Traté de contenerme, me había arriesgado y sabía que podía perder
el autocontrol en cualquier momento. Cuando despegué mis labios de su mejilla,
sentí un terrible impulso, una fuerza extraña que me obligaba a...a comerle la
boca. Pero, ante todo, frialdad. Bueno, en realidad me detuvo una quejita o
algo así que salió de su boca; probablemente mi beso le habría interrumpido
algún sueño. Me quedé mirándolo, viendo si se despertaba o no, y me alejé. Él,
con otra quejita, se dio vuelta dándome la espalda, acomodándose mejor, casi quedando acostado
sobre el sofá. Más tierno, imposible.
Toda esa escena tan linda fue cortada cuando escuché los
ronquidos de John, que parecía que se moría. Respiré, aún aliviada por no
haberme dejado llevar por el impulso, aunque ya no sabía si eso era bueno o
qué. Me puse de pie, me acerqué a John y comenzé a sacudirlo con suavidad.
-¿Mmmñdgfgssdhfk? –fue todo lo que dijo.
-John...-susurré -¿Por qué estás durmiendo acá?
-No me jodas Wells...-se quejó.
-John....
Abrió un ojo y me miró.
-Me dormí.
-Pero...
-Dejameeee.....-se dio vuelta y se tapó la cara con una
mano.
-Decime que pasó. Dale, no seas malito.
Se giró otra vez y me miró, con sus dos ojos adormilados.
-Te dormiste. Richard también se durmió. Como soy un buen
hermano y quiero tu felicidad te empujé para que cayeras sobre él. Ninguno de
los dos se dio cuenta. Yo me tiré en el piso, terminé de tomar el vino que
quedaba, miré la siguiente película que pasaron, encontré este almohadón y me
dormí. Fin.
-Ahh...ahora entiendo todo.
-Ahora dejame dormir, chau.
Sonreí y le revolví el pelo. Miré el reloj: eran las 4 de la
mañana. Acomodé el desorden que había quedado, apagué el televisor y busqué dos
mantas. Tapé a John y a Richard y después me fui a dormir a mi habitación.
-¡BUEN DÍAAAAA!
-AAAAHHHH!!!!
-¡No grites Wells!
No daba crédito a lo que veían mis ojos. Yo estaba profundamente
dormida en mi cama cuando John entró a los giros a mi habitación. Con Richard.
Y con una bandeja de desayuno en las manos.
-¿Se puede saber qué es esto? –pregunté, sentándome.
-Te trajimos el desayuno.
-¿El qué?
-Vámonos Starkey, no se puede ser bueno con las mujeres, así
te pagan.
-¡Esperen, esperen, esperen! Explíquenme mejor, recién me despierto,
sepan comprender....
-Como dormimos toda la noche acá, y encima casi nos
“autoinvitamos” a cenar, pensamos como forma de agradecimiento hacerte el desayuno
–ah no Richard, vos no podés decirme todo eso, a esta hora de la mañana y con
esa carita tan....tan....
-Veo que la idea no te gustó. Vámonos.
-¡Paren! ¿Cómo no me va a gustar la idea? Lo que pasa es que
estoy....sorprendida.
-Iba a ser mejor,
pero éste entró así, a los gritos, y arruinó todo –Richard miró con recriminación
a John.
-Me gusta joder a Wells. Ay hermana, si vieras tu cara, tus
pelos, esas lagañas en los ojos....
-¡No, John! Ayy....dejen que me arregle un poco....que
horror...
-Pero así estás muy bien.....-Richard se acercó y me dió la
bandeja –Comé. Estás flaca.
-Puta como joden con que estoy flaca.
-No rezongues que te vas a arrugar –John se sentó en la
cama, y Richard lo imitó, pero con algo de timidez. Tomaron las dos tazas de más
que había en la bandeja.
-¿Y? ¿No vas a comer?
-Es que...desconfío. ¿Cómo sé que no le pusieron algo raro
como....laxante?
