Cuando el coche de Harry frenó frente a mi casa y vi
la fachada por la ventanilla, no pude evitar que se me escapara un gritito de pura
felicidad. Al fin en mi casita linda, después de tanto tiempo.
Bajé con la ayuda de mi madre y juntas entramos. Era
como un deja vú, todo me parecía igual a la primera vez que abrí la puerta de
esa casa, recién llegada de Londres, dispuesta a empezar una nueva vida. Una
vez más, tenía que recomenzar y, como aquella vez, lejos de sentirme apenada
desbordaba de entusiasmo por ver qué sorpresas me depararía el destino.
Mi madre me empujaba para que me sentara en un
sillón, quizás pensando que el trayecto de cuatro pasos desde el auto a la puerta
me había agotado. Le dije que dejara de sobreprotegerme, que podía sola. Harry
entró la maleta y fue hasta la mesita con espejo que teníamos en el living. De
allí tomó algo.
-Estas cartas te llegaron hace unos días –me tendió
un montoncito de sobres-No te las quise dar en el hospital por miedo a que
fueran malas noticias y te hiciera daño –se explicó cuando vio mi mirada de
reprobación.
Agarré los sobres y la verdad era que tenía razón,
eran malas noticias: cuentas, cuentas, y más cuentas. Bienvenida a la realidad, Mercy Wells.
Iba a abandonar el sobrerío otra vez en cualquier
parte cuando me percaté que uno de ellos llevaba una extraña estampilla. Lo agarré
con desconfianza y miré el remitente: “Astrid Kirchherr”. Me quedé de una pieza,
no esperaba eso, jamás. Rasgué el sobre de modo animal y cayeron al suelo una
hoja de papel y tres fotografías. Sentí
muchas cosas cuando las levanté y las vi, ya no recordaba ese momento que
Astrid había fotografiado: yo, sentada en un sofá de la casa de Stu, mirando
entre aburrida y sorprendida a cámara, esperando a John. Había olvidado por
completo que Astrid me había tomado fotos y que aún las tenía, y sonreí al
recordar esa vida tan feliz que todos teníamos junto a Stu.
Desdoblé la hoja de papel, temblando, no sabía qué
encontraría allí. Empezaba mi nueva vida y ya tenía las ansiadas sorpresas,
aunque también les temía y más a las que pudiera traer esa carta.
“Querida
Mercy:
Al fin hoy me he decidido a escribirte estas
líneas después de un tiempo de saber lo que te pasó. No quería molestarte en tu
convalecencia, pero sé muy bien que has ido mejorando, y espero con todo mi
corazón que estés leyendo esta carta en tu casa, ya completamente recuperada.
Aunque te conozca bastante poco, tuve mucho
miedo por vos desde la primera carta que John me escribió. Seguramente él no te
lo comentó, ya sabemos como es de orgulloso, pero estaba muy asustado, tenía
mucho miedo de que te ocurriera lo mismo que a Stu. Sé que al final no fue así,
y no sabés cuánto me alegra eso.
En cuanto puedas, escribime, contame
cómo estás…Extraño mucho esos pocos días que pasé en Liverpool, es raro por
eso, por el poco tiempo que estuve. Me gustaría volver, pero no sé cómo lo
tomarían, y cómo lo tomaré yo también. Lo que sé es que me gustaría visitarte,
aunque sea sólo por una tarde.
Te envío las fotos que te
tomé, hace mucho tiempo que las tengo pero, sinceramente, las había olvidado y
mejor que haya sido así, para poder enviártelas ahora.
Seguí luchando, pronto todo volverá a
ser lo más normal posible.
Un abrazo,
Astrid.”
Suspiré al leer su firma y me quedé unos segundos
contemplando la carta, sin releerla. Muchas cosas había allí, con mucho
significado, pero lo tomaba como un buen augurio.
La primera noche en mi casa estuvo plagada de pesadillas
en las que me sentía morir o en las que me sucedían cosas trágicas. Mi madre
terminó calmándome, como si fuera una niña pequeña, cuando desperté a los
gritos a las cuatro de la mañana, volando de fiebre y empapada en sudor. Comprendí
que iba a necesitarla más tiempo del que ambas habíamos planeado.
Al día siguiente desperté engripada, seguramente
había pescado algún virus hospitalario, así que debía seguir en cama. Cyril
había advertido a mi madre que debía cuidarme ya que mis defensas estaban
bajísimas y podía enfermarme de cualquier cosa. Cyril…¿qué sería de él? Cada
vez que lo recordaba sentía escalofríos, aún no entendía cómo se había
enamorado de mí. Yo hacia él sentía cariño y agradecimiento, pero nada más, ¿y
él como sentía eso? Era un médico, lo suyo eran las mujeres hechas y derechas,
no pibitas enfermas y malcriadas como yo. ..Era un auténtico misterio.
