05 octubre 2012

Capitulo 43 Separaciones


El calor, ver que el resto de las personas seguían disfrutando sus vacaciones, los trabajos prácticos aburridos y carentes de utilidad y sobre todo, las molestias que me causaba Marcia, hicieron que ese mes pasara con una lentitud exasperante. Además, me estaba enfrentado a dos separaciones: la de mis padres, y la mía, porque me separaría de  mi madre. Pronto se iría a Londres, ni bien yo empezara a cursar las primeras materias de la carrera, si lograba entrar.
-Aspirantes, comenzaré a repartirles la hoja del examen –la voz y el anuncio de Rotswood me sacaron de mis pensamientos.
Recibí la hoja con un texto corto y debajo, unas veinte preguntas. Una hora y media después, entregué la hoja, completamente segura de que pasaría, porque había sido muy fácil. Era raro un examen de ingreso tan simple.
Cuando salí al pasillo, luego de entregar el examen, me recibió la voz chillona de Marcia.
-Afuera te está esperando tu papito –rió histéricamente, y simplemente la ignoré, porque si le prestaba algo de atención, sabía que terminaría golpeándola. Por alguna razón, Marcia estaba mas insoportable que antes, mucho mas bruja. Siempre tenía algo para decirme.
En efecto, mi padre estaba fuera del edificio, esperándome en el auto bajo una lluvia torrencial. Corrí y subí rápidamente, tratando de no mojarme demasiado.
-Salí antes del trabajo y vine. Compré biscochitos.
Me lanzé  a comer como desesperada, a la vez que él encendía el auto.
-¿Cómo estuvo el examen?
-Fue una estupidez –respondí con la boca llena –Voy a poner música –prendí la radio y comenzé a cantar y a agitar los brazos, desparramando migas de biscochos por todos lados, mientras mi padre reía. A él no le importaba que le ensuciara el auto, y eso era una bendición.


Tres días después, los resultados estaban. Caminé lentamente, para disfrutar el fresco de la mañana, ya que no tenía ningún apuro en llegar. En el hall, un montón de aspirantes se apiñaban frente  a los pizarrones para saber si habían dejado su condición y habían pasado a ser “estudiantes”. Me acerqué y comenzé a buscarme en los listados, aunque no veía bien por la cantidad de gente,.
-¡Si! ¡Un 8! –escuché que Marcia gritaba. Luego me vió y se acercó –Wells, tu nombre no está, aún no han corregido tu examen.
-Ah, gracias por decirme. –le sonreí.
-Ojalá sigas siendo aspirante –dio media vuelta y se fue, seguida de un séquito de babosos.
Esperé unos diez minutos hasta que apareció un hombre gordo y calvo, y colgó un papel, con apellidos desde la T a la Z. Un montón de apellidados con esas letras nos abalanzamos sobre el papel, y enseguida me encontré. Un precioso 8 brillaba junto a un “estudiante”. Oficialmente, había ingresado a la carrera.

