Domingo. Ocho de la mañana. Todos estamos de acuerdo en que
no es el mejor día ni el mejor horario para tocar timbre como un maniático en
la casa de tu jefa. Bueno, al parecer, yo no estaba de acuerdo con eso. De otro
modo no se explicaría que estuviera allí, despeinada, con una cara propia de
funeral, temblando de frío, insistiendo en que alguien me atendiera para....no
sé. Porque lo peor de todo era que no sabía porqué estaba ahí.
Escuché un “¡Ya voy!” bastante malhumorado y después la
puerta se abrió, donde vi a una somnolienta Cris en bata. Ni bien me miró,
despertó de golpe.
-¡Mercy! ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás así?
-Ehh....-reaccioné, ni sabía qué decirle.
-Pero...¿qué te pasa? ¿Te...te hicieron algo en la calle?
–preguntó con temor.
-No...no....Ehh....en realidad....bueno....yo...
-¡Por Dios, decime qué te pasa!
-No sé.
Me miró con cara de “¿Me estás cargando?”. Me agarró de un
mano y me hizo entrar a su casa.
-Cris no sé porqué vine. Me desperté y...necesito que
alguien mayor me dé un consejo, o por lo menos que me escuche. Ya sabés, no
tengo padre, mi madre está lejos....Bueno, si los tuviera no podría hablar con
ellos porque me darían una paliza.
Me miró seria, seguramente presentía que algo habría hacho.
-¿Qué hiciste?
-Uff....¿tenés tiempo?
-Ya estoy levantada así que...sentate. ¿Te traigo té?
-Si por favor, tengo mucho frío.
Diez minutos después, tomaba té mientras me lloraba todo, y
ella me escuchaba sin decir una palabra, como una psicóloga.
-Y ahora....si él llega a recordar lo que pasó estaré perdida....¡No
entiendo porqué hice eso! Se suponía que si un día lo besaba sería super
romántico y todo eso ¡y no así! –me soné la nariz, furiosa -¡Me odio!
-Ya, ya, ya. No te odies, las cosas no son siempre como
queremos, esto pasó así, sólo te dejaste llevar, es normal. Voy a calmarte
diciéndote que si estaba tan borracho no
lo recordará jamás, y si lo recuerda pensará que lo soñó o que es su imaginación.
-Bueno...mejor. Perdoname por venir así. Me voy, necesito
dormir, el piso en muy duro y frío como para estar ahí toda la noche, como
estuve.
-No, no te vayas. Dormí ahí –señaló el sofá donde estaba sentada
yo –Te traigo una manta.
Sin decir nada, me acurruqué allí y ella me tapó.
-Los domingos acostumbro a levantarme después del mediodía y
ni siquiera vos me lo impedirás. Voy a acostarme de vuelta –rió y se fue.
Suspiré y me tapé mejor, pero reí un poco porque al parecer,
Cris estaba condenada a aguantar las
noches mas críticas de mi vida.
-Ey, el almuerzo ya está.
-No quiero comer, tengo el estómago cerrado.
-Mercy Wells vas a comer quieras o no.
-Ay...está bien –de mala gana me levanté, y fui al baño a
lavarme la cara.
-Hice fideos, ¿te gustan?
-Si Cris, dame cualquier cosa –contesté con poco ánimo,
sentándome. Agarré un tenedor y con paciencia infinita comencé a enroscar los
fideos.
-¡Comé de una vez!
-Ay, ya voy....No tengo ganas.
-Tenés que alimentarte.
-¿Para qué? ¿Para pensar con mas fuerza en él?
-No, para que no mueras de inanición. Si no te nombraré la empleada
mas famélica del mes.
-Por lo menos lograré algo en la vida....
-No digas tonterías, y comé.
Probé un bocado y al parecer se me abrió el apetito, porque
acabé con todo.
-Cris, si John está con Marcia, o lo que sea que haga con
ella, ¿cómo no te ponés como yo?
