguirme, si esto se acaba
volvemos a Liverpool y adiós.
–Dijiste que no querías
que se acabara.
–A veces las cosas no salen
como uno quiere, creo que ya lo sabe bien, señora…Wells.Sé que terminarás
dándole una oportunidad a Londres, y si volvés a estudiar, allí te irá muy
bien, nadie de los que te expulsaron de acá estará ni te molestará.
Habíamos cenado tranquilos,
él contándome las cosas que les habían pasado, cómo había sido toda esa
actuación ante la reina y los famosos que había conocido, y el impacto que les
había dado enterarse de esa actuación. También la vergüenza por lo que John
había terminado diciendo en el show, hasta había temido que los guardias los
sacaran pero todos se lo habían tomado bien. Fuimos a dormir temprano, ambos
estábamos cansados, él por el viaje y yo simplemente porque sí, porque vivía
cansada. No sé en qué momento tuve un sueño espantoso en el que no entendía
nada de lo que sucedía, sólo sabía que estaba asustada y quería salir pronto de ese sueño y
despertarme. Cuando lo hice sentí dolor y no sabía si era real o era el sueño
mismo. Me restregué bien los ojos, y miré la hora, aún no eran las tres de la
madrugada y el dolor que sentía no tenia nada que ver con mi sueño. Era un
dolor sordo que nacía desde el vientre, iba hacia abajo, y terminaba invadiéndome
el cuerpo. Respiré profundo, diciéndome a mí misma que eso pasaría, que sería un
calambre o algo que me habría caído mal en la cena. El dolor remitió, comencé a
adormilarme pero volvió más fuerte, más profundo. Aquello no podía estar
pasando. No en ese momento. Tragué saliva y me tranquilicé porque el dolor
volvió a remitir, y sentí una extraña calma que hizo que creyera que volvería a
conciliar el sueño, pero no, otra vez, más fuerte. Encogí las piernas, me
volteé, parecía que cesaba pero seguía ahí, un dolor extraño, que nunca había
sentido. Apreté la almohada como si haciéndolo el dolor se calmara, y me brotó
una lágrima cuando supe que no se calmaría, que iría cada vez peor.
–Ahora no bebé, ahora
no por favor, no voy a poder…
La punzada que iba y
venía pareció responder a mi ruego, o más bien se negó a cumplirlo, porque fue
mucho más profunda y no pude más que soltar un gemido. Miré a mi lado, Richard
dormía como un tronco, tuve tiempo hasta de admirarle el rostro antes de que el
dolor me dijera que no era tiempo de suspiros de amor.
–Rich…Richie…
Abrió los ojos de inmediato,
algo que no creí que iba a hacer debido a cómo estaba durmiendo. En la oscuridad
intuyó mi rostro de desesperación porque enseguida se incorporó.
–¿Qué pasa? ¿Qué tenés?
–No…no lo sé pero…creo que
va a nacer.
*********
Antes que nada, doy mis sinceras disculpas por haberme retrasado tanto en subir. Capaz que mucha gente pensó que había abandonado esto sin dar explicaciones, así que les pido perdón. No estuve con mucho tiempo y además, para qué mentirles, no tenía nada de ganas. ¿Por qué? Ni siquiera lo sé,simplemente no tenía ganas de escribir y cuando quise volver a hacerlo estaba tan desengachada de la historia que no acertaba una. Por eso este capitulo, a pesar de ser el número 100 no es la gran cosa, y también pido disculpas por eso, principalmente a la gente que me lee hace 100 capítulos y que no merece tanta tardanza y desprolijidad.
Ah, otra cosa, lo de los amish lo puse porque justo la tele estaba en el canal ese donde está el programa de los amish que quieren vivir en otra parte o algo así (nunca le puse atención, qué quieren que les diga) y dije "listo, que Flor sea amish". Pido disculpas también por eso, quizás alguien se ofende o algo, ya saben, fue por culpa de ese programa.
Y por mi parte nada más, salvo agradecer si siguen leyendo, ya saben, falta poquito para que finalice y deje de torturarlos.
Saludos!