Cuando caminaba de regreso a casa me sentí feliz. Lo había logrado. Aunque...algo me decía que no todo estaba bien. Quizás fuera lo de la separación.....
No sé qué les había pasado a los habitantes de Liverpool  en esos días. Creo que, para despedir el verano, se les había ocurrido comenzar a lanzarse agua. Sí, agua. Casi todas las tardes, un montón de chicos, y no tan chicos, se vaciaban encima baldes, jarras, fuetes, o lo que sea, llenos de agua. A veces, la ligaba un pobre infeliz que no tenía nada que ver.
Como es obvio, John estaba prendido en esa locura. Él y todos sus amigotes, y también las chicas, vivían jugando. Yo rezongaba, pero lo hacía porque en realidad los envidiaba profundamente. Quería largar mi puesto en la cafetería, o la aburrida tarea, y correr con un balde lleno de agua en la mano y zampárselo a cualquiera. Pero no podía, y eso causaba la risa de todos con un “Ay, la universitaria no puede jugar porque está estudiando”.
Bueno, había quedado en que regresaba feliz (o quizás no tanto) a mi casa. Sólo llevaba un bolsito marrón, de cuero, y el vestidito de flores, hecho por mí. Me pareció raro que nadie anduviera jugando, teniendo en cuenta que ya era mediodía, la hora en que empezaba “la guerra”. Me enteré que esa guerra ya había empezado y que yo estaba en medio del campo de batalla cuando sentí cómo se me empapaba el pelo, la espalda, las piernas....todo.
-¡¿Quién fue el pendejo que me mojó?! –grité furiosa, mirando a todos lados, buscando al culpable.
-Pe...perdón, pensé que eras otra chica....-ante mí tenía a un ¿arrepentido? Richard, con un balde rojo en la mano. Y también tenía ante mí a un montón de vagos que se mataban de risa.
-Hermanita, creo que por acá quedaste seca –sin darme tiempo a nada, John vació sobre mi cabeza una jarra de agua.
-¡¡¡JOHN!!! –grité, antes de lanzarme sobre él, y tratar de derribarlo. Sin embargo, no lo logré, él tenía mas fuerza, a pesar de estar descostillándose de la risa.
Me miré. Literalmente, me habían bañado.
-Morocha, perdoname, de verdad pensé que eras otra chica, pensaba que eras Abby, porque ella tiene un vestido parecido. Uy, ¿no te habré mojado las cosas de la universidad? –miró mi bolsito.
-No, no....-contesté apenas, mirándolo.
-Ah qué suerte, si hubiera sabido que eras vos no....-no sé qué mas dijo porque otra vez, para mi desgracia, me había “estupidizado” mirándolo. Y es que él también estaba empapado de pies a cabeza y....bueno....¿para qué mentirles? Mi instinto sexual adolescente se había despertado y debo decir que Starkey se salvó de que lo arrinconara ahí mismo porque era pleno mediodía y había un montón de idiotas mirándonos y riéndose. Porque si hubiera sido en otro momento, estoy segura que ninguna de mis dudas, miedos y vergüenzas me hubiera detenido.
-¿Estás bien? –me preguntó John
-¿Eh? ¿Eh? Ah si, si. –mierda, se notaba demasiado mi embobamiento –Ah Richard, si, si, te perdono. Pero no se van a salvar de mi venganza –di media vuelta y corrí hasta mi casa, ya que no estaba nada lejos.
Abrí la puerta, arrojé el bolso y me descalzé.
-¡Mamá! ¡Papá! ¡Me saqué un 8! –grité, para informar. Cerré la puerta y volví al jardín delantero, de donde tomé un balde abandonado, y lo llené con agua.
Corrí por la calle, descalza (no había ningún peligro de que se me clavara nada) y llegué hasta el grupo de idiotas, que charlaban. Desde lejos, para que les tocara a todos, les arrojé el agua. Por supuesto, reaccionaron, y la guerra volvió a comenzar. Por única vez, pude jugar, corriendo y llenando el balde donde encontraba un lugar, bañando a todos y huyendo de quienes querían mojarme.
Con el fin de hacer enojar  a John, Pete Shotton comenzó a gritarme obsenidades.
-Volvé  a tu casa
-Pero John...
-Volvé a tu casa si no querés que le rompa la cara a Pete.
-Lo hace para que te enojes –reí, y lo salpiqué
-Sí, lo hace por eso, y porque.....¿no te viste?
-¿Qué tengo?
-Ese vestido....es muy liviano y.....¡se te nota todo mujer!
-Uy, qué bueno.
-No es bueno, ¡todos te están mirando!
-Si, todos –me cruzé de brazos –menos Richard.
-Mas le vale  a ese que no te mire. Andá a tu casa a cambiarte.
-Pero si vuelvo ya tengo que quedarme a almorzar, y después ya no puedo, tengo que ir a trabajar.
-No me importa, vos te volvés.
Tomé mi balde con bronca y me fui sin saludar. Me molestaba cuando John se convertía en un hermano celoso y sobreprotector.
En casa, me esperaba el mismo regaño de John, pero dicho por mi madre. Que las chicas no deben jugar a eso, que es un juego de brutos, que mi vestido no era apropiado, que se me notaba todo, que qué habrán ducho las vecinas.....Un montón de pavadas que no me importaban, porque yo me había divertido mucho.