-Porque....digamos que yo sé que a John le pasa algo
conmigo, sólo que está encaprichado con la pendeja esa.
-Ah...claro. Richard está con esa Geraldine, pero no le pasa
nada comigo. Ahí está la diferencia. Será mejor que le tome odio, así después
termino olvidándolo.
-No, no, el odio hace mal. No sé, quizás puedas darle una oportunidad
a algún otro chico, aunque sea para conocerlo. No te quedes encerrada y
amargada.
-Creo que me gusta Deri, es un compañero de la uni. Podría
intentar ser su amiga, y conocerlo mas....Quién sabe, quizás termine siendo
mejor y mas interesante que Richard.
-Bien, ésa es la actitud.
-Pero tampoco tengo muchas ganas.....No sé si podré sacarme
algún día a Richard de la cabeza, todo me recuerda a él.
-No me digas que sos de las que les ofrecen un vaso de
cerveza y dicen “Ay, él también toma cerveza”.
-Sí, el toma cerveza.
-Ok, el ejemplo no fue el indicado. A ver...esto jamás te puede
hacer recordarlo –miró el pañuelo que yo tenia en la mano –Pañuelo.
-Me acuerdo cuando él me pidió pañuelos porque estaba enfermo
y...
-Chocolate.
-Una vez me ofreció unos caramelos de chocolate...
-No puede ser....Algo insólito. ¡Ya sé, ésta es imposible
que la relaciones con él! ¡Payaso!
-La feria. Había un payaso y yo lo estaba mirando, y Richard
se me puso al lado.
-Ayy....otra: árbol.
-¡Actuamos de árboles en la obra de la escuela!-lloriqueé.
-Yo no puedo creerlo....la última: ¡Bondi!
-Cris...la primera vez que lo vi fue en un bondi, yendo a la
escuela...estaba tan lindo....y tenía esos oj...
-¡Enchufe!
-¿Enchufe? Ay, mirá...no hay nada relacionado con él y los enchufes...
-¡Al fin! Bien, cuando no quieras pensar en él, pensá en
enchufes. Al parecer es lo único que existe que no te hace recordarlo.
-Pero Cris, no me parece la solución....Además los enchufes
son feos, una puede meter los dedos y electrocutarse...
-No pienses eso.
-Está bien. ¿Tenés una lapicera?
Señaló un lapicero, sobre un mueble. Busqué una y escribí en
mi mano.
-En....chu....fe.....Es horrible.
-Hacé como quieras.
-De acuerdo. Bien, tengo que irme, tu comida estuvo muy
rica. Gracias por todo, de verdad.
-¿Mañana irás a trabajar?
-Por supuesto. Y...por favor, de esto ni una palabra a John,
él no dudaría en asesinar a Richard y después asesinarme a mi, no quiero mas problemas.
-No te preocupes, de mi boca no saldrá nada.
Al día siguiente, miraba por la ventana, apoyada en la
barra, totalmente ida en mis pensamientos. No sabia cómo me sentía, sólo
estaba...cansada.
-¡HERMANA!
-¡AYYY! –grité, dando un salto –¡John cuándo se te irá esa
costumbre de entrar por la puerta de atrás!
-¡Qué importa eso! ¡Estoy feliz!
-¿Te ganaste la lotería?
-¡Mejor! ¡Nos vamos a Hamburgo! ¡Se nos dió!
-¿Qué? –pregunté extrañada.
-¡Siiii! ¡Nos vamos, nos vamos! –siguió gritando, mientras
me sacudía -¡Dale, felicitame!
-John, para felicitarte necesito que dejes de zamarrearme
así....-dejó de hacerlo, y me miró con sus ojitos llenos de alegría –Ehhh....ay
John, no puedo. Me da miedo esa ciudad, tiene fama de ser cualquier cosa.
-Jeje, por eso me gusta.
-Es enserio, me preocupa.
-No pasará nada, nos vamos a cuidar, tampoco voy solo. Vamos, felicitame.