-¿Nos creés capaces? ¿Ves Richard lo que son? Chau, yo me voy.
-¡Es que son peligrosos! Sobre todo vos, Lennon.
-Para tu información, ese café sólo es café. O lo tomás, o
morís.
-Está bien. Chicos...gracias. De verdad, no esperaba que
hicieran esto. Son muy buenos.
Sólo sonrieron y le di un sorbo al café. Era el café mas malo que había probado en mi vida,
agrio, repugnante, cargadísimo, amargo...Pero mantuve la sonrisa porque era un
lindo gesto, mas aún cuando ninguno de los dos sabía ni siquiera calentar agua.
-John....-Rich hizo cara de asco luego de tomar un poco
–Esto está horrible.
-A ver....-John tomó, y enseguida escupió todo -¡Puaj, esto
es un horror! Mercy, ¿por qué no nos dijiste nada?
-¡Mirá, ya se tomó la mitad! –dijo Richard quitándome la taza
y mostrándosela-¿Por qué no nos dijiste que estaba tan feo?
-Es que...me daba no sé qué....se iban a sentir mal si les
decía.
-Tiremos esto –John juntó las tazas y fue al baño, donde
arrojó el contenido en la pileta.
-Esperemos que las tostadas estén mejor....la mitad se nos
quemó pero las tapamos con mermelada.
-Seguro que están bien Rich
-Lamento lo del café, lo hizo John.
-Mentira, fue este bicho –John entró de vuelta a la
habitación –En realidad, fuimos los dos. Te dejamos la cocina hecha un lío.
-Uy no....
-No encontrábamos las cosas.
-La culpa es del narigón este, que lo sacaron con la cosa
esa, y que la mamá lo llevaba cabeza abajo.
-¡John no empieces! Pobre Rich, no hay que burlarse.
-No te preocupes, a mi me da risa, y mas me dio cuando mi mamá
me lo contó en el hospital....obviamente no me dormí.
-Un trauma de la puta madre –dije mientras mordisqueaba una
tostada quemadísima.
-No es que no dormí por el trauma, sino por la risa. Mi mamá
ya no sabía mas qué cuento contarme, y echó mano a eso. Tenía 4 años.
-¿Qué? –escupí -¿4 años?
-Si....¿por?
-¿A los 4 años ya sabías que a los bebés no los traen las
cigüeñas?
Largó una carcajada.
-Es normal. ¿O no?
-Yo me enteré a los 7 -John se rascó la cabeza –Y la Wells seguro que se enteró el
año pasado jajajaja
-Idiota. Fue cuando tenía....10.
-¿10? Morocha, que ingenua sos.
-Y si pobre, es muy tontita, cualquier tipo la va a engañar
así.
-Callate Lennon. ¿Cómo quieren que me entere si nadie te
cuenta eso? No tenía ningún libro tampoco....fue cuando vi a una mujer
embarazada y pregunté qué le pasaba. Me dijeron que tenía un bebé adentro y
quedé espantada.
-Yo a los 4 ya sabía todo. Imagínense, vivía en el hospital,
veía de todo.
-Basta loco, esto es mas escabroso.....Cambiemos de tema.
-¡Si! –gritó John –Hablemos de que mi super banda cambiará
de nombre.
-Estos cambian de nombre como de calzones.
-Ay cuidado, él porque es el gran baterista de la gran
banda......Ya vas a venir a pedirme un puesto en la mía.
-Vos vas a venir a
rogarme a mi.
-¿Ah si? ¡Apostemos!
-De acuerdo. 500 pesos.
-Trato hecho.
-Dejen de pelearse por gansadas –les arrojé migas de
tostadas a la cara -¿Qué nombre tiene ahora?
-The Silver
Beetles.
-Horrible.
-Callate Starkey mugroso.
-¡Dejen de decirse cosas, che! Bueno, todo está muy rico.
-Que mentirosa es –rió Richard.