Una semana después, llegó el momento de comenzar mis clases como estudiante. Esta vez, ya no envidiaría a nadie, porque también empezaban las clases el resto de los chicos. Iría todos los días, de tarde, excepto los martes. Por lo tanto, Cris cambió mi turno en la cafetería, ahora me tocaba ir de mañana, y eso hacía que todos los días me ganara unos cuantos retos por llegar tarde. Pero era que no podía despegarme de la cama.....Por eso, Cris se encargaba de terminar de despertarme con unos cuantos gritos.
La primera clase que me tocó era de una materia descripta por los estudiantes avanzados como “el filtro”. La mayoría dejaba la carrera ni bien empezaba por culpa de esa pesada materia, pesada bibliografía y pesados profesores. Se llamaba “Taller de Introducción  a la Historia”. Al parecer, en la universidad tenían una fijación con los “talleres”, ni que fuéramos mecánicos. Los profesores eran  dos viejos decrépitos, uno que vivía fumando en pipa y la otra una rubia estrafalariamente vestida, apodada “la desgracia burguesa”.
Si había pensado que estas materias serían entretenidas, me había equivocado de plano. Lo que nos pedían eran inentendible y hablaban como si ya supiéramos todo. Sin embargo, me esforzaba al máximo para entender aunque sea diez minutos de las cuatro horas que duraba la clase.

La tarde del martes, mi día libre, me encaminé hacia al casa del pequeño Harrison. Si pensaba que se libraría de mí, se equivocaba.
-¡Bestia! –saludó al abrir la puerta. Evidentemente, George ya había olvidado mi nombre, para él sólo era “bestia”, y lo decía en cualquier momento, no sólo cuando se enojaba.
-George, venía a preguntarte si....
-Vení, vení, sentate –me interrumpió, sentándose en el umbral de la puerta –No te hago pasar porque hay unas tías molestosas de mi mamá, charlando.
-Bueno, perfecto –me senté  a su lado –Quería pre....
-¡Tengo que contarte algo! –asentí, escéptica. Estaba empeñado en interrumpirme.
-Vos dirás.
-¿Te acordás que ese sábado que fuiste a vernos, yo dije que vendría una chica nueva? –iba a contestarle “si”, pero él no me dejó –Bueno, la chica ¡es mi compañera! Y vive cerca, en la casa que era de Isabella, y se llama Juliet ¡y es preciosa! Y se sienta cerca mío, y tiene pelo castaño, y es un poco alta ¡y me encanta! –no sé quién lo apuraba, pero estaba muy verborrágico y ni respiraba –Ahh.....como me gustan las mujeres.....-dijo, al fin tomando aire.
-¿Terminaste?
-¡Si!
-¿Puedo hacer una pregunta?
-Claro.
-¿Por qué me contás todo esto?
Pareció quedar desorientado, y comenzó a sonrojarse.
-Ehh....bueno, digamos que.....vos me ayudaste con las otras chicas y.....necesito algún consejo, y sos la única mujer que conozco que me puede ayudar.
-¿Para qué? Sos tímido,  ni te animarás a hablarle.
-Wells, no me subestimes. Yo con una mirada, ya las tengo a todas a mis pies.
-No puedo creerlo, sabés mi apellido. Y por favor, dejá de desparramar humildad.
Rió un poco y me miró, expectante.
-Dale, dame un consejo.
-Dijiste que con mirarlas ya está.
-Si pero....igual, necesito alguna excusa para acercarme.
-Ay qué sé yo, faltá y después pedile las tareas.
-¿Y si justo ella también falta?
-Puta que optimismo tenés. Si ella también falta usá tu imaginación –le golpeé la frente con un dedo –Sacá un tema de conversación en base a eso.
-Mmm...voy a probar. Gracias. –se puso de pie y quiso entrar a su casa.
-Ey, ey, ey, ey que pasó que pasó vamos ahi.....No huyas así, que yo no vine nomás para escuchar quién te gusta. Quiero que me vuelvas a dar clase.
-Uffff.......-se sentó otra vez
-Perfecto,  buscaré otro profesor que tenga mas ganas. Vos te perdés el dinero.
-¡Está bien! ¡Está bien! Seguiré siendo tu profesor. El martes que viene vení con Violeta.