-Ya que insistís tanto....-reí, y me abrazé a él –Te felicito
hermano feo.
-El abrazo y lo de “feo” están de mas –dijo separándome –Nos
va a ir bien, ya verás.
-¿Adónde te va a ir bien? –preguntó Cris, apareciéndose
debido al escándalo.
-Oh Cris,...debo decirte que el amor de tu vida, o sea yo,
se va a Hamburgo.
Escupió el café que estaba tomando y nos miró.
-¿El qué?
-Tranquila cariño, es por una temporada, no me voy a por
toda la vida.
-Hamburgo es horrible. La llaman Babilonia.
-¿No era Sodoma?
-Da igual...
-Pero mujeres, será emocionante. Está lleno de alemanes a
los que les gritaré de todo sin que me entiendan, y comeré mucho chukrut y
hamburguesas.
-Si vos lo decís....
-¿Me vas a extrañar, Cris?
-Puede que sí, puede que no...
Al fin llegó mi día de clase de guitarra. Con cuidado,
coloqué a Violeta en su estuche y salí de casa. Para lo único que tenía
entusiasmo era para eso, para hacer música.
Llegué a la esquina de la casa de George, y los vi a él, a
John, a Paul y a Stu, parados allí. Mas bien no los vi, sólo los reconocí por
la manera de parase, ya que cada vez estaba mas miope y ni en sueños quería
usar los lentes; en eso era igual a John. Por eso a la gente no la veía, sólo la
reconocía.
Allí estaban parados, haciéndose los teddy boys aunque mas
bien parecían ladrones esperando que cayera una víctima. Me acerqué a ellos.
-Hola delincuentes –saludé.
-Hola hermana fea.
-Hola bestia.
-Hola Wells salvaje.
-Hola linda.
-Aprendan de Stu, él sí sabe tratar a las mujeres.
Stu sólo esbozó una sonrisa galante.
-No pretendas que te saludemos bien si nos llamás
“delincuentes”.
-Parecen eso, querido Macca. ¿Cómo estás, adorable Stu?
–dije con el fin de picarlos mas a los otros.
-Ahora que te veo, excelente.
-Ey, ey, ¿desde cuándo se tienen tanta confianza? –John nos miró
mal.
-No te metas Lennon, con Stu seremos novios algún día, ¿no?
-Cuando quieras linda.
-¿¿¿Qué mierda te pasa con mi hermana???
-¡John, estábamos bromeando, no te tomes todo a pecho!
–traté de calmarlo, Stu sólo se reía de la cara de furia de John.
-Ah, les convenía.
-Igual Stu me gustó hace un tiempo.
-Doy fe.
-¿QUÉ?
Todos nos reímos de John y sus ataques sulfurados de celos.
-Bestia, ¿viniste a que te de clases?
-Claro.
-Ufa...
-Entonces te perdés el dinero.
-¡Está bien! Necesito dinero para Hamburgo.
-Un momento. ¿Vos vas a ir?
-Claro –contestó Paul -¿Porqué no podría ir?
-Porque es men....
-¡Shhh! –todos chistaron al unísono.
-George entrará y tocará igual, será como mercancía de contrabando.-John
sonrió como mafioso, mirando a George, que se hacía el superado.
-Si él no puede yo podría...
-No. Ni sueñes Wells que irás con nosotros, ni que estarás
en la banda.
-Machista.
-Te lo dije muchas
veces.
-De acuerdo. Bueno, mercancía de contrabando, ¿me darás
clase o no?
-Ok...Oigan, no le dijimos lo otro.
-Ah si –dijo Paul –Cambiamos de nombre.
-Faa....ustedes cambian de nombres como de calzones. Bueno,
no sé si se cambiarán los calzones.
-Wells, no seas soez.
-Uy habló la educación hecha chico Lennon. Y bien, ¿cómo
diablos se llaman ahora?
-Beatles.
