16 noviembre 2012

Capitulo 47 Chiquitita no hay que llorar, las estrellas brillan por ti allá en lo alto.



-¡¡¡Papááááááá!!! ¡En la tele están dando películas de vaqueros!
De inmediato, bajó las escaleras descalzo, con los zapatos en la mano y saltó al sofá, para posicionarse frente al televisor, con carita den niño que acaba de recibir un regalo.
-Mercy, traeme una copa de vino, quiero disfrutar como se debe de esta película.
-¿Puedo tomar yo también?
-Si, si, como quieras –contestó, aunque estoy segura de que no me escuchó.
Me senté a su lado mientras los dos tomábamos y mirábamos cómo los vaqueros peleaban  con los indios, se batían a duelo, y terminaban enamorándose de un amor imposible. Cuando la película terminó, los dos llorábamos como maricas.
-Bien, ya es hora de dormir, mañana es lunes y hay que levantarse temprano. –se puso de pie, apagó el televisor y me obligó a pararme y subir las escaleras, ya que no tenía sueño y quería seguir mirando televisión.



Escuché como abrían mi ventana y entraba la molesta luz de la mañana. Rezongando, me tapé hasta la cabeza.
-Mercy, me voy a trabajar
-Ok....chau....-dije casi volviendo a roncar.
-Vamos, levantate o llegarás tarde a la cafetería.
Me destapé dándole un manotazo a la frazada y traté de mirarlo a través de mis lagañosos ojos.
-Me voy, nos vemos a la noche.
-Mm....está bien papá, chau....
Vi como cerraba la puerta de mi habitación, y convertida en zombie me levanté y comenzé a buscar ropa para ponerme. Desayuné con parsimonia hasta que vi el reloj de pared y me atacó el apuro, así que dejé todo sucio y salí corriendo.
-¡Hola Mercy!
-¡Hola Paul! Estoy apurada, no puedo charlar. Suerte en la escuela –seguí corriendo, dejando a McCartney un poco desconcertado en la parada del bondi.
Cuando por fin llegué a la cafetería, Cris señaló su reloj pulsera.
-Quince minutos tarde.
-¡Lo siento! ¡Lo siento!
-Ahora te perdés lo que te iba a contar sobre el sábado, con tu supuesto “hermano” –marcó las comillas con los dedos.
-¿Eh? ¿Qué pasó? ¡Contame!
-Te dije que te lo perdés. Eso te pasa por dormilona.
Le arrojé un trapo sucio a la cara, que me devolvió con mucha mas fuerza.
Riendo, comenzé a atender a la gente, que a esa hora de la mañana era mucha. Cerca de las diez, ya no había tanto movimiento, así que me dediqué a acomodar tachitos de café y escuchar radio. De pronto, la puerta se abrió y entró Stu, corriendo, pálido y agitadísimo.
-Stu, ¿qué te pa...?
-Mercy, Mercy –se apoyó en la barra, mientras trataba de respirar –Tu papá....
-¿Qué pasa con mi papá? –pregunté extrañada.
-Está en el hospital.
Sentí que el corazón se me paraba y volvía a arrancar, pero latiendo mucho mas fuerte. Prácticamente salté sobre la barra, me saqué el delantal y a los gritos le dije a Cris que tenía que irme.
-Stu, decime como está, qué le pasó, cómo te enteraste –dije mientras corría con él.
-Pasé frente a donde trabaja y había una ambulancia y un tipo me preguntó si yo te conocía. Tomemos un bondi, estoy cansado –se detuvo, agarrándose el pecho.
-No pienso esperar, chau –seguí corriendo, dejándolo atrás. Pero él me alcanzó.
-Mercy, Mercy –tomó aire, como pudo –Tranquila, seguro que no le pasó nada, se le habrá bajado la presión o algo de eso.
-Si...tenés razón –dejé de correr, porque también estaba cansada y tampoco quería que Stu se descompusiera. Sí, seguro era eso, mi papá siempre tenía presión baja, como yo...