-Bueno....no, no está rico, pero lo que vale es la
intención, y se lo agradezco mucho. Y sigo sorprendida
-Es que nuestra habilidad es sorprender mujeres.
-Bueno si, como digan –reí -¿Pueden irse? Necesito
levantarme.
-¿Y con eso qué?
-Que me tengo que vestir John.....
-Ah...dormís en pelotas, como Marilyn
-Tomatelas Lennon –le revoleé un almohadón a la cara -¡Váyanse!
-Pero....
-Vos también Ringo o como te llames –le tiré un peluche y
los dos se fueron, riéndose.
Me levanté, y mientras me vestía seguía riéndome al recordar
las payasadas que decían y hacían.
Cuando estuve lista, bajé bostezando.
-Mirala, podría haberse vestido mejor, aunque sea no andar
con esas pantuflas de Mickey Mouse....Veo como volvés locos a los hombres,
Wells...
-Dejá de joder John....¿Qué quieren hacer?
-Nada. Ya es hora de irnos, son las 11 de la mañana. –dijo
Richard encogiéndose de hombros.
-Pero podrían quedarse a almorzar....
-No, ya molestamos demasiado. Por lo menos no pasaste la
noche sola –John me puso una mano en el hombro, sonriendo –Y esta noche tampoco,
porque tocaremos en un colegio, hay fiesta, y estás invitada.
-¿De verdad? Pero...tengo que estudiar.
-Largá esos libros y venite. Por ahí conseguís un tipo y
dormís acompañada.
-¡John! –le di un
golpe en el hombro -¡No seas desubicado!
-Eso dolió mucho estás perfeccionando tus golpes....Bueno,
sino dormís acompañada, por lo menos llegarás bastante tarde a casa y ni te
acordarás que estás sola.
-Mmm....está bien, iré.
-La dirección es esta –de su chaqueta sacó un bolígrafo y en los bolsillos de su
pantalón buscó un papel. Escribió y me lo dió –Te espero a las 9.
-Ok.
-Bien, nos vamos. Chau fea.
-Chau sapo. Nos vemos esta noche.
-Yo no te veré porque no puedo ir, pero...espero que nos
veamos pronto, ¿no? –dijo Richard.
-Claro –sonreí como tonta y me acerqué le di un beso en la
mejilla. Que coraje tengo.
-Adiós morocha.
Cuando se fueron, y cerré la puerta, me mordí el labio
inferior para frenar a una enorme sonrisa que se quería escapar. Oficialmente
estaba loca por Richard y ya no me molestaba. Es mas, era la primera vez que me
sentía feliz por eso. Sentía que estaba en una nubecita propia, y que tenía
muchísimo amor para dar.
-Te voy a ganar Ritchie. No sé cómo pero te tengo que ganar
–me repetí, sin dejar de sonreír con los ojos cerrados.
La fiesta estaba muy buena. Ni bien había dejado de tocar,
George se lanzó a la búsqueda de Juliet, pero no la encontró. Cansado y desanimado,
me sacó a bailar.
-Claro, yo soy el segundo plato –le dije fingiendo enojo.
-Es que no la encuentro...y sé que vino.
-Por lo menos podrías bailar mejor....
-¡George! –detrás nuestro, de la nada, apareció Juliet.
-¡Hola, te estaba buscando!
-Estaba arreglándome en el baño.
-Ahh.....vamos
-¿Adónde?
-A...a.....ya verás.
Los dos se fueron, muertos de risa y cuchicheando cosas,
dejándome plantada. Pero por lo menos, veía que cada vez George estaba mas
cerca de ser el novio, o lo que fuera, de Juliet. Era la chica que mas le
estaba costando conquistar.
-Bien, sin nada que hacer por aquí, iré hacia la bebida
-Momento hermana loca, usted no va a ningún lugar con
bebida.
-¡Johnny! ¡Tocaste re bien! –me abrazé a su cuello, y él me
separó al instante.