Richard había sido tachado, eliminado, borrado,
desechado, censurado, prohibido, defenestrado, y mandado a la mierda por mi
mente. Sin embargo, su imagen volvía una y otra vez para torturarme, y más me
empeñaba en hacer crecer un odio hacia él, tarea imposible que acababa con
odiarme a mí misma por no lograrlo. En mis desvaríos de fiebre sabía que lo
nombraba continuamente porque lo soñaba junto a mí, y mi madre trataba de
callarme, sin resultados. Cuando más o menos recuperaba la conciencia, recordaba
todo y me moría de vergüenza por las cosas zarpadas que habría dicho, y no
miraba a mi madre a los ojos, aunque sabía que ella se lo tomaba a risa.
-Permiso.- vi a John asomándose a mi habitación, lo
recibí con un estornudo.
-Perdón…Pasá, sentate. –señalé la cama.
-¿A tu lado? ¿No me contagiarás?
-Es probable. –respondí sonándome la nariz.
-Dejate de joder Wells, que en unos días me voy.
Necesito mi cuerpo en impecable estado.
-Tu cuerpo y la palabra “impecable” no pueden estar
en la misma frase.
-Porque soy un pecador, ¿no?
-No, porque sos sucio.
-Ay, ay, no sé qué haré con vos…-se sentó, me tomó
una mano. -Tenés fiebre.
-Ya lo sé, no me baja. ¿Adónde tenés que ir?
-Vamos a Londres. A grabar otra vez, juju.
-¿Otra vez? ¡Qué excelente noticia! –nuevamente estornudé,
enfatizando mi emoción.
-No cantes victoria, yo todavía mucho no me la creo.
Ya ves, uno se entusiasma y después el golpe duele más.
-Quizás no hay golpe….Tené un poco de fe, no seas
pesimista.
-Trataré. ¿Y vos qué tal estás? ¿No tenés riesgo de
morirte de vuelta?
-Qué sutil, John….No sé, quizás me muera acá, ahora,
y te culpen de homicidio, lo cual sería genial.
-Ay, con vos no se puede hablar.
Harry abrió la puerta, desconozco porqué ni siquiera
golpeó. Se sorprendió al ver a John sentado junto a mí, en mi cama, tomándome
la mano. Cerró la puerta.
-Creo que tu padrastro se está imaginando
cosas…-John me miró preocupado, yo reí.
-Dejalo que imagine…De todos modos no podrá creer
que “tenga algo” con alguien. Creo que no es el único, ya tengo fama de solterona
empedernida.
-Te jodés. ¡Ey, no sabía que tenías esto! –se puso de
pie, se acercó a mi escritorio y tomó uno de los tantos portarretratos que
tenía allí. -¡Es nuestra foto de graduación!
-Pensé que tenías una igual.
-No, es parecida y la tiene Mimi, creo que la mira
todos los días para convencerse de que terminé la escuela y que aún no estoy
preso. Ay, pero qué guapo estaba yo…Mmmm…Un actor de cine. Vos estás fea, como
siempre.
-Andate al carajo, Lennon.
Rió y otra vez volvió a sentarse junto a mí.
-Esa noche estuvo buena, ¿te acordás? Y es mentira
lo que te dije, estabas muy linda, la más linda de todas.
-Gracias John. –respondí apenas, dejándome vencer
por la fiebre.
-Te dejaré tranquila, hermanita. Pondré esta foto en
tu mesa de noche para que no me extrañes. –sonreí, me tapó con la manta y me
dio un beso en la frente.
Cuánto quería a ese maldito.
Efectivamente, John y su mafia se fueron a grabar,
estarían unos días fuera. Según decían, tenían una canción que rompería con
todo porque encima tenía doble sentido. No era conveniente que jugaran con
fuego cuando recién empezaban, pero era imposible que entendieran eso.
Por aquellos días, ya me encontraba mejor aunque no
pisaba la calle en absoluto, y me la pasaba comiendo los manjares que mi madre
me hacía y mirando televisión. Pese a sentirme como una reina, me aburría muchísimo
el hecho de estar ahí, rascándome a cuatro manos, retrasando mi regreso al
mundo. Pero tenía a Jonathan, que una tarde de domingo bastante triste,
apareció para rescatarme. Después de comerse todo lo que mi madre le ofrecía y
de esquivar las preguntas sobre su condición sexual, me sacó a la calle, para
abrir la librería. Nadie abría un día domingo por la tarde, pero él decía que
en ese día andaba mucha gente sin hacer nada, caminando, y esos eran posibles
clientes. El muchacho había desarrollado muy rápidamente su olfato capitalista.