Érase una vez una personita llamada Cris que vivía donde Cristo perdió el zapato. Pese a que parecía muy feliz, muy feliz, con su gata loca que se mordía la cola y su enajenación mental habitual, había algo que ensombrecía su corazoncito (que sí, que pese a que parezca imposible, tenía, de corazón). Esta tristeza que se encontraba anclada en lo más profundo de su ser se debía una simple razón: tenía el mono. Y no, queridos niños, no es que nuestra Cris tuviera un mono peludito y con dos piernecitas, como Amedio o la mona Chita de Tarzán, no… Lo que le pasaba a ella era que tenía el síndrome de abstinencia, que significa que estaba “to’loca” para consumir una cosa. Y no, esa cosa no la daban, como seguramente los más espabilados de vosotros estáis pensando, esos señores que dan “caramelos” a la puerta de los colegios, no. Esa cosa la daba una señorita llamada María por Internet. Y de nuevo he de deciros que no, amiguitos, esa cosa no era eso que tanto les gusta a vuestros papás donde ven a un montón de chicas pobres que no tienen dinero para comprarse ropita y vestirse. Esa cosa era una historia que María escribía en un blog que tenía, una historia que era tan bonita y tan hermosa que más de una persona se meaba encima del gusto al leerla (a Cris afortunadamente pese a que le gustaba un montón no le pasó nunca esto, que ella controlaba sus esfínteres). Y claro, queridos niños, a Cris le gustaba muchísimo leerlo. Pero hubo un día en el que María decidió tomarse unas vacaciones en eso de escribir porque unas malvadas brujas le habían puesto trabajos y exámenes y otras cosas incluso más horrendas que un musical protagonizado por Yoko Ono. Entonces pasaron semanas y meses y María no pudo escribir. En ese período de tiempo, aparte de los síndromes de abstinencia, ocurrieron cosas horribles, sobre todo para las empresas de compresas para pérdidas de orina y pañales para adultos, que vieron como sus ventas bajaban drásticamente. Todo parecía perdido y el mundo se sumió en una larga y oscura noche. Y entonces, cuando ya parecía que no había remedio, María volvió a escribir. Y vio que era bueno y hubo gran regocijo. Ahora, queridos niños, el único mono que tiene Cris es un monito de peluche y las fábricas de compresas para pérdidas de orina vuelven a ser un negocio al alza. Y así todos fueron felices y comieron perdices. Excepto los veganos, ellos no quisieron perdices y se comieron dos rabanitos cada uno.
ResponderEliminarFIN.
Y BUENOOOOOOO!!!! AQUÍ LLEGO YOOOOO! Que sí, que tenía mucho mono, que ya lo sabes, aunque como no tengo ninguna autoridad moral para decir que nadie escriba (ejem, ejem) me daba corte preguntarte cuándo regresabas. Tranquila, porque ahora ya se me ha pasado todo, como muy bien (o no tanto) narro en el cuentito de antes, y ya estoy feliz como una perdiz porque ahora sí, por fin has regresadoooo!!!!!!! Pero a ver, no te creas que soy yo la única contenta por esto, que hay un entusiasmo generalizado ante tu regreso que aquí mismo me he tomado la libertad de recopilar para ti:
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=TV5-Ks-PwNk
https://www.youtube.com/watch?v=MxolwFtlmFk
https://www.youtube.com/watch?v=Vmicm7lsMjE
https://www.youtube.com/watch?v=pPSwe2oVlcw7
Y bueno, ya paro porque me podría pasar horas así, jajajajaja. Así que bueno, vamos a lo que vamos que para eso he venido, a comentar precisamente. Varias cosas eran las que yo te tenía que decir: la primera es que el capi está estupendo, que a mí me ha gustado mucho y ya te di mis razones objetivas por whatsapp cuando lo leí, para que no te creyeras que lo decía porque sí. No, no, el capi está genial porque tiene de todo, parte divertida, parte romántica y parte seria y porque encima eso está todo genialmente atado y además nos dejas al final con el corazón en un puño por no saber qué es lo que va a pasar (bueno, saber lo que va a pasar, nos lo podemos imaginar, más bien debería decir “cómo va a salir todo” en el estado de Mercy, jejeje). Así que ya lo sabes, para mí está fabuloso le llames como le llames a este pobre capi, jajajaja. La segunda cosa que te quería decir es que no creo que haga falta que te disculpes ante los amish por si has herido su sensibilidad: se supone que no deberían estar leyendo esto por Internet y si lo están… Oh, oh… se lo voy a decir a vuestros superiores que estáis usando inventos de después de la Revolución Industrial para leer un fic sobre melenudos hippies que tocaban cosas que funcionaban con electricidad, so pecadores (https://www.youtube.com/watch?v=1OqvlsFN6sA) jajajajajja. Bueno, a ver, creo que me he pasado: desde aquí pido disculpas a los amish y a los miembros de la Iglesia de los Superguerreros por si os he ofendido con alguno de mis comentarios. No me lo tengáis en cuenta, mi alma está descarriada.