-A mi no me convencés con eso. Nada de bebida, por lo menos
mientras yo esté con vos.
-Ufa...está bien. Entonces me voy a casa.
-Esperá, le digo a alguno de los chicos que te acompañe.
-No John. Estoy sola, y estoy grande. Yo puedo cuidarme.
Levantó las manos, como lavándose la culpa y sonrió.
-Bien, mi hermanita está grande, perfecto.
-Nos vemos mañana, y gracias por lo que hacés por mi –le sonreí,
y él también.
Salí de la fiesta y caminé con lentitud por la calle. Cuando
llegué a la puerta de mi casa, escuché que el teléfono sonaba como loco.
-¡Hola! –grité cuando lo descolgué, mientras le daba una patada
a la puerta para que se cerrara.
-¡Hija al fin contestás! ¿Donde estabas? ¿Te pasó algo?
-Mamá....no, estaba en una fiesta con John.
-Pero ya es tarde....
-Estaba muy buena. ¿Qué necesitabas?
-Te llamaba para que me digas qué vas a hacer el 31.
¿31? ¿Qué es eso? Recordé que estábamos en diciembre. Se
refería a la cena de fin de año.
-Hija, ¿estás ahí?
-Ah si, si. Emm....pues.....no sé. ¿Querés venir?
-No. Vení vos, ya
pasaste el 24 allá, con Mimi.
-¿Yo, a Londres?
-Si.
-Está bien. El 30 voy –dije resignada.
Después de dos o tres preguntas banales, colgué. De
inmediato “se me prendió la lamparita”. Quería hacer una fiesta de fin de año
antes de irme a Londres.
Paul escupió el trozo de torta que comía, encaramado en la
barra de la cafetería.
-¿Una fiesta? ¿En tu casa? ¡Es genial!
-Claro que lo es, quiero despedir este año de mierda y dale
la bienvenida al próximo, que espero sea mejor.
-¡Yo puedo ayudar! –exclamó Abby.
-Es que vas a tener que hacerlo, puedas o no. Sola no puedo
con todo. Ay...quiero poner lucecitas navideñas por todos lados. Hasta en el
baño.
-Bueno, tampoco exageres. ¿Cuándo será?
-Se verían lindas en el baño, ¿no? Alrededor del inodoro....
-¿Cuándo será?
-¿Por qué a nadie se le ocurrió inventar un inodoro
luminoso? ¡Que brille en el oscuridad! ¡Voy a patentar mi idea!
-¿¿¿Cuándo será??? –Paul me arrojó una servilleta a la cara.
-Macca, acabas de interrumpir a un genio en pleno proceso creativo.
En unos años te sentirás mal por eso. Será como si hubieras interrumpido a
Einstein.
-Dale Mercy, decinos cuándo será –dijo Abby, perdiendo la
paciencia.
-El 29, antes de irme
a Londres. Abby, vos y Cris me ayudarán con la comida y la decoración. Paul, te
encargarás de la bebida.
-¿Quién va a pagar todo?
-Yo. Esta vez pago
yo.
-¡Fiesta! ¡Que fantástica fantástica ésta fiesta!
Reí ante los cantos y bailecitos de John.
-Vamos a tocar y prometo que ayudaré.
-Ayudarás a tomarte todo.
-Noo....De verdad ayudaré, todo sea por una buena causa, o sea,
una fiesta.
-Bien, avisale a tus amigos, pero ni se te ocurra decirle a
Marcia. Y también avisale a Ritchie.
-¿Perdón? ¿Quién es Ritchie?
-Upps....se me escapó –me tapé la boca, roja de vergüenza.
-Ahh...con que ahora es “Ritchie”.
Sonreí, traviesa.
-¡Ay si, Johnny! ¡Me siento re feliz! –lo abrazé
-Bueno...era hora.
-De verdad –me solté –ya me imagino casándome con él,
viviendo en una casa grande, en el campo, con muchos hijitos y cabras....