Lo acompañé cuando mi madre paró de recomendarme que me abrigara y que no me agitara
y que respirara por la nariz y no por la boca y mil cosas más. Llegamos a la
librería después de que Jonathan se cansara de reírse de mí y de mi pelotudez
para andar por la calle, ya que había perdido la costumbre y me encontraba
desconcertada y aturdida, además de agotada cada cuatro pasos.
Cuando entré, por poco no beso hasta los
interruptores de la luz.
-¡Sí! ¡Hola mi Alejandría bonita! ¡Volví, volví!
Jonathan me miraba curioso mientras abría y
acomodaba cosas.
-Mercy, estos son los libros. –me entregó dos
pesados libros contables. –Controlá todo.
-Uff….me olvidé hasta de sumar. Y no hablo
metafóricamente, lo olvidé y tuve que aprender otra vez. Con lo mala que soy para
los números…
Los abrí y estaban, como era de esperarse, mucho más
prolijos que cuando los hacía yo. Letra perfecta, todo en su lugar, sin
tachones, números entendibles.
-Apa…Hemos vendido bastante.
-Sí, en los dos últimos meses el negocio anduvo más
que bien, aunque claro, más agotador.
-Te subiré el sueldo, no te preocupes.
-Que vuelvas es una alegría, al principio estaba
super pedido, no sabía para dónde agarrar.
-Hubieras contratado un ayudante.
-¿Y decírtelo con el humor de perros que tenías? No
gracias, no quería morir.
-Me lo decías después.
-Naaa…¿Sabés? Dentro de todo, mejor que haya sido
así, porque me mantuve muy ocupado y no pensaba en mis problemas ni en nada. Me
ayudó mucho.
-Dicen que no hay mal que por bien no venga. Gracias
por hacerte cargo de todo y encima remontar el negocio. ¿Y cómo estás? Nunca
más te pregunté cómo llevás lo de tu mamá…Qué egoísta, siempre hablando de mí.
-Pues…bien, supongo. Ya me acostumbré a estar solo y
no cuidar de nadie.
-¿Y si buscás a alguien? No sé, algún novio o algo.
-Es que no hay hombres.
-Lo mismo digo. –reí.
-Tonta, vos tenés a dos, muertos a tus pies.
-Esos no cuentan. Ey, los chicos tienen un manager
que según se dice, es gay. ¿no te gusta?
-Mercy, yo no soy así, soy gay, no puto.
-Gracias por la aclaración. Bueno, aunque sea ponete
a buscar…Me parece que te vendría bien, yo qué sé. Aunque me resulta raro,
porque sos lindo y bueno.
Sonrió, pícaro.
-Bueno….está bien. Me gusta alguien y sé que él
también de mí. Pero tengo miedo de que salga mal todo, nunca tuve pareja, y ya
sabés, todo es más complicado para mí.
-El que no arriesga, no gana.
-Dejate de joder con los refranes. Encima justo vos
lo venís a decir. Algún día obedecete a vos misma, porque no te veo arriesgándote
mucho.
-Lo mío es distinto. Cambiemos de tema, ¿lo conozco?
¿Cómo se llama?
-Mike.
-¡El hermano de Paul!
-No tonta, ¡el hermano de Paul no es el único Mike
del mundo! Además no lo conocés, es de
Londres.
-Todo el mundo con Londres…
-Lo conocí porque vino a Liverpool por vacaciones, y
lo visité en su casa cuando viajé para buscar libros para el negocio. Y eso es
todo.
-Llamalo.
-¿Eh? No, no sé qué decirle.
-Llamalo, inventá cualquier estupidez, hablale del
clima. Hacele notar que estás, que existís.
Le guiñé un ojo, sonrió convencido. Me ponía muy
contenta que estuviera evaluando la posibilidad de no estar más solo, me daba
miedo de que algún día cayera en depresión, y sabía que con amor eso no podía
ocurrirle.
Esa tarde la pasamos juntos, tomando té y atendiendo
a los clientes que sí, vinieron porque éramos los únicos que habían abierto. Al
fin comenzaba mi vuelta a la vida normal.
Los chicos volvieron
pronto y pese a que John y George no estaban muy de acuerdo, Paul
regresó con una sorpresa: su nueva novia. Se llamaba Grace, y era una chica
distinguida de la que ignoraba qué le había visto al desmadrado Paul. La presentó
al día siguiente de la llegada, en la cafetería, y pese a la desconfianza
inicial, Grace se ganó se puesto de respetada novia. No era antipática, reía
mucho, no era pesada con Paul, y pese a que parecía tener dinero, se comportaba
como una de nosotras. O sea, como un animalito.