El sábado me levanté llena de congoja. Bajé las escaleras y vi junto  a la puerta las maletas y bolsos de mi madre. Pasado el mediodía, tomaría el tren que la llevaría a Londres de donde, seguramente, nunca regresaría. Por mas que me quedara con mi padre y en Liverpool, donde había elegido vivir, separarme de mi madre significaba que me separaran una parte de mi alma. Está bien, nunca tuve una relación muy estrecha con ella, pero eso no significaba que no me doliera saber que se iba. Normalmente, a mi edad, eran los jóvenes quienes se iban de la casa para estudiar o trabajar, no las madres. Pero bueno, mi vida siempre iba a contramano.
Desayunamos juntas, y para el almuerzo vino mi padre. Después, cargamos sus cosas en un taxi y luego de que se despidiera brevemente de mi padre, la acompañé a la estación. Cuando llegamos, ayudé a bajar y llevar las cosas hasta el andén, todavía no era la hora de partida.
Mi madre buscó su boleto en el bolsillo de su blazer, lo sacó y lo contempló unos momentos. Después se volvió a mi, con los ojos húmedos. Sabía que estaba a punto de llorar, por eso decidí que yo no lo haría, me aguantaría. En esos casos, por alguna extraña razón, siempre elegía ser “la fuerte”.
-Mercy, hijita.....
-Vamos mamá, no llores.....
-¿Sabés? Te voy a extrañar mucho. Mas vale que vayas a visitarme.
-Londres no me gusta, pero para unas visitas iré.
-Llamame, yo también lo haré, quiero saber como va todo. Hija, cuidate mucho, ya sabés que tu padre es bastante despistado, y no sé si ustedes dos solos podrán con todo.
-Vas a ver que sí. –traté de tranquilizarla diciéndole eso, pero era seguro que lo interpretó como que ella no era indispensable. Eso explica una mueca de molestia que hizo.
-Muy bien entonces –dijo altiva, aunque enseguida relajó su expresión –Hija.....no te enojes porque me voy. Ya sabés porqué lo hicimos, las cosas no daban para más con tu padre.
-Lo sé –no quería ser tan fría, pero las palabras me salían así, algo que me llenaba de culpa, por no saber cómo demostrar lo que estaba sintiendo, y tampoco dejarlo salir.
La voz del guarda anunció que el tren estaba a punto de partir.
-Hija....-dijo mi madre, inaudiblemente.
-Mamá, te voy a extrañar –le di un abrazo –Te quiero mucho.
-Yo también te quiero hijita –se separó y me acarició el rostro, con las manos temblorosas –Perdón por todo lo que pasaste.....
-Ya está, ya pasó, no te preocupes –desvié la mirada, no quería recordar.
-Como creciste Mer.....
Sonreí forzadamente, tragándome las lágrimas y me separé, para tomar sus maletas. Ella subió al tren y le alcanzé sus cosas. Se acomodó tras la ventanilla, que abrió, y allí nos quedamos mirándonos. Habrán pasado apenas cinco segundos hasta que se oyó la bocina del tren y éste comenzó su lenta marcha, pero en esos cinco segundos me vi tan, pero tan parecida a ella.....Era como si hubiera visto una imagen mía en el futuro.
Siempre me pareció  que las despedidas en una estación de tren son las más tristes. No es lo mismo una despedida en un puerto, en una terminal de colectivos que en una estación de trenes. Para mí, los trenes las hacen aún mas melancólicas.
Y esa fue una de las imágenes mas nítidas grabadas en mi memoria: una estación, con gente caminando apurada por todos lados, y yo quieta, mirando a un tren alejarse con mi madre asomándose  en la ventanilla, saludándome. Mi madre yéndose.