-¿Cabras? ¿Dijiste cabras?
-Me gustan las cabras....
-Ay no, yo no estoy escuchando esto...
-Pero John, ¡imaginate! Hijitos, cabras, vacas, pollitos,
muchos muchos gatos, ¡y todos lo perritos abandonados de la calle!
-¿Se puede saber cómo carajo van a mantener todo eso? ¡No se
puede!
-Economía de subsistencia. Tendremos una huerta, y de allí comeremos,
y también sembraremos trigo y lo que sobre lo venderemos y con eso compraremos
cosas ¡ y seremos muy muy muuuuy felices!
-¿Terminaste?
-¡No! Me olvidé de algo. ¡Vos serás el tío John que vendrá a
visitar a sus sobrinitos!
-Basta Wells, volvé a la realidad.
-No puedo, estoy enamorada. ¿Le vas a decir que venga?
-Si, le voy a decir –dijo con tono cansado -¡Pero no vayas a
hablarle de cabras!
-No, prometo que no diré nada sobre eso.
Entré a la universidad con una duda: no sabía si invitar a
Tamar y a Evelyn y a Friederich y su amigo. Hablando de Friederich, ya casi ni
me acordaba de él, estaba muy ocupada pensado en Richard.
-¡Mercy, qué linda viniste hoy!
Miré a Friederich con sorpresa. Nunca lo había escuchado
decir algo así, es mas, no parecía muy dado a los halagos.
-Bueno...gracias –respondí sonrojada –Estoy igual que siempre,
ya ni me arreglo para venir acá....
-No lo digo por la ropa, lo digo por tu semblante.
Entrecerré los ojos, extrañada, y él rió.
-Es que estás....no sé, alegre. Como distinta.
-Ah...si, si, lo estoy –reí nerviosa. Era claro, tenía mis motivos.
-Y...¿por qué? –se acercó un poco.
-Emm....no puedo decírtelo –otra vez reí como tonta, pero en
realidad estaba algo incómoda.
-Mercy....ehh...yo.....estaba pensando.....-de pronto parecía
nervioso, y hasta tímido. Todo eso era muy extraño.
-¿Qué cosa?
-Pensaba si te gustaría salir conmigo.
Mi cara debe haber sido para un cuadro. Tragué saliva con dificultad.
Su propuesta me había caído como una bomba. Una bomba en el estómago.
Pero él no pareció darse cuenta de mi estado, mas que nada
porque miraba al suelo. Era raro, demostraba ser un chico seguro y ahora ni me
miraba a la cara.
-Podría ser hoy, cuando salgamos de acá, o el sábado.
Pensé cómo decirle que no. No quería ser dura, pero tampoco
aceptaría salir cuando lo único que tenía en la cabeza era a Richard. Sería
injusto.
-Friederich, lo lamento, pero no podré.
-Ah...estás ocupada.
-Si...
-Bien. Entonces será otro día.
-Claro –mierda, no sé porqué dije eso, pero era parte de mi
“suavidad” al negarme a su propuesta.
Entramos a clase y en el transcurso de ese aburrimiento
decidí que no los invitaría a la fiesta, mas que nada para no alimentarle las
esperanzas a Friederich. Pero después pensé que ellos quizás pasarían fin de
año solos, lejos de sus familias....les haría bien una fiesta.
Arranqué una hoja del cuadernillo de clase y la partí en
cuatro pedazos. En cada uno escribí mi dirección y le pasé uno a Friederich y
otro a su amigo. A la salida encontré a Tamar y le di uno a ella y otro para Evelyn,
que no había ido.
Todos me aseguraron que irían.
Llegó el 29 y mi casa era un despelote digno de ver. Era muy
digno porque era un despelote iluminado. Con ayuda de Abby y Paul, había colgado
luces navideñas por todos lados, pero en el baño no, porque ellos me
detuvieron.