-Y después de tantas cartas, terminó convenciéndome.
Digamos que no es fácil negarse a él. –sonrió, y asentimos.
-Generalmente Paul suele ser un pesado, pero logra
lo que quiere. –agregué.-¿Y bien? ¿Qué te está pareciendo mi ciudad?
-No mientas Wells. –intervino Cris-Esta no es tu
ciudad, tu ciudad es Londres, dejá de usurpar ciudadanías.
-¿Eres de Londres? –preguntó sorprendida-¿Y cómo nunca
nos vimos?
-¿Porque Londres es demasiado grande? –reí.
-Espera, espera. Ahora que te veo bien, te noto cara
conocida. ¿A qué colegio fuiste?
-A uno de monjas, espantoso. Santa Catalina.
-Dijiste espantoso y supuse que era ése. ¡Yo también
fui al mismo! Entonces…¿no serás la chica que una vez le llenó de barro toda la
cara a otra porque la molestaba y le dijo a Sor Regina que si la expulsaba la
denunciaba por malos tratos?
-Sí, fui yo. Por suerte me fui al año siguiente.
-¿Wells hiciste eso? ¡Entonces fuiste una violenta
toda tu vida! –exclamó Paul.
-Me tenían harta todas.
-Recuerdo ese día, fue genial para las que no nos
llevábamos bien con las monjas. Te felicito.
-Gracias, no sé si merece felicitación algo como
eso. Bueno, ahora contestá, ¿te gusta Liverpool?
-Me encanta. He visto poco, pero me parece lindo,
más tranquilo que Londres.
-Ojalá vuelvas.
-Perdón. –dijo Paul-Saldré afuera a fumar, porque ahora
a cierta persona no se le puede fumar cerca…-me miró-¿Venís?
-Claro. –respondió Grace-Ya vuelvo chicas.
-¿Y? ¿Qué te parece la chica? –me preguntó Cris ni
bien la vio salir.
-Me cae bien, es simpática y no se comporta como
refinada y fruncida.
-Quizás tiene que parecer fina por el trabajo…A mí
también me cae bien, mucho mejor que Abby.
-¡Ey! ¡Nunca dijiste eso!
-Siempre hay una primera vez, pero me refiero a la
categoría “novia de Paul”. Empezó darle muchas vueltas, Grace parece más decidida.
Y aunque no puedo decir mucho porque recién la conozco, me parece más compatible
ella que Abby. Esa chica cambió mucho.
-Sí…Puede ser, no sé…
-Mercy, cuando vino sólo te habló de su brillante
carrera y de su brillante novio. ¿Te llamó alguna vez más? ¿Te mandó una carta?
No. Cambió, está en la gran ciudad con sus colegas y seguramente sus nuevos
amigos. Eso a Paul nunca le habría caído bien. Esta chica, que apenas vimos,
pegó más onda que Abby.
-Visto así, tenés razón. Ah Cris, recibí una carta.
-¿De Abby?
-No.
-¡De Richard!
-No, ni lo nombres. De Astrid.
-¿Astrid? Joder…¿pasó algo?
-No, quiere verme, John la estuvo informando. ¿Creés
que sea bueno que venga?
-A mí me parece genial.
-Tengo miedo que a John le pase algo, que se le
revuelva todo lo de Stu, no sé cómo se lo tomará. ¿Por qué no le preguntás? A mí
nunca me toma en serio, y quiero saber bien qué le parece.
-De acuerdo, le preguntaré bien y te informo. Ah
mirá, ahí viene.
John entró charlando con Paul y Grace, nos saludó y
pasó a hacer exhibición de besos con Cris.
-Ay no, esto no está pasando…-me agarré la cabeza
cuando vi que Paul y Grace se unían a la
competencia de besos. -¡Ya basta!
-Wells la amarga. –dijo John.
-Bueno, me siento la referi de la competencia de
“Quién besa más tiempo”.
-Está bien, está bien, paremos.-dijo Paul-Wells,
¿mañana vas a la feria?
-¿Qué feria?
-¡Habrá una! –exclamó Grace, que ya parecía enterada
de todo, más que yo.-¡Vamos, te hará bien salir!
-¿Y ésta cómo sabe lo que me hace bien?
-Dale Mercy. Te pasamos a buscar a las tres.
-No tengo dinero…
-Yo invito.
-No lo puedo creer, McCartney invitándome…Momento
histórico, debo aprovechar.