Caminamos sin decir nada, porque no teníamos suficiente aire en los pulmones como para poder hablar. Cuando llegamos al hospital, ya me imaginaba a mi padre en la guardia, mucho mejor, y yo le diría que esa noche también sería noche de vaqueros, porque había escuchado en la radio que seguirían pasando películas en la televisión.
Entramos y ya estaba yendo hacia el sector de guardia cundo Stu me llamó.
-Mercy, mejor preguntá acá –señaló un mostrador con un cartel de “Informes”, atendido por una mujer mayor y rubia, que hablaba por teléfono mientras otro sonaba con insistencia.
Me acerqué y ella sólo me miró, esperando a que hablara.
-Quería saber dónde está Rudolph Wells –dije llena de ansiedad.
-Ah, es el que ingresaron recién –dijo indiferente –Está en terapia intensiva.
-¿El qué? –pregunté bastante alterada –Y...¿y dónde está terapia intensiva?
-Primer piso –respondió con la misma indiferencia.
-¡Vamos Stu!
-¡Señorita! No puede entrar, no es horario de visita
-¡Qué me importa, soy la hija, déjeme de joder!
Corrí escaleras arriba, mientras trataba de asimilar eso de “terapia intensiva”. Cuando llegué al primer piso, el panorama era desolador: una sala de espera pequeña, gris, fría, llena de familiares de otros pacientes, llorando. Sentí como me costaba respirar, miré a todos porque ellos también me miraban, y me dirigí al fondo, a una puerta blanca  con un cartel en rojo que decía “No pasar”. Tenía una pequeña ventana a la que me asomé, en puntas de pie. Del otro lado alcanzé a ver un pasillo también gris, al que daban pequeñas habitaciones, de las que salían ruidos de aparatos. Allí estaría mi padre.
Vi como de una de esas habitaciones salía un médico, un hombre mayor de aspecto rústico, que se dirigía a la puerta, que abrió.
-¿Familiares de Rudolph Wells?
-¡Yo! –dije casi gritando –Soy la hija.
Me miró con rostro sombrío y suspiró.
-Acompáñeme, tengo que hablar con usted.
Lo seguí, mirando de reojo a Stu, que me hizo una media sonrisa. Entramos a una pequeña oficina y  me ofreció sentarme.
-¿Es la única familiar?
-Aquí si, mi madre está en Londres....
-¿Usted es mayor de edad?
-Si, tengo 18...
-Bien, señorita Wells....-otra vez volvió a suspirar. Eso ya no me gustaba nada. –Le comentaré lo que le pasó a su padre. Ha tenido un accidente cerebro-vascular.
Mi cara debe haber sido de completo desconcierto, porque enseguida procedió a explicarse, antes de que le hiciera cualquier pregunta.
-Digamos que tuvo un infarto. Un infarto....bastante importante. El corazón dejó de latir, pero luego volvió a funcionar.
-¿Có...cómo...?
-Eso suele suceder. Tiene comprometido el corazón, pero aún mas el cerebro, porque le faltó el oxígeno necesario cuando el corazón se detuvo.
-¿Y entonces....?
-Mire señorita –apoyó sus manos cruzadas sobre el escritorio, y me miró fijamente –Su padre está en riesgo de muerte, pero puede salvarse, aunque no le aseguro que se reponga del todo....Quizás quede con alguna discapacidad, o en estado vegetativo.
El alma se me fue a los pies. Sólo me paré, temblando, como pude articulé un escueto “Gracias”, y salí de esa oficina.
Stu me esperaba afuera.
-¿Y? –preguntó, visiblemente preocupado.
-Está....mal.....-me apoyé en la pared, estaba inmóvil, incapaz de hacer un movimiento mas, como una estatua de piedra –Por favor.....buscá  a John.
-¿A John?
-Si, a John.
-Ok.....llamaré a casa de Mimi, creo que hoy iba allí. Mercy, ¿estás bien?
-Buscá a John.
Stu me dedicó una mirada triste, y le preguntó a un hombre  dónde había teléfonos públicos dentro del hospital. Después, desapareció, y yo seguí parada allí, aún boquiabierta, con la garganta seca.