George acarreaba bebidas y trajo a Juliet para que nos
ayudara. Cris terminaba de armar el árbol de navidad, que yo, como era muy holgazana,
no había armado para el 25 de diciembre. Mientras ellos trabajaban, yo me
arreglaba, ya que milagrosamente me había comprado un vestido nuevo, beige, y
unos zapatos lindos.
-Trabajen, malditos esclavos míos –dije bajando las
escaleras.
-Andá al carajo Wells –respondió Paul
-Hablá bien McCartney, hay chicas presentes –señalé a Juliet
-Yo soy peor.
-Epa...se nos destapó la nov....digo, la amiga de George. Me
imagino que hoy tocarás para nosotros.
-No, no, me moriría de vergüenza.
-Eso se soluciona con unas cuantas copas encima.
-Mmm....no....tocará John y su banda, ellos son mejores.
-Ufff.....creo que terminé con tu jodido árbol –dijo Cris
bajando de una escalerita y contemplando su obra.
-¡Te quedó genial!
-Vos tendrías que haberlo armado.
-Bueno...ya sabés como soy –le sonreí, traviesa.
-Si, una haragana. ¡Encima es enorme! Bueno, me iré a casa,
necesito cambiarme, parezco vagabunda.
-Ok, pero ponerte muuuy linda, mirá que vendrá tu John
–arqueé las cejas pero me devolvió un golpe en el hombro -¡Ey! ¡No pegues!
-¡Hola, hola! ¡Llegué yo! ¡El rey! –gritó John -¿Dónde acomodo
estos instrumentos, Wells?
-¡Ay no! ¡Ya llegó John y yo así! –Cris miró su ropa -¡Todo
por culpa de tu roñoso árbol!
Antes de que John la viera, Cris desapareció. Él comenzó a
hacer espacio en la sala, pateando cosas.
-Te ves bien, hermanita –dijo abriendo una caja y sacando cables.
-Gracias, aunque es raro que vos digas algo así
-Ya ves, a veces soy amable con bichos como vos.
-John, decime por favor que le avisaste a Richard, porque si
no es así vas ya mismo. Y si le dijiste y te contestó que no va a venir, ya
mismo me saco este vestido y me quedo en pantuflas. Me queda ajustado y me
cuesta respirar, no sirvo para comprarme ropa.
-Entonces morirías por falta de oxígeno, porque sí, le dije,
y va a venir.
-¿Sabés qué? Esta noche me lo encaro.
-¿Vos? –comenzó a reírse y a mirarme de arriba a abajo
-¿VOS?
-Si, yo. Si él no se decide, entonces seré yo.
-Uy, te veo decidida......cuidado.-siguió riéndose.
-¡No te rías!
-Está bien, está bien. Te deseo suerte.
Dos horas después, la casa seguía siendo un despelote, pero
por la gente. La música estaba a todo volumen, y los que no bailaban, tomaban o
comían. Me cercioré de que todos la estuvieran pasando bien. Y así era.
Como quien no quiere la cosa, me acerqué a Richard, a quien
solo había visto cuando llegó.
-¡Hola! Bah, hola otra vez –reí.
-Jaja, hola de vuelta. Ey...lindo vestido.
-Gracias –control mental, control mental....
-De verdad, te queda muy bien
-Bueno, gracias otra vez.....dejá de tirarme flores y vamos a
bailar. Bueno...si vos querés, claro.
-Por supuesto.
Bien, mis planes empezaban
a ponerse en marcha, pero supe que no podría decirle nada: me estaban
ganando los nervios, y lo que era peor: mi estupidez.
Como siempre, me divertía muchísimo bailando con él, era un
genio del baile. Pero John interrumpió todo.
-¿Podemos empezar a tocar ahora?
-¡¿Para eso me interrumpís?! –le dije al oído –No, todavía no.
No llegaron mis compañeros de la universidad.
-¿Qué? –de la nada, apareció Pete Shotton -¿Invitaste a esos?
-¿Y vos qué te metés en conversaciones ajenas?