Pero ese momento histórico no sucedió nunca. Eran
las cuatro y en vano seguía esperando a Paul. Como no me dejaban salir sola, mi
cara larga era peor que la de la Reina con una semana de constipación. Agarré
el teléfono y llamé a Juliet, quizás tuviera suerte y me pasara a buscar. Así
fue y en apenas quince minutos, Juliet estaba en la puerta de mi casa; ella
también se había cansado de esperar a George, del que después supo que no se
había levantado de dormir la siesta en toda la tarde.
Caminamos tranquilas, y cuando llegamos a la feria
quedamos apretujadas entre el gentío y el olor a copos de azúcar y pastelitos
dulces que vendían aquí y allá. El clima era típico de feria, gente a los
gritos, una o dos bandas de jazz o algo parecido que intentaban hacer, música
que salía de cada puesto de venta, payasos haciendo payasadas, vendedores.
-Ser adulta es un asco, no podés conseguir nada
gratis. –se quejó Juliet después de que un payaso le negara alguno de los
globos con forma de animales que le regalaba a los chicos.
-Estos engendros se llevan todo, siempre. Mejor
vamos a comprar, ya que nos discriminan.
Salimos del amontonamiento de niños y nos chocamos a
Paul y a Grace.
-Al fin aparecen.
-¡Nos olvidamos!
-Malditos cabezas de novios, todo para no pagarme la
invitación. Me compraré todo, traje dinero, ya van a ver. –le saqué la lengua a
Paul y él respondió con lo mismo.
Juntos seguimos caminando hasta que ellos decidieron
comprar unos dulces para los que había que hacer una larga fila. Juliet y yo
seguimos dando vueltas por ahí.
-Ay no. –dije de repente –Mirá allá, una gitana.
-Sí, ¿y?
-Mirá si me roba.
-Se roban a los chicos. Y no es verdad.
-Bueno, mirá si me tira una maldición.
-Dejá de exagerar.
-Mirá si me quiere leer la mano….¡Ay no! ¡Me vio!
-¿Y cómo no te va a ver si estás hablando de ella a
los gritos?
Para mi mala suerte, la mujer se acercó, tragué
saliva mientras veía por el rabillo del ojo que Juliet se retorcía aguantándose
la risa.
-Yo a ti te conozco.
-Ah, mire qué bien. Chau.
-Espera, espera…Sí, te conozco, ¿pero de dónde?
-Y vaya uno a saber de dónde. Un gusto, adiós.
-No, no, ven aquí.
-Ay no señora, no me lea la mano, ya sé que viajaré,
que tendré desgracias y que conoceré a
un hombre malo, eso lo dicen todas, ahora déjeme.
-¡Mercy, callate!
La mujer sonrió y negó con la cabeza.
-No te haré nada querida, sólo trato de recordar
dónde te vi.
-¿No me va a echar una maldición? ¡Mire que yo
también sé cómo se hace y se la puedo devolver, eh! ¡A mi no me joda, eh!
Juliet me tapó la boca antes de que la gitana se
enojara de verdad y llamara a todo su clan para secuestrarme y venderme por
ahí. Sin embargo, se e echó a reír.
-Dije que tranquila, niña…Ah sí, ya sé. No recuerdo
en qué ciudad fue, pero recuerdo que era en una feria como ésta. Compraste un
anillo, para alguien que querías. Me gustaría saber cómo te fue.
La miré con desconfianza pese a que supe enseguida
de qué me hablaba. Aquella feria junto a mi padre, donde había comprado un
anillo para Richard y la mujer sabía que era por su cumpleaños. Recordé también
lo impresionada que había quedado.
-Ahora ya recuerdo. –dije al fin, más calmada.
–Bueno, si quiere saber, no pasó nada. O
pasó de todo. Bueno, el tema es que el anillo le gustó, y lo sigue usando.
-Buena señal. Dame tu mano.
-No. no quiero que la lea, me da miedo y no tengo
dinero.
-Eso no tiene importancia, necesito saber cómo sigue
la vida de mis clientes. Es una preocupación personal.
-Qué bien, pero no. No me gusta mucho que lo
esotérico se cruce en mi vida, eso pasa,
soluciona y da respuestas sólo en las telenovelas. Es todo serio hasta
que cae una vidente que tira las cartas y de pronto aparecen las respuestas a
todo el argumento.
Juliet me agarró una mano con firmeza y se la tendió
a la mujer. Me resistí, pero fue inútil.
-Mmmm…-dijo leyéndola-Cuánto problema de salud hay
aquí.
-Oiga, ¡lo adivinó!
-No, sólo vi que tienes muchos pinchazos en las venas
de la muñeca.
-Ey, eso no es ser adivina.
-Mercy callate de una vez. –susurró Juliet.
-Veamos…Lío amoroso. Grande. Posible solución.