-¿Beetles? ¿Por qué insisten con los escarabajos? Me da asco
ese bicho, todos cascarudos, feos....
-Porque en el Antiguo Egipto el escarabajo era símbolo de
inmortalidad –dijo Stu, con seguridad.
-Esa obvio que eso se le iba a ocurrir al único culto del
grupo.
-Gracias linda.
-Paren ustedes dos de tirarse flores. ¿Y? ¿Ahora te gusta el
nombre?
-Deduzco que pretenden ser inmortales.
-Lo pretendemos y los seremos.
-Claro, y yo pretendo
se astronauta y llegar a los anillos de Saturno. Ay, dije anillos....mejor me
voy a casa.
-Jaja, ¡eso te pasa por mala! –se burló John –Si querés, no
nos creas, ya vas a dar entrevistas diciendo “Yo vi nacer a este genial grupo,
eran mis vecinos. Lástima que los maltraté tanto y ahora NO ME DAN DINERO”.
-Al cabo que ni quería.
-Ya, dejen de pelearse –dijo Paul, cansado. Hay otra cosa. No
somos “Beetles”. Somos ”Beatles”. Con una A en el medio.
-Y encima analfabetos....
-Todo tiene su razón, Wellcita. Hacemos música beat. Por lo
tanto, la A en
medio va bien. Y también es como que queda “los sin-ritmo”. ¿Entendés? Es un
juego de palabras.
-Que genial, para algo usan la cabeza. Espero que no terminen
en una comisaría alemana, ahí todo debe doler mucho.
Lanzaron suspiros de desaprobación y George se fue a su casa, seguido de mi. De
mala gana me dio clase, y yo lo miraba con atención. Me parecía muy chico para
ir a Alemania. Bueno, no sólo él, sino todos.
-Puto teléfono de mierda.
-Ay Mercy, ¿qué te pasa que puteás así?
Miré a Abby y me eché a reír. A veces escandalizaba a la
gente por mi manera de hablar, poco propia de una señorita.
-Este teléfono hace tres días que no funciona, no tiene
tono. Si mi madre está llamando, se estará preocupando mucho.
-Las operadoras le deben haber informado, no sos la única,
hay mucha gente en Liverpool que se quedó sin teléfono. Dicen que hay problemas
con los cables, o algo así.
-Bueno, espero que le hayan dicho, sino tendré que llamarla
de algún lado.
-Ya me tengo que ir, tengo que ayudar a Paul a armar su
maleta.
-Abby....¿vos estás de acuerdo en que se vayan?
Desvió su mirada por unos segundos, y cuando volvió a posar
sus ojos en mí, los noté húmedos.
-Yo....no, no estoy de acuerdo. Me da mucho miedo, tanto por
lo que le pueda pasar como....¿mirá si me deja por una alemana? Esas son altas,
rubias, con pecas...
-Oh Abby.....-la abracé y ella se aferró a mí –tranquila,
todos sabemos que para Paul sos la mujer de su vida. Eso no pasará, y esperemos
que nos le pase nada malo tampoco, son varones y se saben cuidar entre ellos.
Asintió, se separó de mi y se secó los ojos con las manos.
-Sí, seguramente no pasará nada –sonrió.
Le sonreí yo también y le palmeé un hombro. Luego la
acompañé hasta la puerta. Ni bien abrí, nos encontramos con John, que estaba a
punto de tocar el timbre.
-Ey, me ganaron, ¿cómo están?
-Bien –respondí -¿Qué es eso que tenés en la mano?
-Una carta, estaba tirada acá.
-Chicos, ya me voy, los veo después –Abby de despidió y se
fue.
-Pasá –le dije a John. Él entró y me dio la carta.
-¿Qué hacías?
-Ordenaba ropa en mi habitación. Vení si querés. –subí las
escaleras y él me siguió.
-Vaya despelote Wells –dijo ni bien entró –Ésta no es la
habitación de una mujercita.