Pero ya basta! Dejémonos de chácharas y vayamos a comentar parte a parte este capi, que no veas tú como echaba yo de menos esto… jijiji.
En primer lugar, vamos a ver, esta Mercy y este Richard es que ya no pueden ser más dulces los dos. Son tan awwwwwww, más incluso creo yo que el libro de poesía que te andabas leyendo, jejejeje. Ey, que sí, que hay que ver como se quieren y lo bien que les sienta esto de estar casados, pese a que el Ringo sea un pelín dominado (aunque chica, entre nosotras, así mejor, jajajjaja). Además, eso de pasarse el primer día de casados los dos juntitos a todas horas y haciendo cosas tan tiernas como tumbarse a mirar la forma de las nubes… ainsh, chica, qué quieres que te diga, que a mí eso me pone romanticona y todo! Son más dulces que un algodoncito de azúcar.
La otra que parece que también ha encontrado el love es Mimi, hay que ver las risas que me he tirado yo con este tema. Primero, cuando John va a ver a Mercy y a Richard y sale disparado cuando Mercy le dice que su tía ha dormido con su tío, y después con la cena… Juas! Vamos, parece que ese lío de una noche va en serio. Si ya te digo yo que al final va a ser cierto que se liga en las bodas... Y si no, que se lo digan a Mimi, que no ha perdido el tiempo para nada. Nah, en serio, pese a que nos pueda causar gracia la cosa y de que además segurísimo que su sobrino del alma se pilla algún rebote cuando se entere, la mujer tiene derecho a iniciar una relación si es que a ella eso la hace feliz. Además, como bien dice, iniciar una relación a esas edades no trae ninguna “consecuencia”, jajajajajjaa. Joder con la Mimi! Si me reí con la insinuación tan directa que les hizo a Mercy y Cris!
ResponderEliminarAh! Y hablando de risas… Lo de la reina! Ay, Dios, qué manera de reírme! Primero cuando John le da la noticia a Mimi por teléfono, con Mercy y Cris por allí, que a la pobre mujer casi le da un infarto por el susto. Y claro, es que en el fondo tiene razón: suelta al bestia de John delante de la realeza y de allí lo que puede salir es explosivo, jajajajjaa. Y más sabiendo cómo es Mimi de recta y como cuida ella su estimadísima reputación. Y tenía motivos para temer a John? Pues sí, los tenía. Y es que eso de “agitar las joyas” es mítico. Es por cosas como estas por las que se me cae la baba con John, la verdad, esa manera de provocar y ser irreverente de manera graciosa, me vuelve loca. Aunque bueno, para qué te tengo que contar yo si tú ya lo sabes mucho, jajajjajaa. En fin, que eso, que lo de la reina para morirse de la risa. Unos cracks estos chicos! Vamos, vamos!