-Seguro que ni son de Liverpool, y deben ser raros.
-Dejate de joder Pete. Invito a quien se me pega la
regalada, y si no te gusta, te vas.
-No me retes
-No te reto, sólo te advierto. Esperen a que lleguen, así
estamos todos.
De mala gana asintieron, y se fueron. Retomé mi baile con
Richard, que no decía nada, por suerte, no quería que él también se quejara de
mis invitados. Bueno, yo tampoco decía nada porque estaba muy embobada mirándolo.
Es que....ahh....había ido demasiado hermoso.
Como Shotton era el encargado de la música, interpreté lo
que hizo como una venganza: dejó de sonar el rock and roll frenético que
bailábamos para comenzar “Put your head on my shoulder”. Esa canción me hacía
derretir cada vez que la escuchaba, y con Richard enfrente, pues...estaba que
me desmayaba. Miré a Pete, y descubrí que el también me miraba, con una sonrisita
sádica. Levanté el dedo mayor de mi mano izquierda, dirigido a él. Vi que Richard
se reía de Pete y me acerqué, decidida. No dejaría que Shotton me molestara, al
contrario: usaría lo que hizo a mi favor. Me abrazé a Richard y le saqué la
lengua a Pete, pero dejé de hacerle morisquetas cuando sentí que Richard me
tomaba de la cintura y me corría una electricidad por la columna. Cerré los
ojos para sentir mejor, tanto la música, como su perfume, como su contacto
conmigo. Había llegado la hora de dejar los nervios y la vergüenza para
disfrutar del momento. Me separé un poco de él y le sonreí, y él me respondió
con esa sonrisa tan adorable que nunca había visto en otra persona. Estaba a
punto de decirle que me acompañara al jardín, tenía todo el coraje en las venas
para decirle todo. Pero sonó el timbre. Y como dueña de casa, debía abrir.
Me separé de Richard haciéndole señas de que debía atender y
él asintió.
-¡Friederich!
-Hola Mercy –sonrió con timidez –Perdona que llegue tarde,
George al final no pudo venir.
-Oh...las chicas parece que tampoco han podido.....Bueno,
pasá, te presentaré a mis amigos.
Entró y comenzó a saludar a todos. Como no conocía a nadie y
parecía intimidado, le dije que estaría con él para que no se sintiera como un sapo
de otro pozo. Luego de presentarles a todos, busqué a Richard, el único que
faltaba saludar, pero se había
desaparecido.
Le dije a John que si quería podían empezar, y así hicieron.
-Tus amigos tocan bien –dijo Friederich.
-Si, son muy buenos, ¿querés bailar?
-No...no sé bailar....
-Pero te puedo enseñar.
-Es que no me gusta mucho.
-Ah, si no te gusta no vas a aprender. Y...¿tocás algún
instrumento?
-La armónica, como tu amigo.
-Yo también tocaba, pero se la regalé a él.
-También me gustaría tocar la batería.
Vaya mierda de coincidencia. Sólo a mi me pasan estas cosas.
Busqué a Richard con la mirada, hasta que lo vi charlando
con George.
-¿Y? ¿Lo están pasando bien? –dije al acercarme.
-Si, está buenísima tu fiesta, que se repita. Sobre todo la
comida, es genial –dijo el pequeño Harrison con la boca llena. Richard, en cambio,
no contestó.
-Rich, ¿querés
bailar?
-No, estoy cansado. Iré con John, ahora que ya dejaron de
tocar.
Y sin mas, me pasó por al lado, casi ignorándome. Lo miré
bien, parecía....¿enojado? No entendía porqué. Fui de vuelta hacia donde estaba
Friederich, hasta que Paul se apareció con unas cajas llenas de botellas de
champagne.
-¡A brindar como los ricos! –gritó Stu, y junto con John comenzaron
a descorchar, pero antes sacudían las botellas y las abrían, desparramando
espuma por todos lados.