-Mercy, ya llamé, justo estaba con Mimi y ya salió para acá –dijo Stu cuando regresó, después de una eternidad –Vení, sentate. –me tomó de un brazo y me señaló unas sillas, pero yo no respondí ni con palabras ni con movimientos –Ey linda....vamos, todo va  a estar bien, sentate, si querés te voy a comprar algo para comer, o tomar.
-No quiero –fue todo lo que dije, ni siquiera lo miré. Él suspiró, y se sentó frente a mí. Sé que me miraba, pero yo no decía nada, sólo volvía a escuchar una y otra vez lo que me había dicho el médico “Riesgo de muerte....no le aseguro que se reponga.....estado vegetativo....”
-¡Ahí viene John! –exclamó Stu y me giré, buscándolo impaciente con la mirada, hasta que lo vi acercándose.
-Mercy, ¿qué pa....?
Pero no pudo decir nada mas. Me abrazé a él, mejor dicho, me aferré a él, lo abrazé con todas mis fuerzas, casi clavándole las uñas, y empezé a llorar con desesperación, como nunca en mi vida lo había hecho, soltando toda la angustia que tenía adentro. ¿Por qué con él? Porque era mi hermano aunque no lo fuera, y a él también.....también le había pasado lo mismo. Por lo tanto, era el único que podía saber cómo me sentía yo en esos momentos.
-Johnny.....¡mi papá se muere! ¡Se muere!
-Traquila Mercy.....-sentí que él también me abrazaba con fuerza, y me acariciaba el pelo, pero no dijo nada mas. Sólo esperó pacientemente a que terminara de ahogarme en llanto, y cuando notó que estaba mas calmada, me separó de él, y me tomó el rostro. Me sorprendí al ver que tenía lo ojos húmedos –Mercy, tranquilizate, a vos no te va a pasar esto, tu papá no se va a morir. No te tiene que pasar lo mismo a vos....-me abrazó y otra vez me aferré a él.
-¿Algún familiar de Wells? –los dos no separamos y nos giramos. Vi al mismo médico, él me reconoció y se acercó –Señorita, hemos contactado a un neurólogo muy prestigioso, en este momento está en Escocia, pero estará llegando mañana. Le contamos por teléfono sobre el caso de su padre, y dijo que hay una luz de esperanza, pero que hasta que no lo revise, no podrá confirmarlo.
-De acuerdo....muchas gracias....-algo de alivio vino a mí, si ese médico decía que podía tener esperanzas, las tendría.
-Niña....-vi a Mimi caminar hacia mi, preocupada -¿Cómo está?
-Pues...mal. Mimi, yo me quedaré acá, pero por favor llame a mi madre y dígale que venga lo mas rápido posible.
-Por supuesto, volveré a casa y la llamaré enseguida.
-¿Qué vas a hacer? –me preguntó Stu.
-Me quedaré acá, no pienso irme.
El resto de la mañana, toda la tarde y parte de la noche lo pasé allí, sentada sin moverme de la fría silla, y viendo mas gente llorando. Casi todos los chicos vinieron a verme, pero trataban de no preguntar mucho porque veían mi mala cara. Mi madre habìa avisado que le único tren que tenía para venir recién saldría a las ocho de la noche, lo que complicaría las cosas para mi.
El médico no me habia dado ni una noticia mas, y tampoco me permitía ver a mi padre, porque estaba prohibida la entrada de familiares de pacientes “muy graves”. Sí, en esa categoría estaba mi padre.
-¿Por qué no volvés a tu casa, aunque sea a comer algo? –preguntó Abby, mas que preocupada.
-No quiero, no tengo hambre, ni nada.
-Pero ya es tarde, van a ser las ocho....
-No importa, me quedaré acá.
Efectivamente, ya era de noche, por lo tanto uno a uno se fueron marchando. Sólo quedaron John y George.
-Chicos, voy a la capilla.
-¿La qué? -`preguntó John.
-Hay una capilla en este hospital. Iré ahí. Quédense acá por si hay alguna noticia.
Asintieron y bajé a la plata baja. No me costó nada encontrar la capilla. Pese a que hacía mucho que no rezaba y estaba un poco escéptica a esas cosas, en ese momento sentía que eso era lo único que podía hacer. No sé cuánto tiempo estuve, pero fue un largo rato de ruegos y promesas. Cuando terminé, tenía la fe de que esto era solo una dificultad que mi padre pasaría, quizás le costara, pero estaba segura de que saldría adelante.
Cerca de las once de la noche, estaba cansada, pero de que John me insistiera para que volviera a mi casa, aunque sea a dormir un poco, así que finalmente obedecí. Cuando llegamos, Mimi estaba esperándonos. Nos dijo que habia problemas con los trenes, y que el que supuestamente mi madre tenía que haber tomado, saldría recién a la una de la madrugada.
Mimi me invitó a cenar a su casa, y pese que su comida era muy rica, apenas la probé. Después volví a mi casa con ella, que se había ofrecido para acompañarme durante la noche. Le preparé el cuarto de huéspedes y entré a bañarme, para después poder acostarme aunque sea a cerrar los ojos, ya que dudaba mucho de que durmiera.
Estaba terminando de bañarme cuando el teléfono sonó. Eran mas de la una de la mañana. Escuché que Mimi atendió y luego golpeó la puerta del baño.
-Mercy, son del hospital. Dicen que vayas inmediatamente.