Y bien… Aparte de la dulzura que nos da el amor, también tenemos momentos serios, no trágicos ni nada de eso, pero sí momentos para ponerse a pensar y reflexionar. La verdad es que lo que parece que es imparable es eso de la Beatlemania, y vamos, lo que les queda por pasar a los chicos (y a las chicas) al respecto. Las fans abundan y estos chicos a los que ellas ven como tan normales, a los que ven como siempre han visto, han despegado de manera alucinante y se han convertido en un fenómeno de masas. Así que nada, ahora toca aguantar a fans a montones, y muchas de ellas, para qué nos vamos a engañar, un poco locazas… Y ya no sólo eso, sino que a partir de ahora también empiezan las ausencias por las giras, por los compromisos… En fin, que todo un vuelco total a la vida que llevaban. Realmente es bueno, porque ellos querían eso y lo han conseguido, estar en lo más alto, pero… tanto? La verdad es que a veces yo me paro a pensarlo y debió de ser del todo agobiante para ellos y para la gente que les rodeaba… Y bueno, hablando de compromisos, ya sabemos también que los compromisos ahora los tienen mayormente en Londres y que Liverpool de cada día les ofrece menos posibilidades si se quedan. Sí, ha llegado el momento de ir planteándose en mudarse a Londres definitivamente (y no a Japón, donde hacen música rara –y otras cosas- en la que sólo tocan las teclas negras del piano, como dice Mercy, XD). Mercy parece que ya está resignada a ello (y oye, incluso ilusionada por esos proyectos que se está marcando: volver a estudiar, está genial eso!) y ya sabe que va a volver a la capi tarde o temprano. Y Cris también se lo ve venir y creo que también anda ya con la idea hecha de que va a tener que cambiar de vida y dejar atrás la cafetería… Bueno, realmente desde que se fue Mercy (peloteo modo on :P ), aquello perdió mucho y ya con esas empleadas como que es como plantearse en serio echar el cierre aunque no se fuera a Londres a vivir, jaja. Ya veremos qué hacen estas chicas cuando se vayan para la capi. Un poco de inseguridad al principio, sí, pero supongo que a la larga será lo mejor y que Liverpool siempre lo tendrán ahí como su hogar. Xè, y que Londres no está en China, que pueden ir siempre que les venga bien en unas pocas horitas de coche, jaja.
La otra nota de seriedad al capi, nos la ha dado Cyril. Ie, el chico me cae bien, pero como médico que es, la verdad es que no trae siempre buenas noticias, aunque oye, al menos se preocupa como nadie por su paciente favorita, hasta el punto de quedarse ya en Liverpool por lo que pueda pasar. Que, por cierto y hablando de él, anda el pobre (él y Flor), con la familia de la novia… Le tocó lidiar con gente rara! Aunque bueno, él tiene que estar con ella, no con su familia, así que se apañen… Volviendo al tema, el bebé parece que está a punto para salir aunque sea prematuro, pero ya se sabe… En el estado de Mercy sería un riesgo dejar que su cuerpo aguantara todooooo el embarazo, así que hay que ir a por una cesárea cuanto antes y cuidar tanto de la mamá como del bebé… La verdad es que cuando he leído lo de que quería ya programar la cesárea me he quedado versión “va, hombre, si aún es muy pronto!”, pero claro, leyendo el final… ¡Qué pronto ni qué leches! ¡Lo que ha llegado es tarde! Uffff, la verdad es que como te he dicho me has dejado con el corazón en un puño, porque ahora… Ay Dios, todo sin prever y de repente, a ver qué pasa… Al menos Cyril está en Liverpool y la verdad es que eso me deja mucho más tranquila, que ya sabemos que es un gran doc puesto a luchar contra las adversidades. Por favor, por favor, que salga todo bien o no sé lo que hago!!!! :O
ResponderEliminarY bueno, genia, así con el estómago en la boca por este final y con el alma en vilo, me despido hasta el próximo capi, ya feliz, eso sí, de que te hayas reenganchado a esta gran historia!
Hasta el próximoooooooooo! Muaaaaaaks!
AYYYY!!!
ResponderEliminarPues si, se viene el final , algo fuerte, todavía recuerdo que no podía creer cuando había llegado al capítulo 60 y me había adelantado totalmente.
100 capítulos, María. 100 CAPÍTULOS.
Me vas a matar del susto, de la emoción, o yonosequé, pero ese final, me tiene mal, o bueno, de los nervios.
Te ama, Yop.