-Sí, con la muerte del implicado.
-No, no veo líneas que demuestren que eres asesina. Tu
economía irá bien. Todo normal, mucho más normal que hasta ahora. En fin, buena
suerte.
-¿Cuánto le debo?
-Dije que nada. Me alegro que andes mejor. Sigue usando
el anillo. Y deja de decir que te secuestraré.
-Bueno, gracias por su ayuda. Prometo que no lo diré
más.
-Si sabes decir maldiciones, no las uses. A menos
que sea estrictamente necesario. Ey, sé lo que estás pensando, no la uses con
el “implicado”. Sin asesinato, ni maldiciones.
Se fue tan rápido como s ehabía ido, me quedé con la
mano extendida.
-Wow, eso estuvo bueno. –dijo Juliet-Qué lástima que
se fue, quería que me leyera la mano a mí.
-Suficientes boludeces por hoy, Juliet.
Buscamos a la pareja McCartney, pero ya no estaban
en la fila de los dulces, así que recorrimos de punta a punta la feria otra
vez. Lo más probable era que ellos también estuvieran buscándonos.
De pronto, Juliet se acercó a mí y se pegó a mi
oído.
-Mirá para allá.
Me separé de ella en un gesto brusco, la miré
extrañada, y seguí a sus ojos, que miraban hacia un lugar lleno de gente a la
que ya apenas les daba el sol de la tarde. Caminando entre toda esa gente, vi a
Richard. Sentí un leve empujoncito de Juliet en mi espalda, pero me quedé quieta.
Me miró, lo miré, y nos dijimos de todo con los ojos. De todo menos cosas bonitas,
porque de lejos se notaba la ofensa, el rencor, y la indiferencia. No le
despegué la vista hasta que pasó casi a mi lado, él hizo lo mismo. Ninguno de
los dos se giró para mirar al otro.
-Vamos.
-Pero Mercy…¡Es Richard! ¿No vas a decirle nada?
-No. Vámonos, me quiero ir de acá.
-Pero aún no encontramos a Paul y a…
-Si querés, quedate. Yo me voy.
Y sin decir ni una palabra más, di media vuelta y
fui de allí, porque si hasta hacía dos minutos estaba riendo, ya no tenía
motivos para hacerlo. Me habían jodido el día. O me lo había jodido yo misma.
*************
Hola hola!!! Bueno, después de unos días de ausencia, he vuelto. Hola Grace, acá estás muchacha!
Como no tengo mucho para decir, salvo que tengo frío, me voy despidiendo.
ATENCIÓN al próximo capítulo.
Hola hola holaaaaa! Qué pensabas? Que ya no iba a venir porque ya me estaba retrasando a la hora de comentarte? Pues no! Yo siempre acabo apareciendo aunque a veces eso de la puntualidad inglesa no lo lleve demasiado bien. Ves? De ellos sólo se me pegan las malas palabras y las cosas malas, pero de lo bueno, ni pizca… jajaja.
ResponderEliminarBien ya, me dejo de decirte chorradas. El caso es que ya estoy aquí y espero un recibimiento como se merece, con castillo de fuegos artificiales, la banda de música del pueblo tocando en mi honor, recibimiento de las autoridades locales (o sea, tú) y, por supuesto y lo más importante de todo, vino de honor. Eh? Perdón? Que había dicho que ya paraba de decir chorradas y estoy siguiendo? Ehhhh… Bueno sí, ya paro, pero quiero que conste en acta que lo del vino de honor sí que va en serio, eh? Que lo del vino siempre es una cosa seria… jajaja. Pues eso, que aparte de para tomarme vinos, yo había venido aquí a decirte dos cosas. Y, cómo no, voy a empezar por reñirte, ale, así, a lo loco y a la vena, sin más :P A ver, corazón de buen alma… EL CAPI ES GENIAL!!!! No le digas feo porque me enfado y no respondo, eh? No respondo y me pongo como George Harrison el día que le dijeron que no había merienda para él… jajajaja. Eh, en serio, que a mí sí que me ha gustado, y mucho. Y para que me creas, porque sé que eres difícil de convencer, te voy a dar razones para ello. En primer lugar, porque es el tipo de capi que me gusta a mí (sí, me gustan mucho estos capis en los que todo