-Parecés tu tía hablando así –reí –Sentate si querés.
Se sentó y encendió un cigarrillo, mientras me miraba doblar
ropa y meterla en el armario. A veces agarraba un vestido o una camisa, los
miraba, y después los dejaba a un lado con cara de asco.
-John, estoy doblando la ropa y en cuanto me doy vuelta está
todo desarreglado.
-No fui yo, son los duendes.
Me reí, y negué con la cabeza, mientras metía unas medias en
un cajón.
-¿No vas a leer la carta que te llegó?
-Uy cierto, ya me había olvidado –la busqué entre la ropa,
ya que había quedado sepultada allí. –Veamos de quién es....Ah, mi madre.
Me senté en la cama, junto a él, y rasgué el sobre. Comencé a
leer en voz alta.
-“Mercy, hijita...”
-Hijita jaja
-Shh...dejame leer. Voy de vuelta.
“Mercy, hijita:
Estuve llamando, como todos los días, pero me dijeron que hay problemas
con los teléfonos de Liverpool. Espero que estés bien. Quiero avisarte que en
unos días estaré por allí, debo terminar los trámites de la sucesión de tu
padre, y de paso quiero verte. Debo decirte que no iré sola. Mer, hija....esto
tendría que decírtelo personalmente, o aunque sea por teléfono, pero no tengo
otra alternativa que decírtelo por aquí, mas que nada para que no te lleves una
sorpresa quizás desagradable para vos. Lo que quiero decirte es que estoy con
alguien, no vivo con él, ni quiero aún, pero él me acompañará a Liverpool, y se
quedará unos días. Se llama Harry, es un hombre muy bueno y amable, me cuida mucho y me quiere, y yo
también creo que lo quiero, ya sabés, no es fácil olvidar a un hombre como tu
padre... Mercy, cuando vayamos, por favor tratalo bien...”
No seguí leyendo, solamente dejé caer la carta al piso, con
cierto desprecio.
-Se llama Harry, igual que el padrastro de Richard.
-Gracias por terminar de cagarme el día, Lennon.
Se quedó callado, visiblemente arrepentido.
-Esto te enoja, ¿no?
-Si. Bueno...no sé. No sé qué pensar.
Me dejé caer en la cama, y suspiré. Él se echó a mi lado y
nos quedamos mirando el techo, perdidos en nuestros pensamientos.
-John....¿nunca sentiste que todo lo malo te pasa a vos?
-Si, muchas veces....
-Qué bien, no soy la única. Pienso que la vida se me caga de
risa en la cara. Esto parece una broma. ¿Mi madre, con novio? Tiene mas suerte
que yo....
No dijo nada, se quedó casi inmóvil, de no ser porque movía
la boca masticando un chicle.
-Te voy a extrañar Johnny...-instintivamente le tomé la
mano, pero no se quejó.
-Yo también hermana. ¿Sabés? Creo que sos de las pocas cosas
que elegí y que me salieron buenas. Te elegí como hermana y....eso, sos buena.
Emm...perdón por llamarte “cosa” –rió, y volvió a ponerse serio -Me parece que
te quiero.
Largué una carcajada y le di un golpecito en el hombro.
-¿Cómo “Me parece”? Pensé que lo nuestro era seguro. –dije
entre risas.
Me miró y se rió también.
-A mi no me parece nada, yo te quiero y punto. Sos mi mejor
hermano.
-Jaja, si tenés uno solo....Ey, Mercy, cuando esté en
Alemania no hagas ninguna locura, portate bien. Te voy a vigilar desde allá.
-Vos también portate bien, y no te tires a cuanta mujer se
te cruce.
-Ese era mi objetivo.
-¡John!
Pasaron unos pocos días, y allí estábamos, en el puerto. Yo cargaba
un montón de maletas y bolsas, digamos que me usaban de mula. ¿Caballeros? No,
no eran eso, para nada.