No sé cómo hicimos, pero en cinco minutos llegamos al hospital, junto con John, en un taxi. Entré corriendo y así subí las escaleras. Sentía algo que me apretaba el pecho, una angustia tremenda, y nervios, y un mal presentimiento, pero también esa ansia de novedades, y esa ilusión de que fuera algo bueno. Quizás había llegado el doctor desde Escocia y tenía algo que decirme.
Llegué a la puerta blanca y me asomé a su ventana, mientras golpeaba. El médico apareció y abrió la puerta.
-Venga por aquí –lo seguí, pensé que me llevaría ver a mi padre, pero no. Sólo se quedó parado en el pasillo, y cerró la puerta, para que nadie escuchara.
-Emm....señorita.....tengo que decirle que hace media hora su padre tuvo otro infarto. Tratamos de reanimarlo, pero....ha fallecido. Lo lamento mucho.
Sólo di un grito. Y todo se hizo oscuro.


Una luz blanca me obligó a cerrar los ojos. Después, poco a poco los abrí. Veía un techo, también blanco. Estaba acostada y tenía frío. Escuchaba un ruidito, parecía que estaba lloviendo. Levanté una mano para tocarme la cara, sentía ago raro en ella. Descubrí que tenía puesto un respirador artificial. ¿Qué mierda había pasado? Acaso....¿acaso todo había sido un sueño? ¿O ahora mismo estaba soñando? Me pellizqué, varias veces, y cada vez con mas fuerza, haciéndome doler. No, no era un sueño, me dolía mucho como para ser un sueño y no despertarme.
-A ver querida...-vi una enfermera con mala cara, que me levantó la cabeza y me obligó a tragar unas pastillas blancas. No sé cómo hice para tomarlas tan ràpido, siempre me costaba tomar pastillas. Después me bajó la cabeza y volvió a ponerme el respirador.
No entendía nada, ni siquiera sabía porqué estaba ahí, un lugar desconocido. Escuché que la enfermera abría una puerta y algo decía. De inmediato vi a John, junto a mi.
-J...John....
-Shh...no hables...
Lo vi mal, triste. Quizás todo lo que había pasado era verdad, o quizás la que estaba grave era yo.....No sé, todo me daba vueltas.
-¿Está lloviendo? –pregunté apenas.
-No, no....
Vi a Mimi junto a él, y también a Cris. Con la mirada les pregunté si todo era verdad, pero sólo vi sus rostros, lúgubres, que por desgracia me confirmaban todo.
-¿Está lloviendo? –volví a preguntar, esta vez a Mimi.
-No, ¿por qué lo preguntás?
-Escucho lluvia....
-Es un aparato que tenés conectado.
¿Otro aparato mas? ¿Entonces yo estaba mal? Vi que la enfermera se volvía a acercar y me ponía algo en el brazo. Deduje que me estaba tomando la presión.
-Ya está mejor –le informó a Mimi –La presión al fin se estabilizó.
Me quitó el respirador y dejé de escuchar el ruidito a lluvia.
-Mercy, no sé a qué hora llegará tu mamá, pero no te preocupes, yo me ocuparé de la morgue y el funeral –las palabras de Mimi me confirmaron todo. Yo no estaba mal. Y no había sido ningún sueño.