Volví a casa caminando lentamente, pateando piedritas, sumergida en lo que pasaba por mi cabeza. Sin dudas, estaba empezando otra etapa. Sería una hija de padres separados, que viviría con su padre, lo cual aseguraba que pasaría la mayor parte del tiempo sola, ya que él estaba trabajando mucho últimamente. Me convertiría en la mujer de la casa, con todo lo que ello implicaba.
Una idea espantosa cruzó mi pensamiento. ¿Y si mi padre se conseguía una novia? No, aguantar una madrastra sería el tiro de gracia para mí. Lo mismo pasaría si me enteraba que mi madre tenía pareja. Ver, o sólo saber que mis padres, a los que siempre había visto juntos, aunque estuvieran todo el día a los palos, estaban con otras personas sería algo que me mataría de angustia, rabia, y sobre todo, celos. Porque me moriría de celos si eso pasaba.
Cuando llegué a casa, la tarde estaba horrible, a punto de llover. Mi padre ya no estaba, había vuelto al trabajo. Instintivamente me acerqué al mueble de las bebidas,  quería algo fuerte, algo que me quemara la garganta y que me permitiera, de una vez por todas, llorar tranquila, largar toda esa cosa que tenía adentro. Pero me contuve. No quería que se me hiciera costumbre recurrir a una botella cada vez que estaba en una situación complicada. Aunque sabía que, ya sin vigilancia materna, esa abstinencia se me haría difícil. Para vencer la tentación, me encerré a estudiar  en mi habitación, aunque no logré concentrarme, por lo tanto, cambié los libros por la guitarra, para practicar un poco antes de comenzar  nuevamente mis clases.
La hora de preparar la cena llegó, y bajé a la cocina, para ve qué podía hacer. Una de las cosas que mas me preocupaba era eso, la comida, porque era bastante mala cocinando. Estaba comenzando una sopa cuando el timbre sonó. Abrí y vi a John, con sus lentes puertos, apoyado en la pared.
-Ah, eras vos.
-Hola hermanita.
-¿Qué venís a pedirme?
-Nada –tuve que creerle, ya que su saludo había sido muy serio, no como otras veces, que era pura risa y miraditas pícaras.
-¿Pasó algo? –pregunté preocupada.
-No, no. Sólo venía a decirte algo., que hoy por fin se confirmó.
-Ya sé ¡sos el novio de la Bardot!
Rió y negó con la cabeza.
-Eso todavía no pasó, aunque no falta mucho.
-Entonces....¡estás con Cris!
-No, tampoco. Aunque, que me haya traído hasta casa la otra vez, lo considero como un buen paso. Pero no me hizo nada...
-¿Y qué querías?
-No sé, que abusara de mí –ambos soltamos una carcajada.
-¿Y bien? ¿Qué es lo que me tenés que decir?
-Verás.....me voy a mudar.
Lo miré, y luego largué otra carcajada.
-Eso no te lo cree nadie. Yo no veo que Mimi tenga muchas ganas de irse.
-Es que ella no se va. Me voy yo. Me mudo con Stu, a un departamento.
Otra vez largué otra carcajada.