-Acá dejo sus porquerías –puse las cosas sobre el piso, pero
ellos ni me escucharon, estaban ocupados viendo si tenían los pasajes y si
faltaba mucho o poco para embarcarse.
Mimi los miraba con desaprobación, la señora Harrison
cuidaba de que su pequeño no se olvidara de nada, Pete y su madre fumaban
despreocupadamente, Abby no se despegaba de Paul, y Stu miraba todo con diversión.
-Esta escena tan rara me inspira para un cuadro.
-Pintalo cuando llegues a Hamburgo –le dije convidándole un cigarrillo
-Sí, quizás....
-Ey, ¿vas a conseguirte una alemana?
-¿Una? Unas cuantas...-rió
-Ay que malo, entonces no serás mi novio.
-Wells, no seas regalada –me retó John.
Stu y yo nos reímos, ni en un momento así John dejaba de
celarme.
Se apareció el tipo que los llevaría, y miró su reloj
pulsera.
-Bien muchachos, ya es hora de subir.
Asintieron, y comenzaron a despedirse. Stu me saludó enseguida,
le dije que se encargara de todos porque, sinceramente, era al único que le tenía
confianza. Cos Paul nos saludamos con nuestra habitual sacada de lengua, pero
después nos reímos y nos abrazamos. Le advertí que no hiciera nada malo que
afectara a Abby, o se las vería conmigo.
-Paul, mirame, decime que no vas a hacer nada.
-No, no, ya te lo prometí, además le tengo miedo a tu puño
vengador –me guiñó un ojo –Nos vemos.
-Bestia, te vas a perder unas cuantas clases magistrales mías
-Qué pena –reí.-Comeles toda la comida a éstos, no les dejes
nada.
-¡Por supuesto que lo haré! Y...por favor, cuidame a Juliet.
Sonreí por verlo bastante sonrojado y le pellizqué los
cachetes, era imposible no hacerlo, era muy adorable el chiquito.
-Perdé cuidado, lo haré.
Sonrió otra vez y siguió a Paul, que ya estaba subiendo al
barco.
-Hermana.
-Hermano.
-No me extrañes, ¿eh?
-Johnny....eso será imposible –lo abracé fuerte y le di un
gran beso en la mejilla.
-Ojo Mercy, cuidado con lo que hacés.
-Lo mismo digo. Tratá de no vomitar en el viaje.
-Si lo hago será pensando en vos.
-¡Que malo sos, eh!
Gritaron que ya subieran todos, porque ya zarparían. Me
saludó una vez mas moviendo su mano y subió apurado.
Desde arriba, saludaron desparramando besos como si fueran
grandes artistas. No me cabía duda de que algún día lo serían, pese a que eran
un desastre. Con esa lentitud enfermante
de los barcos, se fueron alejando lentamente, hasta que casi los perdimos de vista.
-¿Quieren venir a tomar té a casa? –dijo la señora Harrison,
secándose las lágrimas.
-Me parece buena idea –respondió Mimi, que disimulaba muy
mal su tristeza –Mercy, ¿venís?
Miré a Abby, que se sonaba la nariz, ella asintió.
-Si, vamos. –contesté.
Las cuatro caminamos hacia la salida del puerto, sin decir
una palabra.
*************
HOLAAAAAAAAAAAA!!!!!!
Sí, sé que me extrañaron, que ya estaban dando vueltas, ansiosas porque yo no subía, y es que ya lo sé, soy su adicción, me siento Paul McCartney (?)
Bueno, me dejo de decir giladas y agradezco que no hayan armado el fueguito para tirarme ahí por el capitulo anterior jajaja. Como vi, están armando un ejército, y yo también quiero estar, anótememe, quiero estar en la banda de música y tocar el redoblante XD Ok, armen todos los ejércitos pro-defensa de Mercy cuando y como quieran.
Ahora las dejo, y no me presionen para subir que necesito toda mi concentración y poderes mentales para hacer el final del oootro fic (esto me pasa por tener tantos jaja)
Besos!