Escuché la voz de un hombre, giré la cabeza y vi a un médico. Mimi fue a hablar con él. También fueron Cris y John. Inconscientemente, sonreí. Se veían bien esos dos juntos.
Seguía sintiendo frío, y comenzé a moverme. Me di cuenta de que estaba en un cuarto de la guardia del hospital, que tenía suero inyectado en el brazo y que estaba acostada sobre una camilla helada y dura. Con gran esfuerzo, me incorporé, y como pude me senté, con las patitas colgando, ya que la camilla esa era muy alta. Cerré los ojos, tenía una mareo espantoso y un dolor punzante en la cabeza, y también en el pecho. Un sudor frío me empapaba hasta las manos. Cuando abrí los ojos, me di cuenta de que además de todo eso, estaba teniendo visiones. ¿Por qué? Porque parado en la puerta, estaba nada mas y nada menos que....Richard.
-¿Ri...Richard? –traté de decir.
-Si, soy yo....-se acercó y me abrazó, pero no pude corresponderle, estaba demasiado impactada –Salía de trabajar y encontré a John en la puerta del hospital....y vine.
-N..no sé que me pasó, porqué estoy acá.....-dije algo angustiada.
-Me dijo Mimi que te desmayaste y que la presión te subía y te bajaba. Ah, te hicieron un electrocardiograma y descubrieron que tenés problemas....¿en dónde era? En las válvulas del corazón. Pero no es grave.
No dije nada, sólo me dejé abrazar, aunque todavía no tenia plena consciencia de que estaba con él.
-Tengo frío....
Se separó de mi y miró alrededor. Encontró una manta sobre una silla y me envolvió con ella. No me había dado cuenta de que estaba tiritando, los dientes me castañeteaban.
-Ya....¿ya te enteraste? –pregunté con miedo. Guardaba la esperanza de que nada de lo que pensaba hubiera pasado.
Pero sólo asintió, bajando la cabeza. ¿Ni siquiera él me iba a decir la verdad? Muy dentro mío sentía que todos estaban mintiendo, o actuando. Todo era una vil mentira, aunque todos se empeñaban en hacérmela creer.
Será por eso que empezé a llorar con desconsuelo, aunque no quería hacerlo delante de él. Sólo volvió a abrazarme y después se separó y me tomó la cara con sus manos, mientras secaba mis lágrimas con sus pulgares. Me miró profundamente, una mirada que jamás olvidaría porque me llegó al alma.
-Vas a estar bien Mercy, vos sos fuerte.
-N...no....-dije todavía sollozando
-Claro que si, todo va a estar bien, morocha. –y otra vez me abrazó.


Cris ponía unas frazadas en la cama de una habitación contigua a la suya. Cuando terminó se giró a mirarme.
-Bien, ya podés acostarte –dijo con una sonrisa triste.
-Cris, no era necesario que me trajeras a dormir....
-¿Ibas a quedarte sola en tu casa? Porque tampoco quisiste ir a la casa de Mimi.....Vamos, acostate y tratá de dormir –se fue a la cocina y yo me puse el pijama que me prestó, me acosté y apagué la luz. Al rato, ella vino y me arropó.
-¿Tenés frío? –preguntó con suavidad.
-No, no....
-Cualquier cosa me llamás –me tapó aún mas y se fue, entrecerrando la puerta.