parece volver a la normalidad después de algo muy fuerte, tal vez sea porque te da ese respiro al ver que por fin todo ha salido bien); en segundo porque yo como lectora agradezco que después de unos cuantos capis tan cargados de emociones, se nos dé uno más relajado; en tercero porque me han gustado las cosas que has narrado (y que ahora te comentaré y por eso no me paro ahora con esto); y en cuarto y último lugar, aunque no por ello menos importante, porque, como todo lo que haces, está excelentemente escrito. Quieres más motivos? Pues cuando quieras quedamos, nos tomamos un café o un mate o una botella de cazalla y te doy más :P
Y ahora, quedando claro que me encanta el capi y que te voy a aplaudir por escribir así hasta que me caigan las manos a trozos y me los tengan que recoger con escoba, pues paso a comentarte punto por punto lo que ha pasado. Bueno, el regreso a casa de Mercy ha sido muy emotivo. La verdad es que yo incluso me atrevería a añadir que ha podido ser hasta más intenso que aquella primera, cuando llegó a Liverpool años atrás. Más intenso porque vale, sí, en aquella ocasión suponía una nueva vida, pero ahora… Ahora creo que este regreso supone todavía más una nueva etapa en la vida de Mercy: está bien, ha tenido un sustazo tremendo y supongo que estas cosas (aunque no tengo demasiadas ganas de comprobarlo por mí misma, jajaja) te hacen ver la vida con otros ojos, replantearte muchas cosas y disfrutar más de las cosas simples, que son las que más feliz te hacen a fin de cuentas. Si no, sólo hay que ver con la ilusión con que Mercy retoma todo lo cotidiano. Pero como todo lo bueno tenía que tener su puntillita jodida, pues está ese virus: esa fiebre que la tiene en cama a la pobre y que, para qué negarlo, a mí me ha llegado hasta medio a asustar mientras lo leía. Y es que, viendo lo débil que estaba, pensaba “ a ver si la van a tener que volver a mandar al hospital por la mierda ésta y verás tú”. Pero no. Afortunadamente no ha sido así e incluso ha tenido una visitilla de su hermano, al que no le voy a quitar la razón cuando dice de que está muy guapo en la foto… ejem ejem. ¡Y eso que no la he visto! Imagínate si la llego a ver… Pero bueno, ya sabes que yo a este chico hasta vestido de mono zombi lo encuentro atractivo… xD Naaa, dejando de lado mis chorradas, que es agradable ver que la visita estando enferma y que creo que a Mercy le ha venido bien (ay, nena, he muerto de ternura cuando le ha puesto la foto al lado y todo… ainsh! Espera, que me derrito y vuelvo, jajaja).
Cambiando de tema, la carta de Astrid ha sido un sorpresón. Eso sí que no me lo esperaba! Yo estaba como Mercy, o peor, que ni me acordaba ni de las fotos ni siquiera de la pobre Astrid… Bueno, sí que me acordaba pero no me esperaba su reaparición aunque fuera por carta, jajajja. Y sabes? La verdad es que me ha gustado mucho, sobre todo eso de que se preocupe por Mercy y de que desee visitarla. Sé que queda muy cursi decir esto, pero qué leñe, lo digo igual que cosas más cursis se han dicho: a Stu le hubiera encantado este detalle de ver que su amiga y a Astrid se reencuentran. Tal vez, como piensa Mercy y con razón, a quien más le puede doler todo esto es a John, que ya sabemos cómo era en eso de resetear su mente con las pérdidas, ese falso caparazón al hacer como si nada hubiera pasado cuando en realidad estaba hecho trizas por dentro y era tal vez una de las personas a las que más le costaba superar estas cosas… Pero bueno, ha de enfrentarse y creo que encarar las cosas le hará bien, aunque en un principio remover el recuerdo de Stu y de su pérdida le pueda doler… Ya veremos como acaba todo esto, la verdad.