-¿Con Stu? Al fin serán la parejita feliz, que pronto tendrá un perro y niñitos corriendo por el jardín. Los felicito.
-No tonta –dijo riéndose –Nos mudamos, para estudiar y esas cosas.
-En “esas cosas” está incluído tirarse a toda la población femenina de la ciudad, ¿no?
-Podría ser.
-Bueno, veo que de ilusiones también se vive –sonreí –Nos vemos después, tengo que seguir cocinando.
-Esperá –puso la mano sobre la puerta, para impedir que la cerrara –Mercy, ¿no me creíste, ¿no?
-¿Como te voy a creer semejante pavada?
-Es que....es verdad. Mirá, acá está el contrato de alquiler –del bolsillo trasero de su jean sacó un papel que desdobló y me dio.
Ni siquiera lo leí, sólo me quedé mirándolo a él. Pensé rápidamente y no, no era el Día de los Inocentes. Por lo tanto, John hablaba completamente en serio.
-No....no John....
-¿No qué?
-No.....¡No podés hacerme esto! –grité y le tiré a la cara el papel.
-Te lo quise decir antes, pero no era nada confirmado, de hecho, sos la primera que lo sabe.
-¡Eso no me importa! Supuestamente somos hermanos, prometimos ayudarnos siempre ¡No te podés ir!
-Mercy no me voy  del país, sólo me mudaré a unas cuadras de acá y....
-¡NO! –estaba furiosa, descargando de esa manera todo lo que no había podido sacar antes, ya que esto era la gota que colmó el vaso.
-No hagas escándalo, seguiremos viéndonos como siempre, voy a venir acá, y a la cafetería, será todo igual, sólo estaré en otro lugar, eso es todo. Vamos, no es para tanto....
-¿Que no es para tanto? ¡John, acaba de irse mi madre, y ahora vos también! ¡Me estás dejando cuando mas te necesito!
-No te estoy dejando, nunca te voy a dejar sola. Vamos Mercy, por favor....-se veía increíblemente tranquilo, otras veces hubiera estallado. Se acercó para abrazarme, pero le di un empujón.
-¡Sí, me estás dejando sola, todos lo hacen! ¡Pero claro, el señor se va con su amigo, a hacer estupideces!
-No digas barbaridades, Wells.
-John Winston Lennon, sos un traidor, me prometiste algo y no cumplís –dije llena de rabia, pero bajando la voz y mirándolo con rabia –No te quiero volver  a ver ¡andate!
-¿Eh? ¿Qué decís?
-¡Que te vayas! ¡No quiero verte nunca mas! ¿Entendiste? ¡Nunca!
Me miró, calmado, pero con una mezcla de tristeza y bronca. Dio media vuelta y se fue, lo vi cruzando hasta su ex-casa.
Cerré la puerta de un golpe y recién en ese momento estallaron mis lágrimas, imparables. Apoyada en la puerta, me deslizé hasta quedar en cuclillas, tapándome la cara, como queriendo ocultarle el llanto a alguien invisible. Tenía rabia contra todos, estaba muerta de celos por todos, y también tenía un dolor tremendo, el dolor de las separaciones que se producían ante mis ojos, y que yo miraba, impotente. Y mas dolor sentía al darme cuenta que, a fuerza de lágrimas, aprendería el significado de la soledad.