Desperté y vi la luz que se filtraba por debajo de la puerta. También escuché pasitos de pantuflas. Me tapé hasta la cabeza y suspiré, aliviada. Era un sueño. Si, era un mal suelo, una puta pesadilla.
Pero descubrí que no estaba durmiendo en mi cama, y que las frazadas no eran las mías, y que la almohada era dura.
-Ay no –pensé con miedo –No...no...
Otra vez comenzé a pellizcarme todos los brazos, tanto que me dejé moretones. La puerta se abrió y entró Cris con una taza de té.
-Hola...-dijo sentándose al borde de la cama -¿Querés té?
-Después....
-Levantante, ya es algo tarde. Tu mamá llamó hace un rato, está en tu casa. El funeral comienza a las once.
Asentí y me incorporé, para vestirme e ir a desayunar.
-¿Querés tostadas con mermelada? –me ofreció.
-No, con el té estará bien.
-Tenés que comer, mirá que anoche te pusiste mal, estás débil y flaquita.
Comí de mala gana y después ella me llevó en su auto hasta mi casa. Allí me encontré a mi madre, que me esperaba hecha un mar de lágrimas y pidiéndome perdón por no haber estado en un momento tan crítico. Yo no dije nada, y ella lo entendió, porque según ella y todos, yo “todavía no había caído” o sea, no me daba cuenta de lo que estaba pasando.
Busqué mi ropa de luto, desgraciadamente, cada vez la usaba con mas frecuencia. Me puse el vestido de mangas largas, medias, guantes y zapatos. Todo absolutamente negro; y una capelina con tul, también negra. Bajé el tul, para que mi cara se viera lo menos posible.
Antes de bajar para ir al cementerio, pasé junto a un rincón de la escalera, que tenía algunas figuras religiosas que mi madre había puesto allí hacía ya un tiempo. Las miré con odio, como ese odio del que sólo son capaces los poseídos que necesitan un exorcismo. Me sentía traicionada. Tanto “Pidan y se os dará” no me había servido para nada. Dios era un egoísta que se había llevado a mi padre. O directamente, no existía. De un manotazo barrí con todo eso, que se estrelló contra el suelo.


El funeral fue lo mas triste que me había tocado vivir en mi corta vida. El cielo estaba gris, lloviznaba, y el viento era helado. Un cura, al que miré con el mas absoluto desprecio, del que él mismo se percató, dijo unas palabras que ni me interesó escuchar. Después, mucha gente vino a saludarme y fueron a mi casa. Al principio, traté de ser cordial, de hecho, hasta parecía que no estaba de duelo. Y es que no me daba cuenta, a veces lo olvidaba, o volvia a pensar en la hipótesis del sueño. Pero después, la presencia de todos, incluso hasta la de los que mas quería, comenzó a irritarme. Tantos abrazos, pésames y miradas de lástima me molestaban, al punto de sentir que me ahogaba. Harta, me fui a un rincón del jardín, uno donde había muchas plantas. Me fumé como cinco cigarrillos, uno tras otro, y después me escabullí entre la gente para sacar una petaca del mueble de mi padre. Tomé unos sorbos de wiskey, que junto con los cigarros, me calmaron un poco. Luego recurrí a un chicle de menta para tapar todos los olores y así poder despedir decentemente a la gente.

La casa quedó sola. Mi madre se encerró a llorar en la habitación de huéspedes, donde dormiría, y le levé un té, que apenas probó. Me dijo que al otro día “definiríamos mi situación”. Yo no tenía pensado irme de Liverpool, así que no había mucho para definir.
Tomé un té sola, en la cocina, y pese que era temprano, decidí irme a dormir. Antes de llegar a mi habitación, pasé por la de mi padre, que tenía la puerta abierta de par en par. Allí estaba todo tal cual lo había dejado, su ropa, sus fotos, sus papeles, y su acordeón. Haciendo fuerza, levanté como pude el estuche y lo puse sobre la cama. Luego lo abrí y apareció, reluciente, con el paño que usaba para lustrarla regalado por mi abuela, su acordeón. Aquel instrumento gracias al cual habíamos pasado juntos tantos momentos lindos. Aquel instrumento que jamás volvería a escuchar.
Porque mi papá se había ido. Y ya no volvería, por mas que yo lo siguiera esperando toda mi vida.


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Desgraciadamente, no necesité mucha inspiración para escribir esto, porque fue real, me pasó. Es un tema del cual me cuesta muchísimo hablar, es mas, ni siquiera lo hago, porque directamente no sé hablar. Sé escribir, o eso intento. Y la mejor forma de sacarme esto de adentro, de terminar de elaborar el duelo, es esta. Hace unos días al fin me puse en paz con mi viejo, y por eso escribí el capitulo, aunque sabía que algún día tendría que escribirlo, pero siempre lo pateaba para adelante. Ahora "el circulo se cerró". Sepan que lo hize no para dar lástima ni mucho menos, lo escribí porque lo necesitaba, además siempre dije que en este fic hago catarsis de muchas cosas de mi vida, y ¿cómo no hacer catarsis de lo peor que me pasó? 
Bueno, disculpenme por esto, pero en serio lo necesitaba hacer. 