-¡Por un año mejor! –todos brindamos y tomamos.
Después, se quedaron algo tranquilos, ocupados en charlar.
Continué observando a Richard, que seguía con su extraña actitud.
-John...vení –lo llevé a la cocina.
-¿Qué te pasa? Iba a hablar con Cris, no me jodas.
-Vos también me interrumpiste. Decime...¿qué le pasa a Richard?
-Ah, al fin te das cuenta –le dio un sorbo a su copa.
-¿Qué pasó?
-Cómo “¿qué pasó?”. Está enojado, eso.
-Pero....¿por qué?
-Ay Wells, estabas bailando con él, estaban....no sé, re
bien, y lo dejaste por ir con ese....ese amiguito tuyo.
-¡Ese no es motivo para enojarse! Tenía que abrir la puerta.
-Pero te pusiste a presentarle a todos, y a charlar y estar a
las risitas con él.
-No conoce a nadie, tenía que presentarlo. Ustedes, los
hombres, son todos iguales, unos histéricos. Después dicen de nosotras.
-¿Te digo algo? Ese tipo no me gusta. Tiene algo que no me
cierra.
-John....
-De verdad, no me gusta. No confíes en él.
Suspiré, mirándolo, hasta que me percaté de algo.
-Un momento....si Richard está enojado por eso, quiere decir
que.....¡está celoso! ¡Gracias John, gracias! –le planté un beso en la mejilla
-¿Eh? ¿Gracias porqué?
Pero ya no le contesté, me alejé dejándolo desconcertado.
Fui hacia Richard, que ahora hablaba con Stu.
-¿Podés venir conmigo?
Se encogió de hombros, y me siguió. Salimos a la vereda, por
la calle no pasaba ni un alma.
-¿Estás enojado? –le pregunté directamente, ni bien nos
detuvimos.
-¿Enojado, yo? No veo el porqué....-sacó un cigarrillo y lo
encendió. Esperé a que me convidara con uno, pero no lo hizo.
-Es que estábamos bailando y te dejé por...
-Si, por el chico ese.
-¿Vos estás celoso? –me sorprendí a mi misma por preguntarlo
con tanto descaro.
Me miró abriendo grande sus ojos azules y después frunció el
ceño.
-¿Celoso? ¿Por qué? Yo no dije nada....
-Mmm...está bien,. De todos modos, te quiero pedir perdón
por dejarte prácticamente plantado.
-No hay problema –sonrió -¿Querés uno? –señaló su
cigarrillo.
-Si, claro.
Sacó uno y lo encendió. Miré a todos lados, antes de tomarlo
y de agradecerle. Estábamos solos y podía decirle sobre....lo mío. Pero él me
cortó todo.
-Tengo que irme, mi mamá está enferma y quizás necesite
algo. Además....¡es tardísimo! –dijo al ver la hora en su reloj.
-Ah... ok, gracias por venir, y saludos a tu mamá.
Se acercó a darme un beso en la mejilla e instintivamente
cerré los ojos. Pero no hubo beso.
-Mercy, ya me voy –dijo Friederich asomado a la puerta.
-Ahh... bueno –contesté mirándolo.
-Adiós morocha –Richard se alejó, saludándome con la mano.
-Adiós Rich....-lo miré. Me había perdido de un beso suyo
por culpa de Friederich.
-En fin, nos vemos después de año nuevo.
-Ah si, si, nos vemos –le dije a Friederich, con bastante
desinterés –Que te vaya bien.
Entré a casa con la cabeza gacha, recriminándome el hecho de
no haber actuado con mas rapidez. Pero enseguida recordé el baile, mas que nada
porque la canción volvió a sonar. Y también recordé a Richard y sus celos mal
disimulados. Sonreí triunfalmente, ya no lo veía tan lejano. La próxima vez no
perdería oportunidad de decirle todo, costara lo que me costara. El año nuevo me
daba esperanzas.
P/D: Quiero una cabra XD