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Bué, se nos enojó Mercy. Si tiene razón o no, lo dejo a criterio de ustedes. Me gustó escribir este capi, aunque no quedó bien crudo como quería (me la paso con esa palabra, "crudo". A todo le meto eso jaja).
Espero que todas anden bien, vieron que subí rápido esta vez? No tienen motivo de queja. O sí? Bueno, "el libro de quejas se encuentra a disposición del cliente". XD

3 comentarios:

  1. asfjksjfksahk No te quedó muy crudo? Si esto no es crudo tenés una definición errónea de crudo ajajja Me ENCANTÓ! Envidio al padre de Mercy que la deja ensuciar el auto, a mi si tiro una gotita de agua por poco duermo con el perro una semana(?) Jajaj Subiste rápido :')
    Ay, la parte del tren... es cierto, los trenes hacen todo más melancólico. Todo lo que pensaba Mercy, escribís muy bien!
    Y el tema de John, no sé si tiene razón o no al enojarse pero pobre Mercy! Aaaaaaaa no puedo esperar a que subas el otro! (?

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  2. Ay Mercy-.- siento que se descargo con John asi todo la bronca con la mama y eso pero con el y no lo merecia:/
    Pero en parte la entiendo digo, parece que todos la abandonan pero no es asi, a mi me paso recien, crees que nadie te quiere y todos te dejan pero no es asi. Solo son cambios que pasan en la vida es todo, uno tiene que adaptarse, espero se arregle con John pronto:l
    La parte de la partida de su mama me causo emocion y llore, te felicito:')
    Lei este cap junto con el CD de The Resistance de Muse y la verdad me entro en drama fue buenisima la combinacion:3
    Espero el siguiente subes rapido si? sisisisisisisisisi:3?
    Cuidate Chao:D

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  3. Aquí yo siglos después! Perdón por no comentar antes, pero no me había metido con el blogger este hasta hoy, jejeje.
    Bien! Como ya te dije por el guazap ese (yo también me uno a la moda de ser analfabestia, jajaja) este capi merece mis más sinceras felicitaciones porque estuvo genial. De verdad, triste, sí, pero me encantó esa maraña de sentimientos que tiene Mercy encima. Pobrecita, me dio mucha lástima en este capi... Es que le pasa de todo, la verdad.
    Primero, la Marcia de las narices esa, que yo le partía la cara y se la hacía nueva a la de tres. Y me la suda que su señor padre, su abuelo y su puta madre, sean jueces y me puedan meter la perpetua por arreglar caras a putis como la señora Marcia... XD
    Bueno, la satisfacción que me queda es que Mercy se sacó el mismo 8 que la Marcia esa, así que genial! Por lo menos puede acceder a la carrera que le gusta! :)
    Morí de risa con la escena del agua... jejeje. Y quién la tenía que mojar de arriba a abajo? No podía ser otro que su Richard... A veces pienso que el destino se ha encaprichado en unir a estos dos con este tipo de pequeñas cosas aunque Mercy se encabezone con lo contrario, jejeje. Y pobre... Le tocó soportar regañinas de hermanos sobreprotectores y de madres escandalizadas porque se le marca todo... :S
    Bien, sobre lo del trabajo... Joder, hija, no me llegues tarde, puñetas... XDDD Anda que... Te entiendo, sabes? Madrugar es muyyyyyy feoooo! XDDD
    Y bien, el grueso de todo... La verdad es que morí con las "despedidas". No sé porque dices que no te quedaron suficientemente crudas si yo acabé con los ojos humedecidos... Bffff... Lo de la madre, en la estación. Que mal cuerpo se me puso. Qué feo debe de ser eso, despedirse de ella. Y es que aunque sepas que la vas a volver a ver, eso de que todo cambie de repente... Debe ser un palo muy duro. Y encima, en el tren. Yo como tú también creo que las despedidas en el tren son aún más tristes, más nostálgicas. Y nada... Después todas esas reflexiones de camino a casa, sobre si sus padres encontraban nueva pareja y todas esas cosas... Me parecieron tan tremendamente reales que... Te lo he dicho una y mil veces, pero jamás me cansaré de repetir que eres una maestra describiendo las emociones internas. Y eso, me encanta.
    Y después, el final, con lo de John... Al principio me hizo risa el encuentro (jajaja, pobre, quería que abusara de él y se quedó con las ganas...). Después, obviamente, se me pasó la risa en el acto. Bueno, quizás Mercy no tenga razón al ponerse así, pero sabes? La entiendo perfectamente. Sí, porque acaba de despedir a su madre, está mal por eso, fatal. Y resulta que ahora llega John y también le dice que deja de ser su vecino. Vale, lo verá y todo eso, no se va a la antártida, pero va a dejar de verlo tanto... A decir verdad, yo también hubiera recaccionado igual y me hubiera puesto a llorar como una boba... :(
    En fin, triste, pero muy emotivo y absolutamente genial!
    Sigue pronto, crack! Besos!

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