Ah, el título es una parte de una cancion de Abba que siempre me cantaba. 

5 comentarios:

  1. Por primera vez no sé qué puñetas comentar porque no sé qué decir exactamente. La verdad es que soy bastante patosa con todos estos temas. Supongo que ya me vas conociendo lo suficiente como para deducir que mis payasadas y mis cosas son una especie de escudo que he autocreado para rebajar tensiones. Y cuando no puedo decir ninguna, de tontería, cuando la situación lo desborda, pues me desconcierto. De todas maneras, quiero felicitarte. Quiero felicitarte por haberlo hecho, por haber escrito y por haber sacado de adentro todas esas cosas que tenías que sacar, sí o sí. Dicen que si no sacas esas cosas es peor y que cada uno lo expresa de una manera. Lo tuyo es escribir y lo has hecho escribiendo, bien por ti. Debió de ser un trago duro (y no puedo decir eso de "sé cómo te sientes" porque no es verdad, porque el hecho de que te roben a alguien tan cercano así de repente debe de ser tan sobrecogedor que nadie puede llegar a imaginarse como es eso). Pero es bueno que ahora te sientas en paz contigo misma y que las cosas vayan poco a poco poniéndose al sitio. Al fin y al cabo él querría eso. Y ahora, con la cabeza bien alta, aprendido y asimilado todo lo que te dejó, adelante, siempre hacia adelante. Y si es con una sonrisa pintada en la cara, mejor todavía.
    Sobre el capi, lo plasmaste con una viveza tremenda. Ya te he dicho que estaba atacada conforme lo iba leyendo y es verdad. Me has hecho vivir las tensiones, el miedo, la incertidumbre y la rabia final, el enfado con todo y con todos. Me hiciste conmover, también, y de qué manera, con el trato de su gente, sobre todo John y Richard. Me mató de ternura ese "morocha" en un momento tan chungo.
    Supongo que esto supondrá un punto de inflexión en el fic. Una nueva etapa, dolorosamente separada de la feliz adolescencia liverpudlian de Mercy, que no sé qué rumbo tomará. El fic se reinicia, por así decirlo. Y te mentiría si no muero de ganas por ver qué tal es este reinicio.
    Sigue pronto, genia! Y felicidades nuevamente. No debes arrepentirte de haberlo subido para nada. :)

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  2. Woww... me llegó demasiado este capítulo. Se nota que en definitiva lo sacaste del corazón, porque te quedó perfecto, pude sentir un montón de emociones en cada momento, además yo también pasé por algo muy similar.
    No tengo mucho para comentar, sencillamente quedó perfecto.

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  3. Aay, que capítulo melancólico, pero tan cierto, en especial para los que nos tocó vivir situaciones similares. La mía en particular afortunadamente no llegó a tal punto ni mucho menos, pero te entiendo profundamente. Ese Richard, apareció en el momento menos indicado. La verdad me encantó como quedó el capítulo y me da mucha intriga saber que va a pasar.

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  4. Bueno, como dices:L
    no debemos tenerte lastima, la verdad eso le paso a un gran amigo mio hace poco ... pero con su madre, lo apoye, solo hice lo que pude lo abraze lo acompañe aunque no dijera nada solo hice eso, porque es algo duro, lo se, este capitulo es uno muy importante para mi, sabes?
    Te desahogaste y quedo muy hermoso, la verdad.
    Richard:') Lo bueno que estuvo ahi para ella, aunque como dijo la propia Mercy, la gente en esas circunstancias hartan-.-
    pero bueno estoy ansiosa por el siguiente, cuidateo chao:)
    -Espero te hayas sentido mejor al escribir esto:)

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  5. Se que no comento mucho, de echo recien me integre a leer tu fic y en serio este capitulo me conmovio muchisiño. Me hizo recordar de cuando era una niñita y mi papa tambn me la cantaba bueno hasta ahora gracias a Dios tengo a mi padre a mi lado,te entiendo perfectamente yo tambien perdi a mi abuelo y sufri mucho, estas bien al decir que tenias que hacerlo porque de alguna manera eso ayuda como que poco a poco te quitas como una carga.
    Cuidate chao :)

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