ResponderEliminarCartas, enfermedades superadas… ¿Y qué más hay? ¡Pues el regreso a su querida Alejandría! Vaya, ya tenía ganas de ver la emoción de Mercy al volver a su querido negocio que tanto le ha costado montar. Por cierto, que Jonathan ha hecho un trabajo para ponerle un monumento. Menudo crack! Él solito, que el pobre aparte de su trabajo en la librería, jamás había tenido experiencia en esto, sacando adelante un negocio y encima haciéndolo genial! Sí, Mercy, hija, súbele el sueldo que el colega se lo merece muchísimo, que se lo ha trabajado un montón. Y bueno, sobre su situación sentimental… Ay, hija, yo estaba como Mercy, que quería emparejarlo con el Eppie! Jajajajajajajaja. Ainsh, si es que somos unas celestinas de mucho cuidado… Pero mira, parece que el Jonathan no necesita de celestinas porque él solito ya anda con ese tal Mike, jeje. Espero que se porte bien este Mike con él, que el chaval ha sufrido mucho en su vida y ya se merece un poquito de felicidad, no? :)
Ah! Y tenemos nueva incorporación al fic! HOLA GRACEEEEE! BIENVENIDAAAAA! Jajajajaja. Ainsh, qué alegría de que Paul ya tenga novieta. Y que la novieta en cuestión sea alguien sencillo y amable como Grace. Porque vamos, yo me uno a la opinión de mi personaje en todo lo dicho, ya lo sabes, jajaja. La verdad es que lo de Abby te deja un poco no sé cómo… Se ha ido, fue a visitarla, pero después si te he visto no me acuerdo, ni llamar, ni interesarse… Nada. Leñe! Que a la que se supone que es tu amiga le acaba de dar un infarto que por poco se va al otro barrio! Vale, sí, ha hecho una visita, pero UNA y ya. Después qué? A mí me pasa eso con una amiga y me paso o todos los días de visita o si vivo lejos colgada al teléfono o mandándole cartas, y creo que tampoco sería una cosa muy excepcional: sería lo normal que haría la mayoría, supongo. En fin, que eso, que me alegro de la incorporación de Grace! Ah, y por cierto, me partí de risa cuando comprobé que Mercy y Grace se “conocían” del colegio en Londres y con las aventuras de nuestra señorita Wells en su lucha contra el acosador de colegio. Mercy dice no al bullying. Y quien se atreva a contradecirle, que se atenga a las consecuencias… jajajajajjaja.
ResponderEliminarY por último, la feria… Ay la feria! Aquí han pasado muchas cosas! Primero el olvido de los enamorados, que como enamorados van a su bola y se olvidan de todo (aunque yo sospecho que ha sido un olvido adrede por parte de Paul con tal de librarse de invitar… jajajaja), y olvido también del otro enamorado, George, que se ha olvidado de su novia… Ay! Te parece bonito Hari? Dejar colgada a la chica por una siesta? Si es que… xDDD Segundo, el asunto de la gitana. Ay, lo que me pude reír con la escena… Que si la va a raptar, que si no quiere que le lea la mano porque le va a anunciar el apocalipsis con jinetes y bestia de no sé cuantas cabezas incluidas…. xDDD Y bueno, que al final resulta que la gitana es una vieja conocida de la paya Weeeeeells, que le vendió el anillo del humor en la feria aquella hace años y seguro que “barato, barato, que me lo quitan de las manoooos”, jajajajajaja. Y bueno, a los conocidos hay que respetarlos y dejar que te lean la mano (?). Y ojo, que la lectura no ha sido mala: que ha anunciado cosas buenas, cosa que demuestra que esto de la adivinación no sólo sirve para anunciar el apocalipsis, las siete plagas de Egipto, una nueva reelección del PP en las elecciones o el nuevo disco de Justin Bieber entre otras grandes desgracias, jajajajaja. Esperemos que tenga razón, que, como es gitana, seguro que la tiene ;)
Y ayyyy! Ese reencuentro con Richard. (NOTA: Has metido a una gitana y en el siguiente párrafo a un chico que se llama Richard. Ay el Ríiiiiiiiichaaaaaaaaaaaaaaaar! Ay el Ríiiiichar que no le dise ná a la payaaaaaaaa! Ay que no es un gitano buenooooo! Mira que como sus lo digamos ar patriarcaaaaaa se va a enterar el Ríiiiichar! Jajajajjajajajajja). Bueno, después de este paréntesis me obligo a ponerme seria porque vamos. Este encuentro cargado de odio, que no es odio, que YO NO QUIERO QUE SEA ODIO Y SI ES ODIO ENTONCES A MÍ SÍ QUME ENTRARÁ ODIO E IRÉ ALLÍ Y ME VAN A OÍR A MÍ ESTOS DOS! AY SI ME VAN A OÍR, TODO LIVERPOOL ME OIRÁ! Y TODA INGLATERRA! Vale, ya, respiro profundamente y me relajo… La verdad es que me ha dolido en el alma ver tanto resentimiento ahí, aunque para ninguna de las dos partes es para menos después de lo que pasó: cada uno está encabronado con el otro y ya está. Pero a ver, que estos encabronamientos no pueden durar por siempre… NO? NO? NO???? Jajjajajajaja. Ainsh… Bueno, por el bien de estos dos, que hablen y que se aclaren, que así no pueden estar… Con lo que ha habido ahí y van a estar así! Que noooo! Jajajajajaja.
Bueno, perla, que como siempre una genialidad. Y sí, estaré muyyyyy atenta al siguiente capi que ya me imagino (más si encima nos avisas) que va a ser para quedarse con la mandíbula descolgada durante unos cuantos días, jajajaja. Lo espero ansiosa! :D
Saludos y un montón de besazos! Muaaaaaaaaaaaaaaaaa!